Capítulo 41.- Cedric
—Estás preocupando a todos Astria —dijo Cedric sentándose a su lado y observándola.
Astria tenía los ojos cerrados y de vez en cuando sus pestañas temblaban. Fruncía levemente el ceño y apretaba los labios. Hundida en un sueño que no la quería soltar, permaneció como una dama dormida sobre la cama.
Cedric que observó aquellos detalles, le movió un poco el pelo que caía en su mejilla y se lo recogió detrás de su oreja. La extraña calidez que le resultó al rozar sus mejillas hizo que volviera a tocar más su rostro. El sentimiento que había sentido en Lomas al verla volvió a invadirlo. Sabía que estaba mal, sabía que no debía, pero no pudo decirle a su cuerpo que se detuviera, la descubrió tocándole un poco el seno derecho y volvió a taparla. Mojó sus labios lentamente, mientras que con su pulgar apretó los labios de ella moviéndolos a los costados, levantándolos y refregándolos con suavidad.
—Cedric. —La voz de Gina se escuchó desde la entrada, pero el príncipe sabiendo de la mujer que lo observaba llamándole la atención no se detuvo y bajo su rostro besando los labios de Astria— ¡PRÍNCIPE CEDRIC! ¡¿estás consiente de las consecuencias que tendrán tus actos?!
Cedric se incorporó y volteó a mirar a Gina que furiosamente lo miraba.
—¿Le dirás tú?
—No —dijo la soldado mientras bajó su rostro y giró su cuerpo.
Cedric, supo enseguida quién venía por el pasillo, solo por la actitud que había tomado ella. Se levantó con rapidez y se acercó al soldado.
Burak no tardó en aparecer, Cedric salió rápidamente de la habitación, evitando la mirada de su hermano, pero Burak no puso sus ojos en ningún lugar más que la mujer que estaba en la cama.
—Señor —dijo Gina, pero Sam, que había llegado, le negó con la cabeza para que no dijera nada.
Burak había llegado agitado, pero trató de tranquilizarse soltando respiraciones fuertes antes de dar un paso dentro de la habitación.
Nadie dijo nada. Sam quedó con sus cosas en la mano y en cuando el rey entró lentamente a la habitación, él le siguió dejando las cosas a un lado de la cama.
—Esta...
—Está dormida mi rey. He realizado tres hechizos de curación y ahora traje uno para que pueda preservar su cuerpo.
—¿Preservar?
—No ha querido despertar mi rey.
—¿Dónde está Tivadar? ¿Acaso es el único doctor en el reino?
—Usted dijo el mejor, llegará en un día.
Los músculos de la mandíbula del rey se estrecharon en cuanto dio unos pasos más cerca de la cama, fue a su costado y la observó.
—¿Puedo?
—Sí, Señor.
Burak como no sabía bien el estado de Astria, le pidió el consentimiento a Sam. Una vez dado, se sentó lentamente en la cama y tomo una de sus manos
Gina, que aún se mostraba molesta, relajo su expresión al ver la cercanía que tenía Burak con Astria. Nunca, nadie de los que estaban allí había visto el actuar de él con una mujer. De hecho, era primera vez que el mostraba interés por estas cosas.
—¿Dónde están las damas? —preguntó Burak mientras levantaba las mantas y noto que ella estaba desnuda.
—Enseguida las llamo —dijo Gina haciéndole una señal a Bruno.
—¿Has visto de ella?
—Señor, no he tenido opción, usted sabe cómo son los hechizos.
—Sí. —Burak pensando en eso, soltó un leve gruñido mientras lo miraba.
—He hecho lo que me pidió y lo he hecho con sumo respeto a ella.
—Señor. —Las damas de compañía de Astria llegaron bajando la cabeza y observando al rey que les daba la espalda mientras miraban a Astria sorprendida.
—Traigan incienso, ropa limpia, sábanas para cambiar la cama, preparen el baño y obedezcan lo que les pida Sam.
—Sí, señor.
Burak hizo exactamente lo que su hermano había hecho. Acarició lentamente la mejilla izquierda de ella y lentamente juntó la frente con la de ella posando sus enormes brazos a los costados de su cuerpo.
La muestra de cariño quedó inmersa en las pupilas de todos, pero en cuando Burak hizo aquello, Sam se dio cuenta de que abrió los ojos fuertemente mirando al frente. La atmosfera pronto se hizo peligrosa que incluso las tres damas y la soldado se asustaron.
—¿Cedric estuvo aquí? —preguntó girando lentamente el rostro hacia Sam.
— Yo... No... —tartamudeo mirando a Gina.
El inconfundible olor de un hombre soltero que no era de él mismo entró rápidamente en sus fosas nasales. El olor le recorría el rostro y Burak una vez más acercándose a ella volvió a tomar su olor.
—Cedric está muerto —pensó Gina.
Burak no tardó en levantarse, giró y caminó al pasillo, sus pasos fueron retumbando por todo el pasillo demostrando su enojo.
—Señor. —Gina lo siguió tratando de descifrar lo evidente, pero él no la escucho. Caminó hacia el primer piso y abrió puerta por puerta buscando a su deshonrado hermano.
Cerdina estaba tomando el té en el jardín cuando vio a Burak caminando por los pasillos. Extrañada por la mirada de él, se encaminó para seguirle.
Cedric ya sabía que su hermano lo buscaría, así que se mantuvo en el jardín trasero esperando que Burak apareciera en la puerta. Sabía perfectamente que las palabras ya no servirían en estas situaciones, pero confío que su cuerpo que era más joven podía asemejarse a la fuerza de su hermano, claro que sí usaban sus poderes, estaría perdido.
—Supongo que vienes como mi hermano y no como mi rey —dijo Cedric al ver a Burak acercarse.
Lamentablemente, para él, Burak no le hizo caso, caminó directamente a él y al estar lo suficientemente cerca lazo un golpe directo al rostro. Cedric lo esquivó por poco, lo que hizo enfurecer más a Burak.
Lo intentó por segunda vez y en la tercera lo engaño dándole fuertemente en el estómago y sin perder tiempo le golpeó la mejilla derecha.
— ¡¿POR QUÉ TU OLOR ESTABA EN ELLA?!
— ¡NO SEAS ESTÚPIDO SABES POR QUÉ!
— ¿Sí? Me alivia que lo tengas claro. —Cedric volvió a ser golpeado. El sonido de cada golpe retumbaba fuertemente, los soldados por orden del Rey no interfirieron. Cerdina los vio y trato de acercarse, pero Gina la detuvo.
— ¡NO ES TU ESPOSA AÚN! ¡NO ES DE NADIE!
Cedric y Burak siempre se habían llevado bien, ninguno de los dos se faltaba el respeto, de hecho, aparte de que Cedric sea el príncipe, Burak lo buscaba para consejos y ambos tomaban decisiones importantes. Astria había hecho que todo aquello se rompiera de un momento a otro, pero no tenía la culpa, sino que era al fin y al cabo la naturaleza animal que tenían en sus venas.
Cedric estaba consiente que Burak era el rey, pero justo en ese momento lo vio solo como su hermano y no se quedaría con los brazos cruzados esperando ser golpeado. Burak pronto recibió un golpe desde abajo justo en la nariz.
Soltó un gran gruñido mientras tomaba distancia y sus ojos se volvieron aún más feroces mientras la sangre comenzaba a fluir. Cedric se arrepintió rápidamente de lo que había hecho, se puso con los dos brazos estirados esperando ser golpeado. Burak, observando todos los movimientos de su oponente, se movió ágil y veloz.
En fracción de segundo la luz que llegaba desde el castillo fue tapada por el rostro de Burak que llegó a centímetros de él. Su brazo doblado hacia atrás con el puño bien apretado se extendió dándole de lleno en la mejilla, provocando que soltará sangre de su boca mientras caía al suelo.
—¡MI REY TENGA PIEDAD! —gritó Cerdina al ver cómo sus hijos se agarraron.
—Espere.
—No me digas lo que tengo que hacer.
—Son órdenes del rey —dijo Gina estirando los brazos y tapándole la pasada.
—¡NO DEJARÉ QUE MIS HIJOS SE MATEN ENTRE ELLOS!
Cedric tocó el suelo fuertemente con su espalda y Burak se sentó encima del mientras una y otra vez lo golpeaba. Recibió uno que otro golpe de rodilla en sus costados, pero no era suficiente como para derribarlo.
Una, dos, tres, la cara de Cedric comenzó a mancharse de sangre, Burak no se detuvo y siguió golpeándolo mientras que con la otra mano le agarraba firmemente el cuello.
En un intento de zafarse, Cedric alzó su mano y con las luces rojas saliendo de sus manos tomo el cuello de Burak apretándolos fuertemente con su poder.
—¡NO ME SUBESTIMES IMBÉCIL! —Burak movió su rostro y con facilidad salió del dominio de su hermano.
—¡BURAK DÉJALO! ¡DÉJALO POR DIOS!
Gina sintió que era suficiente y la verdad lamentaría que Burak no fuera capaz de parar. Gina bajó sus brazos y desesperada Cerdina corrió hacia sus hijos.
—¡Burak! —Le agarró el brazo, pero no pudo con su fuerza, el siguió golpeando a Cedric. Ya no había diferencias de dónde venía la sangre, mientras Burak tenía sangre saliendo de su nariz y bajando a su mentón, Cedric no tenía un lugar específico.
—No por favor. —La reina se tiró encima de Cedric y cerró los ojos esperando algún golpe.
—¡SAL DE ACÁ!
—No, por favor es mi hijo, es mi hijo a quien golpeas, ¡DEBE HABER UNA EXPLICACIÓN! —dijo entre lágrimas mientras miraba a Burak que se había detenido con su mano aún empuñada y ensangrentada—. Por favor cálmate todo debe tener una explicación.
Burak no fue considerado con ninguno de los dos. Tomo de los brazos de ella y la saco con fuerza de arriba del torso de Cedric, Cerdina cayó al suelo y volteó a mirar como Burak agarraba de la ropa a su hijo.
—Aún estás ahí —dijo entre dientes mientras acercaba su rostro al de él. Cedric con el único ojo que le quedaba aún abierto lo observó—. La mujer que está arriba es MÍA —acentuó esa palabra—. No tengo por qué ponerle títulos para que una basura como tú, se crea con el derecho de tocarla. Solo ella podrá apartarme de su lado y será su decisión, no la tuya, ni de nadie más.
—Cedric —susurró Cerdina entendiendo el frenesí que había tenido Burak.
El rey se pasó el antebrazo por la nariz al mismo tiempo que se ponía de pie y observaba a su hermano.
—Búscate una puta y gobiérnate —dijo dándole una patada entre las costillas—. No volveré a ser piadoso.
La gente que se había reunido, miraron con asombro todo el espectáculo de ambos hermanos, pero cuando Burak volteó para entrar una vez más al castillo, todos volvieron rápidamente a sus quehaceres.
—Mi rey.
—No quiero escucharte —dijo escupiendo al pasto fluidos llenos de sangre. La luz de su hombro pronto se activó—. No dejes que Cedric se acerque a la habitación de Astria, no permitiré que aquí en mi reino la traten como si se les diera la gana. No aquí —dijo acentuando otra vez.
—Sí, señor.
—Mi rey. —Muchos sirvientes intentaron ofrecerle un pañuelo, pero Burak aún estaba tan enfadado que ignoró a la mayoría de ellos.
Cuando llegó a la habitación, Sam no se impresionó en el estado en que estaba, pero si las tres mujeres que habían estado preparando las cosas como él había solicitado, se detuvieron mirándole.
—¿El baño está listo?
—Sí, señor
—Bien, preparen la chimenea —dijo Burak mientras se comenzó a sacar la ropa.
— ¿Necesita que le ayudemos? —Amy se acercó con un paño húmedo y mirando al rey para tener su aprobación, estiró su brazo hacia su cara. Burak se quedó quieto mientras la dama le limpiaba con cuidado la nariz y parte de los labios.
Se movió solo cuando vio a Sam acercarse a la cama de Astria y comenzó a destaparla.
—¿Sabes lo que me gritan mis instintos en este momento? —dijo alzando su mano y Amy se detuvo—. Quiero ir a tu lado y arrancarte los ojos por lo que estás mirando.
—Señor...
—Pero mi razón me dice otra cosa —agregó
—Lamento haber hecho lo que hice, pero era la única forma para ayudarla —dijo Sam mientras le sacaba un collar que había estado trayendo Astria.
—Lo sé, eso me dice mi razón —dijo Burak acercándose por el otro lado hacia ella.
—Esperamos que despierte mañana, si no lo hace, proseguiré con los siguientes pasos. Por ahora dejaré estas piedras distribuidas para ayudar con el flujo de energía.
—Gracias Sam.
Burak consiente de no querer incomodar a las demás, tomó el cuerpo de Astria lentamente en sus brazos y entró al agua con calzoncillos.
Sam se retiró luego de eso y las tres damas aguardaron para ayudar si eran necesitadas. A través de los telares observaron como el rey, el terrible rey de Átkozott mostraba su lado más cariñoso que tenía.
Lavó lentamente el cuerpo de Astria, lo enjabonó delicadamente con una esponja y lavó también su cabello. Cuando terminó de hacerlo pasaron varios minutos sentado abrazándola al mismo tiempo que iba haciéndole cariño en su pelo.
Las damas, una vez que salieron del agua, se encargaron de secar y vestir a Astria. Burak que anteriormente había mandado a buscar su ropa se vistió de forma ligera, estaba bastante preocupado que al moverla ella no había despertado ni hecho un solo sonido. Pensó incluso que podría llegar a perderla y no quería separarse de ella.
—Dámela. —Le pidió a Luz que tenía a Astria apoyada en su hombro mientras las demás terminaban de secar sus pies.
—Sí, Señor.
Burak volvió a tomar a Astria que ya estaba vestida y la llevó a un sillón donde pegaba el calor de la chimenea para que su pelo se pudiera secar y no tomara un resfriado.
—Señor, ¿desea que le traiga comida? No ha ido a cenar esta noche —preguntó Cleo mientras se acercaba con una bandeja con pan y carnes que le habían mandado de la cocina.
—No, desayunaré temprano —dijo Burak sin voltear a verlas—. Esta noche me quedaré aquí, ustedes pueden ir a dormir, no necesitaré nada más.
—Sí, Señor. Que descanse y de todo corazón espero que ella despierte.
—Que tenga una buena noche —dijo Luz bajamos su cabeza y caminando a la entrada.
—Avísenos si necesita algo. No dudaremos en venir enseguida.
Burak beso la frente de Astria mientras acomodaba su cuerpo y la apegaba al suyo. La puerta se cerró detrás de él y después de tanto tiempo estaba a solas con su querida dama Blanca. El arrepentimiento le carcomía todo su interior. Pudo haber ido por ella desde antes, pero no lo hizo porque respetó su decisión. Jamás se había sentido tan estúpido.
Mirando el fuego como consumía cada parte de la madera se llenó de pensamientos negativos. Quería venganza, quería destruir el reino de Lomas y con eso al rey falso de Hans. Estaba atraído a la idea de sacar a la luz el pacto de León y Altrice. El reino se iría al suelo, pero con eso también interferiría en el futuro que había dicho su madre.
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