Capítulo 25: Mercado Negro 2
Astria supuso rápidamente lo que el hombre le iba a pedir. Miró a todos lados, pero no había señal de Burak, aun así, aceptó ir por la puerta hacia la habitación de atrás.
Cuando fue a tocar la manilla, está se abrió con rapidez, saliendo de allí una mujer con su máscara corta, que cubría desde su nariz hacia su frente. La mujer sin escrúpulos se limpió la boca con un paño y sonrió al ver a Astria.
El hombre del mesón, le entregó de igual manera la caja, así que, entró con ella agarrada firmemente con las manos. Dentro había dos habitaciones, entró a la primera dónde había sillones, sillas alrededor de una mesa y esperó allí hasta que la llamarán.
—Buenas noches, Señorita —dijo una mujer entrando de la otra sala. En cuanto abrió la puerta ella pudo ver a 3 de los hombres sentados en sillones desde la otra habitación—. Tenga se lo mandan nuestros anfitriones, está por salir la pareja que entró antes de usted. Espere aquí hasta que la venga a buscar.
—Bien, esperaré gracias. —Astria tomó la copa que le habían servido y la mantuvo entre sus dedos. Mientras lo hacía, risas y carcajadas salían de la otra habitación. Parecía una pequeña fiesta, llevada a cabo por los más grandes peces de ese lugar.
—Sé que me escuchas —dijo ella levantándose un poco la máscara y hablando sola en la habitación—. Lamento que nos veamos en este lugar. Las cosas no salieron como yo quería, pero creo que todo tiene su propósito. Cuando te lo explique, lo entenderás. —No estaba segura si Burak la estaba escuchando, pero eso no le importó. Miró la copa detenidamente y la olió. Era un típico alcohol que daban en Lomas, sabor a arándanos, sin problema la bebió hasta el fondo y siguió esperando.
Su espera no fue por mucho, la misma mujer la llamó y la encaminó a la otra habitación.
Entró y como había visto, los hombres la esperaban sentados en un medio círculo. Todos, vestidos con ropas de lujo, demostraban que provenían de ricas casas, incluso ella pudo identificar a tres de ellos, que habían asistido a la primera fiesta que ella había participado. La extravagancia y la joyería era algo que no se olvidaba.
—Señorita, veo que usted ha pedido la famosa pócima de "Mori Solum Pars" interesante elección —dijo uno de los hombres.
—¿Qué podrías ofrecernos, para que te dejemos llevar la caja completa?
—Antes que pueda decirles, que es lo que puedo hacer por ustedes ¿Me podrán contar cómo obtuvieron a los Átkozott? —Ellos la escucharon y se largaron a reír apretando sus estómagos al mismo tiempo que se miraban uno a otros.
—¿Quién eres como para contarte eso?
—Soy una simple mujer que le gustaría conocer más de ellos. —Actuó como una mujer inocente.
—¿No te dan miedo? Un hombre de aquellos te mataría en solo una noche. —Volvieron a reírse—. ¿Qué es lo que te interesa saber?
Aunque ellos trataban de asustarla, ella era la única que sabía que si se podía sobrevivir a una noche con uno de ellos. Lo había vivido a carne y huesos, así que eso no debilitó su posición.
—Es difícil atrapar a un Átkozott— contestó uno—. Es por eso, que son muy costosos. Si no tienes, los hombres necesarios para controlarlos, tu inversión será inútil. —Se puso de pie y caminó hacia ella observándola con malicia. Acarició levemente su cabello, bajó hasta la punta de ellos hasta tocar con sus dedos sus glúteos. Astria se estremeció con su tacto, pero aguantó solo, porque quería saber cómo habían atrapado a esos Átkozott. — Eres muy delgada para intentar meterte en ese mundo y si estás aquí significa que no tienes el dinero suficiente. Mira aquí —dijo el hombre y rápidamente alzo su mano frente a Astria y le mostró un cráneo blanquecino. Estaba sumamente limpio y no le faltaba ningún diente.
Ella al verlo respiró con fuerza. Los caninos puntiagudos se veían claramente en su dentadura. Quedo perpleja por la maldad de aquel hombre.
—Yo mismo lo hice —dijo el hombre caminando frente a ella y acercando la calavera cerca de su nariz, respiró profundamente como si aquella figura ósea tuviera olor.
—Si no tienes el dinero suficiente, eso lo hace muy interesante. Además, tienes la piel más blanca que he visto en mi vida, ¿también eres blanca de allí abajo? —dijo otro hombre poniéndose lentamente de pie.
—Habla ya, ¿qué tienes para ofrecernos? —dijo el mismo hombre de la calavera, volviendo a sentarse.
—Puedes bailarnos mientras te desnudas. No es necesario que te saques la máscara, así nadie sabrá a quién tratamos.
—O puedes ir con uno de nosotros hacia la habitación de atrás, hay una linda recamará que te agradará.
Astria de un principio sabía las intenciones de ellos, pero esta noche no era la dama frágil que había sido. Apretando los labios, levantó su cabeza y los miró a través de su máscara, no sentía una pizca de piedad para ellos.
—Tengo algo más que ofrecerles —dijo mientras fue sacando su máscara y su peluca lentamente. Sabía que nunca más iba a ver a estos hombres, así que sin dudarlo lo hizo.
—Ves que eres más bella de lo que creía —dijo uno mojándose los labios con su lengua.
—Les daré la oportunidad de correr por sus vidas. —La voz de Astria resonó fuerte mientras bajó la mirada y se puso sería.
Rápidamente, las puertas se empezaron a cerrar, debajo de ellas una sombra que se movió con rapidez fue cerrando cada una de ellas.
—¿Qué has dicho? —dijo uno poniéndose de pie. Al principio se habían reído, pero después de notar que las puertas se cerraban solas, sus sonrisas desaparecieron.
—¿Eres una bruja? —dijo otro sacando una de sus espadas.
—No lo soy, pero conozco el futuro de ustedes —dijo con firmeza. Luego, confiando que su protector la había seguido, pronunció su nombre—. Burak.
La cara de todos los hombres rápidamente cayó al suelo, aquel nombre todos de allí lo conocían, pero no solo eso, sino lo que podía hacer. Astria, mirando aún a los hombres, sintió el calor de él en su espalda y lentamente su rostro apareció apoyándose en su hombro derecho mientras la rodeo con sus brazos.
—Empodérate más y me tendrás de rodillas —dijo tan cerca de ella que Astria solo atinó a respirar profundamente y dejar el aire en sus pulmones.
—¡Espera, te diremos lo que quieras! —Los hombres rápidamente intentaron forzar las puertas, pero estás estaban trabadas, no había escapatoria, estaban acorralados con una bestia que no los perdonaría.
—Cubramos esto —dijo Burak tapando los ojos de Astria con una venda negra y luego dejó la caja en sus manos—. No tardaré, aguanta un poco.
Astria comenzó a temblar, sabía que lo próximo que escucharía sería terrible para ella, así que, se dio la vuelta, para intentar no ver nada por los bordes de su nariz y aferrándose a la caja apretó fuertemente sus dientes.
Los sonidos de súplicas comenzaron a llegar, luego los gritos, el llanto. Se escuchaba como salpicaba sangre por el suelo, el sonido como el cuero al rasgarse y los huesos rompiéndose. Una fina y delicada risa del animal que lo provocaba también inundo sus oídos. Burak también era muy cruel.
El instinto natural del ser humano era correr, salir de allí lo más rápido posible para sobrevivir y eso era lo que sentía Astria. Dejó la caja en el suelo y se hincó tapándose los oídos. En unos segundos comenzó a sentir una extraña sensación de calor en su estómago.
—Burak —dijo mientras sacaba sus manos de sus oídos. Su respiración comenzó a acelerarse, se sentía extraña. Sus manos comenzaron a temblar y a perder la sensibilidad de ellos.
Aturdida, cerró sus ojos, su lengua incluso, todo su cuerpo comenzó a ser pesado como si no asimilará el peso de cada una de sus extremidades. Así, viviendo como en un sueño que despertaba de vez en cuando, sintió que habían pasado horas, claro que solamente habían sido minutos. El dolor rápido llegó a su cabeza.
Pronto volvió a perder el tiempo y se encontró moviéndose por los pasillos en brazos de Burak.
—¿Qué has bebido? —le preguntó constantemente, pero ella solo se quejaba. Su pecho se apretaba y cada vez le costaba más respirar.
—Vi-vino.
—Eres toda una novata mujer —dijo en tono burlesco. Burak la llevó por el corredor, todo el lugar ya había sido atacado y sus soldados estaban haciendo de las suyas.
No tardó en encontrarse a Bruno y Gina cerca de los corrales.
—Sabía que ella estaba aquí —dijo Gina con una voz fuerte y ruda.
—¿Qué pasó? —preguntó Bruno al mirar qué Astria se enrollaba cada vez más en sí misma.
—Acaba de decirme que tomo vino, averigüen que contenía.
—Si ella lo tomó dentro de esas habitaciones ya sabe que es lo que tiene —dijo Gina enfadada. Burak comprendía su enfado, pero no había tiempo para hablar de ello—. Llévesela lejos.
Burak, le pegó una sola mirada a su soldado y ella rápidamente bajo su rostro desviando su mirada. Sabiendo un poco que era lo que contenía la droga, lo único que podía hacer, era llevarla a un lugar donde no hubiera nadie. Astria siguió temblando, sentía que su cuerpo pronto explotaría, era como si algo estuviera moviéndose a través de su piel queriendo salir por sus poros. El calor siguió incrementándose hasta que las palpitaciones en su entrepierna la hicieron sobresaltar.
—¿Qué-qué está pasando? —dijo entre balbuceos.
—Estás drogada —dijo Burak.
Las luces pasaban una y otra vez por arriba de su cabeza. Mareada y con sus dientes rechinando, trató de hablar, pero no salieron palabras de ella. Necesitaba un antídoto, si es que había droga en su cuerpo, Burak debía buscar el antídoto con urgencia.
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