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Capítulo 55.- Pesadillas


—¿Estás preocupada? —preguntó Sam acercándose a la cama de Astria.

—Sigo teniendo esa sensación de que algo estará mal Sam.

—Te he analizado completamente. No puedes seguir temerosa con eso, no hay nada malo en ti, por eso mismo ahora puedes cargar pulseras —dijo Sam mirando la caja de regalo que le habían traído sus damas como regalo de matrimonio—. Las pulseras y collares de piedra tienen energía, tu energía hoy está perfectamente. —Sam estiró su mano y la dejo arriba de su vientre—. Tu pequeño se fortalecerá en unos días más. Deberías seguir bebiendo sangre del rey para activar tu poder.

—Pensé que al estar embarazada del rey yo tendría ya ese poder.

Es muy pequeño para que eso ocurra. Es por eso que debes beber de su sangre, ¿o quieres que le diga que...?

—¡No! —Astria sabía a lo que iba y no quería estar involucrada en un acto que Burak sin duda no se detendría.

—Es cierto, no nos arriesguemos. Lo primordial es tu bebé y Burak deberá pensar en eso —dijo riéndose. Sam conocía lo viril que podían ser los Átkozott.

—¿Cuándo se fijará fecha?

—Así como siento a tu bebé, él se afirmará dentro de una semana mientras sigas bebiendo la sangre. Fin de mes sería una buena fecha.

—Es muy pronto.

—Eso solo depende de ti Astria.

—Los hombres del templo...

—Cedric ha estado entretenido, después de la forma en la que te trataron, a ti una dama Blanca, la ciudad se desligó de aquellos. Hay algunos que escaparon, pero Cedric está cazándolos uno por uno.

—Yo no entendía, tanto aprecio y amor por ellas. Las tienen como una deidad en el templo, Lucia... esos hombres no mostraron nada de aquello conmigo.

—Se cegaron, por el miedo que le tienen a lo desconocido. Ellos jamás debían haberte tratado así. Todos te debemos una disculpa Astria, porque a pesar de que nosotros anunciáramos aquello, ellos nunca informaron a Burak. —Sam mirándola a los ojos podía reflejar su arrepentimiento en ellos, miró sus brazos y gracias a la sangre de Burak su propio cuerpo había hecho que los moretones se esfumaran.

Mientras conversaban, Astria tomó el jugo que le habían traído y lo bebió mientras miraba a Sam.

—No te sientas mal Sam, ustedes no me deben nada.

—Bien —dijo cambiando la expresión de su rostro y sonriéndole volvió a ser el energético hechicero—. Debes comer, no puedes descuidar aquello, por más que te den náuseas y ganas de vomitar. Come un poco ahora, luego comes un poco más, porciones pequeñas pero varias veces al día.

—Sí, Sam, comeré los que mis damas me traigan. Pero antes que te vayas, por favor revísame.

—Probaré algo nuevo, ¿recuerdas el humo que hicieron para saber si estabas embarazada?

—Sí,

—Bien es algo parecido, donde se concentre, allí es.

Sam soltó un leve suspiro mientras la miró con una leve sonrisa, no comprendía que era lo que ella tanto temía, pero para mantenerla tranquila, asintió con su cabeza

Puso unas piedras negras a un lado de ella que había sacado de su ropa y luego poniéndose delante de ella recitó unas palabras en otro idioma. Cerrando sus ojos su voz cambió a una bastante ronca y de sus manos comenzó a salir un humo negro que cubrió la habitación. Luego de unos segundos llevó sus palmas hacia delante y aplaudió. Abrió los ojos y esperó.

El humo buscaba hechicería y poder, si había algo en la habitación que tuviera esas categorías el humo se concentraría en ello, pero esta vez el humo comenzó a disiparse, solo se concentró en una cosa de la habitación. El cuenco con sangre de Burak que permanecía vacío.

—No hay nada —dijo mirando a Astria con una sonrisa—. Solo la sangre del rey.

—Bien

—Quédate tranquila.

Astria no lo hizo, creía en las palabras de Sam que no había nada, pero, aun así, sentía que algo faltaba, como si una parte de ella aún gritaba fuertemente que había peligro. Luego de esa demostración de humo, pensó que quizás solo era su cabeza, quizás estaba cansada o un tanto traumada de lo que había vivido anteriormente.

Las trompetas pronto sonaron por el reino y eso solo significaba una cosa. Burak había vuelto.

*****************************

—¿Mi cara se ve magullada? —preguntó Burak mientras se bajaba la tela que cubría la parte inferior de su cara.

—¿Desde cuándo el rey se preocupa por su rostro?

—Está nervioso porque se acerca su boda.

—Su rostro está bien mi rey —dijo Gina exclamando y silenciando a los soldados que se había creído con el derecho de burlarse de Burak.

Él lo permitió mientras se reía y negaba con su cabeza. No podía ya evitarlo, estaba completamente seguro de que Astria era el amor que siempre había esperado y esa nueva actitud, sus soldados comenzaron a darse cuenta.

—Mi rey —dijo Sam mirándole al llegar al castillo— ¿Qué paso?

Burak se giró completamente a mirar a Gina y ella rápidamente observó a otro lado. Su rostro aún estaba con costras, sus heridas gracias al hechizo cerraron con rapidez, pero una que otra herida quedó cerrada por costras.

—Solo fue un acuerdo bastante entretenido —dijo con una cara seria.

—Sí, así veo, su boda será dentro de tres semanas. Espero que su rostro sea perfecto para esa fecha.

Burak llegó al castillo con todos sus hombres y como era habitual, la cena que se ofrecería era para aquellos que habían vuelto. Astria, por otro lado, no podría participar por su estado, así que Burak no tuvo remedio más que participar unas horas antes de ir a verla.

—Mi rey le traigo estos documentos para firmar —dijo Gina llevándole una pila de papeles—. Puede hacerlo mañana, arriba han preguntado por usted.

—He tratado de hacer esto lo más rápido posible, pero no puedo arrancarme.

—Mi rey no se presione, mañana puede seguir. Acaba de llegar hoy del viaje, como para lanzarse de lleno a los documentos. Su prometida necesitará verlo también.

Burak soltó un leve respiro al escucharla, mojó sus labios y peinó su cabello.

—Acostúmbrese después la llamaré reina, su esposa, su mujer, su... amor.

—Ya, detente.

Gina lanzó una carcajada mientras lo veía, la confianza entre ambos era bastante alta y como el rey había permitido ser el centro de burlas hoy, ella no perdió oportunidad.

—Creo que me quedaré aquí.

—¿No subirá a verla?

—Iré más tarde. Dile que tengo mucho trabajo.

—¿La está evitando?

—No, sí. Ayer fue luna llena y aún...

—Entiendo no necesito detalles. Le diré que irá cuando pueda —dijo Gina bajando su cabeza y caminando a la entrada—. Ahora que lo pienso si es peligroso, manténgase alejado. Al menos que no pueda verla la cara por lo que hizo.

—¿Qué?

—Nada, solo usted sabe lo que hizo en Rindell.

—Oh Gina, sigues con eso. Solo besé a la mujer, fue su única condición para recibir su maldito perdón.

—¿Fue así?

—Sí.

—Con mayor razón debería ir a ver a su futura esposa.

—Lo sé.

—Mi rey, asegúrese de que su próximo pacto de sangre, junte su mano solo un segundo y suéltela. Ayer le salió barato, no puede dejar que el contrincante hable sumando cosas al pacto mientras no suelta su mano.

—Tienes toda la razón Gina, ¿estás contenta?

—No, si esa mujer le hubiera pedido algo más, ¿lo hubiera hecho?

—Oh Gina.

—Sabe usted que es cierto. Tenga más cuidado con tus pactos, no siempre estaremos para cubrirlo.

—¿Cubrirme?, ¿crees que guardaré silencio tratando de ocultar mis actos?

—¿Entonces le dirá a Astria que se besó con otra mujer?, ¿así con todas sus hormonas revueltas?, ¿después de haberle gritado que su hijo no era suyo? Si Astria no se hace fuerte, su hijo no nacerá. Usted debe mantener a esa mujer tranquila, no es hora para que vaya y le cuente semejante cosa.

—Gina.

—Cerrará la boca, después cuando sea su reina, ella misma leerá los pactos y ahí tendrá que esconder el rabo entre las patas.

—¿Recuérdame cuando te di un minuto de confianza?

—Soy su soldado personal, pero también su amiga. Lo siento, tenía que decirle, ahora, con su permiso —dijo marchándose.

*****************************

Astria estaba dormida, recostada en su costado derecho mientras agarraba una almohada entre sus brazos. En medio de todo el sueño sintió el calor del cuerpo de otra persona a su lado. Se sintió tranquila y protegida, más, no quiso voltear a ver.

Su sueño siguió siendo tranquilo hasta que vio que el hombre que estaba a su lado se levanta de la cama sin mostrarle el rostro, al mismo tiempo el sonido de un bebé llora por la habitación. El llanto provenía de una pequeña cuna de madera blanca que estaba cerca de la chimenea.

El hombre con torso desnudo se acercó lentamente a la cuna y entre sus enormes brazos tomó al bebé de allí. Sus vestiduras eran rosadas con tonos blancos, su cabello a penas se notaba, era tan claro que no se veía el color. Su piel no era blanca, pero tampoco eran oscura como aquel hombre.

La bebé abrió los ojos y Astria que se había sentado en la cama con curiosidad, observó. Se dio cuenta de que tenía los mismos ojos de Burak.

Lo que comenzó como un hermoso sueño pronto se volvió una pesadilla. Astria miró sus manos y estaban llena de sangre. El hombre agarró a la bebé y con sus manos la decapitó frente a ella.

—¡No! —gritó Astria al verlo mientras el dolor en su vientre se fue extendiendo a su pecho. Sus lágrimas rodaron y su respiración se disparó.

El hombre lentamente se dio la vuelta a mirarla y sonriente vio la cara de Burak en él.

—¿Qué? Sabías que esto pasaría —dijo él. Una daga grande sobresalía por su pecho como si anteriormente habría sido apuñalado. La sangre del bebé corría aún por sus brazos y parte de su piel desnuda.

Astria gritó con sus fuerzas, el dolor comenzó en su vientre, bajo su mirada y se vio llena de sangre. No podía creer lo que veía y en eso, despertó.

Exaltada por lo visto, descubrió sus sábanas y vio su ropa manchada en sangre, sus piernas y su abdomen bajo.

—¡AYUDA! ¡QUE ALGUIEN ME AYÚDENME! —La puerta se abrió con rapidez y entró Amy y dos soldados de la entrada.

—Astria.

—Yo... yo lo he perdido, lo he perdido.

—¿Qué? Astria. —Amy llegó a su costado y la miró.

Astria estaba temblando, sus manos tiritaban de forma rápida mientras estaba con sus piernas abiertas mirando la sangre que había allí.

—Astria, mírame.

—YA NO ESTÁ, YA NO ESTÁ LA BEBE.

—¡Astria! —Levantó la voz Amy al mismo tiempo que agarró sus mejillas.

— La-la sangre...

—No hay sangre Astria, ¿me escuchas? No hay nada.

—Pero, ¿no la ves?, ¿cómo es posible?

—Despierta bien Astria. Guardias enciendan las velas.

—Sí, señora.

—Yo-yo lo vi.

—Fue solo un sueño Astria, solo un mal sueño. No has perdido al bebé.

—¿Cómo lo sabes?

—No hay sangre, no hay nada. Llamaré al doctor y a Sam para que te quedes tranquila.

—Espera, espera no-no me dejes sola.

—¿Qué paso? —Burak no tardó en llegar a la puerta. Había estado hasta altas horas de la noche en la oficina viendo los documentos cuando uno de los guardias le informó de lo que sucedía.

—Una pesadilla, mi rey, solo es eso.

Burak apretó los labios al escucharla y se acercó lentamente a la cama mirando a Astria que estaba transpirada y aún agitada.

—Iré por Sam y el doctor.

—Solo por Sam, es el único que puede sentir bien la energía.

—Sí señor.

—Yo... Astria no podía mirarle la cara, después de verlo como asesinó al bebé solo con sus manos. Lo creía posible.

—Hey, cuéntame ¿qué pasó? —dijo Burak hincándose en el borde de la cama y tomándole la mano derecha.

Astria sin mirarle le contó todo lo que había soñado, como la sangre había manchado todo, como había sido apuñalado y como al despertar vio que estaba llena de sangre. Burak la escuchó con tranquilidad, no le dijo nada más que acercarse a ella y darle un beso en la frente. Astria apoyó su rostro en él y aunque no quería llorar, sus lágrimas de igual manera salieron.

—Tranquila.

En cuanto lo hizo sintió el corazón del rey que latía con tranquilidad en su pecho. Su olor la hizo tranquilizarse lentamente mientras sentía las manos del hombre acariciar su espalda.

—Permiso —dijo Sam entrando con una leve reverencia y fue a la cama— ¿Astria sabes de qué hablamos hoy?, ¿qué fue la primera comida de la mañana?, ¿con qué ropa venía vestido?

Astria le contestó certeramente las preguntas y despegándose del pecho del rey miró a Sam ya más tranquila.

—Recuéstate un poco —le ordenó Sam mientras se ubicaba al lado de Burak. Astria no dejó de aferrar su mano a la camisa del rey. Mientras, Amy llegó con una tasa de infusiones que anteriormente le había ordenado Sam.

—¿Está? —preguntó Astria cuando Sam puso su mano en su vientre.

—No seas impaciente —dijo él mientras cerraba sus ojos.

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