Capítulo 60.- Dos noches
Hermosas baldosas decoraban todo el suelo, incluso del jardín que tenía hermosos riachuelos y una pileta con peces de colores que jamás había visto. Dentro la edificación tenía hermosas tonalidades de color crema y blanco, era muy acogedor verlo. El lugar desprendía un olor fragante y todo el camino que Astria debía recorrer estaba lleno de pétalos de flores rojas y pequeñas velas puestas en el suelo, iluminaban el pasillo. El farol desprendía una luz mucho más fuerte, intensa y lleno de colores, parecía que se había vuelto más radiante dentro de aquel edificio.
Luego, una puerta de madera frente a ella la detuvo, estaba un poco abierta, lo suficiente para que ella entrará. Respiró profundamente pensando que detrás de ellas podía encontrar a Burak y se sintió ansiosa, su corazón ya corría de forma alocada. Tenía un nudo en su estómago que le hacía difícil tragar saliva.
Había pasado más de tres meses que no había estado sola con Burak y mucho menos en las circunstancias en la que se presentaba.
No quiso darle más vueltas al asunto y entró lentamente a través de la puerta. Las luces dentro estaban ordenadas de igual manera en el suelo. Sentía un clima distinto, había una atmosfera muy ligera y agradable.
Dentro, había una hermosa cama gigante iluminada por la luz de la luna que había salido con más intensidad, los ventanales eran altos, incluso sus antepechos no se podían tocar.
Mientras Astria miraba su alrededor, tardó unos segundos en darse cuenta de que por dónde mirase, Burak no estaba.
No sabía qué hacer, le habían dicho que él estaría allí, pero "¿Dónde?"
—Astria —sonó su voz.
Ella contuvo el aliento, rápidamente recordó que a Burak le gustaba ser escurridizo y no siempre estaría en el suelo. Sonrió al darse cuenta de aquello, alzó la mirada buscándolo en los rincones del cielo, de los pilares y de las vigas.
—La primera vez que te vi fue algo así —dijo Burak.
—Allí estás —susurró Astria al verlo en la orilla de unos ventanales. Estaba justo en el borde que su cuerpo solo se veía oscuro, pero sus ojos dorados brillaban mirándola.
—Estás hermosa.
Astria se avergonzó un poco por lo dicho, bajo la mirada y sobo levemente su brazo, cuando alzó una vez más la vista, Burak volvió a desaparecer.
—Mi novia —dijo a su espalda. Astria volteó lentamente sintiendo propiedad en sus palabras.
Burak estaba vestido con una túnica de color rojo y unos brazaletes de oro en cada muñeca. Tenía un collar de piedras y por esta vez se había sacado el collar que ella le había regalado.
—Te extrañé —dijo Astria mirándolo. Los ojos de Burak tenían un brillo reluciente y mirándola de pies a cabeza estos comenzaban a brillar de deseo.
—Ma este az enyém leszel, és megmutatom neked. —Burak jamás había hablado en su idioma nativo delante de Astria y mientras lo hacía, la miró con sus ojos entrecerrados. Cómo lo hace un tigre acechando a un conejo—. Hogy nincs nagyobb istenség számomra, mint te, a feleségem— continuó rodeándola.
Astria se quedó quieta mientras él la observó de cerca caminando en círculos entre ella.
— ¿Qué—qué significa? —preguntó ella tratando de mirarle. Burak se detuvo en su espalda y ella lentamente sintió sus manos tocándole la cintura, soltó un leve suspiro al sentir su piel.
—Esta noche serás mía —dijo con una voz ronca, pero cálida—. Y te mostraré —agregó mientras le besó el cuello lentamente—. Que no hay mayor deidad para mí que tú. —Burak hizo que la piel de Astria se erizara, que temblará comprendiendo lo que aquello significaba—. Mi mujer.
—Yo... —dijo volteando y rápidamente Burak sonrió dándole un poco de espacio. Bajó lentamente el rostro y sopló fuerte que la vela dentro del farol se movió antes de apagarse.
Todo el lugar perdió rápidamente la única luz y la oscuridad la dejó ciega por unos segundos, hasta que sus ojos se acostumbraron.
Los invitados que estaban pendiente de esta acción, vieron como el edificio quedó en completa oscuridad, eso significaba que los novios se habían encontrado y la música rápidamente comenzó a sonar.
—Burak. —Astria solo vio su sombra y a medida que sus ojos se acostumbraron lo vio a su lado mirándola aún con atención— ¿Has bebido? —dijo al sentir un leve olor a alcohol.
—Solo un poco —dijo caminando a la cama—. Ven aquí.
Astria le obedeció como un imán se acercó a su prometido. Burak abrió las piernas y le tomó las manos para acercarla a él. Sin decir nada más, comenzó a sacar las flores del cuerpo de ella. Paciente y concentrado Astria sonrió ver aquello.
—¿No, que la paciencia no era algo de un Átkozott? —dijo burlándose, pero lo que no sabía era que Burak si estaba luchando para hacerlo. Sus palabras solo hicieron que se detuviera y la mirará.
Los ojos del hombre tomaron posesión de los ojos de ella y de tenerlos completamente relajados la volvió a mirar de tal forma que Astria pudo sentir su abrumadora ferocidad.
—Sí... es verdad —dijo Burak y rápidamente la agarró de la cintura y le besó el cuello—. Ah... —soltó un gemido—. Siempre haces esto Astria, yo tratando de tratarte bonito, pero no me lo permites.
—¿Qué? No... yo... Solo... —Los besos de él comenzaron a excitarla. Cómo la succionaba, la chupaba y la besaba.
Astria instintivamente dejo sus manos en los hombros del mientras trataba de apartarlo, pero sabía que no lograría nada.
—Oh, ¿qué tenemos aquí? —dijo él y Astria sintió la mano de él sacando las flores de su entre pierna.
Había una flor en especial que se había puesto justo en su entrada. Burak la sacó lentamente, pasando a frotar su clítoris mientras la miraba con una leva sonrisa. Un escalofrío hizo mover todo su cuerpo mientras miró como Burak se devoró la flor como si se tratara de comida.
—Rico —soltó aun mirándola con esos ojos abrumadores—. No es necesario quitarte todo.
Astria sintió una leve sensación de familiaridad, la misma que había sentido en los días anteriores a luna llena de primavera.
Burak se veía radiante y completamente atractivo a su mirada, su piel más oscura que la de ella le llamaba. Sintiendo aquello, se preguntó si había tomado algo o si para Burak este día era como una luna llena de primavera. Sabiendo que él realmente no necesitaba la luna llena de primavera para embarazar a alguien, quizás esa posibilidad estaba, aunque ella ya estaba embarazada.
—¿Por qué la cama tiene grilletes? —preguntó ella al verlas colgando agarradas a la pared. Se aterró con solo pensarlo.
—Oh, no creí que lo descubrirías tan rápido, pero si me tienes miedo para eso están. Me preocupo por ti Astria —dijo con una voz suave y letárgica. Al mismo tiempo, se puso de pie y fue donde las cadenas y tomó la que estaba para el lado izquierdo de la cama—. No te aseguro nada —agregó amarrándolas a su mano y se sentó en la cama mirándola.
—¿Será así?
—¿Puedes encargarte esta vez tú? —Astria le terminó de amarrar su otra mano y él la observó con una leve sonrisa.
Burak se dejó a merced de su futura esposa. Conociendo lo feroz que podía volverse, no quería asustarla la primera noche, e intentaría mantener la compostura. Mientras la observaba, Astria sacó pétalo por pétalo de sus piernas y lentamente se subió a la cama.
—La última vez que dijiste que te comportarías sabueso no lo hiciste, ¿debería creer en ti esta noche?
—No tienes ninguna opción —dijo bajando su rostro y su mirada se hizo aún más aterradora.
Sus muñecas estaban amarradas, pero no así sus manos. Burak abrió su mano derecha y tomó a Astria con su poder, acercándola más hacia él.
—Oye eso—eso no es justo... —Trató de reprocharle, pero Burak enterró su rostro en sus senos mientras los lamía y mordía levemente.
Instintivamente, Astria abrazó su cuello mientras su nariz se impregnaba de su olor. Burak si tenía algo distinto, algo que despertaba todo en ella, sentir su calor, su mano posada en su nuca intentó tocarlo más. Jaló levemente de su cabello, lo suficiente para demostrarle lo excitada que estaba. Burak soltó un leve gruñido cuando Astria le levantó la cabeza al tirarle del pelo.
—¿Te he dicho que no hagas eso? —gruñó, eso avivaría más su ferocidad.
—No te he escuchado —susurró ella mientras que buscó sus labios y le besó lentamente pero apasionadamente. Esos besos que incluso eran tan de piel que se podían sentir los dientes, esos besos que se respiraba solo al separarse.
Burak no tardó en dejar su boca y besarle el cuello hasta llegar a sus senos, los mamo con fiereza que rápidamente sus pezones se levantaron.
Astria se sentó lentamente en los muslos de él y sintió rápidamente la dureza de su hombre.
—Oh, vamos Astria, estamos recién empezando— dijo Burak mirando su entrepierna.
Astria no se había dado cuenta, pero estaba mojada y había dejado una mancha húmeda en la ropa de Burak. Él rápidamente subió su mirada sonriéndole.
—Cógeme —le dijo sin vergüenza. Astria sintió como el calor subía por sus mejillas con tal petición.
Mojándose un poco los labios, trató de no pensar en las cosas que debía hacer e intentó solo actuar. Llevó sus manos a la túnica de Burak, la abrió dejando a la vista sus pectorales duros como una gran roca, luego, soltó la pretina y observó su bulto tapado solo con su ropa interior. No se detuvo, le sacó el miembro que se levantaba como un trofeo y miro los ojos de Burak. Él no dijo nada, solo observó las acciones de su mujer, y ella, adivinando lo que debía hacer, puso sus manos en sus hombros y se fue sentando sin dejar de observar los ojos de él.
En cuanto su flor llegó a tocar la punta del miembro de él, Burak se estremeció y soltó un suspiro bajo, pero siguió observándola esperando que continuará por sí sola.
Un leve dolor hizo que ella abriera la boca sin emitir ningún sonido. Ninguno de los dos se permitió apartar la mirada.
—Espera —dijo Burak lentamente— ¿No debes trabajar un poco más allí abajo? —Astria que aún lo miraba, no entendió bien lo que él le decía. Pensaba que ya estaba lista, pero Burak consiente de aquello, no quería herir a su mujer—. Arriba y acércate.
Ella, dudando de lo que él decía, obedeció lentamente poniéndose de pie y se acercó a él. Burak solo le sonrió antes de agarrar parte de su muslo y enterrar su rostro en la entrepierna de ella. Astria tomó fuertemente aire al sentir los labios de él, su lengua, incluso, sus dientes.
Sensaciones fuertes y abrumadoras comenzaron a subir por su cuerpo, lo que hizo que tomara del cabello de él y más lo aprisionara contra ella. Podía sentir la dureza de su lengua, recorrerla, la succión de su botón palpitante dejando un cosquilleo desesperante, pero, cuando una liberación comenzaba a crecer, ella sintió como sus piernas caerían rendida. Burak la dejó después de eso, sonriéndole y lamiendo sus labios, la miró desde abajo, saboreando sus fluidos.
Con la mirada de él puesta en sus ojos y con las ganas carcomiendo sus tripas, Astria posó nuevamente las manos en los enormes hombros del hombre y se sentó lentamente. Sin sacarse los ojos de encima, puso nuevamente el miembro de él en su entrada. Burak y Astria abrieron lentamente la boca al mismo tiempo mientras ella introdujo todo su falo dentro, esperaba una palabra de aprobación y él se la dio.
Burak lentamente le besó la clavícula hasta el cuello y le dijo: —Bien hecho.
La virilidad de Burak aún era mucho para ella, sentía que la llenaba por completo y tardó unos segundos en que su cuerpo pudiera acostumbrarse y acomodarse en torno a él. Bajó completamente la cadera hasta que llegó a la raíz provocando que su cuerpo se pusiera rígido y sin darse cuenta enterró levemente sus uñas en los hombros de él.
La respiración de Burak chocaba constantemente con su piel, podía sentir lo excitado que estaba, su mandíbula tensada, solo le hacía entender a ella, la lucha interna que tenía para controlarse.
Astria levantó levemente su cadera y volvió a sentarse en él, un cosquilleo rápidamente comenzó a acentuarse. Ella quería demostrarle que podía provocarle lo mismo que él hacía con ella y aunque aún le dolía un poco continúo moviéndose lentamente. Firmemente agarrada de sus hombros, los movimientos comenzaron a ser más rápido, el sonido de palmadas hizo eco por la habitación.
Con cada movimiento su clítoris se frotaba con el abdomen de él y rápidamente sintió la necesidad de moverse más rápido. Cuando lo hizo, Burak bajo su rostro y lo apoyó en el hombro de ella, negando con la cabeza mientras froto su rostro en su piel, como si no pudiera aguantarlo.
Luego un gruñido que no paro, Astria lo miró y justo cuando levantó su rostro sintió el mismo miedo que había sentido esa noche en la cueva.
—¿A dónde vas? —dijo con su voz grave.
Astria se levantó levemente y Burak la penetró con fuerza causándole un pequeño chillido y cayó hacia su hombro.
—Te mostraré lo que tu hermoso esposo puede hacer.
Burak movió sus caderas fuerte y rápidamente en comparación con los intentos que había hecho Astria.
—Espera... Burak.
—Siento las obras de Sam en ti —dijo sin detenerse—. Vamos, muévete más, no te haré daño.
Astria trató de seguirle el ritmo, pero Burak no la dejo tranquila. Sonriendo con maldad mientras miraba como su amada mujer se retorcía encima de él.
—Ah... Burak —gimió Astria.
—No dormirás esta noche Astria —le advirtió.
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