Capítulo 48.- La Energía Fluye
Burak que había venido a la habitación pensando una y otra vez en que debía abstenerse para no armar otro alboroto con los ancianos del templo, ahora se sintió perdido. Iba a ser una tarea bastante difícil, ya que, con solo mirar, oír u oler a Astria él tenía una sola idea en su mente. Volver a hacerla suya.
Astria por unos segundos miró el cielo mientras su cuerpo volvía a sentirse vivo, Burak dejó su boca y bajó besándole el cuello y parte de su oreja. Eso hizo que soltará un leve gemido reprimido mientras agarró su cabello y lo tiró.
—No me jales del pelo —dijo él mirándola con ojos hambrientos. Afirmándose de sus manos, se detuvo. Ella quedó atrapada entre los músculos de sus brazos mientras aún sentía que sus cuerpos en la parte inferior se tocaban—. Estás aún débil que te juro, que no te conviene provocarme como lo estás haciendo.
Ya lo habían hecho ese día, pero a pesar de aquello, Burak aún la deseaba.
Por primera vez ella sentía que, si lo amaba, quería esto. Quería que él la tocará y la besara mientras ese sentimiento la dejaba aturdida. Esperó que él la volviera a besar, pero esta vez no lo hizo. Muy contrario a eso, se retiró de encima de ella y se sentó en el suelo mirando hacia un lado mientras acomodaba su abultado pantalón.
—Lo siento, desearía no ser tan débil —dijo ella desanimada.
Entendió que había sido por estar tan delgada y poco saludable, seguramente con Catherine u otras mujeres no sería lo mismo. Se sentía en desventaja ¿El sería capaz de dejarla?
—¿Sentir qué?, ¿crees que estoy enojado acaso? Solo concéntrate en descansar y alimentarte, eso es lo más importante ahora. Habrá tiempo para estas cosas.
Burak lo dijo con tal naturalidad que Astria rápidamente se avergonzó. ¿Estaba pidiendo descaradamente que continuará?
—Concentrémonos en esto —dijo apuntando el libro. Se volvió a sentar con piernas cruzadas y la miró—. Mientras ella se acomodaba—. Dime, ¿qué has hecho?
—Solo he estado meditando. Tu madre explica un poco lo que se debe hacer. Me he concentrado en las primeras páginas, aún no lo termino.
—Astria, la meditación no es compleja. Solo sabrás si lo haces bien al tener un objeto al frente y este logra girar. —Astria sorprendida por sus palabras, lo miró atenta, ¿dónde en el libro salía aquello?
Burak estiró lentamente su mano hacia su escritorio y atrajo con su poder una pluma que había allí. En cuanto estuvo cerca la tomó en su mano y la dejó en el espacio que había entre los dos.
—¿Quieres que lo intentemos juntos?
—Burak...— Astria se preguntó cómo era que el siendo un hombre y no una dama Blanca sabía de todas estas cosas, pero Burak le leyó la mente.
—Hazme las preguntas después, ¿bueno?
—Está bien.
Astria sabía cómo era la meditación, había pasado días intentando, pero no sabía si lo estaba haciendo bien o mal. Ahora tendría su respuesta.
Burak la miró con calma y asintiendo con la cabeza, cerró sus ojos y frunció un poco el ceño. Astria le siguió, concentrándose en lo que harían.
"La energía fluye"
Dejando de lado los sonidos, dejando de lado el tacto, la dureza del suelo, la ropa amarrada a la piel, los olores de la habitación y en especial la presencia del otro. La energía fluyó.
Astria por un momento se sintió desnuda en una habitación diferente, no quería abrir aún los ojos, así que se centró en ese sentimiento dejando a lado las cosas triviales.
—Imagina que tu energía se concentre en tu pecho y la liberas hacia el frente. —La voz de Burak recorrió sus oídos. Su voz era muy calmada y serena.
Sam había llegado al segundo piso para poder hablar con Burak, al asomarse en la habitación, los vio a los dos sentados frente a frente con los ojos cerrados. Le causó intriga y se quedó allí sin decir y hacer nada. Seguramente Burak habría notado su presencia, pero estaba concentrado en otra cosa.
Observando en silencio vio como la pluma daba vueltas y vueltas en el suelo. Lo siguiente que hicieron fue abrir los ojos.
Astria soltó un pequeño sonido de emoción, pero Burak sin hacer nada le habló.
—Continúa. —Ella asintió. Volvieron a cerrar los ojos y esta vez sus manos, que estaban a los costados de sus rodillas, se juntaron en su pecho—. Proyéctalo todo.
Astria jamás había visto cambios en nada, pensó que sus meditaciones no la llevaban a ningún sitio, pero allí junto a Burak la pluma, que era la prueba de aquello, se movió intensamente dando giros sobre sí misma.
Cuando sus manos cambiaron, un pequeño remolino de viento se formó en el centro de ambos. La pluma dejó el suelo moviéndose en círculos y el viento se hizo más fuerte agarrando más terreno.
Las hojas de los documentos que habían estado en el escritorio volaron por la habitación, el pelo de ella comenzó a ser levantado, fue cuando abrió los ojos y vio a Burak. Sus hermosos orbes dorados ya no estaban, con ojos celestes idénticos a los suyos la miraban.
El viento se volvió más agresivo. El cabello de Burak se levantó lo suficiente para verle completa la frente y su ropa se golpeaba por todos lados al igual que la de ella.
Ella asombrada, miró su alrededor, la energía fluía delante de ella, era grande y poderosa. Burak había bajado sus manos, por lo tanto, esa energía allí era de ella.
Burak le tomó la mano y entrelazó sus dedos con los de ella mirándola con afecto.
—Esto, eres tú —dijo acercándose y ambos juntaron sus frentes.
Astria no pudo aguantar llorar, lo que había intentado muchísimo tiempo ahora con la ayuda de él, lo había logrado. Parecía un paso pequeño, pero era algo que le había llevado bastante tiempo. Su poder propio en sus manos, en su vista, en su cuerpo.
Agarrado una vez más, el rostro de Burak lo besó. Él secó sus lágrimas lentamente mientras que el viento comenzaba a detenerse.
—Respira en mi boca —le susurró separando sus labios de ella.
—¿Qué?
—Hazlo, fuertemente y no te detengas.
Ella obedeció, a centímetro de sus labios, tomó una bocanada de aire. El cuerpo de Burak dio un pequeño espasmo yéndose hacia delante y el interior de su boca un núcleo de energía blanca fue absorbida por ella.
Cayó de espalda sorprendida por lo que había hecho. Su respirar agitado hizo que hiciera sonidos fuertes al respirar. El viento se detuvo y así el pelo de Burak volvió a su sintió.
—Tú, ¿cómo...? —La sensación que sintió su cuerpo fue extraña, como si algo recorriera en una fracción de segundo sus pies, sus dedos, sus brazos, incluso las uñas llenándola de energía. El cansancio de hace un rato se esfumó con rapidez y terminó por un sentimiento tan satisfactorio que anhelo más—. Quiero... otra vez...—Ella se volvió a arrodillar y se acercó a él. Burak como perro cobarde hecho su espalda hacia atrás.
—¿Quieres que caiga inconsciente?
—Pero... solo una, una vez más.
—¿De qué color son mis ojos?
—Aún están celestes. —Astria no dejó de acercarse. Gateó arrodillada entre las piernas abiertas de Burak y puso sus manos en sus hombros, sus ojos brillaban ansiosos.
Por primera vez Burak extendió sus manos y la mantuvo a distancia tomándole de los hombros y se rio de la actitud que había tomado el control de ella.
—Pareces un cachorro —soltó mirándola. Ella se veía bastante mejor, incluso su piel pálida se había vuelto más rosada—. Solo tú puedes relegar al rey de los Átkozott a tal sumisión.
—Por favor.
—Vamos, solo un poco más —dijo él. El rostro de ella se iluminó al escucharlo y sus ojos con un color intenso lo terminaron de atrapar—. Hazlo rápido antes que mis ojos cambien de color.
Burak apenas terminó de decir la frase y Astria se volvió a llevar un núcleo de energía que salió por su boca. En cuanto lo hizo, él cayó hacia atrás apoyando su espalda en la pared.
Un poco de su propia medicina. Su cuerpo ahora se sentía pesado y fatigado, sintió dificultad para recuperar su respirar, pero la miró sin arrepentimiento. Ella volvió a sentirse más viva que nunca, capaz de salir corriendo por los jardines y saltar por el pasto.
—Princesa Astria —dijo Sam Interviniendo— Aléjese de él.
—Sam, yo... Lo siento.
—Tranquila —dijo Sam— ¿Está bien usted?
—Sí, Sam, no te preocupes —dijo sonriendo mientras se sentaba más cómodo en el suelo.
—¿Cómo es que sabía usted esto?
—Solo lo pensé, creí que funcionaria mientras los niveles de energía que tenía sobre mi cuerpo estaban activos.
—Tenías los ojos celestes de tu madre. Yo no sabía que usted había también heredado eso fuera de los días de luna llena.
—¿No lo sabías? —Ella sorprendida se asustó de haberse dejado llevar más de la cuenta— ¿Hice mal? Lo siento, yo no tenía idea...
—No Astria, no tienes la culpa de nada.
Sam se sentó a un lado de Burak y le comentó lo que Burak hacía de vez en cuando en el templo con más cosas de su madre. Cómo aún podía saber algunas cosas del futuro y como aún se conectaba con su progenitora. Los hermanos de él no podían hacer esas cosas y eso solo lo hacía por tener su sangre mestiza.
También le explicó, que ahora en adelante, como ella ya había hecho ver qué si tenía el poder de la Reina Luna, podía comenzar a visitar los jardines y probar con las plantas.
—Claro que una vez que te hayas recuperado se te hará más fácil pasar más tiempo practicando y perfeccionando tus habilidades.
—¿Crees que lo lograré en un par de años?
—Claro que sí. La actitud es primordial.
Mientras conversaban, Astria no se dio cuenta en qué momento Burak cayó dormido apoyando su rostro en el hombro de Sam.
— ¿Él-él está bien?
—Es igual a lo que te pasaba a ti. El núcleo de energía lunar es tu propia energía Astria, si devoras el núcleo de Burak, es normal que se sienta cansado. Tienes que tener cuidado porque si ingieres lo suficiente puedes quitarle hasta la energía que necesita su cuerpo para respirar. Por esa razón no es muy bueno que este tipo de cosas se hagan sin medida. Los núcleos son blancos con celestes, pero el que jamás debe salir de ti es el rojizo, ese es el que lleva tu vida.
—Primera vez que sentía algo como eso. —Pero no era primera vez que ella sabía que podía morir.
De hecho, Burak tiempo atrás le había dicho que si alguien ingería su núcleo más de la cuenta ella moriría ¿Por qué no pensó en eso? Se había sentido tan bien y atrapada que no se dio cuenta lo peligroso que había sido.
Burak se veía como un niño pequeño, no había tenido la oportunidad de verlo verdaderamente dormido. Era verdad que le había quitado la energía como para que cayera de un minuto a otro.
—Yo de verdad quiero ser su reina —dijo Astria sin dejar de mirarle.
—Hay algunas cosas que debes saber. Ahora que sabes quién fue la madre de este lobo, ¿sabes por qué ella y Burak arrancaban ese día?
Sam con tranquilidad le relato lo que había pasado con Lucía y Altrice. El problema que había generado un grupo de Átkozott para evitar que la propia reina tuviera un hijo mestizo y lo que hicieron posterior a qué ese hijo creciera.
Una vez que Astria entendió la historia del reino y de sus antiguos reyes, formuló solo una pregunta mientras desaprobaba la situación que se había vivido allí.
—Pero, yo soy una dama Blanca también. Al igual que Lucía y Burak igual como su padre, ¿tendré que lidiar con esos problemas?
—No son los mismos problemas, ni las mismas preocupaciones Astria. Aún existe la oposición de un grupo de gente liderado por los ancianos del templo.
—Pero Sam, ellos me han tratado bien.
—No eres tú Astria —dijo bajando su cabeza—. Es él.
—¿Él?, ¿Burak?
—Sí, si una dama Blanca, como lo fue Lucia, tuviera un hijo con una realeza con poder como Altrice, el hijo sería como Burak, tomando físicamente la parte de padre y la nobleza y tranquilidad de la madre. Aunque Burak tiene un temperamento más fuerte que cualquier Átkozott es bastante tranquilo y eso es una suerte, pero ahora imagínate tu una dama Blanca teniendo un hijo con una mezcla como él. Él ya es un mestizo.
—¿Te-teniendo hijos? —Ella no pudo imaginarse aquello, se ruborizó con solo pensarlo. Sam se rio de ella al verle los cachetes rojos.
—Sí, piensas ser una reina, es algo que debes haberlo pensado más de una vez. Cualquier mujer que se vuelva reina de Átkozott, será el vientre que llevara al futuro rey.
Astria se dio cuenta de que, aunque ella se animará a pedirle matrimonio, no sería suficiente para lograrlo, sino que debía esperar que lo aprobaran del templo.
—¿Él no te ha dicho nada?
—No, pero yo ya le había rechazado dos veces, dijo que no volvería a repetirlo. —El arrepentimiento la lleno, con la mirada de Sam supo que Burak cumpliría su palabra.
—Bueno, tienes que proponérselo tú.
—¿Y si no lo aceptan?
—¿Crees que alguien puede decirle no a un Rey? Se vienen tiempos difíciles.
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