Capítulo 26: Al aire libre
Astria dejó su cuerpo a merced del rey, no había fuerzas así que sintió como su cuerpo se caía en sus brazos. Él la sujetó con mejor agarre y salieron al exterior.
—Astria —dijo él—. ¿Recuerdas lo que hice en luna llena?
Ella si lo escuchó, pero no pudo contestarle, solo atinó a apretar con sus manos el borde de su ropa. Escuchaba todos los ruidos de afuera, pero era como si aún estuviera en un sueño, inconsciente. Los gritos, todo el escándalo eran suaves y no le dio mayor importancia. No podía asimilarlo, su calor aún seguía consumiéndola.
—Por-por favor Burak, ayúdame. —Estaba asustada, no entendía lo que le pasaba y tampoco podía tener su mente clara. Pensamientos iban y venían que la hacían olvidar la importante situación.
Se aferró a él, era la única persona que conocía y que sabía que podía cuidarla. En brazos del rey no había nada que podía pasarle. La parte inferior de su cuerpo se sintió entumecida y un fuerte ardor comenzó a propagarse en su vientre bajo. Inconscientemente, pasó su mano por sí misma y soltó un leve gemido, enterrando su rostro en la ropa de Burak.
—Tranquila, no puedo ayudarte aquí —dijo mientras le dio un beso en la frente.
Astria, por fin, comprendió la droga que estaba en su cuerpo. Entumecida y temblando, su cuerpo pedía a gritos una liberación. Las sensaciones de cosquillas eran persistentes y le desesperaba no poder deshacerse de ellas.
Los hombres la habían drogado para aprovecharse de la incapacidad de estar consciente y ella, ingenuamente, bebió de la copa de vino, que le trajo la mujer.
—No, no puedo más —dijo agitada. Su mano agarró el cuello de Burak e intentó mírale los ojos, pero él sonriéndole le volvió a besar la frente.
—Hacerlo aquí será un escándalo de proporciones mayores —rio él.
—Solo-solo hazlo. —Él la escuchó y volvió a reír. Era capaz de hacerlo allí mismo, pero por respeto a ella no lo haría. Apuró más el paso y pronto, el sonido se extinguió.
El entorno pronto comenzó a cambiar, de un momento a otro, estaban dentro del edificio y ahora la noche estrellada estaba sobre ellos. Ella cada vez que abría y cerraba los ojos, el paisaje iba cambiando, el sonido se terminó completamente, ni siquiera los insectos hacían ruido, solo uno que otra ave nocturna a lo lejos.
Burak se dio cuenta, que Astria, había consumido bastante de la posición, generalmente era él quien siempre tenía el cuerpo más caliente que ella, pero esta vez, la temperatura de su piel blanquecina, se elevó por los cielos.
Pronto, un rico aroma a flores hizo que Astria respirara profundamente y abriera sus ojos.
—¿Dónde...?
—Lejos, ¿te gustan estas flores? Huelen bien ¿No? —Burak sacó lentamente su capa y la tiró al suelo. Luego, puso delicadamente a Astria sobre ella.
—Son hermosas —susurró ella. Eran Prímulas, flores de muchísimos colores, forrando el bello paisaje y entregando un aroma afrutado. Había árboles a lo lejos, pero, todo se veía como un gran terreno floreado. Por alguna razón, la palabra hermosa, hizo que Astria se sintiera aún más caliente.
—Sí, hubiera sabido de esto, hubiera disfrutado más encargarme de esos hombres —gruño él.
Mientras se sacaba la ropa de arriba manchada en sangre, quedando solo con una polera de color marrón, Astria lo observó inquieta.
—Lo siento, siento obligarte a esto.
—¿Obligarme? —Una risa interna salió rápidamente de él, mientras se hincaba frente a ella—. Será todo un placer.
Astria sintió que con solo su voz casi llega al clímax, su cuerpo deseoso de ser tocada, estaba al borde del colapso. Ni siquiera le dio la importancia del lugar donde estaban y que estarían a punto de tener relaciones al aire libre
"¿Y si alguien pasará y los viera?"
—Cualquiera que pase y desee echar un ojo, pues deseará no haberlo hecho.
Astria, se sorprendió de que Burak le había leído los pensamientos, pero no tardó en darse cuenta, que realmente, lo peor que podía pasar no era que la pillaran en el acto, sino que con un Átkozott tan importante como un el propio rey. Dioses, no quería acabar tan adolorida y con la mordida ardiente en su cuello como la otra vez.
—Hey —dijo él apoyando su cuerpo encima de ella—. ¿Sabes que estás hablando todo lo que piensas?
—¿Qué? —dijo ella sorprendida, sus mejillas por el calor ya estaban rosadas y ya no podían ponerse más rojas.
—Te trataré delicadamente —dijo mientras beso su cuello. Sus caderas rápidamente se movieron por si solas, tratando de sentirlo a través del pantalón del hombre.
—Solo hazlo, pero-pero no uses tus dientes.
—Lo intentaré —dijo él mientras se arrodilló y comenzó a levantar el vestido de ella.
La fría brisa llegó a su piel y las manos grandes de Burak subieron por sus muslos hasta su cintura, sacando lentamente su ropa interior. Astria se tensó al sentir su calor corporal. Sabía, perfectamente, que le dolería igual que la otra vez, pero sin pensar en el dolor estaba más cerca de buscar el placer que concentrarse en eso.
Ansiosa y con el sentimiento de cosquilleos constantes en su entrepierna, comenzó a desesperarse de la lentitud de Burak. Él rápidamente le regaló una sonrisa al escuchar nuevamente sus pensamientos en voz alta.
Instintivamente, Astria abrió sus piernas dejándole claro su invitación y tragó un poco de saliva. Dejó caer su cabeza al pasto, mientras miraba el cielo estrellado.
—Brillas hermosamente —susurró él, antes de besarle los muslos lentamente.
Enterrándose dentro de ella y cubriéndose con el borde del vestido, llegó suavemente a su flor. Astria pegó un gemido fuerte al sentirlo, miró debajo de ella, pero solo su vestido tapaba al gran hombre. Se sintió sola calmando su placer.
—Me siento tan extraña —dijo mientras soltó el aire en sus pulmones. Burak se apartó lentamente y mientras ella observaba sobre su vestido, sus hermosos ojos profundos la observaron apareciendo entre sus vestiduras.
—¿Qué es lo extraño? —dijo mirándola con determinación mientras con sus dedos la volvió a tocar.
—Ah... —Soltó otro gemido mientras la vergüenza la invadía—. Todo está muy-muy sensible.
—No está mal, pero aún no estás lista —dijo agarrando su cintura y acercándola más a él—. Déjame hacerte sentir bien.
Burak volvió a enterrar su cabeza entre los muslos de ella, mientas Astria se aferraba al pasto, la lengua dura y húmeda de él, agarró su botón palpitante. Se estremeció y se sacudió tratando de que su placer aumentará, sus caderas se querían mover como lo había hecho recién, pero Burak la sostuvo con firmeza. El calor no se disolvía, siguió en aumento despertando solo un deseo de ella. Que Burak la penetrara con fuerza.
Olvidó realmente con quién estaba, su mente pensaba en solo una cosa y era incapaz de darse cuenta del animal que tenía entre sus piernas.
Burak, pronto introdujo su dedo en ella sin dejar de succionarla y lamerla. Sonidos pegajosos y jugosos sonaron por el lugar y Astria, no puso nada de oposición. Los dedos de él se movieron cortos y precisos, desbordando más la cueva de ella.
Astria, respirando cada vez más agitada, sintió como todo comenzaba a fluir y agrandarse. Volvió a repetir el nombre de aquel animal para luego recibir una liberación. Su espalda se encorvó y su cabeza se inclinó hacia atrás mientras él no la dejo. El clímax fue fuerte y bastante largo nublándole incluso la visión, ese sentimiento la invadió completamente y no desapareció, se aferró a ella salvajemente mientras su cueva volvía a esparcir jugos.
Mientras aún intentaba volver a la realidad, sintió, la correa del pantalón de Burak sonar como un chillido. Tratando de tomar el control de su cuerpo, levantó su mirada solo para posar sus ojos en el hombre que firmemente agarraba lo que se había sacado de sus pantalones.
—Es-espera. —No estaba dentro de sus cabales, pero eso, no le impidió saber, que una vez más, esa cosa era más grande, de lo que había visto la última vez. Temerosa, sintió que una vez más el hombre la destrozaría.
Los dedos de Burak, se frotaron una vez más con sus pétalos, al mismo tiempo, que la cabeza de su animal se posó en la entrada de ella.
—Es-es muy grande —dijo ella tartamudeando— No va a entrar.
—Astria ¿Con quién perdiste tu virtud? —Sonrió mientras sus ojos amarillos la seguían desnudando. Burak no esperó ni un segundo y se introdujo dentro de ella. A diferencia de la primera vez, su miembro entró con rapidez. Ella estaba lo suficientemente húmeda y dilatada para que su cosa monstruosa entrará sin problemas, pero aun así ella sintió que era llenada completamente por él.
Burak, puso sus manos en la vestimenta de ella y Astria, adivinando lo que iba a hacer, lo detuvo.
—No, no lo rompas. Yo lo abriré.
—Bien —dijo y siguió moviendo sus caderas adelante y atrás.
—Burak —resopló ella. No podía coordinar sus manos, para abrir los botones de su vestido, al mismo tiempo que era penetrada por él—. Espera, solo espera.
—Lo estás haciendo con un animal, no me pidas que tenga más paciencia.
—Solo espera un poco —resopló agitada.
—Tienes veinte segundos. —Astria intentó concentrarse, aunque el miembro de Burak le daba espasmos por dentro, él simplemente la miraba con ojos deseosos de su carne, quieto y sin moverse.
Con sus manos temblando soltó los primeros tres, pero aún le faltaban casi seis cuando Burak lentamente volvió a mover sus caderas.
—No, no han pasado veinte —dijo ella reprochándole, mientras él, volvía a producirle sonidos mojados.
—Eres tú la drogada. —Se burló empalándola fuertemente. Astria dejó escapar un gemido, lo que provocó que Burak, en vez de detenerse, siguió embistiéndola con más fuerza.
Sus senos se asomaban levemente por la mínima apertura que había logrado hacer. Burak se despojó de su polera mostrando sus atributos varoniles y se acercó más a ella. A pesar de lo que había dicho Astria, él prefirió ignorarla y le abrió la vestimenta con fuerza. Los botones, finamente bordados, saltaron en el aire derramándose por el pasto. Ella frunció el ceño al mirarlo, pero él le besó el pecho provocando que ella volviera a estremecerse.
Agarrándole firmemente la cadera, el ritmo que la penetrara comenzó a ser más rápido y constante. El cuerpo de Burak, al entrar en contacto con la piel delicada de Astria, volvía a despertar el deseo de ambos.
Astria, no tardó en volver a llegar al clímax, apretando firmemente los glúteos, atrapó con más fuerza el miembro del hombre, lo que volvió a avivar su fuego.
Burak, sin dejar que ella se recuperará, la levantó del suelo y la sentó en su cintura, al mismo tiempo que sacaba el vestido de ella, que estaba doblado en su cadera. Sus manos recorrieron toda su espalda y glúteos dónde firmemente la sujetó.
Ferozmente, Burak comenzó a devorarla. Su cuerpo ya no era suyo, el animal la tenía en sus fauces y no la dejaría fácilmente.
En sincronía con Burak, él la llevó hasta el límite de lo posible, sacudiéndola una y otra vez su cuerpo ya casi no se sostenía por sí mismo. Sus gemidos fueron liberados sin restricciones, sin miedo a que la escucharán, al lado de la oreja derecha de Burak, eran música para sus oídos.
No había dolor, solo un placer que no paraba. Burak estimulaba cada rincón de ella, tocándola, besándola, que incluso sintió, que ya no tenía fuerzas para agarrarse a su cuello. Cuando se soltó, él la tomó firmemente de la espalda, y le chupó los senos. Lamiéndolos y mordiéndolos continuó hasta que sus hermosas montañas se pusieron duras y rojas.
Astria, sentía que iba a volverse loca. Jamás había ansiado tanto un encuentro como este. A pesar de las drogas, había sido afortunada que encontrará a Burak, la única persona que terminó conociéndola completamente.
Él la siguió penetrando, mientras besaba sus senos. Con sus manos agarró firmemente los glúteos de ella para controlar aún más sus movimientos. Astria volvió a agarrarse de su cuello, pero él, no tardó en abrazarla con firmeza apegando todo su torso a su pecho. Firmemente, no había centímetros entre los dos mientras seguían entrelazándose ferozmente.
Un sentimiento creciente volvió a formarse en ella. Algo ardiente comenzó a cubrirla dejando sus paredes internas temblando. Burak enterrando su rostro en el hombro de Astria soltó un feroz rugido. Que hizo que ella sintiera como su cosa, se hinchó dentro de ella para luego calentarla con su líquido.
Esta vez no la mordió y sorprendida, apoyó su mejilla con el rostro de él mientras él se sentaba en el suelo sin dejar de empalarla.
Al hacerlo y cambiar de posición, ella sintió como su miembro entro más profundo en ella, aunque ya no estaba tan duro.
—¿Qué voy a hacer contigo? —susurró agitado.
—Lo siento —dijo ella tratando de recobrar el aliento. Se apoyó en los hombros de él y miró hacia abajo donde aún estaban conectados. Brilloso por lo húmedo, le causó un escalofrío que no pudo evitar.
—¿Quieres que lo haga otra vez? —dijo mirándola con una sonrisa, sus narices casi se tocaban y aunque ella lo dudo un poco, mojó sus labios y asintió levemente con su cabeza. —Tengo una condición —agregó Burak con una sonrisa. Mientras le dio un leve empujón.
Astria, lo miró a ambos ojos, al mismo tiempo que sentía como su cosa volvía a recobrar el vigor.
—¿Qué?
—Bésame.
Astria, al escucharlo se le volvieron a estrujar las tripas. Sin dudarlo mucho, llevó lentamente sus manos, que estaban en los hombros de Burak, hacia su cuello, de ahí a sus mejillas y con su mano derecha le peinó un poco el pelo desordenado. Burak le sonrió por tal gesto, al mismo tiempo que cerraba sus ojos, para que no lo punzara con su propio cabello. Astria se sintió nerviosa, había hecho ya casi todo con él, pero nunca lo había mirado de frente estando tan tranquilo.
Sin dudarlo más, agarró con sus manos el contorno de la mandíbula de él y acercó sus labios a los suyo. Lentamente, pero también fuertemente se besaron, luego de eso ella se separó sorprendía, ya que su corazón nuevamente se disparó. Lo mismo ocurrió para él, mirándose sin decir nada y con el deseo volviendo a crecer, juntaron sus frentes respirándose. Él pasó su mano por su delicado cuello y la agarró de atrás de su cabeza para acercarla una vez más. No hubo ningún hueco más entre los dos, con el sentimiento volviendo a crecer se besaron salvajemente. Burak, sin separarse de ella, la acostó en el suelo y se subió encima de ella, sin sacar su miembro ya duro de su cueva.
Astria, no entendía como era que su cuerpo volvía a desearlo, como los besos de él le hacían arder toda la piel. Burak volvió a mover levemente su cadera y Astria soltó un leve gemido ahogado entre sus besos. Para Burak ella era lo más hermoso de ese lugar, su cuerpo brillando por la luna no era comparada con ninguna flor.
Entre más besos que buscaban corresponderse, él introdujo su lengua buscando todos los rincones de ella. Él era tan intenso que incluso llegó a marearla, a perderse en espacio y tiempo. Se separaron solo para respirar y volver a devorarse mutuamente. Al mismo tiempo, que él la penetraba cada vez más rápido, las manos de ella bajaron, tocándole la piel y agarrándole fuertemente el glúteo derecho, que se contraía cada vez, que se empujaba dentro de ella.
Cuando el ritmo comenzó a ser frenético, sus labios se separaron y la gentileza del hombre abandonó su cuerpo. Con un movimiento ágil, cambiaron de posición y él, enterrado entre las flores, la miró desde abajo mientras ella lo montaba desde arriba.
Pero él no se detuvo, agarrando sus caderas, la siguió penetrando, ella apoyó sus manos en sus pectorales y su clítoris comenzó a frotarse constantemente con el abdomen del hombre.
Burak, quería que ella dejara toda la timidez detrás, que sacará toda la parte lujuriosa de su persona y lo estaba logrando. Astria, por otro lado, le echó una mirada e intentó volver a buscar sus labios, pero con él va y ven, que la empujaba una y otra vez hacia adelante, no lo logró. Su miembro llegó cada vez más profundo, lo que hizo que ella intentará subir un poco, pero adivinando lo que ella haría, la abrazó para que no se moviera.
—Ah... Burak.
Que ella mencionara su nombre, lo hacía avivarse más, agarrada por él, la embistió con más fuerza haciendo sonidos de golpes que se escucharon claramente por todo el lugar, ella se estremeció y sintió que realmente no podía soportarlo más. Sus ojos se cerraron y sus gritos comenzaron a salir sin control. Las lágrimas en sus ojos volvieron a juntarse en la comisura de ellos y el placer volvió a enloquecerla.
Volvió a liberarse una vez más, jadeo desesperada mientras sus piernas temblaron. Burak le chupo la saliva que caía por sus labios, al mismo tiempo, que tensó más la cadera para introducirse más profundamente en ella. Astria volvió a gritar, no podía continuar con la energía que él le mostraba. Sus paredes se romperían, pensó, entre el dolor y el placer volvió a gritar.
Cayó rendida en cuando sintió una vez más el gemido grave de Burak. Ya había olvidado cuántas veces él la había llevado al cielo. Apoyado en su pecho, solo atinó a decir una sola palabra antes de caer dormida.
—Lo siento.
*****************************
La noche fue pasando lentamente, era una noche un poco helada, pero con una luna gibosa creciente, resplandecía por toda la noche, iluminando el cuerpo inerte de ella y haciéndola brillar. Burak no dejó de observarla, era verdaderamente un hermoso tesoro.
Astria poco a poco comenzó a volver en sí misma, intentó abrir sus párpados, pero estos no respondían con facilidad. Había un silencio en su entorno, pero no recordaba bien lo que había ocurrido. Tenía pequeñas escenas en su cabeza un tanto difuminadas, trató de pensar mientras sus ojos aún estaban cerrados, pero un fuerte dolor de cabeza, la hizo apretar sus ojos y abrirlos.
No reconoció el lugar, estaba un poco oscuro, pero había unas paredes de colores cafés, una ventana y una mesa con frutas. Sin poder moverse, su cuerpo estaba pesado y débil. Subió la mirada y se encontró a Burak quien fumaba mirando hacia la ventana, lentamente se dio cuenta de que estaba entre sus piernas apoyadas en sus abdominales.
—¿No duermes? —susurró lenta y pesadamente. Los orbes dorados de él rápidamente se movieron en dirección de ella.
—¿Cómo estás? —preguntó dejando el puro en una mesita.
—No puedo moverme. —Su voz a penas salía, pero Burak la escuchó perfectamente.
—La droga pasará en unas horas. La luna estuvo un buen rato entrando por esa ventana, así que deberías recobrar tu energía dentro de poco.
Astria respiró profundamente, el olor corporal de Burak le traía tranquilidad y el olor del puro de menta limón la relajaba, así que, tratando de volver a aferrarse a él, lo miró como si hablara con sus ojos.
Él entendió lo que ella quería, así que, echándose un poco más en la cama, la agarró de los brazos y la subió hacia su pectoral. Luego, agarró una manta y la puso cubriendo ambos cuerpos. Burak no dejó de abrazarla y siguió haciéndole cariño en su cabello de forma relajada, ella pronto volvió a dormir.
Burak soltando un suspiro miró el techo para pronunciar palabras en otro idioma.
—¿El kell rabolnom?
Su significado estaba lleno de sentimientos, e iba también en contra de sus propias raíces, pero a este punto, se sentía capaz de hacerlo.
"¿Debería secuestrarte?"
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro