Capítulo 31: Una agradable reunión 1
Los días pasaron entre reuniones. Astria no volvió a ver a Burak desde la bienvenida y tampoco podía darse el lujo de pasear libremente por los jardines, ya que un montón de papeles se le había juntado en el escritorio. De vez en cuando podía sentir el olor del puro del rey que entraba por su ventana, pero cada vez que se asomaban no lo encontraba.
Al no verlo, comenzó a pensar que se sentía extraña. ¿Desde cuándo que vivía pensando en él? Preguntándose constantemente si él estaría viéndola en algún lugar. No podía dejarse llevar por sus sentimientos, aún quedaba tanto que hacer, tanto que planear. Esperanzada, ansiaba que los tratados de paz con todas las tierras resultarán bien.
Los sirvientes y los soldados fueron aumentados en todos lados. Astria, por primera vez, tuvo a sirvientes que le traían cosas y se quedaban con ella en Lomas. Se sintió extraña, pero, aun así, volvía a sentirse sola.
Cuando llegó el día de la penúltima reunión, le fue avisada que sería una reunión pacífica y relajada, así que podría estar presente junto a la ex reina.
Se vistió con un vestido amarillo cuando un sirviente llegó con una caja. Catherine, que había llegado hace poco a esperarla para ir juntas, la miró con picardía.
—Princesa Astria, el rey Hans desea que se ponga esto— dijo el sirviente entrando y dejando la caja en la cama. Astria se sentó en el borde de ella y tomó en sus manos la caja.
—¿Qué es? —preguntó Catherine en voz baja mientras miraba con curiosidad.
Astria solo le regaló una sonrisa. Encima de la caja venían dos rosas con un color vivido y resplandeciente. Abrió lentamente la caja, descubriendo así lo que contenía su interior. Venía un hermoso vestido celeste con una ceda de color plata. Seguramente Hans quería demostrar su dominio y autoridad incluso hacia su hermana. Astria rápidamente se imaginó que Hans se presentaría con el mismo color de vestimenta. Era lamentable ya que la intención de provocar a uno de los invitados, era esta. Sin duda el almuerzo no sería acogedor.
Astria se giró dándole la espalda a Catherine. La mujer rápidamente sacó el vestido y lo puso en la cama para poder analizarlo de mejor manera. Por otro lado, Astria intentó ignorar el regalo, alzó la mirada a su velador y entre unos libros había un pequeño papelito doblado.
"¿Estás bien? Lamento, no poder verte, no te olvides de alimentarte bien"
Astria lo leyó y lo escondió rápidamente en su ropa ¿En qué momento Burak había entrado a su habitación a dejar la nota o habrá sido Gina? Disimuladamente, mirando hacia atrás, se aseguró de que Catherine no la haya visto y lo volvió a leer. Se dio cuenta de que jamás había visto la letra de Burak, era hermosa y un tanto curva, sin duda era una sutil nota que él había enviado.
—¿Qué pasa? —preguntó Catherine.
Consiente que Catherine la estaba observando, trató de disimular su sonrisa y su emoción, pero fue demasiado tarde.
—Debes cambiarte, creo que tú también entiendes que significa esto —dijo Catherine haciendo evidente que el almuerzo no sería para nada agradable.
—Sí, no quiero tener problemas —dijo poniéndose de pie y desatando los amarres de su vestido amarillo—. ¿Cuándo será el día? —preguntó Astria refiriéndose a los planes que tenían con el pequeño.
—Después de los tratados de paz. Mi pequeño se hace más grande y pronto la gente sospechará.
—¿Tu familia...?
—Tienen todo listo, esperan nuestro aviso. La poción se venderá la otra semana, está vez iré yo. —Astria respiró aliviada de escuchar lo último. Después de su experiencia, odiaría volver a tener que arriesgarse para obtener nuevamente la posición.
Cuando llegó la hora del almuerzo, la gente se reunió en la entrada, Edgar, Mery junto con Burak se quedaron conversando mientras esperaban que uno de los sirvientes, avisara que podían ir al jardín trasero donde se llevaría a cabo el almuerzo.
—¿Cuándo la presentarás? —preguntó Mery.
—Ustedes son igual a mi madre, asumen todo muy rápidamente.
—Relájate Burak—dijo Mery.
—Al menos te has comportado estos días. Pensé que perderías la cordura el primer día —se burló en rey Elfo.
—No hables estupideces —dijo Burak posando su mano derecha en el hombro de este. Edgar no tardó en hacer lo mismo.
—Compórtense los dos, parecen niños —dijo Mery con una sonrisa burlona—. Ella es hermosa, agregó mientras miraba hacia un lado.
Detrás de ellos, Astria y Catherine aparecieron de las escaleras. Burak no tardó un segundo en llevar sus ojos a la mujer de cabellera rojiza. Mery lo miró disimuladamente, el interés del rey de Átkozott era evidente.
Unos segundos pasaron hasta que la gente comenzó a moverse, la cena era en parejas, así que cada rey fue con su reina hacia el jardín.
—Tus ojos brillan —le susurró Mery. Burak bajó su mirada a ella levantando solo una de sus cejas y soltó una pequeña risa.
Era absurdo para él todas las cosas que sentía, cada vez que podía ver a su dama Blanca. Por mucho tiempo estuvo ignorando los deseos de su propio reino de desposarlo con alguna mujer, la idea era ridícula e innecesaria. Él creía que podía gobernar solo y que tarde o temprano conocería a aquella mujer, obviamente comprendía el peligro de su propia sangre, por lo tanto, si no consideraba a la mujer que desposaría como su pareja de vida, eso podía volverse peligroso. Pensando en su reino, no cualquier mujer podía cargar con su semilla y eso también incluía a Astria, claro que todo se le olvidaba cuando la tenía al frente.
Burak al verla dio unos pasos hacia ella, pero un hombre de armadura reluciente se le interpuso primero.
—Oh, qué pena, le quitaron el hueso al cachorro —dijo Edgar burlándose.
—Mi rey no sea irrespetuoso, hay momentos para las bromas —lo retó Mery. Burak no dijo nada, apretó su mandíbula mientras intercambio mirada con Astria.
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—Te ves hermosa —dijo Omar acercándose a Astria—. Reina Catherine usted también se ve radiante.
—¿A qué debemos su espera? —dijo Astria viendo que todos se movían.
—Como el almuerzo será pacífico pensé que sería bueno que fueras en compañía para que no fueras con otros. Hay animales salvajes rondando por el castillo y bestias aterradoras también —dijo refiriéndose a Burak y a los Elfos. Omar les tenía un especial odio a ellos, y no se esforzaba para que eso no se notará. Creía que la sangre más pura de los humanos sobresalía ante las demás especies.
Astria miró disimuladamente a Burak, que esperaba un poco más atrás, sus hermosos orbes dorados eran iluminados directamente con el sol haciendo que estos brillarán con hermosura. Un solo guiño hizo que Astria aceptará el brazo de Omar y saliera de allí con otro escolta. Las palabras del General no le afectaron. Eran pocos los solteros o los que iban de a uno, pero Burak no tenía problema con eso.
—Puede acompañarme si no quiere ir solo —dijo Catherine al verle como sus ojos se habían ido detrás de Astria.
—No tengo problemas de ir solo.
—Seguramente no, pero yo no tengo pareja y sería un gusto que me acompañara.
—No juegues sucio reina Catherine —dijo mirándola. Ella solo asintió con la mirada temerosa mientras él se acercó a ella. A pesar de que había sido ella quien le pidió aquello, Burak era un Átkozott.
No dejaba de ser intimidante, pero en cuando tomó su antebrazo y comenzó a caminar a su lado, sintió lo que Astria le había dicho, se sintió segura. Trató de pensar positivamente dejando de lado que el hombre que la llevaba era sumamente peligroso y en vez de eso, intentó pensar que solo era un rey cualquiera.
—Lamento que Astria no pueda volver a tu tierra.
—No lo lamentas, si no dejarías que ella se preocupara más de sí misma que de otras personas —dijo fríamente, pero luego ablandó su habla—. Pero entiendo por qué lo haces y eso cualquiera lo haría.
—Mi rey yo...
—Estás tomando mucho riesgo, pero me apiadó de ti, ¿creías que tu vida terminaría siendo de esta forma, después de haber sido la reina?
—Tú hiciste esto.
—No, fue tu propio rey.
—No discutiré contigo.
—Tampoco es mi intención —resoplo él, mientras siguieron a la pareja de adelante, hacia el lugar donde sería el almuerzo.
—¿Qué quieres realmente con Astria?, ¿la amas o solo estás jugando con ella? Astria no es una mujer cualquiera o una cortesana para pasar el rato.
—¿Una prostituta?, ¿eso es lo que me estás diciendo? —dijo deteniéndose y mirándola de frente.
—Puedes tener a cualquier mujer que te plazca, incluso a mí, pero Astria es muy inocente. Eres un hombre respetado, debo suponer que también debes tener necesidades especiales y no con cualquier mujer.
—Tienes razón, pero no sabes nada de mi gente.
—¿A qué te refieres? —dijo ella tratando de mirarle a los ojos.
—Cuando un Átkozott encuentra a su pareja, no hay otro que pueda llenar ese espacio.
Burak poco a poco había comenzado a asumir aquello. Le había costado en un principio, pero ahora, él deseaba que Astria sea la pareja que siempre estuvo esperando. Poder honrarla, mirarla, amarla solo a ella y deseaba enormemente que pudiera ser su reina.
Catherine, al escucharlo, se quedó muda, mientras pensaba en sus palabras. No sabía que los Átkozott tenían solo una pareja y eso la asombró cautivándola enormemente. En los libros describían que no respetaban los matrimonios, que tomaban a cualquier mujer que se le presentará adelante y se compartían también sus parejas. Era extraño que todo lo que Burak decía no concordaba con lo que sabía de ellos.
Pensó también en el día del ataque, habían llevado a mujeres del castillo para violarlas, pero entonces una vez más no concordaba con lo que el rey decía. Catherine decidió no darles más vueltas al asunto y prefirió no creer en su palabra.
—¿Astria es tu pareja? —preguntó ella, pero habían llegado a la mesa donde todos se estaban ubicando. Burak le sonrió un poco, la dejó sola mientras vio a Edgar y Mery ya sentados en la mesa.
Astria se había sentado junto a Omar y Burak no dudó ni un segundo en observar el puesto vacío al otro lado de ella. Llegó justo para agarrar el respaldar, antes que el rey de las montañas también tomara de la silla.
—Búscate otra —le dijo el otro rey.
—No me moveré de aquí —dijo Burak con total calma mientras el rey de las montañas comenzaba a molestarse. Edgar hizo sonar su garganta para que ambos lo mirarán y en cuanto lo hicieron, formó una sonrisa de oreja a oreja, achicando sus ojos al mismo tiempo que con su dedo índice mostró el espacio vacío a su lado.
—Siempre haciendo escándalos —refunfuñó el rey de las montañas mientras negaba con la cabeza y se iba, hacia el puesto vacío que Edgar le señaló
—Cambia esa cara —dijo Burak echando el asiento hacia atrás y sentándose satisfecho. Edgar volvió a sonreír de forma aterradora con su boca, llegando casi a los oídos y achicando los ojos.
Astria movió rápidamente su mirada, los bellos de sus brazos rápidamente se incrustaron en su piel con uno frío hielo que heló sus pies y no fue la única, salvo Burak que estaba acostumbrado a los Elfos.
—¿Querida quieres que cambie de asiento contigo? —preguntó Omar con voz alta.
—No hace falta, estoy bien, gracias —contestó ella.
Omar volvió a mirar a Burak de forma intimidante mientras apoyaba su brazo en el respaldar de la silla de Astria. Astria, encerrada por dos hombres y con dos elfos al frente, trató de mantenerse calmada, mientras miraba sus manos apoyadas en sus piernas. Ella sabía perfectamente que Burak no tenía paciencia, pero hasta el día de hoy la paciencia de él había aumentado estando a su lado. Solo rezaba para que ninguno de los dos les diera rienda suelta a sus intimidaciones.
Burak ni siquiera volteó a mirarla, mantuvo su compostura, aunque su corazón ya latía por voltear a verla. Edgar se mantuvo con una sonrisa mirándolos a ambos, descifrando cada movimiento de los dos. A medida que pasaron los minutos, la mesa se fue llenando hasta que llegó Hans, para sentarse en la cabecera de la mesa. Con toda la relajación del mundo llegó más tarde de lo que se había anunciado, al ver a Astria, rápidamente soltó en tono simpático.
—Astria, Catherine, siéntense a mi lado —dijo sonriendo mientras sus dos consejeros salían de sus puestos.
Burak se echó en la silla mientras observaba a Hans, Edgar borró su sonrisa y seriamente maldijo en voz baja al rey de Lomas, Mery no dijo nada. Las dos mujeres hicieron caso sin reproche y sin decir una sola palabra.
Hans estaba vestido con el mismo color de vestimenta de Astria, el cual hacía ver a todos como si fueran una real pareja. Mery no sacó los ojos de Burak, pero este se mostró completamente relajado.
Edgar y Burak se veían como gigantes sentados en sus asientos. La silla parecía pequeña en comparación a los demás que estaban sentados en ellas, sus grandes contexturas empequeñecían a todos. Los brazos largos de la pareja de Elfos sobresalían por debajo de la mesa cada vez que las contraían.
—Espero que todos estén cómodos —dijo Hans soltando una leve sonrisa.
Astria quedó sentada casi al frente de Burak y lo observó unos segundos. Estaba tranquilamente observando a Hans, pero en sus ojos tenía una pequeña luz incendiándose. A pesar de que se veía tranquilo, incluso su respirar, y su postura, la atmosfera a su alrededor era pesada.
Sumándole también el malestar de Mery y Edgar, todo el ambiente se volvió sombrío a medida que el almuerzo comenzaba. Las indirectas pronto se escucharon, comenzó una pequeña lucha entre los Elfos junto con Átkozott y los reinos humanos.
De repente, mientras todos escuchaban a Hans, la mesa fue golpeada y los servicios que estaban sobre ella sonaron fuertemente. Los ojos de Burak se entrecerraron y observaron a Edgar que volvía a sonreír mirándole. Le había dado una patada por debajo de la mesa y no había calculado bien que golpeo una de las patas de esta. Mery solo le pegó una mirada y su propio rey se hizo diminuto.
—Lo lamento, tengo piernas largas —se excusó el rey Edgar sin dejar de mirar a Burak.
Él no pareció cambiar de humor, pero entendió lo que su amigo le decía "cálmate"
Los sirvientes pronto comenzaron a servir las comidas. Ambos sirvientes de Lomas, que fueron asignados para servirles a ambos, se estremecieron cada vez que debían acercarse a ellos. Sus rostros pálidos y sudorosos fueron evidentes para mostrar su nerviosismo de servirles a estos dos hombres peligrosos.
Hans y sus consejeros dirigieron toda la charla del primer plato. De vez en cuando Omar también metía su opinión, pero Burak y Edgar se mantuvieron inactivos y solo contestaban preguntas certeras.
Era un hermoso día, con un calor acogedor, los sirvientes estaban en cada esquina sosteniendo un entrelazado de madera que cubría la mesa y así entregar cierta sombra.
Astria comió lentamente el primer plato, sentía la comida amarga y le costaba saborearla. No era por no tener apetito, sino porque el ambiente que había, estaba demasiado tenso. Omar aún seguía tirando comentarios ofensivos a los Átkozott y Edgar respondía con poca simpatía. Hans disfrutó el ambiente poco amigable, una lucha interna se formó rápidamente entre los cuatro.
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