Capítulo 44.- Inseguridades
Astria volvía a soñar una y otra vez con su pasado, atrapada en él, estaba inmersa en un sueño profundo donde trataba de pedir ayuda a gritos. Su mente poco a poco comenzó a recordar más fragmentos, la imagen de Catherine siendo violada por su hermano ya muerta, el dolor en sus huesos que la hizo retorcerse en el suelo y la sangre que manchaban sus manos como si fuera ella misma, el soldado que mató a Lucía rebanando parte de la piel de su cachorro.
Astria se dijo a sí misma una y otra vez que debía alejarse, lo pensó repetidas veces para que cuando lograse despertar recordara aquello, le pidiera a Burak que la devolviera a Lomas o a Luther.
Astria temía que sus sueños fueran realidad, que llegara un día donde podría hacerle daño a Burak, ella era incapaz de imaginarse haciendo tal cosa, pero no sabía bien qué había ocurrido con Hans los días anteriores a desmayarse en Lomas. Estaba segura de que ella llegaría a dañarlo de alguna forma y él no se merecía eso.
Astria volvió a despertar al cuarto día. Sam estaba justo a su lado cuando comenzó a sentir que le tocaban la frente.
—Buenos días, cariño —dijo Sam regalándole una sonrisa mientras con un paño le limpiaba el rostro.
Ella intentó hablar, pero de sus labios no salió nada. Su conciencia pronto volvió a irse.
—¿Astria? Venga abre los ojos un poquito más. —Sam volvió a pasarle un paño mojado por su rostro y ella volvió a mirarle somnolienta— ¿Quieres un poco de agua? —Ella asintió levemente con su cabeza y él le acercó un vaso con agua traído exclusivamente de las cataratas que ella misma había visto.
El agua llenó cada parte de su boca y entró helada bajando por su garganta. Ella abrió los ojos parpadeando continuamente y comenzó a tener el control de sí misma.
—Más...
—Claro. —Astria bebió un vaso completo entre sorbos pequeños, pero continuos a medida que fue despertando completamente.
—¿Cuánto he dormido?
—Cuatro días —dijo Sam mientras la ayudaba a sentarse. Ella mostró una cara desanimada y se miró una vez más su cuerpo debajo del camisón—. No te preocupes, es un avance sustentable de dos meses a cuatro días, eso es genial, tienes que sentirte bien contigo misma.
—Gracias Sam.
—¿Te parece si aviso a los demás y te pido algo de comida? Tienes que beber del tazón.
—Olvida mis agradecimientos —dijo ella mirándolo y sonriendo.
—Eso está bien —dijo el riéndose. Astria no estaba sana del todo, pero era bueno que se mantuviera con humor.
—¿Si lo hago, me dejarías salir?
—¿Acabas de despertar y quieres salir?
Astria bajó su cabeza mirando sus manos. Pensamientos negativos volvieron a cubrir su cabeza.
—Yo-Yo no sé si esto es real —dijo sin mirarle—. Cuando duermo la historia se repite, mi pasado viviendo en mi castillo, la fiesta antes de la muerte de mi padre y el día que escuché por primera vez la voz de Burak. —Sam se quedó en silencio escuchándola, agradeció enormemente su confianza y estaba seguro de que Burak no había escuchado todo esto—. Luego, he conocido a Lucia.
—¿A Lucia? —dijo el mirándola con más atención, mojó sus labios y la miró atentamente.
—Sí, ella es muy amable —dijo sonriendo y mirándolo. Sam se dio cuenta de que realmente si la había visto, Lucía dejaba esa expresión en el rostro de las personas cuando hablaban de ella—. Pero luego de hablar conmigo me muestra cómo fue su último día.
—Dime, cuéntame cómo fue —dijo el poniéndose más serio. Sam estuvo presente ese día.
—Es muy malo —dijo ella angustiándose. No quería recordar las escenas, era una pesadilla ver la sangre, los llantos del pequeño y la amenazadora muerte bailando en aquel salón.
Astria le contó todo a Sam, cada detalle y lo que sentía. Dónde solo por medio de los sueños se había sabido como había fallecido y que también tenía ese extraño don de ver el futuro.
—Sam necesito salir y darme cuenta de que realmente esto es real. Dijeron que Catherine estaba bien, pero yo la vi muerta mientras mi estúpido hermano la ultrajaba.
—Ella está bien Astria.
Burak había salvado a Catherine al traerla a Átkozott, la cuidaron hasta que sus heridas comenzaron a sanar. Sam también había intervenido en su bienestar y hoy ella disfrutaba de una nueva vida junto a su pequeño. Claro que la ira de Hans no se detuvo. Sam le relato algunas cosas para que entendiera, pero evito contarle que su hermano terminó de extinguir toda la familia de Catherine, no quedo ninguno vivo. A pesar de eso, la antigua reina de Lomas se mantuvo firme tratando de olvidar y dar vuelta la página.
—Aliméntate un poco, bebe la sangre y haré que te ayuden a salir fuera —dijo Sam convencido por las palabras de Astria—. Solo sal un rato no quiero que te debilites mucho.
—Gracias Sam, Burak...
—Démosle una sorpresa, ¿te parece?
Astria recibió a sus damas de compañía a los pocos minutos. Ellas la abrazaron con alegría al ver que estaba despierta y parloteando como gallinas la llenaron de historias que habían ocurrido. Le contaron como el rey pasaba horas y horas acostadas a su lado mientras leía, jamás lo habían visto tan tranquilo y era algo que todos comenzaban a hablar. La naturaleza extraña y pasiva del gran rey de Átkozott.
Astria se rio de sus burlas, pero en el fondo de ella, estaba emocionada y agradecida de saber que él no la abandonó ni un solo día.
Ayudada por Amy, Astria dio unos pasos por su habitación hasta la salida. A pesar de que su cuerpo se veía delgado, sus piernas no estaban tan débiles como la otra vez. Se sentía capaz de caminar un buen tramo con la ayuda de sus damas y sin dudarlo salió de su habitación seguida por Cleo, Luz y Sam.
Sin duda, la sangre de Burak había hecho la diferencia con la vez pasada y Sam se sintió satisfecho de ver una mejoría después de tanto tiempo. Su corazonada aún estaba puesta en marcha.
Astria caminó sonriente por el castillo. Los guardias al verla salieron de sus puestos y le sonrieron, mientras que Sam les daba una advertencia de que no se acercarán. Modulando palabras sin sonidos para no molestar a Astria les dijo "Ella está débil, tengan cuidado"
Los soldados obedecieron asustándose y se apartaron lo suficiente como para no lastimarla. Un rumor entre ellos corrió por el castillo. Un solo toque de cada uno de ellos y ella podía morir, así que ni se acercaron y tampoco hicieron algún ruido.
Sam las dejó para terminar algunas cosas que tenía pendiente, dejando a las tres a cargo de Astria.
—Déjame tranquilo. —La voz de Burak resonaba por el final del pasillo, donde comenzaba el jardín, pero no solo era su voz, sino que también, la voz de un bebé que balbuceaba y se reía.
Astria se asomó con cuidado agarrando firmemente el brazo de Amy. Ellas guardaron calmadamente mientras miraban y reían. La llegada de Astria había hecho un gran cambio de la forma en que veían a su propio rey.
—¿Le gustan los niños? —susurró ella sin sacar la mirada de Burak. Él estaba sentado en el pasto apoyado en un árbol mientras el pequeño lo molestaba intentando levantarle los labios para mirarle los dientes.
—Vamos León deja a Burak tranquilo.
"Burak" la voz de Catherine hizo impacto en los oídos de Astria. Se sintió sorprendida en un principio de escuchar que ella realmente estaba viva, se alegró por ese hecho, pero un sentimiento extraño la hizo hundirse. Hasta el momento ella era la única que había podido llamar al rey por su nombre.
—Tendrás que enseñarle, que si vuelve a tocarme me lo voy a comer —dijo él sacando un puro de su ropa. Catherine rápidamente se puso de pie y se le acercó para prendérselo. Eso hizo que Astria se sintiera traicionada, podía ser solo un gesto, pero sintió que al fin y a cuentas estaría bien que ella misma se hiciera a un lado. Después de todo estaba segura de que si Burak permanecía a su lado algo malo le ocurriría.
—¿Mi rey no ha pensado en tener hijos? Tiene que tener paciencia, fue usted quien le mostró los dientes primero— dijo la antigua reina.
Catherine estaba sentada en una silla mientras degustaba un dulce y veía a su hijo revolotear por el pasto. El pequeño rey estaba recién aprendiendo a caminar, pero era bastante bueno para moverse gateando.
Sonriendo al ver al pequeño, Astria dio media vuelta en silencio.
—Volveré.
—¿Qué? Astria, pero...
—¿Puedo ir sola? —dijo testarudamente.
—Sí, nosotras estaremos atrás si es necesario.
Sus damas comprendieron lo que ella había sentido, Astria no podía entender por qué el rey y la antigua reina de Lomas se estaban llevando bien entre sí. Lo que no sabía era que Catherine estaba sumamente agradecida con el reino que le había entregado un nuevo hogar, aunque sus intenciones aún no eran del todo claras. Sus damas de compañía, al igual que todos, sospechaban lo mismo que Astria había sentido y se sintieron responsables por no haberle contado.
Astria siguió caminando hacia la escalera, pero un silencio inundó todo el lugar. Un olor característico llegó a ella y no tardó en sentir unos brazos que le rodearon la cintura con firmeza, sobresaltada miró sobre su hombro.
—Eres descortés —dijo la voz de Burak que la había abrazado desde atrás.
—No quería molestarte —dijo ella volteando a mirarle con una sonrisa. Sus damas se esfumaron, de hecho, ningún alma viviente quedó cerca. Incluso Catherine, alguien se la había llevado lejos.
—He esperado por ti hace días —dijo el refregando su rostro con la mejilla derecha de ella.
—Burak.
Quería decirle, decirle que debía mantenerse alejada de ella, que si no lo hacía él podría salir lastimado, pero volteó solo para volver a ser atrapada por los orbes dorados de aquel hombre y aunque sabía que debía contarle todo, no pudo decirle nada.
Burak chocó sus labios con los de ella sin dejar de abrazarla, se separó mirándola con una leve sonrisa mientras negaba con su cabeza.
—No voy a dejarte Astria, ni, aunque te hartes de mí.
—¿Aunque te lo pida?
—¿Hablas en serio? —Burak pareció sorprendido, pero sin alejarse, la tomó en sus brazos y la llevó con cuidado a la habitación.
Astria se dio cuenta de que era incapaz de decirle que se alejara de ella, porque la verdad era, que ni siquiera ella quería alejarse de él. En los brazos de aquel hombre no había otro lugar donde sentirse más segura. Burak le entregaba eso, sus brazos era un refugio donde sentía que nada malo podía ocurrir.
Mientras subían ella se dio cuenta de algo ¿Desde cuándo estaba sintiendo estas cosas por él? ¿Así se sentía el amor? Pensó en su madre, Halen era la única persona que le había enseñado como era amar, pero lo que sentía por Burak era completamente distinto. Era un sentimiento mucho más fuerte e invasivo.
Todos los Átkozott del castillo estaban curiosos, su rey jamás había actuado de esa manera y les intrigaba la idea de verlos juntos. Aunque la orden había sido que se alejaran, entre los rincones y esquinas se escondieron mirando como Burak se volvía un cachorro junto con Astria. Claro que sabían muy bien que en su interior aún estaba el depredador más fuerte de todo el reino y no dudaría en castigarlos si logrará percibirlos.
Astria observó de cerca cada parte del rostro de Burak, lo tenía tan cerca que podía verle incluso como el bello de su barbilla había sido recientemente afeitado. La forma en que miraba el entorno, sus labios que parecían llamarle. No era ni un esfuerzo para Burak subirla, su respirar no cambiaba y tampoco se sentía fatigado. Astria era una pluma que no pesaba nada.
—Sí, me sigues mirando tanto, tendrás problemas una vez que lleguemos a tu habitación —le advirtió sin mirarle, pero mostró una leve sonrisa dónde incluso sus ojos se achicaron un poco.
Astria sacó la mirada con rapidez, aunque las palabras de Burak habían sido una advertencia bastante tentativa, ella pensaba que en su estado no iba a poder salir bien en un encuentro con él.
Llegaron a la puerta de ella, pero antes de que Burak la abriera ella le interrumpió.
—Espera —dijo mirándolo—. Antes que entremos, me preguntaba si ¿me enseñarías tu habitación?
Astria había estado en el castillo, pero la habitación anterior que le habían asignado había sido en el primer piso y ahora, por primera vez, le asignaron una en el segundo, aun así, no conocía realmente donde dormía el rey.
—¿Tienes curiosidad de dónde paso las noches? —dijo mirándola con picardía, sus orbes dorados no tardaron en brillar con intensidad.
—Burak —dijo ella bajando su rostro y él la fue bajando lentamente al suelo—. Quiero lo mismo, pero...
—¿Sí?
—Sí, pero creo que hacerlo sería peligroso. —Burak al escucharla soltó una sonrisa burlesca mirándola fijamente.
—Qué lujuriosa eres. —Se burló observando como Astria se avergonzaba tiñendo sus mejillas blanquecinas en un rojo intenso—. Yo pensaba comer algo y salir —dijo levantando sus brazos y arqueando sus hombros agregó—. Lamento que me malinterpretaras, pero quédate tranquila si quieres hacerlo soy material dispuesto.
Astria no pudo con la vergüenza y lentamente volteó a darle la espalda.
—No era eso.
—Vamos, te mostraré mi habitación —dijo ofreciéndole el brazo para que ella se sujetará.
Astria se sorprendió que la habitación de Burak estuviera al lado de la suya, no tardaron en llegar a la puerta donde él la abrió sin problema y esperó cerca de ella.
Astria curiosa entró con cuidado mirando todo el lugar.
La habitación tenía la esencia de el en cada parte, en cada decoración e incluso en el color. Las paredes eran de un gris claro, en una pared tenía dibujado con negro un mapa inmenso de Átkozott, tenía candelabros de oro y una pequeña chimenea que daba al exterior. Dos cortinas rojo oscuro dividían la habitación con la tina y también había pieles de animales cubriendo partes del suelo. Una gran piel negra de un oso estaba en la pared que daba a la cama que hacía de esta una habitación real de una bestia con tanta reputación como lo era Burak.
Al igual que la habitación de Astria, los ventanales eran enormes que cubrían de piso a cielo, donde seguramente en la noche también entraba la luz de la luna para él.
—No paso mucho aquí —dijo caminando a ella.
—¿Has... dormido en otros lados? —Astria dudó mucho en sus palabras, no sabía si era correcto poder preguntarle aquello, ya que aún no sabía bien que eran, pero no desconfiaba de él.
Burak llegó a su espalda y le corrió el pelo con cuidado, dejándole al descubierto su delgado cuello y hombro derecho.
—A tu lado Astria —dijo besándole con cuidado el hombro y parte del cuello.
¿Todos estos días estuvo cuidándome?
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