Astria despertó de un salto, sentándose con rapidez en la colcha, se dio cuenta de que estaba en su tienda vestida con ropa de dormir. A su lado no estaba, ni Burak, ni su hermano y se preocupó de lo tarde que podría ser, para que ella siguiera durmiendo.
Respirando profundo, recordó los aterradores acontecimientos de la noche anterior. Se subió las mangas de su ropa y revisó, si aún estaban las marcas que Burak le había dejado, sorpresa para ella no había ni una. A pesar de eso, la mordida aún seguía ahí, pero estaba seca.
¿Ese era el poder de la reina de los Elfos?
Astria se cambió de ropa con rapidez, sus piernas se sentían débiles pero capaz de dar unos pasos. Una vez lista, abrió lentamente la tienda para salir fuera y miró con atención. Lo primero que vio fue que el sol había salido hace poco y que no era tan tarde como había sentido. Su hermano, estaba fumando un puro, con nada más ni nada menos que Burak a la orilla del río.
Astria quedó allí escondida sin que nadie notará su presencia. Observó detenidamente al hombre que ayer la había devorado y se dio cuenta, que no parecía un hombre que realmente llegaría a enloquecer. Tranquilo y con una mirada relajada conversaba con su hermano.
"¿Quién diría que aquel hombre hasta sus propias gentes le temía en luna llena?"
—Princesa —dijo Omar acercándose a ella.
—General —dijo sorprendida saliendo de su tienda. Omar tenía un ojo morado y le falta uno de sus dientes, aun así, se había vestido espléndidamente para volver al Castillo—. ¿Está usted bien?
—Sí Princesa, ayer se me debe haber pasado las copas y bueno, creo que no fui el único.
—Princesa. —La voz cálida y familiar sonó a su espalda e instintivamente dio un paso atrás y chocó con su cálido cuerpo—. General —dijo Burak con una sonrisa.
—Re-rey Burak —tartamudeo un poco.
—¿Qué es lo que dices para tener a la princesa tan aterrada?
Astria se sorprendió por sus palabras, miró arriba y volteó para mirarle de frente. Él llevó sus ojos hacia ella y Astria rápidamente frunció el ceño diciendo "Ese eres tú"
Él la ignoró y volviendo a mirar a Omar, sacó de su vestimenta una bolsa pequeña de color café y se la lanzó.
—Creo que esto es tuyo. Espero que no te vuelvas un coleccionista —dijo bajando levemente su rostro para anunciar su retirada.
Astria esperaba que Burak le dijera algo más, pero no lo hizo, después de hablarle a Omar, se marchó hacia Edgar. Omar abrió lentamente el amarre de cuero que tenía la bolsa y en cuanto lo hizo, lo volteó en su mano. De su interior, cayeron unos dientes humanos que aún estaban con un poco de sangre.
Una simple y aterradora amenaza del rey de Átkozott, hizo evidente el hecho de que sus hombres, no volverían a casa.
Astria se hizo la desentendida mirando a otro lado, antes que Omar se diera cuenta de que ella vio lo que contenía esa bolsa.
—Es una hermosa mañana —dijo ella observando el cielo—. Es una lástima que tengamos que volver.
—Sí, supongo que sí.
Más tarde todo se fue guardando y pronto tuvieron que subirse a sus caballos. Astria pensó que podía ir esta vez con Hans, pero su hermano, subió a otra mujer a su caballo y mientras todos se movían ella aún de pie en el pasto aguardó.
Burak, que la había visto hace un tiempo, se acercó lentamente a ella y la observó hasta que Astria notó su presencia.
—Yo...
—No digas nada. Ven o te quedarás abajo.
—Puedo caminar —dijo ella mirándolo hacia arriba. Él no pareció molestarse, agarró el pelo del caballo y sacó sus pies de los estribos bajándose de él.
—Vamos a caminar entonces.
—No, yo...
—¿Piensas que te dolerá el cuerpo con el trote del caballo o ahora me tienes miedo? —dijo sonriendo.
—No... Yo sé que eres tú, pero...
—Ven —dijo agarrándola de la cintura y la subió al caballo, luego, se subió detrás.
—Lo siento.
—Aprendes siempre a la mala. Lo de ayer no volverá a repetirse, ni para ti, ni para mí —dijo en un tono cálido. Ella cerró sus ojos tratando de grabar su voz.
—¿Estás bien?
—Lo estoy —dijo agarrando las riendas del caballo y comenzando a acercarse al grupo.
—Burak, tus manos. —La piel de Burak era dura, pero aun así Astria le dejó las manos rasguñadas. No lo suficiente como para sacarle sangre, pero sí para marcarle.
—No te preocupes —dijo dándole un beso en la mejilla con rapidez—. Tu sabueso se portará bien de aquí en adelante.
Burak levemente la miró por detrás, a diferencia de Astria, él recordaba cada segundo de la noche anterior y se sintió completamente atrapado por ella. Sin que ella se diera cuenta, alzó su mano y estiró un poco el cuello de su vestimenta. Sorpresa para él, la mordida que le había dejado, como una marca que solo él podía hacerle, se había secado y pareciera que pronto comenzaría a formar costra. Extrañado miró a Mery que iba mucho más adelante.
Una vez más cerca de su cuerpo y su calor, Astria disfrutó cada segundo de compañía a su lado. Quedaba solo la firma de los documentos de paz, que se harían esta tarde y luego, todos marcharían a sus tierras. Otra despedida y de nuevo la duda de saber cuándo lo vería otra vez.
—Quiero verte antes de irme —dijo Burak.
—¿Qué hablaste con mi hermano?
—Cosas de reyes
—¿No me contarás? Deseo saber.
—Te contaré solo si me respondes algo.
—¿Qué?
—¿Serías mi reina?
Astria quedó en silencio mirando asustada a todos los demás, que iban a trote hacia el castillo, pensando, que alguno podría haber escuchado algo, pero nadie pareció girarse a verlos.
—Astria... —repitió él con una voz más suave.
—No... no creo que pueda contestarte ahora. Si nos encontramos antes que te vayas te contestaré... a solas.
—Dios mujer, eres la reina de la paciencia.
—Oye sabueso, dijiste que te portarías bien. Ahora ten paciencia.
Burak se sorprendió por sus palabras y la trató de mirar extrañado "¿Quién era ella?" Mirando a los demás, bajó su rostro apoyándolo en el hombro de ella y gruño lentamente en señal de reproche.
Lomas, logró que todos los reinos hicieran los pactos de paz con ellos. Los tratados se renovaron tanto como el tema de los comercios, los permisos y negocios. Mientras el ambiente aún era bastante amable, todos comenzaron a alistarse para abandonar Lomas.
De pie, en la entrada del castillo, Hans, Catherine y Astria comenzaron a despedirse.
—Hey Mery —dijo Burak acercándose a ella.
—He perro, ¿ya estás mejor?, ¿qué quieres con mi esposa?
—Edgar —rio la reina mientras, posaba su mano en el brazo de Burak y lo llevaba un poco más lejos—. ¿Qué ocurre?
—Cuando haces fluir las energías ¿Las heridas forman costra al día siguiente?
—¿Qué?, no, ¿qué dices? Sabes que no tengo ese tipo de poder, ni un hechicero podría hacer eso, solo con hacer fluir la ener... ¿Astria? —dijo Mery deteniéndose al darse cuenta de quien hablaba.
—Mery no le digas a nadie y nadie es específicamente tu esposo.
—Si Astria tiene poderes de ese tipo, merezco parte de eso. Ella quizás heredó los poderes de la dama Blanca Mirael.
—¿Qué? No empieces.
—Sí, Burak, vamos hagamos un pacto.
—¿En serio? —Burak siempre se emocionaba por los pactos de sangre y sonrió con maldad mientras la miraba—. ¿Qué me ofreces?
—¿Te gustan estas cosas, no?
—Tú lo has mencionado.
—Si Astria de verdad tiene algo como eso que mencionas. Deseo mostrarle mi tierra.
—Ella no sabe ni cómo hacer crecer una planta.
—Pero lo logrará. Déjame ir a tus tierras y ayudarle. Eso es lo que te puedo ofrecer, ayudar a tu amada y apoyar tu matrimonio. En cambio, tú me la prestas de vez en cuando.
—¿Crees que puedo hacer eso como si fuera un objeto?
—No, no Burak no lo pienses así. Dejemos este pacto de manera abierta. Cuando Astria esté en tus tierras lo cerramos.
—Me parece, te informaré entonces —dijo soltando una leve risita.
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Astria no hizo ningún movimiento. Se despidió cordialmente con todos los invitados, incluso de Burak. No sabía en qué momento él la iría a ver, pero por ahora, la despedida de ambos fue inminente.
—Astria.
—¿Sí, mi rey?
—Archiva los tratados, has un informe de como fue el proceso y preséntamelos hoy cuando se esconda el Sol.
—Sí, majestad.
No había peor sentimiento que darse cuenta, que había vuelto a la realidad. Mientras miraba como el grupo de invitados se iban, suspiró viendo la espalda del rey de Átkozott alejarse una vez más de ella.
La tarde fue agotadora, el cuerpo aún lo sentía pesado, pero por lo menos el malestar y el dolor se habían comenzado a ir. Frente a ella, un montón de papeles se encaramaban en su escritorio. Los trabajó sin descanso para tenerle todo a Hans. Cuando terminó suspiró fuertemente posando su frente en la mesa.
—¿De verdad no iras conmigo? —La voz de Burak llego a sus oídos en la noche. Astria se levantó de su escritorio volteando a la ventana. Allí estaba él mirándola con sus orbes dorados.
—Quiero ir contigo, pero tengo algunas cosas que hacer antes de decidirlo.
—Lo... —Burak nunca dudaba en sus palabras, pero esta vez quito sus ojos de ella por unos instantes y luego se acercó más llegando a su lado—. Lo que te pregunte hoy, no volveré a repetirlo.
—Lo siento. No puedo contestarte ahora, si te dijera que sí, sería darte una ilusión que quizás nunca logre concretarse, pero si las cosas salen bien, como quiero que salgan, entonces te daré respuesta.
—¿Sigues pensando en los demás cierto?, ¿podrías pensar en mí o en ti por un momento?
—Burak...
—Desde que te conocí he aprendido que debo tener paciencia, pero ¿cuán confiadas estás que siempre la tendré? —dijo mirándola con seriedad, Astria solo lo miró con cejas arqueadas. Burak, viendo que ella no tenía nada más que decirle, negó con la cabeza apretando los labios y se movió mostrándole el perfil al mismo tiempo que puso sus manos en la cadera.
—Lo siento.
—No lo sientas —dijo acercándose a ella—. Te gusta aprender por las malas, espero que cuando te vuelva a ver, estés bien aquí.
—No te preocupes, me cuidaré —dijo tratando de calmarlo, pero era una gran mentira.
—Me iré entonces.
—Burak, de verdad lo siento.
—Claro— dijo caminando a la ventana, pero antes de pasar por ella, se detuvo y volteo a mirarla —. Ten, estoy seguro de que lo necesitas.
Astria, miró extrañada la mano extendía del rey, donde sostenía una pequeña caja de madera. Caminó a él y justo al tomarla en sus manos, Burak tomó de ella y la acerco a él abrazándola. Su rostro pegado a su pecho, no le quedo más que atesorar aquel momento mientras su olor masculino entraba por su nariz.
"¿De aquí a cuánto tiempo más lo vería de nuevo?"
—Lamento como te traté ayer —dijo sin soltarla.
—Estoy bien—dijo ella separándose y mirándolo desde su baja altura. Los orbes dorados de Burak estaban tranquilos, mostrando una vez más lo pasivo que él era con ella.
—Cuídate de verdad, volveré por ti.
—Dame dos semanas, si no me comunico contigo para ese tiempo ven por mí.
—¿Y si llego tarde?
—Hans, no es capaz.
—No estaría seguro, pero no te obligaré a acompañarme —dijo dándole un beso en la frente, Astria instintivamente cerro los ojos al sentir sus labios en su piel.
—De verdad lo...
—No—dijo Burak interrumpiéndola—no digas más eso—suspiró fuertemente, mientras le acariciaba la mejilla—dos semanas, no más que eso. Te llevaré conmigo.
—Está bien. Te esperaré.
La despedida fue rápida, Burak la beso y sin esperar nada más, volteo sin mirar atrás. No quería llegar a pensar en arrepentirse, y apretando fuertemente los puños y la mandíbula marcho fuera. Astria, lo observó marcharse hasta que cruzo las murallas, la caja en sus manos llamo rápidamente su curiosidad.
Sorpresa fue para ella, que, al abrirla, las pociones que había perdido estaban otra vez en sus manos.
—Mori Solum Pars—susurró.
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