Capítulo 59.- Alianza de noche de bodas
El día tercero la fiesta comenzaba, pero era solo para los invitados, ya que Astria y Burak debían formar una alianza entre ellos, conocerse como son antes de matrimonio y pasar dos días juntos. En la mañana pasaban entre familia opuesta, por lo tanto, Astria debía pasar el día con Cerdina y la hermana de Burak que había venido para la ceremonia.
En cambio, Burak como Astria no tenía su familia, pasaría la mañana con sus más cercanos.
Cerdina no dudo en mostrar su aprecio y agradecimiento hacia Astria, sentía que ella había llegado a cambiar realmente el mundo a su hijo y que no había mujer mejor en la tierra para él. El cambio que había hecho y como su personalidad se suavizaba cuando se trataba de Astria. Su cuñada también le comento algunas cosas de matrimonio, como había sido el suyo.
Al anochecer Astria debía prepararse para pasar la primera noche con Burak, pasarían dos días juntos y al anochecer del segundo día Astria sería buscada por sus damas y la prepararían para el descanso. El sí aceptó venía al día siguiente donde la fiesta se calmaba y todo tomaba un aspecto mucho más formal.
—Esperen, pero esto es incómodo —dijo Astria, que estaba plasmada por ser vestida por miles de manos.
—Mi querida reina, esto es necesario y todas hemos vivido casi lo mismo.
—Sí, Astria —dijo Amy—. Las abuelas, las tías, las primas, todas visten a la novia.
—Pero yo no tengo y puedo hacerlo sola.
—No, no es así como funciona, además por eso estamos aquí.
Astria una vez más había sido bañada en leche, cuando estuvo seca, las mujeres la vestían envolviéndola con flores amarradas a su cuerpo. Tenía una tela delgada que cubría parte de su pecho solo para poder sujetar un poco más de flores.
—Estamos un poco atrasadas —dijo una al escuchar como la música comenzaba a sonar fuera. La fiesta continuaría hasta la madrugada y Astria debía salir al encuentro con su futuro esposo.
—El sol está ocultándose recién, estamos bien en la hora.
Astria, desesperada por querer moverse, estaba aún inquieta sobre un banquillo con las manos y piernas abiertas. Hoy vería a Burak después de no verse por bastantes días y se sentía nerviosa, deseaba salir corriendo y no detenerse, pero allí estaba, manoseada por mujeres que no a todas conocía.
Mientras trataba de aguantar el frío cosquilleo de la desesperación, la inquietud comenzó a subir por sus piernas, sentía que iba a explotar en pánico con todo el ruido y movimiento.
—Astria, ¿estás bien? —La voz de una mujer conocida la hizo abrir los ojos.
—Mery.
—Vamos, mujer respira, no es nada de otro mundo.
—Quiero irme.
—A ver —dijo Mery levantando la voz y aplaudiendo fuertemente—. Quiero que dejen de hacer lo que hacen y salgan solo unos minutos.
—Reina Mery, estamos justo en la hora.
—¿Hora de qué? Estamos en Átkozott, pero tu rey desposará a una humana relativamente normal y las novias normales por tradición llegan mucho más tarde que el novio. Así que el tiempo es relativo, salgan ahora.
Mery rápidamente sacó a la gente. Astria por fin pudo bajarse de allí y sentarse un momento en una silla respirando hondo.
—¿Ya has comido? —dijo Mery sacando una cajita de madera con unas frutillas y unos dátiles para ofrecerle.
—Sí, he comido, pero estoy nerviosa —dijo ella agarrando una frutilla y echándose a la boca.
—¿No te gustaba la compañía? Ahora no sabes qué hacer para que te dejen tranquila —rio ella.
—Sí, creo que esto ha sido extremo.
—Quien te entiende mujer —volvió a reír ella—. Vamos estira tu mano y coge luz de luna, la necesitarás.
—A penas se ve la luna.
—Pero ahí está, puedes hacerlo, concéntrate.
Astria se puso de pie mirando el cielo, como la luna iba desapareciendo a medida que las nubes comenzaban a cubrirla. Estiró su mano hacia ella y respiró profundamente como Mery le había enseñado, luego tuvo solo un deseo en su mente, luz de luna.
En su mano estirada pronto un leve remolino comenzó a ser iluminado como una leve esfera.
—Eso, eso Astria lo estás haciendo —dijo Mery asombrada y contenta a la vez. Su discípula iba avanzando a pasos gigantes.
La alegría se plasmó en su rostro, Astria sentía como palpaban una esfera de Luz, era como si tuviera peso y sentía un poco de calor en ella.
—Trágatela.
—¿Tragármela? — preguntó Astria sin entender lo que Mery le había dicho. No solo porque era luz lo que había en su mano, sino porque la esfera en sí era bastante grande como para entrar en su boca.
—Así como lo ha hecho Burak, estoy segura de que el bastardo no se aguantó cuando te conoció.
—Ah, comprendo —dijo riéndose mientras asentía. Mery estaba en lo correcto.
Astria trató de acordarse la vez que ella le robó los núcleos a su amado y entonces, acercó el núcleo a su boca y respiró grandemente. Este deformándose entró por su boca y recubrió cada parte de cuerpo.
—¡Ah...! —gimió de satisfacción.
—Eres igual a Lucía —rio Mery—. Ni el hombre en su cama la hacía gemir tan fuerte como devorar un núcleo de luz.
—Mery no digas eso. —Astria rio avergonzada.
—Ten —dijo sacando una cajita entre su ropa. mirándola de forma más tranquila espero que su presente fuera recibido—. Este es mi regalo para ti.
—¿Qué es? —dijo Astria abriéndola y descubriendo un hermoso collar con una piedra de color Calipso con líneas blancas.
—Cuando tengas a tu bebé, te servirá para que puedas saber cuándo tu cuerpo comenzará a ovular.
—¿Qué?
—Sí, ya que no eres una Átkozott que puede quedar en cinta solo en primavera, será bueno que puedas tener un control. Estas piedras son muy codiciadas en Rindell.
—¿Cambiará de color?
—Sí, bueno, ahora estás en cinta, no cambiará su color por mucho tiempo. Ahora —dijo caminando a la puerta—. Dejaré de secuestrar tu valioso tiempo.
Mery abrió la puerta lentamente y sonriendo con esa risa que llegaba a ser aterradora dijo.
—Nos vemos pasado mañana princesa Astria, espero verte en una sola pieza.
Aunque las palabras habían sido como fuego para las mujeres que entraron para seguir decorando la vestimenta de Astria, ella solo sintió que esa sola frase era amenazadora, conociendo a su futuro "esposo"
—Estás preocupada, ¿cierto? —preguntó Amy mirándola mientras le ofrecía unos bocadillos.
—Nerviosa —módulo para que Amy le entendiera a pesar de la bulla.
Las mujeres tardaron treinta minutos en terminar de vestirla adecuadamente, luego, salieron y solo sus damas de compañía junto con Gina, que se negó a irse, terminaron de poner joyería en su cuerpo.
—Seguramente se comportará como un animal— soltó Gina.
—Gina no digas eso, la asustarás —La regaño Luz. Astria se rio de aquello mientras bajaba al suelo.
—No es que no haya estado nunca con él —soltó Astria tratando de asumir para sí misma también, que no sería la gran cosa.
—Son dos días Astria —dijo Gina—. Si Sam aparece antes que te marches, significará que nuestro rey va en serio.
—Ya es tarde Gina, Astria está embarazada y eso el rey lo sabe.
—Sí, al menos que Sam haga algo —dijo cruzándose de manos y riéndose.
—¿De qué lado estás?
—Del amor —rio a carcajadas.
Astria también fue decorada con piedras pequeñas de colores que rodeaban su muñeca y sus tobillos, eso hacía que las malas energías no pudieran atraer malos momentos en esa ceremonia y en su propio matrimonio.
Cuando ella por fin estuvo completamente arreglada, sus damas sonrientes y rebosante de alegría la miraron como una joya que estaba a punto de ser regalada. Luego de darle buenos deseos y abrazarla con cuidado, todas marcharon, dejando a Astria sola en la habitación para que pudiera tener un tiempo para ella misma.
Tímidamente, se acercó al espejo que cubría todo su cuerpo y sonrió. Se veía extraña, pero, llena de flores amarillas que habían sido arregladas previamente. Las mujeres habían hecho un gran trabajo para vestirla y aunque no estaba acostumbrada a mostrar piel, esta vez sí lo hacía.
Amy volvió luego de un tiempo con una bandeja, junto con un hermoso y pequeño farol de mano. Dentro, había una vela de color rojo en forma de flor que se iba consumiendo lentamente.
—Tienes que llevarlo y su luz no puede ser apagada hasta que estés allá.
— ¿Allá donde?
—Te llevarán a un edificio que está detrás del castillo, sobre la colina.
— ¿Estaré sola?
—Con tu novio, mi querida y hermosa novia.
Mientras hablaban la puerta rápidamente fue tocada por el otro lado, la voz que salió de allí erizo los cabellos de Astria.
—No te puedes ir antes que te vea —dijo Sam.
—Sam ¿Qué-que haces aquí?
—Es su noche de boda —dijo abriendo la puerta—. Me aseguraré que nada salga mal —agregó riéndose.
—Burak te envío, ¿no? —dijo Astria frunciendo el ceño. Gina, por otro lado, se largó a reír en silencio desde la puerta.
—No —contestó mientras sonriente se acercó a Astria y la contempló—. Te ves hermosa.
—No-no esperaba verte.
—Lo sé, pero conociendo a tu futuro esposo prefiero tomar precauciones para ti y tu pequeño.
Sam abrió una caja que traía y sacó una pluma negra de allí. Luego, en un cuenco vertió un líquido de color negro carbón.
—Arruinarás lo hermosa que se ve —dijo Luz enojada.
—No, esto desaparecerá en un dos por tres —respondió el hechicero.
Pidiéndole permiso a Astria se acercó lentamente a ella y le bajó un poco la tela de la cintura y justo en el vientre, debajo del ombligo, comenzó a dibujar unos patrones.
—¿Qué es eso? — dijo Amy mirándole.
—Lo siento Astria, no puedo hacer nada para ayudarte a ti, pero si puedo proteger lo que tienes aquí —dijo posando su mano a centímetros de su piel y sintió al embrión aún allí—. Como su padre, fuerte y firme.
—¿Eso es todo?
—Sí, Astria que la bendición y la alegría reine sobre tu matrimonio.
—Gracias Sam.
Astria se miró el vientre en cuanto Sam se marchó. Sentía un leve ardor como cosquillas en toda la piel que había sido marcada y al cabo de unos minutos la marca desapareció como había dicho Sam. Gina avisó que el palanquín que llevaría a Astria estaba ya esperándola y era tiempo de marchar.
Nerviosa y con escalofríos recorriendo continuamente su interior, Astria salió del castillo llevando el farol en su mano. En cuanto salió la música se detuvo y todos observaron como la novia entraba al hermoso palanquín de color blanco con oro, llevado por seis mujeres.
En cuanto subió, todas las damas lanzaron flores en el camino hasta los jardines traseros y la música no volvió a sonar. Los invitados estarían pendientes del edificio hasta que la luz se apagará.
Amy fue junto con Astria hasta la entrada del edificio donde ella bajo con cuidado y la miró con una sonrisa.
—Hasta aquí podemos llegar, ahora tú debes entrar sola, recuerda que el farol no se puede apagar hasta que encuentres al rey.
—Entiendo, gracias Amy.
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