Capítulo 2: En sociedad
Alice fue distinta, era la primera persona que Astria pudo sentir su amabilidad. Caminaron por todo el salón y ella no la soltó, uno por uno fue presentándole a los invitados, integrándola en conversaciones, en bromas y en risas.
Astria nunca se había sentido tan alegre, tan llena de vida. Supo en ese momento que amaba la compañía de la gente, amaba como reían, como se expresaban. Estaba muy sorprendida de la manera en que su hermana se desenvolvía con la gente, agradeció enormemente que Alice no la abandonara.
El salón era tan hermoso que incluso cortinas doradas y rojas caían desde el cielo. Había un hermoso candelabro de cristal en el medio del techo, era tan resplandeciente que demostraba a todo invitado y espectador la riqueza que había en Lomas. Los reyes no se abstuvieron de mostrar grandes artefactos y vestir de hermosas joyas.
—Mira Astria, el hombre que está allí es el rey de Cusco —dijo Alice disimuladamente.
Astria rápidamente llevó su mirada a la esquina, observó un hombre bastante grande, gordo, con una barba café, que sonreía mostrando su gran sonrisa y unos ojos se achicaban cada vez que lo hacía.
—¿Con él me casaré? —preguntó curiosa.
—No lo sabemos, por eso debes actuar bien para llamar su atención, sería bueno hacer alianzas con su tierra. El que está allí. —Apuntó sutilmente a una mesa donde un hombre sonreía rodeado por mujeres. Era joven, de pelo café, con una cara bastante delgada y pómulos pronunciados, piel oscura muy parecido al color gris, tenía unos ojos pequeños y una gran nariz—. El rey de las montañas, él también busca esposa, pero solo para sumarlo a su harem.
—¿Harem? Pensé que eso ya no existía.
—En su tierra, sí. Tiene cuatro esposas y busca a su quinta. Lorand, el rey de Cusco, también tiene Harem. También deberías estar a gusto con él, estarías siempre acompañada y compartirías con las demás, además no sería necesario que siempre cumplas con tu rol de esposa.
—Entiendo.
La verdad era que Astria no entendía nada. No había tenido clases con las ancianas mayores, así que, no sabía que era lo que se hacía en la noche de bodas o que significaba que debía cumplir en la cama con su futuro esposo, siendo una mujer ya adulta, aquello ya debía haberlo aprendido. Astria no quería hacer sentir incómoda a su nueva amiga y procuró guardar silencio, después investigaría el asunto.
—¿Cuál es el otro rey? —preguntó—. Nuestro padre mencionó a tres.
—El otro... —dijo Alice buscándolo con la mirada por todo el salón—. Cuando lo vea te diré por qué no está. Recién, antes que llegarás lo vi. También es un rey joven, pero no te dejes llevar por su apariencia, espero de corazón que no le llames la atención.
—¿Por qué?
—Porque es un bárbaro, un Átkozott y de ellos no se sabe mucho, pero son gente peligrosa. No tienen educación, menos modales, me sorprendería que supieran leer o hablar con elegancia. Dicen que su reino lo están obligando a casarse, ya que está pronto en cumplir treinta años.
—¿Treinta años?
—Tiene menos que eso, estoy segura porque no se ve como los demás reyes.
—¿Cómo es él?
—¿No te acabo de decir que ojalá no le intereses? —dijo Alice riéndose y mirándola. sin duda Astria era una mujer muy inocente para ser su hermana—. Es un bello hombre, pero también da miedo, los Átkozott tiene sangre de animales en sus venas, cuando te encuentres con uno de ellos lo entenderás enseguida. La forma en la que te miran te hacen sentir incómoda o diminuta.
—¿Entonces es cierto lo que dicen de su magia?
—Nadie lo sabe, pero sí se sabe que son más fuerte que un hombre corriente, pero son difíciles de tratar. Nuestro rey ha estado firmando pactos de paz y contratos con ellos; los renueva año a año. Hasta el momento jamás hemos tenido problemas.
Si Alice le advertía de aquello, Astria pensó que realmente debía tener cuidado con aquel hombre, rápidamente se imaginó su apariencia por lo que le relataba su hermana. Pelo desaliñado, barba descuidada, cicatrices por todo el cuerpo, se parecían a los elfos, por lo tanto, debía ser un hombre alto y delgado, la palabra "Bello hombre" no entraba en su imaginación. Siendo un rey, se lo imaginó ser arrogante, misógino y egocéntrico. Quizás podría ser igual a su padre, con una panza que obviamente le impediría ser partícipe en una guerra y mandaría solo a sus soldados a morir por él.
Luego de todo eso, Astria conoció al príncipe heredero, Hans ni se inmutó con la presencia de ella, para él no era más que una sirvienta, así que solo la miró unos pocos segundos y siguió conversando con su grupo cercano. Era arrogante y bastante poco cortés, tenía el pelo rubio como su padre, ojos plateados con celeste, junto a un rostro fino y varonil. Detestaba a Astria, estaba seguro de que ella no llevaba la sangre real en sus venas y le apestaba el hecho de que el castillo siguiera alimentándola y dándole comodidades.
Astria lo observó un tiempo, él era uno de sus hermanos, pero contrario a Alice, Hans a penas la noto, lo mismo hizo su hermano Christian que se mantuvo a su lado como si fuera la sombra de Hans.
—No te preocupes, nuestros hermanos han sido criados de esa forma, así que no le des mucha vuelta al asunto. Una vez que nos casemos y salgamos de este castillo será la mejor oportunidad de olvidar sus caras.
—¿Ellos también son así contigo?
—Con todas, no confíes nunca en ellos, pero debes ser educada, lo que menos debes hacer es meterte en problemas o cruzarte en su camino, en especial de Hans, es muy impredecible.
—¿Solo es por ser el príncipe heredero?
—No, es porque es un hombre y padre valora más ese hecho.
—Es lamentable.
No había nada que esperar de un reino que no la quería, talvez desposarse a temprana edad le convendría para poder aprender más de otras culturas y vivir en un lugar donde podrían quererla tal cual era y no odiarla por algo que no tuvo la culpa. Algo que claramente no podía cambiar.
Alice la dejó por un momento disculpándose por tener algunos asuntos que arreglar. Mientras ella se marchaba dejándola sola, Astria no dudó en adentrarse en el balcón de atrás. Estaba acostumbrada a estar sola, así que no tuvo problemas para admirar los hermosos jardines de rosas de todos los colores brillando en el medio de la noche.
La noche siempre le pertenecía a ella. La luna brillaba más hermosa y las estrellas se postraban a sus pies. Esa misma sensación sentían todos cuando veían a Astria brillar bajo el cielo estrellado y esta noche no fue la excepción. Parada en el balcón sintió como su sangre recorría con rapidez sus venas, su cuerpo se fortalecía y se llenaba de vida bajo la noche. Ella tenía algo distinto a los demás.
—Por tus venas corre magia. —Escuchó la voz de un hombre, pero abriendo los ojos con rapidez, miró a su alrededor, no había nadie más que algunas parejas disfrutando del aire libre caminando entre las rosas.
—¿Quién es? —susurró al no encontrar a alguien que la estuviera observando.
—No sabía que Lomas tuviera una mujer como tú en sus tierras.
—¿Dónde estás?, ¿eres un brujo?
—¿Un brujo? Eres graciosa, si contestará tus preguntas, nada sería divertido. Nos conoceremos muy pronto, bella estrella.
Astria se asombró por las palabras del hombre misterioso, solo su madre la había llamado estrella y era por eso que su nombre le hacía honor, que un desconocido se haya dado cuenta de eso, sin saber su nombre era extraño. Aquello solo hizo que ella estuviera segura de que era una especie de brujo.
—Muéstrate.
—¿Qué me muestre? —dijo Alice acercándose y tomando su mano—. No estés hablando sola, parecerás chiflada, además, lo que hiciste recién ¿cómo rayos lo haces? Llamaste la atención de todos y eso a nuestro hermano no le gustará.
—¿Qué cosa hice?
—¿Cómo es que tu piel brilla?, ¿cómo haces eso?, ¿has ocupado alguna crema?
—No, yo solo, no lo sé.
—Sabía que algo pasaba contigo. —Mientras era regañada caminaron entre la gente y desaparecieron en uno de los próximos salones—. Cuando mi padre mandó a los ancianos a evaluarte, no encontraron nada, es por eso que todos creyeron que solo era una señal o algo, pero aún lo haces. Aún brillas como si algo en ti fuera a salir.
El rey, pronto, recibió más de tres propuestas de matrimonio, pero no estaban contentos. Astria, se había llevado las miradas de todos con solo ese acto, pero incluso fue para que algunos reyes, quisieran dejar a sus reinas para intentar hacerla su esposa. ¿Qué era eso que todos anhelaba? La mujer era hermosa, pero había mujeres más hermosas que ella, aun así, todos la devoraban con la mirada, codiciada y anhelada, comenzó a ser llamada la "Luna de Lomas"
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