
Capítulo 42.- Despertar 1
Cuando llegó el anhelado día, Astria despertó bastante confundida. No sabía cuándo a días habían pasado, cuántas horas o minutos. Ella aún creía que estaba en Lomas, pero cuando sus ojos se abrieron un olor fragante de rosas invadieron su nariz.
No reconocía el lugar, estaba acostada en una cama de dos plazas y la habitación tenía unas grandes ventanas que llegaban al techo. Estaba muy iluminada con colores cálidos.
Se sentó con cuidado en la cama y se dio cuenta de que sus piernas estaban muy débiles y adormecidas. Trató de recordar que había pasado, pero no había nada en su mente más que un dolor de cabeza.
Astria se sintió confundida, si su hermano la había traído a una habitación tan elegante como esa, quizás significaba que ya la había entregado a algún rey.
Con cuidado, intentó ponerse de pie dando unos pasos con dificultad, se acercó lentamente a la ventana. Firmemente, se sostuvo entre los muebles y miro hacia afuera.
—Átkozott —susurró soltando un gran suspiro de alivio. Lo que sus ojos habían visto era una vista que nunca había olvidado, la gran cúpula del templo. Aliviada y con un peso menos sobre sus hombros, volteó lentamente mientras se aferraba al borde del velador—. A-alguien. —Apenas pudo decir palabras, un poco de ese esfuerzo había hecho que se quedará sin aliento. Astria estaba segura de que alguien estaba detrás de su puerta, solo necesitaba hablar más fuerte, pero afortunadamente su leve voz había sido escuchada por el Átkozott que estaba allí con su fino oído.
—¿Prin-Princesa Astria? —dijo Amy abriendo la puerta y al verla de pie se sorprendió grandemente.
Con agilidad llegó a su lado para ayudarle a caminar a la cama. Rodeo rápidamente su cintura y la encaminó
—Has despertado, grandísimos sean los Dioses, estábamos todos preocupados. No sé levanté sin ayuda, yo haré todo lo posible para que se sienta cómoda, pero tienes que permanecer en cama. Llamaré a Sam, aguarde allí —dijo dejándola sentada mientras posaba una almohada en su espalda y tapaba sus pies.
Amy se fue ansiosa de contarles a todos y dejo la habitación dejando incluso la puerta abierta. Gina, Sam y Cedric no tardaron en llegar, la emoción de sus caras era evidente, pero Astria no podía decir lo mismo.
No recordaba bien, pero si sentía que no podía estar en ese lugar, tenía una sensación extraña, algo malo pasaría, pero ¿qué?
Gina miró enojada a Cedric advirtiéndole que estaba rompiendo el mandato del rey, pero él entró de todos modos a la habitación.
—Astria ¿Cómo te sientes? —preguntó Sam acercándose y tocándole la frente. Ella pegó un leve salto al sentir su tacto y lo miró asombrada—. Tranquila.
—Sam te ha cuidado todo este tiempo —dijo Cedric— ¿Cómo te sientes?, ¿recuerdas algo?
—No, no mucho —dijo dudosa—. Recuerdo que estuve en Lomas.
—¿Recuerdas a la reina Catherine?
—Ella... —Astria seguía muy confundida, sus pensamientos no eran para nada claro, tenía pequeñas imágenes revueltas que se confundían con sus sueños y la realidad— ¿Dónde está Burak?
—Bueno, Burak salió con algunos Átkozott a la frontera hace unos días. Volverá por la tarde —contestó Cedric.
—Astria me alegra que hayas despertado, ahora —dijo Gina mirando a los demás— sería bueno que la dejemos tranquila para que pueda tomar una ducha.
—Astria te traeré una poción para que bebas antes que entres a bañarte —dijo Sam saliendo con rapidez de allí.
Cedric estaba atento a Astria, deseaba acercarse más a ella, pero no quería asustarla. Notó que ella estaba muy desorientada, pero era de esperarse después de todo el tiempo que había pasado. Gina no le saco los ojos de encima, no dudaría en intentar detenerlo si él se acercara con otras intenciones. Burak no estaba y Cedric se olvidaba de lo temible que podía ser su hermano.
—¿Cuánto tiempo he dormido? —preguntó ella tratando de sentarse más derecha. Amy lo notó y le ayudó a acomodar una almohada en su espalda.
—No te preocupes —dijo sentándose a su lado y agarrándola con delicadeza—. Hay mucho tiempo para hablar.
—Trata de descansar Astria —dijo Gina—. No te esfuerces, sí ha pasado bastante tiempo, pero Sam te explicará mejor.
En cuanto Gina lo mencionó, Sam llegó a la habitación con un cuenco de madera agarrado con sus ambas manos. Se acercó y lo dejo en una mesita. Luego agarró una pita y se tomó el cabello en una cola.
—Astria mírame un poco —dijo sentándose en la orilla—. Voy a tocarte un poco, ¿bien?
—Sam. —Astria se sintió incómoda por sus palabras, pensó que Sam estaba haciendo el papel de médico y si la revisaría, ¿lo haría delante de los demás?
—Bien váyanse todos —dijo Gina volteando a mirar a todos—. En especial usted —miró a Cedric enojada y este apretó los labios fuertemente, pero sonriéndole a Astria bajo su cabeza para salir. Gina pensó que necesitaría más de una paliza para entenderlo, el paso del tiempo lo había hecho olvidar.
—¿Catherine está muerta? —preguntó mirando a Sam que le tocaba el cuello para sentir su pulso.
—No —le contesto él mientras le sonreía con amabilidad—. Te contaré todo, pero quiero que bebas esto —agregó pasándole el tazón.
—¿Eso-eso es sangre? —dijo Astria sorprendida. El color rojo oscuro había sido mezclado con otras sustancias para hacer más llevadero el sabor.
Sam le relató con tranquilidad todas las cosas que habían pasado, omitiendo algunos detalles para no alterar tanto a Astria. Le contó también como la había cuidado, ella pareció sorprendida al darse cuenta de que Sam había visto todo su cuerpo y al escucharlo se miró bajo su ropa descubriendo las manchas en rojo.
—Han pasado casi dos meses Astria —soltó tomando una de sus manos.
—¿Dos meses? Pero, ¿cómo es posible?
—Con mucho esfuerzo de parte de Sam —dijo Amy sonriéndole.
Era muy improbable que alguien sobreviviera dos meses sin consumir agua o alimentos, pero Sam era un hechicero muy bueno para mantener el cuerpo de alguien. Astria bajo de peso considerablemente pero no lo suficiente para morir. Astria había pasado dos meses perdida entre sus sueños, desde que la habían traído a Átkozott hasta el día de hoy que había abierto recién sus ojos.
—Debes alimentarte en pequeñas porciones y de a poco ir aumentando la cantidad. Beberás esto diariamente hasta completar 10 días.
—Pero...
—Créeme que yo he hecho cosas peores. Beber sangre es un sacrificio pequeño, ahora hazlo por favor —dijo Sam con una sonrisa pasiva.
Astria sin dejar de mirar aquel líquido dudoso, obedeció de mala gana y sé lo hecho de una. En cuanto su lengua hizo contacto, una fuerte arcada hizo que se tapara la boca.
—Aguanta y trágatelo —dijo Sam—. Te hará más fuerte y recuperarás tus fuerzas.
—Prepararé el baño —dijo Amy levantándose.
—Agua, dame agua, por favor.
—Yo lo haré. —Gina se movió rápido antes de que Amy lo hiciera.
La atmosfera era bastante alegre, pero, aun así, nadie olvidaba los terribles tiempos que habían vivido. Habían sido muy pacientes para evitar atacar Lomas, en especial Burak, pero aguardaron con esperanzas de que su dama Blanca algún día despertaría.
El sonido de campanas se escuchó a lo lejos, Astria miró por la ventana hacia afuera y luego miro a los demás que asintieron con la cabeza. Quería verle, estaba rodeado de personas que la hacían sentir bien y la mantenían tranquila, pero, aun así, se sentía extraña. Burak rondó constantemente en su inconsciencia y ahora que estaba a punto de verlo sintió que todo su cuerpo estaba a punto de romperse.
—El agua estará en unos minutos. Le ayudaré a bañarse y cambiarse.
—Gracias Amy, gracias a todos.
—No agradezcas, solo trata de descansar y mejórate —dijo Gina sonriéndole.
—Mi hermano...
—Tu hermano ha solicitado poder visitar Átkozott, pero nuestro rey se ha negado rotundamente. Ha estado buscándote y está seguro que estás aquí —le contó Gina.
—Tu hermana Alice también vino de visita.
—¿Están aquí?
—No, marcharon hace unos días, estaba bastante preocupada, querían llevarte a Luther, pero bueno, estás aquí, ¿no?
—¿Burak no los dejó? —preguntó.
—No
—Yo-yo tenía un collar.
—¿Un collar? —preguntó Gina.
—Sí, princesa Astria —dijo Amy acercándose a su velador y abriendo un cajón saco un collar con una piedra azul—. No lo traías antes, pensé que sería bueno, que no lo llevarás.
—Me lo dio mi madre, la persona que me crío.
—Es muy hermoso —dijo Amy mientras se lo pasaba.
—Astria hasta que no te recuperes no lleves nada. Las piedras también son portadoras de energía y puede interferir en mi trabajo —dijo Sam.
—Es una lástima —dijo ella haciéndole una seña a Amy, para que volviera a ponerlo en el velador.
Burak ya se había enterado del estado de Astria y sin pensarlo mucho ignoró a sus consejeros que, al verlo, querían hablar con él. Entró con rapidez al Castillo y subió al segundo piso encontrándose con Cedric. Al verlo solo le mando un gruñido para que se fuera de allí. Su hermano bajo solo su cabeza y caminó hacia las escaleras sin reproches. La puerta de Astria ni siquiera fue tocada, los guardias abrieron a la par ambas puertas sin aviso alguno.
Astria se sorprendió cuando las puertas se abrieron y tomando una bocanada de aire vio al Rey justo delante de ella. Sus ojos sorprendidos y su respirar agitado hicieron que ella sintiera las ganas de llorar.
Burak no dijo nada, bajó su cabeza levantando solo su mano. Sam, Gina y Amy entendieron su orden y comenzaron a salir.
—Está listo el baño, bebió de la sangre, pero no ha ingerido comida —dijo Amy llegando a un lado del rey.
—Tráele —dijo él.
La voz grave del rey llegó con finas melodías a los oídos de Astria que cerró por unos segundos sus ojos.
—Sí, señor, ¿necesita algo más?
—Otra toalla.
—Sí, señor, enseguida.
—Mi rey —dijo Sam observándolo mientras le daba la espalda a Astria—. Ella aún está muy débil —Burak lo escuchó y bajó un poco su mirada hasta su altura con una leve sonrisa.
—Lo recuerdo a menudo.
—Sí, señor. —Sam salió después de eso y las puertas volvieron a cerrarse.
Dentro de la habitación solo quedó Astria y Burak en medio del silencio. Ella lo observó sin decirle nada, él se acercó lentamente a la cama sin sacarle los ojos encima.
—¿Estás bien? —preguntó ella.
—Ahora lo estoy —dijo agarrando su mano derecha y poniéndola sobre su propia mejilla. Se sentó a su lado sin dejar de mirarla
—Yo... lo siento.
—No Astria. —Solo uno, solo un toque de él y ella comenzó a derrumbarse.
Burak la miró con unos ojos que mostraba aún preocupación. Llevo lentamente su mano a la mejilla de ella y mientras le corrió una lágrima la abrazó rodeándola entre sus brazos
—No has hecho nada, fui yo quien se demoró.
Astria lloró, lloró lo suficientemente fuerte como para llegar a apretar sus manos arrugando las vestiduras del hombre. Aferrado a su pecho, todo lo que había querido era volver a sentir su calor y escuchar su voz.
—No, Burak.
—Debes alimentarte y cuidarte —dijo sin soltarla. Astria apoyó su rostro en su hombro disfrutando su tacto. Su calor le entregó enseguida cierta tranquilidad dónde sus lágrimas se fueron detuvieron lentamente.
Burak no dijo nada, dejo que ella se desahogara como un río que había sido frenado, frotándole constantemente la espalda, ni siquiera le pidió que se detuviera. Astria lloró como una niña pequeña, arrepentida, no recordaba que había hecho Hans, pero para haber estado tanto tiempo atrapada en su inconsciencia, debió haber sido algo grave. No quiso saber de eso.
—¿Qué somos? —Ella tenía está duda por mucho tiempo, pero no quería arruinar lo que habían formado y en cuanto se calmó, las palabras salieron de su boca.
—¿Quieres ponerle nombre a todo? —dijo él soltándola y mirándola con una leve sonrisa—. Vamos, te ayudaré a bañarte.
Burak no quiso contestarle, creía que era un poco tonto ponerle nombre a esta relación, pero para él era más que eso. Le había propuesto matrimonio más de una vez y ella no le había dado respuesta, así que no iba a darle más presión al asunto.
Con lentitud él se puso de pie y comenzó a desvestirse. Los músculos de sus brazos se habían apretado cuando sacó la polera por arriba de su cabeza y eso Astria lo observó cada segundo. Aún no podía creer que aquel hombre estuviera con ella mostrándose bastante amable y cariñoso.
—No te preocupes, no te haré nada —dijo el con una sonrisa ladeada. Astria había mostrado una cara de desacuerdo al fijarse que su abultado amigo, se comenzaba a emocionar.
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