Capítulo 52.- Ella es todo
—Oh poderoso rey de Átkozott estoy muy agradecido que me conceda un poco de su valioso tiempo —dijo Cedric con una voz burlesca.
—Ah la mierda. —Burak estaba en su habitación mientras fumaba un puro en el borde de la ventana. Cedric había esperado hace una semana que se le diera la oportunidad de ver a su propio hermano y no estaba de buen humor.
—Si Burak, eso es lo que debiste haber hecho de un principio —dijo sentándose en una silla frente a una mesa con frutas.
—Si claro, y ¿cómo ibas a evitar a la gente haciendo desmadres por haber pasado por alto el templo?
—Lo mismo que padre, matarlos a todos o desterrarlos.
—Es fácil decirlo Cedric. Padre tardo años que la gente de la ciudad vuelva a confiar en él, no puedo hacer que aquello se rompa de un momento a otro.
—Si no te casas con Astria yo...
—Hey, cuida lo vas a decir. —Burak posó sus ojos en su hermano.
—Solo pienso que si se casa conmigo podrá estar también contigo. Claro que tendrás que compartirla. —Burak no tardó en llegar a su lado—. Tranquilo, tranquilo solo era una broma —dijo levantando las manos.
—Busca una mujer, ya te lo he dicho.
—Burak, no hablo en serio. No te he visto en días, solo quería molestarte. Astria está bien, aunque no me gusta mucho que el templo la tenga hasta altas horas examinándola, ¿eso no te molesta?
—Claro que sí —dijo dejándose caer en una silla mientras sacaba un poco de uvas de la mesa.
—Madre está preocupada también.
—Vienes a torturarme, ¿no?
—Un poco. —Cedric soltó una leve risa mientras le lanzaba una uva a la cara. Burak gruño en respuesta, luego sonrió mirándolo.
—Va a pasar, queda solo un mes y después que eso ocurra, encárgate de Gerald.
—¿Gerald?
—Sí, solo hazlo desaparecer. Esta es, la primera y la última vez que me dejará entre la espada y la pared.
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Al día siguiente Astria se encontró un poco más animada, pero por consejo de Amy, volvió a mostrar su malestar cuando los hombres del templo vinieron por ella. Creyéndose el cuento marcharon dejándola una vez más tranquila. Claro que cuando calló la noche volvieron a presentarse en su habitación.
—No es posible que vengan a molestar a esta hora de la noche.
—Discúlpenos, pero nuestros hombres tienen cierta curiosidad por nuestra dama Blanca, es importante que podamos revisarla para saber cuándo retomar nuestras investigaciones.
—El rey...
—El rey lo ha permitido —dijo interrumpiendo a Amy que intentaba que no entrarán a la habitación, pero no pudo. Seis hombres abrieron la puerta, tres de ellos entraron con sus túnicas y se acercaron a la cama.
—Esto es impertinente.
—No te concierne a ti —dijo un hombre que venía con un cuenco de madera en su mano y un puro de color verdoso.
—Dama Blanca haremos un pequeño ritual y sabremos dónde está tu enfermedad.
Astria se mantuvo muda, no confiaba en ellos y tampoco se sentía cómoda. Tomó la mano de Amy fuertemente a su lado mientras se mantuvo sentada en la cama.
—Es súper sencillo —dijo el hombre del cuenco—. Fumaré un poco de esto y dejaré que el humo te recorra. Dónde centre el humo es donde podremos saber que está mal en ti. Si realmente tienes enfermedad ocurrirá eso, si no es así y usted ha recurrido a la mentira el humo se disipará.
No era mentira, pensó ella. Se había sentido mejor, pero, aun así, no podía soportar comer la comida habitual y solo había ingerido sopas. Nerviosa y con su respirar agitándose no dejo de tocar a Amy.
El hombre hizo sonar el cuenco y prendió el puro. Cómo le había dicho, tomó unas buenas bocanadas de aire desde el puro y el humo comenzó a salir. Lanzó el humo fuertemente y no se detuvo. Fueron tres veces que expulsó humo de su boca y esté revoloteando naturalmente, la cubrió por completa. Astria cerró los ojos y aguantó la respiración, el olor era como el musgo mal oliente, no se comparaban con la menta limón del rey.
Cuando abrió los ojos, los seis hombres la miraban con determinación. El humo se fue disipando, pero parte de este se centró en su estómago bajo.
Astria sonrió complacida, si estaba enferma después de todo, aunque hoy había mentido. Alzó la mirada y miró a Amy con una sonrisa, pero Amy tenía una expresión aterradora, miró los ojos de Astria y volvieron a bajar a su estómago una y otra vez.
— Hozz Pavonis virágot —dijo el hombre del puro mirando a los otros que estaban detrás.
—¿Qué? No pueden hacer eso —dijo Amy que conocía muy bien el idioma—. El rey tiene que dar su consentimiento. —Su voz comenzó a hacer inquieta que asustó rápidamente a Astria.
—No es de tu incumbencia ¡Guardias, lleven a la dama fuera de este lugar y siléncienla!
—¡AMY! ¿Qué está pasando? —Astria trató de agarrar la mano de ella, pero Amy enojada se acercó al anciano con la intención de golpearlo. Los guardias la agarraron con rapidez, forcejeando sin dejar de luchar.
—¡Astria no bebas nada! ¡NO BEBAS NADA! —gritó mientras la sacaban— ¡Guardias ustedes no entienden! Ella lleva al... —Su voz silenciada recorrió todo el lugar.
Astria muerta de miedo, se puso de pie y tomó una daga que estaba en su velador. Los hombres no se movieron, no era una amenaza para ellos y aguardaron que sus dos hombres que habían salido por el pedido volvieran.
"Traer flores de Pavonis"
La flor Pavonis era una planta que se usaba como un anticonceptivo natural y también, producía abortos.
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Sam estaba furioso, el día anterior había ido a buscar a Burak como le había dicho Cerdina, pero Burak no salió al balcón, caminando hacia ese lugar pidió a los dioses que esta vez si lo estuviera.
—Mi rey —susurró al sentir el olor de su sutil puro.
La voz de Burak no tardó en escucharse junto con dos voces más, un hombre y una mujer.
—Mi rey —volvió a repetir mirando al balcón. No podía alzar tanto la voz, ya que todo el lugar era custodiado. Escondido entre unas plantas volvió a llamarlo mirando a todos lados.
Lamentablemente, el rey no lo escuchó, lo repitió varias veces hasta que se cansó. Salió de su escondite y saco una piedra entre sus vestiduras, dijo algunas palabras en otro idioma y miró el balcón.
—¡Burak! —Su voz triplicó el volumen y al mismo tiempo que espero que el rey se asomara, los guardias salieron de sus posiciones para agarrarlo— ¡Esperen, necesito decirle algo al rey!
—No puedes estar aquí, aunque sea algo urgente, debes pedir audiencia.
—¡NO, NO ME IRÉ! ¡BURAK, POR LA MIERDA HIJO DE TU MALDITO...!
—¿En serio pretendes hacer tanto alboroto? —El rey por fin asomó su rostro mientras lo miraba desde arriba.
—Mi rey, llevaré al hechicero dentro.
—No —dijo alzando la mano— ¿Qué necesitas? Por tu rostro veo que es algo importante.
—Baje, no es algo que pueda repetir en voz alta.
—Tengo compañía Sam.
—¡UNA MIERDA TU COMPAÑÍA, BAJA AHORA!
Burak se sorprendió por el hablar de su hombre, jamás lo había tuteado o insultado, pero allí estaba mirándolo con determinación y sin temerle ni un poco. El rey no lo pensó mucho, no por estar interesado en las palabras de su hombre, sino por qué rápidamente se sintió ofendido. Bajó como un animal saltando del balcón y en pocos segundos estaba frente a Sam.
—Termina de formar tu insulto antes que te rompa la garganta.
—Mi rey, es sobre ella —dijo caminando lejos de los guardias que aún lo tenían en la mira—. Lamento la forma en la que le hable e insulte, pero era la única opción que me pusiera atención.
—Habla ya. —Burak se acercó a su hechicero y cerca de un gran árbol Sam bajo la voz.
—Astria no se ha sentido bien, la observé y seguí con su flujo de energía, pero hay algo que es diferente.
—¿Qué? —dijo Burak mirando dentro del castillo.
—Hay una energía nueva dentro de ella. —Sam, observando cada reacción de su rey, sabía perfectamente que Burak entendería aquello.
Solo seis segundos tardó en entenderlo. Volvió a mirar a Sam mientras que su boca se abría para tomar un gran respiró. Astria estaba embarazada.
—¿Quién más lo sabe? —Burak se encaminó rápidamente al interior del castillo.
—Nadie más, pero si se llegarán a enterar no dudarían en actuar. En la posición que está hoy usted esto cambiaría las cosas, usted no sabe lo que han hecho con ella.
—Sam, yo no la he dejado, talvez no he podido verla, pero mi interés a ella siempre ha estado. Los informes los leo antes de dormir, ¿me dices que los informes están mal?
—No, pero pueden omitir algunas cosas.
— ¿Ella está en la misma habitación?
— Sí señor. Ella no lo sabe, creo que sería bueno que...— Sam se detuviera mirando a la cocina.
—¿Sería bueno que, Sam?
El rey a unos pasos lo observó por su tardanza. Sam quedó a mitad del pasillo mostrando una cara aterradora.
—No...— susurró Sam observando la mesa de la cocina—. Hay flor Pavonis en la mesa.
—¡OH HIJOS DE PUTA! —La actitud del rey cambio radicalmente. Apurando el paso y soltando su enojo en un aura negra y aterradora, todos comenzaron a salir al pasillo al sentir el cambio en el aire. Las luces rojas en sus manos se disiparon por todo el suelo y salió un leve temblor.
Sam no le siguió, fue hacia la cocina y comenzó a interrogar a las mujeres.
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—Bébelo.
—No. —Astria aun empuñando su daga pensó que ese líquido era veneno y querían hacerle daño.
Los hombres la arrinconaron en el rincón de su pieza y le quitaron la daga. Agarrándola firmemente, la sentaron en la cama, mientras que el hombre del puro se acercó con un cucharón sacado de una pequeña olla. El cielo rápidamente comenzó a nublarse.
—No es veneno, pero tienes que curar lo que tienes mal en el cuerpo —dijo el hombre agarrándole la mandíbula con fuerza.
—¡NO! Amy dijo que no lo bebiera.
—Ella no sabe nada. —El hombre, apretándole las mejillas con fuerza, vertió el líquido en su boca.
Astria se lo escupió mientras fruncía el ceño. Si tan solo pudiera tener un poco de luz de luna podría poner a todos bajo su control, pero la luna apenas tocaba su habitación, aún era muy temprano.
El hombre mostró rápidamente su cara enojada y le dio una cachetada. Había sido suave para él, pero Astria recordó rápidamente las cachetadas de su hermano y fueron casi iguales. El golpe le corrió el pelo hacia su cara. Los hombres se sorprendieron por la acción del viejo, no podían hacerle daño a su dama Blanca y él lo había hecho. La mejilla de Astria se tornó rápidamente roja, pero su mirada no cambio.
El hombre una vez más le agarró fuertemente las mejillas junto con su mandíbula y volvió a verter líquido en su boca, le apretó la nariz junto con la boca hasta que ella lo tragó. Al mismo tiempo que forcejearon con ella. Un temblor llegó a remecer un poco el suelo.
—Mi rey usted no puede estar aquí. —Se escuchó la voz de un hombre desde el pasillo y en segundos. El hombre voló por los aires cayendo en la entrada de la puerta, cubiertos de pequeñas luces rojas, segundos y Burak entró.
Sus ojos más filosos que la daga estaban por tornarse rojos. Entró sin decir nada y fue donde el anciano, miró su alrededor y vio el cucharón que tenía en su mano, vacío. Luego observó a Astria que lo miraba asustada, su mejilla sobresalió de su piel pálida.
—¿Fuiste tú? —Se acercó a uno de ellos, el hombre rápidamente dio unos pasos atrás hasta chocar su espalda en la pared.
— Mi rey... yo...
—¿Quién te dio el derecho de tocarla?
Lo siguiente que ocurrió fue que Burak agarrándole las manos al hombre, se las quebró con solo un movimiento de sus manos, el crujido sonó similar al sonido que hace las ramas al romperse. Los hombres asustados echaron espalda atrás tomando distancia del rey. El primer hombre cayó al suelo llorando y apretando fuertemente los dientes de dolor, mientras sus manos se doblaban flácidamente, todo a la vista de Astria qué atónita miró la escena.
Luego los otros rápidamente comenzaron a caer arrodillados tratando de liberar aquello que les apretaba el cuello, pero no había nada, no podían parar el poder del rey. Los hombres escupiendo saliva y tiñendo sus caras rojas se fueron ahogando, justo antes que las venas de sus ojos aparecieran, Burak se detuvo al escucharla.
—Burak —susurró ella. El rey se acercó a ella y la tomó en brazos. A paso veloz la llevó a ala este.
—¿Has bebido?
—Yo... —Astria se sentía intimidada. No lo había visto hace mucho tiempo y ahora que se presentará furioso frente a ella la hizo sentir incómoda. No era el mismo hombre.
—Te pregunté si bebiste lo que te dieron ellos, ¿puedes responder?
—Sí, ellos me obligaron yo...
—Señor, usted no puede traerla... —Los hombres de las puertas se interpusieron frente a él, pero Burak no dijo nada, alzó su mano y con su poder los saco de allí en forma brusca. Los soldados le abrieron la puerta bajando sus cabezas.
—Burak... Me siento extraña —dijo ella. Su estómago comenzó a revolverse.
—Mierda —soltó él y entró a una habitación dando una patada a la puerta. Sentó a Astria en el suelo y la miró con determinación— ¿Confía en mí?
—Sí —dijo ella mirándole a los ojos.
—Haré algo y no quiero que te niegues. Seré un poco rudo.
—Pero...
—Abre la boca. —Astria sin entender hizo lo que le pedía, abrió su boca lentamente y en cuanto lo hizo Burak le metió los dedos hasta el fondo abriéndole la boca aún más.
Intentó separarse de él mientras que las arcadas comenzaron a salir. Burak le tomó con la otra mano la nuca y siguió escudriñándole la garganta hasta que ella vomitara.
—Vamos, coopera conmigo —dijo él sacándole los dedos y Astria vómito en el suelo.
—No... ¿Por... qué?
—Otra vez. —Burak no tenía intenciones de explicarle. Volvió a abrir su boca e introducirle los dedos. Astria en un intento de quitarlo le mordió fuertemente, pero Burak no se inmutó.
Su cuerpo se contrajo y sus ojos comenzaron a llorar. Volvió a devolver lo que tenía al mismo tiempo que intentaba recobrar el aire. Sonidos fuertes salieron de la habitación haciendo eco por los pasillos.
—No... No más... —le suplicó ella mientras apretaba su estómago.
—Una más. —Burak no tuvo piedad con ella y le volvió a provocar un vómito.
Luego de aquello, la levantó pasándole un paño de algodón. Burak tenía las botan embarradas y parte del pantalón, pero no le dio importancia. Astria, por otro lado, si se fijó en aquello y estaba avergonzada y preocupada de eso. No entendía qué ocurría.
—Burak —susurró y enseguida un fuerte dolor en su vientre bajo la mareó—. Me duele-duele. —Se apretó la barriga con sus brazos mientras se apoyó en sus rodillas.
Burak al verla saco unas de sus dagas y se cortó la muñeca. La sangre rápidamente comenzó a salir a chorro.
—Bebe —dijo acercándose a ella.
—No... que has hecho... no puedes...
—Hazlo por favor. —Burak acercó la muñeca a su boca y mientras goteaba una fuerte cantidad de sangre comenzó a marchar su ropa. No pudo negarse a lo que él le pedía, acercó sus labios a él mientras que no dejo de agarrar fuertemente su estómago—. Más Astria, bébelo todo.
—No... ¿cómo puedes ser así de egoísta? No puedes hacer eso como si tu vida no fuera importante
—Estoy tratando de salvarlo, ¡SOLO BEBE! —Burak soltó un gruñido fuerte mientras volvió a acercar la mano a la boca de Astria enojado.
Su cuerpo debía sanarse, debía volver a curar lo que el líquido estaba comenzando a hacer en el interior de ella y la única forma era estar en contacto con los fluidos del rey.
Astria bebió la sangre de él directamente de su brazo, sentía el olor metálico recorrer por su nariz, su boca manchada y chorreando no le dio para pensar. La escena era espeluznante, sangre por todos lados y sus vestidos manchados.
—Señor. —Sam llegó a la puerta mientras observa la escena.
—Dime que he hecho bien.
—Perfectamente, los soldados han tomado a los hombres en custodia y esperan sus órdenes.
—Mierda Sam, no me hables de ellos ahora.
—Burak. —Astria se sintió somnolienta. Apoyando su cuerpo en la cama se fue hacia adelante. Burak la sostuvo con delicadeza.
—La llevaré a mi habitación.
—Espere, no puede descuidarse, tampoco dijo Sam acercándose y abriéndole la camisa para ver el tatuaje que aún no se activaba.
Se activaría si otro lo hubiera dañado, pero como esta vez había sido Burak quien se cortó la muñeca, el hechizo de protección no se activó.
—Una mierda —dijo Burak, rajo un poco de su camisa y envolvió su muñeca con fuerza tirando de ella con los dientes.
Tomó a Astria una vez más y salió de allí hacia su habitación. Sam le siguió prácticamente corriendo para alcanzarle.
—Mi rey. —La dama que estaba como futura reina se asombró de ver la escena. Ella y su padre habían estado compartiendo con el rey hace unos minutos, pero su padre se había ido a dormir y ella era la única que permaneció esperando a Burak.
Verlo cargando a una mujer ensangrentada, junto a un hombre desaliñado y de pelo largo, se asombró. Burak no se detuvo hasta llegar a su habitación siendo abierta por sus guardias. Acostó lentamente a Astria en la cama y con ambas manos le comenzó a rajar el vestido.
—Mi rey. —La dama permaneció mirando desde la entrada.
—Hay que traer ropa —le dijo a Sam. —Revísala por favor—. Burak le sacó todo el vestido manchado y la dejo solo con ropa interior. Se apartó mientras apretaba firmemente sus manos y sus dientes.
—Con su permiso —dijo Sam.
Astria había tenido un sangrado, sus muslos aún estaban con sangre y Burak lo había notado, estaba preocupado, talvez había sido muy tarde su actuar.
—Sam. —Astria estaba media adormecida, pero se dio cuenta de que Sam estaba allí con ella—. No... me dejes... con él.
—Haré lo posible. Entenderás todo después de que te sientas mejor —dijo posando su mano en su pecho y bajo lentamente sin tocarla.
—¿Está? —Burak se mantuvo de pie mirándolos, pero su respirar estaba disparado.
—Tranquilo su majestad, si me presiona no podré sentirlo.
—Mi rey, ¿qué está pasando?, ¿quién es esa mujer? —Burak la ignoró pendiente en Sam.
—Sí —dijo Sam volteando a verle—. Aún lo está, pero no se emocione, ella tendrá que cuidarse estos días o lo perderá. Es muy débil la energía que siento.
—Mi rey. —La mujer volvió a subir la voz.
—Vaya, yo me encargaré de que sus damas vengan y la cuiden.
—Esto cambia las cosas.
—Claro que sí —dijo Sam volteando a mirar a la mujer.
—Me preguntaste quien es ella —dijo Burak acercándose a la puerta—. Ella, ella es todo.
A la mirada atónita de la mujer, Burak no le explicó nada, salió rápidamente de allí dejando a Sam cuidando a Astria. Un poco más tranquilo caminó hacia los calabozos, lo que tanto estaba esperando había ocurrido. Un error cometido por los hombres del templo, significaba que podía por fin separarse del templo y sus costumbres, pero no se imaginó algo así y casi le costó la vida de su propia descendencia.
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—Hey tú, ¿qué significa todo? —dijo la mujer acercándose a Sam.
—Le pediré que no se acerque.
—¿Quién eres tú para ordenarme?
—Soy Sam, el hechicero del reino de Átkozott —dijo volteando y negando con la cabeza—. Lo que el rey quiso decirte, es que, aunque te cases con él, nunca podrías tener la importancia que tiene esta mujer para él.
—Ella no es competencia para mí.
—Exacto. No es competencia para nadie
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