Capítulo 30: Autocontrol
Todos en el salón, estaban hablando en grupos, la tensión que había estado presente en un principio ahora ya no estaba, pero Hans no controlaba sus impulsos sin importar quien tenía al frente.
De repente, en medio de todo, se escuchó su voz fuerte, llena de ira, Hans había estallado en cólera, por el simple hecho de que Astria se tropezó y derramó una copa de vino, en la ropa de su hermano.
Luego de gritarle fuerte a su hermana, alzó su brazo y detuvo a los sirvientes que se acercaban para limpiar los rastros de vidrio.
-Recógelo -le ordenó observándola con seriedad.
La gente quedó observando la escena, al otro lado del salón, los Átkozott, rápidamente se sintieron ofendidos, que su dama fuera tratada de esa manera. Hans hizo una seña y todos siguieron conversando, como si nada hubiera pasado, lo que desconcertó aún más a todos quienes le tenían un respeto inmensurable.
-Tranquilo -dijo Burak acercándose a Cedric.
-Es tu mujer, ¿por qué dejas que la traten de esa manera? -preguntó Cedric que gruño en silencio. No fue el único.
-Porque no es el momento. -Burak se notaba tranquilo, pero no lo estaba, su instinto asesino estaba al límite y trataba de que no se le fuera de las manos.
Observando como Astria, recogía cada pedazo de vidrio delante de todos, notó que estaba apretando fuertemente la mandíbula y parpadeaba con rapidez. Luego que lo hiciera, Hans agarró a Astria de la muñeca y la llevó fuera a tirones.
-Burak, yo que tú... -dijo Cedric dándose la vuelta, pero su hermano ya no estaba. Miró a su alrededor buscándolo entre la multitud, pero Burak desapareció.
Hans llevó a Astria bruscamente hacia afuera, jalándola en forma brusca y haciéndole arder la muñeca que estaba firmemente agarrada.
-Majestad, lo siento -dijo ella mientras caminaba.
Su hermano no dijo nada hasta que llegaron a la puerta de la habitación de él y bruscamente la tiró dentro, para luego cerrar la puerta con fuerza. Los pedazos de vidrios salieron volando por el suelo. Su mano, ya estaba sangrando, por lo tensa que se ponía, cada vez que hacía algo malo delante de su hermano y sin darse cuenta, había apretado los vidrios rotos rompiéndose la piel.
-Eres tan malditamente inepta -dijo acercándose a ella y levantándola del suelo para zamarrearla.
-Lo siento mi rey -dijo ella al punto de las lágrimas.
-¿De qué me sirves ah? Todo lo haces mal. Mi padre tenía razón debería venderte -dijo caminando furiosamente por su habitación.
-Señor aquí su ropa, le ayudaré a desvestirse -dijo una sirvienta acercándose.
-No, ella lo hará, puedes irte -dijo mirando a Astria. Ella entendió lo que su hermano le estaba pidiendo y avergonzada se acercó a él con la cabeza mirando el suelo.
Hans abrió sus brazos y la quedó mirando con seriedad mientras ella comenzó a desabrochar su traje que estaba empapado. Botón por botón hasta sacarle completamente la chaquetilla.
-Continúa -dijo mientras ella le desabrochó también la blusa.
La piel blanquecina de Hans, rápidamente salió a la luz, cuando Astria le saco la blusa. Hans era más delgado, pero también tenía buen cuerpo, claro que para ella verlo así le incomodó de gran manera.
-Te olvidas de algo -dijo cuando vio que Astria había tomado la nueva blusa.
-¿Su-su pantalón también está mojado?
-¿Tú qué crees?
Astria, no pudo evitar pensar que todo esto, era solo para humillarla y cada vez que Hans hacia esto con ella, ella pensaba en Átkozott y en especial el trato que le daba Burak y sus damas.
Astria le desabrochó lentamente el cinturón a su hermano. Hans, sin decirle nada, la observó con una mirada de superioridad, mientras ella lo terminaba de desvestir.
-Sácalo también. -Le volvió a ordenar cuando ella dudó en quitarle también la prenda inferior.
-Mi Rey, por favor -dijo ella.
-No lo volveré a repetir, estúpida
Astria no aguanto más las lágrimas y mientras lloraba en silencio, desnudó a su hermano mientras él seguía mirándola. No quería verle, así que observó a otro lado mientras lo hacía. En cuanto se agachó un poco, sintió el aliento de él en su cuello. Hans hizo que Astria se paralizara, se acercó lentamente a su cuello y la olfateo de cerca, tan cerca como para sentir su calor en su piel.
-¿Te gusta? -dijo él agarrando su mano y llevándola a su miembro erecto-. ¿Átkozott también la tienen así?
-Majestad, por favor, no haga esto -dijo ella tratando de apartarse, pero él no la soltó.
-¿Somos realmente hermanos? -dijo él agarrándola de la cintura y apretándola contra él.
-Hans te lo suplico, no hagas esto -le dijo entre lágrimas, pero su hermano no le hizo caso y en vez de eso, estímulo más su miembro sin soltar las manos de ella-. Hans ¡No! -Astria soltó su agarre y con fuerza, lo empujó atrás, justo para recibir una cachetada de él que la tiró al suelo.
-Jamás vuelvas a desobedecerme -dijo subiéndose encima de ella.
En comparación a Burak, la piel de Hans la inquieto, le produjo náuseas y mucho asco. No soportó la idea de sentir su calor corporal. Hans no la dejo tranquila, le besó el cuello y le manoseo los senos a través de la ropa.
-Vuelve, a comportarte así, como lo has hecho y créeme que está ropa que tienes, no me detendrá -agregó entre dientes mientras le agarraba fuertemente de las mejillas-. No eres nada para mí -Hans no salió de encima, se frotó con ella mientras le hablaba-. Ni siquiera compartimos sangre y solo por el respeto a mi padre te dejaré ir -dijo deteniéndose.
Astria lo escuchó y no dudo en alejarse de él con rapidez, agarró su ropa con las manos y corrió a la puerta.
-¡Recuérdalo maldita perra!
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Catherine le pasó el niño a una de sus damas de confianza y juntas, salieron a buscar a Astria. Debía ser cautelosa, ya que no quería hacer más problemas que molestara a Hans.
Justo cuando doblo por el corredor, vio a Astria salir corriendo de la habilitación de Hans y pensó lo peor. Tenía su vestidura manchada con sangre y creyó rápidamente que Hans le había quitado su pureza.
La siguió sin decir nada, quería estar lo suficientemente cerca de ella, para no alertar a nadie y poder llamarla. Y en cuanto la vio más de cerca, se sorprendió por lo que encontró. Astria se detuvo agitada y había dejado de llorar mirando al frente hacia la oscuridad. Luego una voz temible para Catherine se hizo presente.
-Solo pídemelo -dijo la voz de Burak. Astria negó con su cabeza mientras volvió a llorar.
-No puedo -dijo llevando sus manos a su cara.
Catherine, escondida en la esquina, observó a Astria, pero no podía ver al rey, aunque no tardó en ver dos orbes dorados en la oscuridad. Estaba agachado y en cuando Astria se largó a llorar, él se levantó y lentamente salió a la luz.
Tenía unos ojos terribles, con la vena en su frente asomándose y su respirar completamente agitado.
Catherine estaba asustada, no confiaba en ese hombre y sentía que Astria estaba en peligro, pero cuando se dispuso a interrumpir e intentar salvarla. Astria dio unos pasos hacia Burak y lo abrazó con fuerza enterrando su rostro en su pecho.
Perpleja por lo que estaba observando, no se movió, los observó como Burak, el terrible rey de los Átkozott, se fue calmando mientras la abrazaba y le hacía cariño en el pelo a su pequeña amiga. Era una faceta, que jamás imaginaria ver de una bestia como él y se preguntó, si realmente los humanos con sangre de animales eran tan malos como lo habían descrito.
-Astria -le llamó.
-Lo siento, sé que me vas a decir, pero no puedo.
-Tranquila -Burak hizo un espacio entre ella y él para poder tomar su mano derecha y la observó.
Sin decirle nada y con una mirada bastante pacífica rasgo una tira de su vestimenta y comenzó a vendarle la mano mientras se hincaba un poco. Un rey casi de rodillas frente a una mujer, la escena dejó sin palabras a Catherine.
-¿Te duele? -pronunció mientras sus ojos se concentraban en su mano.
Astria lo observó, mientras sus lágrimas aún corrían. Burak era bueno con ella, se preocupa y la cuidaba, no merecía que ella rechazará su ayuda. Quería gritarle que la sacará de ahí, que la llevara lejos y estuvo a punto de hacerlo, pero mordió su lengua mientras lo observaba.
Se dio cuenta, que Burak, cuando se concentraba, apretaba un poco los labios y fruncía un poco el ceño. Mirarlo desde una altura más superior, le dieron ganas de tocar su cabello. Podía verle el cuello, donde su pelo comenzaba lentamente a crecer, su oreja y como su ropa se abría un poco, mostrando la parte superior de sus pectorales.
Hans jamás la haría sentir como Burak lo hacía. Cuando Burak terminó de amarrar la tela, levantó la mirada y la observó desde esa altura.
-¿Qué? -le dijo al mismo tiempo que le regalaba una leve sonrisa.
Astria, sin pensarlo mucho, se inclinó acercándose con rapidez y tomando su rostro, le besó la mejilla.
-Gracias -dijo al separarse y caminó hacia el corredor.
Burak, sorprendido por su acto, no la dejo irse con facilidad. Se puso de pie y con su brazo la detuvo rodeando su cintura y la atrajo a él. La espalda de Astria quedó apegada a su pectoral. Burak la abrazo desde atrás y apoyó su rostro en su hombro derecho.
-¿Te he dicho que me estás volviendo loco?
-Burak.
-Sé que no puedes acompañarme, tienes tus propios asuntos y no me interpondré, pero escúchame una cosa -dijo mientras le besó la mejilla y el cuello-. No voy a volver a quedarme tranquilo mientras te lastiman.
Astria solo asintió con la cabeza, era solo por ella que Burak no había interferido y entre la ira observó todo sintiendo impotente por no entrar. Claro que estuvo a punto de hacerlo y volver a cometer un crimen tan grande como matar a un rey.
-Dame un tiempo, por mientras, puedes buscar algún puesto para poder ayudarte en Átkozott cuando vuelva -dijo ella mientras trataba de sonreír.
-Yo ya tengo un puesto perfecto para ti.
-¿Sí?, ¿qué es? -volvió a sonreír mientras se apoyaba más cerca de él-. ¿Seré tu administradora? Puedo ayudarte a ordenar tu biblioteca, me gusta leer. -Sus lágrimas se detuvieron y respirando con tranquilidad se fue calmando, mientras limpiaba sus mejillas.
-Lo sé perfectamente, pero no es ese tipo de puesto que te tengo. Hay una vacante.
-¿Para qué cosa? -dijo ella levantando su rostro y mirándolo sobre su hombro. Las pupilas doradas rápidamente se juntaron con la mirada celeste de Astria.
-Reina -le susurró. Astria se sorprendió por lo dicho y trató de decir algo, pero Burak la silencio-. No hace falta que digas nada ahora, queda bastante tiempo para aquello -agregó dándole un beso lentamente.
Astria quedó plasmada por la proposición que le hizo Burak, no esperaba que él dijera aquello después de lo que pasó con Hans. Burak lentamente la soltó y al mismo tiempo que lo hizo el sonido de un bebé sonó haciendo eco por el pasillo.
-Tenemos audiencia -dijo él caminando un poco hacia una pared y apoyando su espalda en ella. Astria lo miró sin entender y miró al pasillo donde los ojos de Burak se había posado.
Lentamente, apareció Catherine mirándolos asombrada.
-¿Es... estás bien? -dijo al verla.
-Sí, no es nada.
-Lamento lo que sucedió, creí que Hans...
-No, no pasó nada. Me corté la mano con el vidrio.
-Me alegra escucharte.
-Catherine -dijo Astria poniéndose más seria-. ¿Cuánto tiempo has estado allí escondida?
-Lo suficiente -contestó Burak mientras cruzaba sus brazos en su pecho.
Astria sintió miedo. La idea era que nadie supiera que Burak y ella habían tenido algo y que aún sentían cosas por el otro. Para todos eso sería una abominación y no quería que Hans se enterará de rumores, que pondrían en peligro su propia vida.
-Catherine puedo explicarlo -dijo ella mientras agarraba sus manos nerviosas.
-Astria -dijo Burak caminando hacia ella. Al estar a su alcance la tomó con fuerza y la volvió a besar delante de Catherine. Astria se opuso con rapidez, con el miedo en su piel tratando de empujarlo, pero Burak no se movió ni un solo centímetro. Luego de besarla, se incorporó y miró a la otra mujer-. reina Catherine -Burak se acercó a ella y respiró profundamente en dirección a la mujer que traía a su "hija" posando sus orbes dorados en la criatura-. El aroma de una mujer es muy distinto al de un hombre y eso, incluye también a los niños -agregó volviendo a mirarla.
Tres segundos tardó Astria, en entender lo que dijo Burak, mirando su espalda, marcharse con toda la tranquilidad, se llenó de miedo. Catherine sintió lo mismo.
Un mensaje claro, si Catherine difundía lo que había visto entre Burak y Astria, entonces Burak hablaría del niño que tenía. Una advertencia que hizo para que Catherine supiera que estaban a mano. La sola cara de Astria desechó la idea de que había sido ella, la que difundió el sexo del pequeño.
-Astria, solo dime qué confías en él.
-Lo hago Catherine.
-¿Qué tanto conoces a ese animal?
-Catherine -dijo Astria bajando la cabeza-. Burak no es un animal, Hans lo es.
-Después de lo que vi, puede que tengas razón, ¿Burak siempre te ha tratado de ese modo?
-No, al principio era frío, igual que todos, pero él me ha cuidado.
-Volviste, gracias a él cuando fue la subasta, ¿no?
-Sí, Catherine, lamento haberte mentido, pero créeme que no lo había involucrado.
-Debes preguntarle sobre los frascos.
-Sí, confía en mí.
-Te creo. Vamos Astria, volvamos, para que no tengamos problemas. Debes cambiarte esa ropa.
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