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Capítulo 33: Caliente

El paisaje se volvió mucho más hermoso para el interior. Cuando por fin llegaron al lago, todos comenzaron a detenerse.

Burak se bajó lentamente de su caballo mirando a los demás, luego miró a Astria que aún estaba montada.

—¿Te ayudo?

—Voy a intentarlo sola —dijo sonriendo.

Sentándose bien en la silla de montar, apoyó su pierna en uno de los estribos y se sostuvo de la silla. Mientras pasaba su otra pierna por encima para bajarse le dio la espalda al hombre. Aun así, al tocar el suelo no pudo sacar su pie. Burak tranquilizó al caballo que se había movido un poco y lentamente agarró el tobillo de Astria y lo liberó.

—Burak tus manos —dijo agarrándole dos dedos que él apartó con delicadeza. Astria se dio cuenta de que él estaba con una temperatura más elevada y que prácticamente le quemó la piel helada de su tobillo.

—No hagas cosas sin pensar, no me es fácil controlarme en estos días —dijo entre cerrando sus ojos y sonriendo. Era una clara advertencia que Astria sintió.

Ella no entendía por qué había dicho eso, pero no quiso seguir preguntándole. Mientras los hombres comenzaron a sacar las cosas para levantar las tiendas, las mujeres caminaron por el lugar. El lago era precioso, a medida que la noche llegaba los colores resplandecían hermosamente.

Astria se puso un abrigo y cubrió su rostro con una capucha. Si la luz de la luna no tocaba su piel, no llamaría la atención. Sentada en una piedra, metió sus pies en el agua y sacó un libro, era un libro cualquiera por fuera, pero escondido en su interior, el libro que había robado estaba allí.

Hace unos días había practicado la meditación, la concentración y la tranquilidad. Eran tres cosas fundamentales para que sus poderes puedan ser reflejados a través de sus manos y ansiaba poder verlo en acción.

—Princesa Astria. —La voz de una mujer la despertó de su concentración. Abrió los ojos y se encontró con Mery, la reina Elfa. Con sus ojos celestes de tono opaco, sus pupilas se veían claramente, ella sonrió, pero como todos sabían, la sonrisa de un Elfo siempre perturbaba.

—Discúlpeme —dijo ella poniéndose de pie.

—Tranquila, solo quería conocerte.

—Yo, solo estaba leyendo, ¿le agrada también la naturaleza?

—Sí, Princesa —dijo ella sentándose en el pasto—. La energía de la tierra es mucho más pura que la de las personas. Ven, siéntate a mi lado.

Astria se sintió incómoda, jamás había visto a un Elfo tan de cerca, y el rostro de la reina la inquietaba, pero no tardó en darse cuenta de que no era culpa de los Elfos ser así y ser etiquetados de esa manera, al igual que los Átkozott.

Con tranquilidad tapo sus pies con sus vestiduras y camino a su lado. En cuanto se acercó a la reina y se sentó en el pasto. La mujer agarró las manos de Astria, asustándola rápidamente.

—Sé lo que eres —dijo mientras le sacó el guante de la mano derecha y la entrecerró con las suyas. Unos dedos largos y una mano amplia la cubrieron.

Su mano rápidamente comenzó a brillar, la reina no la soltó, cerró sus ojos y permaneció allí como si estuviera leyéndola solo con su tacto.

—No sé de qué hablas —dijo Astria tratando de soltar su mano, pero no lo logró.

—Claro que sí, eres una dama Blanca y una dama Blanca, con una energía inmensa encerrada en tu cuerpo —dijo abriendo los ojos y mirándola—. ¿Creías que solo los Átkozott tenían este secreto?

—¿Cómo lo sabes? —dijo Astria que ya había recuperado su mano del agarre de la reina.

—Los Átkozott y el reino de los bosques han estado unidos por décadas, compartimos muchas cosas en común más de los que tú crees. A pesar, de que nos vemos distintos por fuera, la magia también corre por nuestras venas.

—¿Puedes...? —dijo Astria sentándose a su lado—. ¿Puedes hablar con los árboles?

—¿Eso es lo que dicen? —dijo riéndose—. No es hablar, sino dirigir la energía que cada cosa viviente posee. Al igual que los Átkozott, una dama Blanca para nosotros también es un ser muy valioso, así que no tienes que tener miedo estando cerca de un Elfo. Cada uno de nosotros siente tu energía y sabrá quién eres.

Mery descubrió lo inocente que era Astria, y se preguntó si ella, de igual manera le preguntó a Burak si se podía convertir en perro.

—Entiendo, es por eso que el rey Edgar y el rey Burak se llevan bien.

—Se criaron de la misma manera y siempre que los Reinos se juntaban estaban ellos dos. Son unos niños aún. De hecho, Burak aún posee una uña de mi esposo.

—¿Una uña?

—Sí, cuando niños, Edgar le sacó un diente y Burak le cobró la uña del dedo índice. Estoy segura de que Burak aún la conserva, como mi esposo su diente —dijo riéndose.

La Reina hablaba de su esposo extrañamente y a medida que le fue explicando a Astria. Ella se dio cuenta de que la reina Mery le doblaba casi la edad a su rey, pero aun así en apariencia no se veía diferencia. No había edades límites para los elfos, vivían más que la mayoría y eran muy sabios.

Mery también le fue contando a Astria sobre las damas Blancas, lo hermosa que son y que había tenido la oportunidad de conocer a la última.

—Yo —dijo Astria tomando el libro en sus manos—. No le he dicho a nadie —volteó a ver a Burak y luego volvió a mirarla—. Me robé esto —confesó—. No pude evitar dejarlo, quería saber más de ellas y no sabía si volvería a Átkozott.

—No te preocupes, él ya debe saberlo y si aún lo tienes entonces dejó que te lo lleves.

—¿Cómo lo sabes?

Mery tomó con delicadeza el libro y lo abrió para que se viera el otro libro pequeño. Tocó sus hojas con la palma de su mano y sonrió.

—La esencia de él está aquí. Si te hubieras robado cualquier otro libro de otras damas blancas no hubiera sabido, pero Lucía comparte un vínculo muy especial con Burak ¿Sabes qué es?

—¿Un vínculo? —Astria pensó en las cosas que sabía, él le había contado que la última dama Blanca que había visto fue cuando tenía casi diez años, quizás podría haber sido su amiga, pero era tonto que un niño formará una amistad con un adulto ¿y si el pequeño Burak amaba a esa mujer?

—¿Él la amaba?

—Sí, pero no en la forma que yo amo a mi esposo. Lucia, la última dama Blanca, fue la primera reina que tuvo el rey Altrice. Por lo tanto, fue la madre de él. —Ambas voltearon a verlo. Mientras él armaba una gran tienda, Astria volvió a sentirse estúpida y atónita.

—Yo...

—No lo sabías. No es mucho de hablar de su niñez, así que es de esperarse que no te hayas dado cuenta —dijo ella volviendo a mirar al lago—. Burak es un rey poderoso, mucho más que todos sus hermanos juntos y es por el simple hecho de ser un mestizo. El gen de una dama Blanca no se traspasa, pero el rey Altrice tenía el poder en su sangre, lo que hizo que Burak si heredará cosas de su madre.

—No lo entiendo.

—Burak también se llena de energía con la luna, la diferencia de ti es que no brilla.

Astria pensó que eso coincidía enormemente con el color de ojos de la luna llena pasada, Burak había tenido por unos minutos el mismo color celestes que tenía ella.

Mery le relato todo lo que había ocurrido con Lucía, como su muerte había tranquilizado a Burak. En ningún libro que había leído, salía la historia de lo ocurrido. Solo era algo que se contaba a voces por lo trágico que había sido.

—¿Por qué me cuentas todo esto?

—Porque ahora sabes que deberías alejarte de él, en especial mañana.

—¿La luna llena?

—¿Me dirás qué tampoco te han advertido de aquello?

—No, nadie me ha dicho nada.

—Astria te ayudaré a manejar la energía que está aquí —dijo tocando la parte superior de su pecho—. Por tu bien mañana no salgas de tu tienda. No olvides que los Átkozott comparten sangre con las bestias. ¿Burak, ya te ha mencionado la luna llena?

—Sí.

—No caigas en su juego, la luna llena de primavera es la temporada de apareamiento de los Átkozott y como sabes Burak no tiene una reina. Mañana es la primera luna llena de primavera, evítalo a toda costa.

Al escucharla, Astria comprendió el calor fuerte del su cuerpo cuando toco su tobillo y sus palabras de advertencia.

—Eres una dama Blanca, no dudes en controlarlo si algo llega a pasar. Una persona normal no podría con un Átkozott en luna llena de primavera.

—¿Tu gente es igual?

—Algo parecido, pero se da solo en otoño.

Astria no sacó la palabra "Temporada de apareamiento" de su cabeza. Tampoco se pudo volver a concentrar en su libro, así que una vez que Mery la dejo sola, ella sin dudarlo observó a Burak a lo lejos. No entendía muy bien por qué en la antigua luna llena nadie actuó con otras intenciones, talvez tenía algo que ver con la calentura de la batalla con los soldados de Luther.

¿Qué tan malo se volvería? Si ella ya había estado con él ¿Cómo sería en luna llena de primavera?

Al darse cuenta de las cosas que estaba pensando sacudió fuertemente su cabeza, por lo lasciva que se había vuelto. Levantó su mirada y vio que Burak la había estado observando mientas limpiaba sus manos.

—Astria —dijo Hans acercándose a ella.

—Mi rey —dijo poniéndose de pie y bajando su cabeza.

—Dormirás en la tienda continúa a la mía, las cortinas estarán levantadas y te observaré todo el tiempo. Si ese animal intenta sobrepasarse contigo no dudes en llamarme.

—Sí, majestad.

—Es una lástima, pero él se buscó no tener una noche como la de los demás —rio burlescamente mientras lo fulminaba con la mirada.

La noche comenzó a ser tranquila, se hicieron una fogata y todos se trataron como si fueran amigos. Edgar y Burak se mantuvieron hablando mientras bebían vino y lentamente el alcohol comenzó hacer efecto.

Hans ebrio se retiró a su tienda con su mujer y Astria por orden de él también tuvo que ir a acostarse. Los demás quedaron un buen rato.

Dentro de las tiendas no había cama como tal, sino una colcha que cubría el suelo y amortiguaba su dureza. Astria se acostó frente a la cortina ya levantada y cerró sus ojos pensando en lo que Mery le había dicho. No tardó en escuchar a su hermano en la tienda posterior como se cogía a una mujer.

Los gemidos de ella, no eran controlados, así que ella los escuchaba fuerte y claro, también a su hermano con una voz ronca y las nalgadas que le daba. Cubrió toda su cara con una manta y se volteó dando la espalda a la cortina.

En medio de la oscuridad y tapándose los oídos, se mantuvo allí un largo rato. Hasta que comenzó a sentirse adormilada. Dejando de preocuparse por el exterior, se quitó la ropa que cubría su cabeza y se dio cuenta de que todo estaba oscuro. La espalda de un gran hombre estaba frente a ella.

—¿Burak? —susurró al saber que era él. Su nuca, su pelo, incluso sus hermosos hombros estaban adelante suyo, pero no estaban solos.

Se sentó lentamente y miró atrás para ver si Hans había terminado con la mujer. Al hacerlo, vio que su hermano también estaba allí, había acomodado su colcha a unos metros de ella y aunque estaba dormido, estaba mirando hacia su lado.

Astria volvió a recostarse, dándose cuenta de que dormiría juntos a dos hombres que se odiaban. Respiró profundamente mientras miraba el cielo y observó también a su hermano. No había ni una señal de que él estuviera despierto, así que, volvió a voltearse dándole la espalda a su hermano.

Mirando una vez más la gran contextura del rey de Átkozott, estiró su mano con duda. Pensando si era correcto despertarlo, no tenía malas intenciones, no había tenido tiempo de hablar con él, sobre lo que ahora sabía de Lucia y quería comentarle de su pequeño hurto.

Cuando volvió a estirar la mano, esta vez no se detuvo y tocó la espalda de él con su palma. En cuanto lo hizo, Burak tembló por un segundo antes de hablar.

—Astria, no me toques tan casual.

—Estás despierto —dijo ella alegrándose por escucharlo y solo para fastidiarlo volvió a tocarlo y Burak tomo su mano con rapidez, volteándose.

—Eres buena para desobedecer ¿cierto? —Sus ojos dorados se posaron en ella, extrañamente Astria sintió que sus ojos eran diferentes, únicos y eran más hermosos que otros días.

—Me robé uno de tus libros —soltó sin dudarlo mientras era atrapada por la mirada de él.

—Lo sé.

—No sabía que era de tu madre.

—También lo sé.

—Me explicaron lo de la luna llena.

Cuando Astria lo mencionó, Burak soltó un leve suspiro y bajó levemente su rostro, volviendo a posar sus ojos en ella. Luego, bajo levemente su mirada hacia su nariz hasta encontrarse con sus labios.

—No puedes estar cerca de mi mañana —dijo mientras llevó su mano y con su pulgar frotó su mejilla. Astria se dio cuenta de que la voz de él había cambiado, tenía un tono muy suave y amable. Sin darse cuenta había comenzado a sentir emociones que no siempre sentía.

—¿No estarás aquí?

—¿Quieres que lo esté o que te lleve conmigo? —La voz seductora volvió a concentrar un escalofrío en su cuerpo. Era claramente una invitación, pero le habían advertido que no debía estar con él en luna llena.

Los orbes dorados de Burak se encontraron con los celestes de Astria. Luego viajaron lentamente por su nariz hasta encontrarse con sus delicados labios. Su mano que estaba haciéndole cariño en la mejilla también se movieron. Ella se entendió que él no era claro con lo que decía, por un lado, le pedía que se alejara, pero también que le acompañará.

—Yo... —dijo ella y se sintió completamente hechizada por él. No podía apartarle y quedó mirándolo mientras con el pulgar de su mano tocó sus labios.

—No quiero hacerte daño —susurró él, pero Astria sin darse cuenta mordió levemente su labio inferior. Burak, que había tenido su dedo pulgar cerca de allí, la observó al mismo tiempo que introdujo su dedo lentamente al interior de su boca. Para el asombro de él, ella no opuso resistencia y con su lengua mojó todo su dedo.

Burak encendió como una gran llama y sin darse cuenta, pensó en tomarla allí mismo al lado de Hans. Apretó sus dientes, sacudió un poco la cabeza mientras saco su dedo de ella y se sentó.

—Lo siento Astria —dijo poniéndose de pie y saliendo con rapidez de allí.

Atónita salió de esa burbuja que la había atrapado y avergonzada, volvió a enterrar su rostro entre las ropas.

"¿Qué embrujo fue eso?"

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—¿No has podido dormir bien? —dijo Edgar acercándose a Burak que fumaba un puro mirando el amanecer.

—¿Tú también crees que debería irme está noche?

—No hay una Átkozott disponible para ti, solo una mujer frágil y delgada que puedes matarla si la aplastas con tu cuerpo. —Edgar le aceptó un puro y se lo echó a la boca prendiéndolo—. Vamos, yo también he vivido lo que sientes hoy. ¿Tal vez un chapuzón en el lago servirá para enfriarte?

—Si estuviera allá, mi reino...

—Deberían estar comenzando a prepararse y a decorar todo.

—Oh... dioses —dijo Burak refregando su pelo con su mano.

Mientras conversaban, un grupo de hombres que habían despertado casi a la misma hora que ellos, se pusieron a luchar en un círculo. Se golpeaban como si demostraran quien era más fuerte, incluso el general Omar estaba allí.

Después de conversar un buen tiempo, Edgar se animó a ir donde los hombres dejando a Burak solo mientras, él volvía a sacar otro puro.

—Maldita sea —dijo Edgar volviendo a los pocos minutos.

—Son unas perras miedosas —soltó Burak mientras exhalaba el humo.

—Tú eres mi amigo, vamos soltemos tenciones —dijo Edgar pegando uno salto.

Burak lo escuchó y en vez de enfriarse volvió a sentirse caliente y ansioso. Levantó su mirada y detuvo el puro justo en sus labios. Volteó a mirar a Edgar y este con solo una sonrisa aceptó.

—¿Sin contenerse?

—Me parece, pero no uses tu as —dijo Edgar mientras se sacaba la polera y se amarraba el pelo en una coleta.

—Bien. —Burak dejó el puro en una roca y se fue poniendo de pie.

Los dos reyes, alejándose de las tiendas hacia un lugar vacío, se pararon uno frente a otro y se dispusieron a luchar.

Burak, excitado por la pelea, fue el primero en lanzar un golpe que Edgar esquivo rápidamente.

Astria despertó por el sonido fuerte del alboroto. Todos habían dejado lo que hacían, pero sin acercarse observaron como dos reyes se golpeaban sin parar. Mientras Burak sonreía con ojos filosos, Edgar se mantenía con una sonrisa, pero con sus ojos abiertos seriamente.

—No te asombres —dijo Mery al ver a Astria acercarse—. Los hombres sueltan la tensión así.

Para toda los demás era algo que difícilmente se podría ver. Ambos recibían golpes que sonaban fuertemente, podían noquear en segundos a un hombre normal, pero esto no se acomplejaban.

Lo que Burak tenía de fuerza, Edgar lo tenía de agilidad, eran buenos contrincantes.

Burak agarró a Edgar del brazo cuando esté trato de golpearlo y fuertemente golpeó el codo de este. Pero Edgar lo atrapó por detrás y enrolló su largo brazo por el cuello del rey de los Átkozott.

—Hey, dijimos sin magia —le susurró Edgar al ver que en su intento por zafarse Burak había levantado su mano.

—No.... No iba a usarlo —dijo con dificultar mientras su rostro comenzaba a tornarse rojo.

—Ríndete —dijo Edgar volviendo a apretar más fuerte.

Burak se levantó encorvándose hacia adelante y con su codo comenzó a golpear a su amigo en el estómago hasta que lo soltó.

Cada vez que uno caía se levantaba como si sus fuerzas no se cansarán. Las bocas de ambos ni siquiera sangraron y para que la piel gruesa de Burak logrará hacer eso significaba un esfuerzo sobre humano para cualquiera.

Burak pronto tomó el control de Edgar y subiéndose encima de él, enterró su rostro en la orilla del lago. A medida que la pelea se había vuelto más largar, Burak había comenzado a perder su control y el instinto animal salió a la superficie.

Astria miró a Mery, pero ella aguardó un poco más, hasta que se dio cuenta de que su querido rey no saldría del agua fácilmente.

—Burak —dijo una vez que había caminado hacia él y toco su hombro—. No me vas a dejar sin rey tan pronto ¿O sí?

—Mery —susurró él saliendo de tu trance. Miró sus manos y soltó rápidamente a Edgar que salió del agua tosiendo en busca de aire.

—Lo siento Mery.

—¡IDIOTA, A LA PRÓXIMA TE MATARÉ!

—Tú me provocaste —gruño Burak.

—Sí, ¿Mi roce también te prendió? —dijo burlándose mientras se ponía de pie.

—Veo que quieres acompañarme está noche. —Burak y Edgar volvieron a molestarse, mientras que todos los demás que habían salido de sus carpas supieron que solo había sido un juego. Solo uno de allí sabía que podían ser mucho más feroces que aquello.

Jonathan, solo volvió a entrar a su tienda ignorándolos. Hacia noches que no podía conciliar bien el sueño y tenía pesadillas por lo vivido. Alice no quiso asistir al pequeño viaje y se quedó en el Castillo encargándose de algunos papeles que debía hacer.

—¿Estás bien? —preguntó Astria en cuando Burak paso por su lado.

—Perfectamente —dijo alejándose de ella sin antes regalarle una sonrisa.

Dentro de la tienda, Burak entró para poder cambiarse la ropa manchada de barro y pasto. En cuanto lo hacía, sintió la presencia de alguien que lo siguió.

—De verdad que eres todo un animal —dijo Hans.

—¿No habías puesto atención en las clases de historia?

—¿Qué más puedes hacer?, ¿si te golpeó también sangraras?

Burak lo escuchó, no pudo aguantar, soltar una carcajada, mientras se ponía de pie y giraba a verle. Se veía aterrador, sus ojos aún mostraban lo excitado que se sentía, y si no era de forma sexual era por la sangre.

—No podrías ni siquiera tocarme —dijo mirándolo como a una presa, luego camino a una mesa y bebió un poco de agua.

—¿La gente como tú son brujos?, ¿tienen magia? —Hans estaba tranquilo, extrañamente no mostraba otras intenciones más que curiosidad. Pero no solo era eso, por lo que acababa de ver, recordó el día que su padre fue asesinado y él, inmóvil, no pudo hacer nada.

—Hans —dijo Burak sentándose en el borde de la mesa—. ¿Crees que soy un hechicero?

—No, pero algo me hiciste esa noche. Me detuviste sin tocarme.

—¿En serio? No digas estupideces, si eso fuera cierto creo que todos sabrían y yo no podría ocultar lo magnífico que sería —río Burak mientras lo observaba—. ¿No crees lo mismo, princesa Astria?

Hans se volteó y encontró que Astria había entrado detrás de él guardando silencio.

—¿Me permites? —dijo Burak poniéndose de pie y agarrando el borde de su pantalón

—Claro, avisaré a algún sirviente para venga a ayudarte —dijo ella saliendo de allí.

—No dejarás de ser un bárbaro para mí, que te quede claro.

—Por supuesto.

Más tarde la caza comenzó, había siervos en todo el lugar y todos, ansiosos de traer alguna presa, subieron a sus caballos, fueron tras ellos. Las mujeres quedaron en el campamento preparando una que otra cosa para la cena. Mery hizo ver qué no necesitaba a ninguna sirvienta para preparar las hierbas que serían incluidas en la cena con la carne.

Cortó todos los aliños como el cilantro, el cebollín, el ajo y el eneldo. Astria, pendiente en esas cosas, fue aprendiendo gracias a Mery, quien le enseñó cómo elegir las mejores hierbas y la forma como cortarlas.

Mery era muy amable y simpática con ella, pero aun así Astria evitaba mirarle la cara. No había belleza que pudiera ella entender, pero no le dio más vueltas al asunto. Así como los Átkozott despedían de belleza natural, los elfos carecían de ella y parecían más a los monstruos que contaban los cuentos a los niños pequeños.

Astria, también tuvo la oportunidad de aprender no solo la cocina con Mery, sino que después de preparar todo, la reina la llevó a un costado y meditaron juntas.

—La energía fluye como un río, cuando tenemos problemas de salud o del corazón, el río tiende a soltar piedrecitas que estancan e interviene en el flujo del caudal. Lo mismo pasa con nuestras energías, nuestros momentos. Si no tienes tu propia vida arreglada y tranquila, entonces tu magia costara que salga a la luz. Todo lo que tiene que ver con el centro de la energía debe hacerse con calma y con una mente despejada.

Las palabras de Mery eran tan sabias, que Astria rápidamente la vio como una mujer que podía volverse su mentora, independiente de que Mery no era una dama Blanca, sabía muy bien todo lo que en el libro se explicaba.

Los hombres llegaron tarde en la noche, contentos y rebosantes de satisfacción mostraron sus presas conseguidas. Pronto los sirvientes comenzaron a preparar la cena.

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