Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 64.- Un tormento

Los soldados llegaron a la habitación, miraron atentamente a Omar aún en el dintel de la puerta y con la mirada de los Átkozott levantó sus manos y marcho fuera. Los soldados no dijeron nada, lo espantaron solo con sus miradas.

—Mi reina Astria, ¿todo está bien? —preguntó un soldado.

—Sí, Astria, ¿todo bien? —preguntó Hans.

—To—todo está bien —dijo ella.

Los soldados bajaron su cabeza y marcharon con tranquilidad, dejándola sola, mientras miraban el pasillo donde Omar se había ido. Seguramente para asegurarse que aquel invitado insolente no volviera. Astria se le estrujó el corazón siendo incapaz de pedir alguna ayuda, ¿cómo era que los soldados actuarán tan relajadamente?

—¿Cuándo es tu luna de miel?, ¿es verdad que las bestias pueden durar toda la noche cogiendo una mujer? —dijo Hans acercándose a ella y agarrándole el mentón— ¿Te estás sintiendo plenamente feliz? —Luego le dio un beso en la boca. Ella no pudo ni siquiera pestañear.

—Hans, por favor —suplicó ella, pero su hermano enterró sus uñas en su agarre con fuerza.

—Disfruta a tu animal Astria. Lo estás haciendo perfectamente, mejor de lo que yo imaginé, pronto llegará el día, pero te recuerdo una cosa —dijo sacando un puñal y lo puso justo en su vientre—. Esto puede ser mío, parece que también lo olvidaste.

Un frío más helado que el propio hielo subió por su espalda cubriendo cada centímetro de ella, no entendía a qué se refería. Miles de pensamientos se centraron en su mente, ¿habrá algún recuerdo perdido? Los días en los calabozos de Lomas eran muy oscuros y difíciles de recordar. ¿Hans había abusado de su hermana?

Astria se sentía asqueada y atónita, pero una voz la sacó de ese trance.

—Aquí estás —dijo Burak a pasos de la habitación.

—Yo... yo lo siento... Lo siento mucho. —Ella al verlo se le nubló la vista brotando rápidamente sus lágrimas. Sentía inconscientemente que estaba traicionando a Burak.

Burak entró a la habitación y rápidamente la expresión de su rostro cambió. Su mirada se volvió fría como la nieve y había una intención asesina en sus ojos que no puedo ocultar delante de Astria.

No había nadie más que Astria, pero Burak sabía que no había sido así, caminó por la habitación mirando el suelo, los rincones, incluso las ventanas, luego se acercó a Astria sin cambiar su expresión.

Instintivamente, Astria puso sus manos adelante, temerosa que él la golpeara, pero Burak la analizo de pies a cabeza volteándola y luego de su pelo saco una piedra negra que con la luz soltaba un color verte metálico.

Gruño fuerte mientras la piedra se hizo añicos en su mano, luego la acercó a su nariz y respiró profundo. Sus ojos se iluminaron como brazas de ira.

—Perdóname...

—Está bien Astria —dijo él y en cuanto sus ojos se cruzaron con los ojos de ella, la expresión de su rostro se suavizó, al darse cuenta de lo asustada que estaba. Se acercó y la abrazó mientras la miraba—. Todo está bien.

—No, no, nada está bien.

Burak no dijo nada, mirándola desde su altura la observó mientras la escuchaba. Ella le explicó lo que había visto y oído sobre Hans y Omar, claro que omitió lo último que dijo su hermano. Cuando terminó de relatarle, Burak le besó la frente y palpó su espalda.

—Yo... —dijo con una voz suave y tranquila mientras tomó con ambas manos la cara de Astria—. No puedo contenerme con esto, no me detengas Astria —le advirtió.

—¿Bu-Burak?

—¿Mi rey? —dijo Bruno mirándolo de la entrada.

Burak en cuanto lo escucho volvió a cambiar la mirada. Si fuera un gatito, se hubiera notado su pelo erizado que se bajaba para Astria, pero se volvía feroz cuando se trataba de otra persona.

El rey volvió a mirar a Astria, le dio un beso en la frente y la dejó caminando hacia su soldado, detrás de Bruno llegó lentamente Sam.

—Señor. —Sam también sintió la energía de aquella piedra. En cuánto Burak paso por delante de él le dejo caer los restos de ella en su mano. Y Sam rápidamente miró con el ceño fruncido a Astria.

—Sam... —dijo ella limpiándose la cara.

Había sido hermosamente maquillada y arreglada, pero ahora, la pintura en sus labios estaba corrida y las lágrimas habían llevado parte de ella por sus mejillas.

Sam y Bruno se quedaron con Astria para escoltarla hacia su habitación, en su camino ambos hombres la resguardaron como Burak les había ordenado.

El hechicero le explicó a Astria que la piedra era un potente artilugio de un emisor y un receptor. Servía para atormentar a una persona, mientras que el emisor, ósea, el que envío la piedra, podía ver mediante un reflejo (vidrio, agua, espejo) las acciones que ocurrían con el receptor. En este caso, Hans había mandado la piedra y veían de frente a Astria, es por eso que ella misma pudo verlo como si estuvieran presente a su lado.

Había algo que era importante, la persona que entregó la piedra debía ser uno de los dos que estuvo presente, por lo tanto, Burak que conocía muy bien de aquello, salió en busca de uno de los responsables. Se reconocía la piedra solo por su color y su olor entre metal y azufre.

Sam agarrando lo que quedaba de piedra con sus dos manos. Las juntó y dijo palabras en otro idioma antes de soplar fuertemente entre sus dedos.

—Vegye fel újra az első formáját. —Fue casi el sonido de un suspiro. En cuanto abrió sus manos, la piedra había vuelto a su forma original.

Caminaron por el pasillo, hasta llegar al final y doblarían hacia las escaleras para subir al segundo piso. Antes de llegar, el alboroto producido por un hombre hizo saltar a la nueva reina.

—Omar —susurró Astria escondiéndose detrás de Bruno. El terror que les tenía a ambos era inquietante.

— ¡Que me dejes inmundo animal! ¡No puedes tratar de esa forma a unos de tus invitados! ¿¡no piensas con tu cabeza acaso!? —Agarrado por el borde del cuello, Burak lo trajo arrastrando por el suelo hacia la habitación de reuniones.

Lo puso de pie apoyando la espalda del hombre en la pared y sin ninguna pisca de duda, saco una daga y le clavó la mano izquierda al muro. La puerta quedó abierta y eso Astria pudo darse cuenta.

—Bu-Burak. —Sorprendida Astria lo miró, pero de ella no salió ni una sola palabra.

Ningún soldado se movió de sus puestos, ninguna persona se sorprendió por las acciones de Burak, pero ella, ajena a aquello, le aterró lo que vio. Recordó la noche que su ahora esposo mato al rey León con absoluto remordimiento.

El general gritó de dolor mientras lo maldecía intentando sacar el cuchillo de su mano, pero estaba lo suficientemente clavado como para no ceder un centímetro.

— ¡No hagas esto!, ¡mi rey te recompensará si me dejas ir!

Burak lo ignoró mientras se remangaba las mangas de sus manos lentamente. Tenía una tranquilidad reflejada en su rostro, pero sus ojos estaban brillantes y su pupila dilatada.

—Vamos hombre, solo cumplía órdenes —dijo sin dejar de tratar de sacar su cuchillo.

—Burak. —La voz diminuta de una mujer hizo que este se detuviera y levantará levemente su rostro.

Omar al ver a la princesa Astria sonrió y le suplico que le salvará. Burak volteó y frunció levemente el ceño mirando a Sam y a Bruno.

—Lo siento mi rey, no pude detenerla —dijo Bruno bajando su cabeza.

Burak no quería que Astria estuviera presente, no quería asustarla y volver a mostrarle la ferocidad que ocultaba su interior.

—Burak —repitió su nombre suavemente.

Los ojos dorados de él bajaron lentamente al encuentro de los suyos, pero no pudo relajar la mirada.

—Yo... deseo... —dijo con voz temblorosa—. Saber algunas cosas.

—No es una buena idea.

—Por favor déjame hacerlo —dijo tratando de tocarlo, pero él se movió rápido.

Burak soltó un leve gruñido y volteó a mirar a Omar, caminó sin decir nada y con rapidez le sacó la daga de la mano. El hombre gritó de dolor mientras llevó su otra mano a tratar de detener la sangre. Luego, Burak agarró una silla y lo sentó bruscamente.

Omar con los dientes rechinando sintió que Burak está noche se veía mucho más aterrador que las veces que lo había visto, pero también estaba seguro de una cosa, la presencia de Astria lo había salvado, ella era la única que podía controlar al animal. Una sola orden de ella bastaba para que el gran rey Burak se apartará, pero también lo podía aniquilar de un solo golpe.

Astria se sentó en una silla frente al Omar, sabía perfectamente que la persona que estaba a un lado de ella podía protegerla y le entregaba cierta tranquilidad para tener el valor de hablar.

—General Omar —dijo con voz firme y autoritaria—. Quiero que conteste unas preguntas, si respondes veré qué se le dé una muerte rápida.

Las palabras de Astria agradaron a Burak que no pudo evitar dibujar una sonrisa en su rostro. Descubrió que ella si comprendía lo que él quería hacer.

—Debes-debes darme más que eso princesa...

—Reina —le corrigió Burak con un tono ronco.

—¿Dónde está Hans?

—Prométame que me liberará. —Volvió a decir el hombre.

—¿Sabes que ha hecho Hans?, ¿qué es lo que me hizo?

—Astria no te contestaré absolutamente nada... si-si no aseguras mi seguridad —dijo entre dientes mientras escupía saliva por la boca.

La miraba con odio por lo irrespetuosa que se había vuelto, Omar no estaba acostumbrado a escucharla hablar así.

La oscuridad misma se posaba en el rostro de Burak que se mantenía a unos pasos, pero cada vez que Omar evitaba contestar lo que decía su esposa, más rápido comenzaba a perder el control. Pero se mantuvo allí mirando la escena.

—Eres un cobarde Omar —dijo Astria poniéndose de pie.

—No, ¡eres tú quien traicionó a su propia gente revolcándote como perra con un animal!

Astria enojada sin tener respuestas estiró su mano y con todas sus fuerzas le dio una cachetada. Su mano quedó marcada en la mejilla del hombre que había girado un poco el rostro. Pronto volvió a mirarla rudamente. Astria no quería demostrar debilidad, pero apretó fuertemente los dientes al sentir como el ardor comenzaba a quemar su mano. Deseaba volver a golpearlo.

— ¡CUALQUIER HECHIZO QUE TENGAS TE LO MERECES POR TRAIDORA! —gritó Omar.

Burak que había estado observando con paciencia a su mujer, descifró lo que quería hacer en cuando ella apretó lentamente su puño, ella quería golpearlo, pero cuando lo hizo en la primera instancia el dolor en su mano la hizo dudar. Burak se acercó lentamente y le dio una cachetada a Omar, que rápidamente, cayó del asiento, golpeándose la cabeza, con la pared de atrás por tal impacto. Una piedra emisora rodó por el suelo.

—Ash... lo siento —dijo Burak mirando a Astria, había sido incapaz de controlar su fuerza y Omar a poco no perdió la conciencia.

Omar una vez más fue sentado en el asiento frente a Astria. Su rostro, ahora hinchándose de forma descomunal, comenzó a sangrar de la cien y de la nariz que claramente se veía fracturada.

—Yo no sé nada... —dijo el hombre respirando agitado, la mirada desafiante de hace un rato se había ido de su rostro— lo único que sé es que mi rey mando a buscar a un hombre, era un hechicero. Hans se encerró con él muchas noches.

—¿De dónde era? —preguntó Burak sintiendo curiosidad.

Creía que realmente si Omar dijera algo serían solo mentiras, pero después del golpe que le había dado y la expresión de su rostro, le costaba creer que algún hechizo hubiera caído sobre Átkozott o sobre Astria. Eso solo significaba una cosa, Sam comenzaba a ser ineficiente.

—No lo sé, lo vi encapuchado, tenía pelo largo que sobresalía por el borde de la ropa de color rojizo y una cicatriz en su mano derecha, nada más eso, ¡Ahora déjenme ir!

Burak miró a Astria y ella supo que el interrogatorio había terminado, la sola mirada del hombre le dio a entender que no había otra oportunidad para Omar. Ella quería sentir piedad con ese hombre, pero recordando las cosas que él había hecho, decidió no involucrarse en su destino.

El hombre era un maldito, que había cobrado muchas vidas, vendió esclavos por doquier, violó y masacro con su posición de general, así como Omar no perdonó esas vidas, el destino le tenía preparado su fin. Astria miró a Burak asintiendo con la cabeza y se puso de pie, lo miró sin decir nada.

—Tú lo prometiste ¡NO ME DEJES AQUÍ! —dijo Omar en cuanto Astria le dio la espalda y Bruno la escoltó lentamente.

Ella conocía a Burak y pudo ver en sus ojos una crueldad implacable que gritaba por ser saciada, Astria también amaba esa parte de él, ¿cómo no podría hacerlo? Después de todo, Omar se lo había buscado.

Burak volteó a mirar a su hechicero y al decir su nombre, Sam le lanzó la piedra, sonrió levemente, dejo la piedra en una de las mesas y volteó a ver a Omar.

—Cualquiera que vuelva a dañar a mi mujer. Espero que esté preparado para las consecuencias, incluso tu Hans —dijo volteando a ver la piedra. Burak sabía perfectamente que Hans estaba observando a Burak, desde dicha piedra.

Lo próximo que hizo fue salvaje y aterrador.

Astria se paralizó con solo los gritos. Ya había salido, pero todo se inundó con ellos, todos los de allí lo tomaron de forma tan natural que fue desconcertante, pero a la vez comprendió que su esposo, no era un hombre que se dejara pisotear, no daba segundas oportunidades y así lo hizo ver. Una clara advertencia que incluso Hans desde el otro lado del continente sintió terror.

Omar sintió el aura abrumadora del rey, se orinó encima al verlo acercarse con esos ojos que ardían sin descanso y vio su propio fin.

Confiados que Burak no haría nada estando en su día de bodas, Hans había enviado a Omar para felicitar a la dulce pareja, cuando estuvo cerca de Astria, puso la pequeña piedra que no era más grande que un huevo de codorniz entre su cabello y espero que todo saliera como su rey le había mandado. Nunca imaginaron, que serían descubierto tan rápido y mucho menos que Burak reconocería la piedra.

Allí en la habitación no hubo nadie que lo ayudara. Burak fue a él, con su mano izquierda le agarró la frente fuertemente apoyando toda su cabeza en la pared y con la otra, agarró el cuello de Omar y lentamente le desgarro la tráquea. La piel se abrió haciendo un sonido como la tela al romperse, el chorro de sangre corrió fuertemente manchando la ropa blanca que traía el rey, pero él no cambio la expresión en su rostro. El hombre se ahogó rápidamente con su sangre, mientras que Burak siguió abriéndolo hasta meter completamente la mano por la carne y le aplastó el corazón con su agarré.

Cuando Burak lo soltó, el cadáver muerto del General de Lomas cayó como saco haciendo un sonido frío por la habitación. Burak no necesito ninguna arma más que sus propias manos desnudas.

Tan rápido como ese sonido cesó, la arcada de Astria resonó fuera de la puerta.

Mirándose la ropa y las manos se dio cuenta de que quizás si había sido mucho para alguien como su esposa, que, si bien no había visto, él no pudo hacer nada con el ruido. Mirando a Sam, este asintió con la cabeza y rompió fuertemente la piedra para terminar con el "hechizo"

—Sam.

—¿Sí, señor?

—Después hablaremos de lo que dijo Omar. Un hechicero de cabellos largos y cicatriz en la mano es poco común.

—Señor yo...—Burak aún con el mentón goteando desangre, silenció rápidamente a su hechicero con una mirada.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro