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Capítulo 18: Una noche larga y agitada

Cuando la noche llegó, Astria se había asomado en las ventanas de su habitación ansiosa y nerviosa, pensando que en cualquier momento el rey la llamaría o vendría a verla, pero no podía con la incertidumbre. Sus damas de compañía se habían marchado, solo estaba ella y la luz de la luna que entraba por su ventanal ya abierto.

Se sentía tonta e ingenua, muy dentro de ella, esperaba que él la fuera a ver, seguramente él tendría dudas sobre su actuar, o la regañaría por haberse metido en asuntos que no la involucraban.

Cuando sus esperanzas se esfumaron por completo volteo para marcharse a su cama. La silueta de su delgada figura se dibujaba en el suelo, era raro verse más rellena, pero estaba bastante contenta consigo misma. Ahogándose una vez más en sus pensamientos, mordió sus labios, imaginando otra vez lo vivido. Fue justo en ese momento, que una brisa fuerte entró por su ventanal y una gran sombra devoró la suya.

—Eres bastante osada. — La voz del Rey susurró por su habitación paralizándola por completo.

Sabía que ya no estaba sola, pero no sabía qué decir o que hacer. Su cuerpo no reaccionó cuando quiso voltear y solo quedó allí parada mirando su cama junto con la puerta de entrada.

En poco tiempo pensó en todo lo que podría decirle, todo lo que podría hacer para persuadir sus intenciones, que incluso se le ocurrió ordenarle. Seguramente Burak le obedecería si estaban bajo la luz de la luna.

—Mi rey —soltó tímidamente. Burak, sin decir nada, deslizó sus manos tocando su cuerpo y aferrándose a su delgada cintura. Astria sintió el calor que emanaba el cuerpo del rey apegado a su espalda, en un cálido abrazo y pronto el mentón del hombre se apoyó en su cabeza.

—Sinceramente, pensé que tardarías mucho más de un día, para devolverme esto. —Estiró su mano y frente a los ojos de Astria le mostró la famosa moneda que relucía su propio brillo.

—Lamento lo que mi hermana dijo.

—Oh, vamos, ¿en serio lo vas a lamentar?

—Yo...

—Ella estaba poniendo a prueba mi paciencia ¿Verdad? —dijo soltando un gran suspiro que se escuchó fuerte—. Casi los mato a todos Astria.

—No quería que te manches las manos por un malentendido —dijo ella mientras aguantó el aliento.

En cambio, Burak, al estar en contacto con ella, respiró profundamente saboreando cada pisca de su olor. Sus hermosos orbes brillaron con más fuerza por su fragancia y es que Burak ya no la miraba como una mujer débil o agonizante.

Lentamente, la fue soltando y Astria, que ya no aguantó su respiración, soltó rápidamente el aire en sus pulmones, sentía como su cuerpo se tensaba. No quería mirarle a la cara, sabía que su rostro se avergonzaría con solo hacerlo.

—Mi rey.

—Burak Astria, ya te he dicho que me llames por mi nombre.

—Burak —dijo girando sobre ella hasta encontrarse de frente con el rey. Sus ojos no subieron a buscarle—. Lo que hice fue muy descortés, lo lamento.

—Sigues con tus lamentos. Ahora, ¿te harás cargo de tus acciones? —dijo y con su mano tomo la barbilla de ella y la subió para mirarle a los ojos.

Astria quedó flechada con los orbes dorados del Rey, no tenía ni una pisca de enojo en su rostro, más bien tenía una leve sonrisa de maliciosa formándose en sus labios.

—Tengo dos opciones —dijo él acercándose más a ella. Astria, sin sacarle la mirada, se fue echando hacia atrás a medida que Burak se fue acercando—. Una, te doy una oportunidad más y te devuelvo la moneda. Entiendo que lo hiciste por tu querida hermana, pero también tengo la opción dos.

—¿La opción dos? —susurró ella mientras siguió tomando distancia del enorme animal que la estaba arrinconando.

—Hacer cumplir mi palabra está noche y así, aprendes a pensar más en ti que en los demás ¿Castigo o premio?

Burak ya la había arrinconado y estaba a dos pasos de la cama. Satisfecho por lo que había hecho, saboreó sus labios imaginando, que Astria le rogaría que le diera una oportunidad, incluso la vio arrodillada rogándole que la opción uno era la más indicada. Contrario a eso, ella no estaba pensando en lo amenazador que podía ser el rey con ella, sino que, recordó las palabras de su hermana, quien la casaría en cuanto volvieran a Luther con una persona que no conocía. Entonces, avergonzada, desvío su mirada y pronunció las palabras que pensó que jamás diría.

—Sé gentil, por favor —Burak, que solo estaba jugando con ella, quedó perplejo con lo que había dicho. Su interior rápidamente palpitó haciendo recorrer la sangre de sus venas, anhelando su carne por primera vez.

Excitado mostró una enorme sonrisa a Astria que la hizo arrepentirse de lo que había dicho.

—Tú.

—Yo... —dijo ella, pero él se movió con rapidez y le agarró los labios mojándoselos con saliva—. Espera, Burak... espera— ordenó con más fuerza, pero Burak le quitó la última esperanza.

—No hay luna llena para que puedas doblegarme —dijo y con sus manos agarró la tela que cubría los hombros de Astria y los rompió en dos.

—Burak —susurró ella, pero él no la escuchó. Empujándola una vez más, llegó al borde de su cama—. Espera— volvió a repetir.

—¿Provocas a un animal y ahora quieres que se controle?

El cuerpo de Astria cayó abatido sobre la cama, sus senos que ya estaban a la vista de Burak se levantaron como finas montañas. Ella, nerviosa por lo desconocido, no trató de escapar, estaba otra vez paralizada mirando al hombre que estaba frente a ella. Burak, llevo sus manos a sus ropas y comenzó a deshacerse de ellas, dejando lentamente ver su piel iluminada por la luna que entraba por la ventana.

Astria, por unos momentos, había pensado que sería bueno perder su virginidad con una persona que ya conocía, en vez de la persona que su hermana iba a buscar para casarla. Aferrándose a ese hecho, observó a Burak con nerviosismo, pero también con una pisca de curiosidad.

En el medio de la oscuridad, los ojos del hombre brillaban fuertemente reflejando la naturaleza salvaje de la bestia que predominaba en su cuerpo. El hombre la observó esta vez con más determinación, sus ojos entre cerrados, la recorrió como si buscará cada rincón de su cuerpo, quemándola cada vez que los posaba en su piel.

En el silencio sepulcral, Astria estalló de los nervios, latiendo alocadamente su corazón contra su pecho. Sabía perfectamente que su rostro se volvería rojo como un tomate, pero eso no le impidió desviar su mirada.

El cuerpo fornido del hombre rápidamente estuvo a su alcance, mostrando una vez más el tatuaje sobre su hombro, sus grandes músculos se encorvaron cuando se aproximó a ella. Se asustó cuando Burak se acercó y elegantemente se subió encima. El hombre terminó de desvestirla, no era paciente, así que, sonidos desgarradores sonaron por la habitación, cuando más prendas fueron arrancadas con fuerza, dejando a la vista su ropa interior. Su piel blanquecina, suave y delicada fueron observadas por Burak. Ella volvió a entrar en miedo al verle. Estaba a punto de hacerlo por primera vez y nada más ni menos que con un animal.

—Sí, te ves más saludable —resopló al mismo tiempo que se encontró con los ojos de ella. La voz de Burak salió con delicadeza, provocando en ella un poco de tranquilidad.

—Me lo has dicho —dijo respirando profundamente, antes, que sus manos se movieran por si sola agarrando el borde del cinturón de forma impetuosa. Burak asombrado llevó sus ojos a la muñeca de Astria, que luchaba por soltar su amarre y al instante volvió a mirarle el rostro sonrojado. Sin medirse, soltó una risita burlesca al mirar los intentos fallidos de ella.

—Suéltalos —volvió ella a ordenar sin medirse, como si él fuera a obedecer por una simple luz de luna.

—¿Debería quitarme todo ama? —dijo él burlándose mientras se incorporaba de pie. Soltó su cinturón y lo sacó completo sin dejar de observarla con una ceja levantada.

Astria, sin responderle, terminó de sacarse de sus brazos las prendas rotas y quedó desnuda, solo la delgada tela que cubría su flor se aferraba a ella.

—Hagámoslo como se debe —dijo Burak sin sacar su pantalón y se volvió a subir encima de ella.

Ella, suspiró grandemente al sentir la piel del hombre tocar la suya. Su calor corporal que emanaba de él, era mucho más caliente que la de ella, que ya se había enfriado. Sorprendida por aquello, se preguntó si era correcto tocar sus brazos o su abdomen. La verdad era que no sabía dónde dejar sus manos.

Burak mirándola se apoyó en su brazo derecho, con su mano agarró el rostro de ella besándole con tranquilidad, ligero y gentil, pero no duró mucho. El siguiente fue voraz, le chupó los labios con fuerza metiendo también su lengua. Caliente y salvaje recubrió todo su interior, una vez que la sacó, volvió a encontrar camino, metiéndola sin dejar que ella recobrará el aliento. Mientras lo hacía, Astria no fue ajena a lo que su cuerpo comenzó a sentir.

Un leve cosquilleo se formó en su interior, ella no sabía que aquello era solo por los besos que Burak le había dado. Al mismo tiempo que sus lenguas se fueron conociendo entrelazándose entre sí, la mano de Burak se deslizó por su cuerpo, bajando lentamente por su cuello. Llegó a sus senos evitando tocar sus capullos rosados, al hacer esto, dio vueltas por su areola hasta que la piel sensible de Astria se endureciera formando unos hermosos senos excitados.

Ella se sintió extraña al sentir las caricias de él. Al principio, estuvo un poco arisca a su tacto, pero su cuerpo comenzó lentamente a reaccionar a los estímulos que le producían sus manos y sus labios, en especial cuando dejó su boca para besar su cuello. Sus caninos puntiagudos rozaron su piel provocándole escalofríos.

Lentamente Burak llevó sus labios al seno izquierdo y los succionó fuertemente haciendo que Astria inclinara su espalda. Los lamió y mordisqueó provocándole un leve dolor. Astria llevó sus manos al cabello de él y lentamente lo acarició mientras un pálpito se formó entre sus muslos.

Burak movió su mano y le acarició de la rodilla hasta arriba, Astria soltó un gemido con aquello. Avergonzada, cerró su boca fuertemente, asombrada de aquel sonido que sin permiso se escapó de ella. Burak la observó con sus brillantes ojos amarillos dándose cuenta como comenzaba a excitarse lentamente.

Ella buscó nuevamente su boca y él no dudo en complacerla, volviendo a besarse con firmeza. La mano de Burak, de forma atrevida bajó a su entrepierna, encontrándose con la tela que la cubría. Sus dedos gruesos comenzaron a juguetear con ella. Astria descubrió, que con su toque muchos sentimientos nuevos comenzaban a despertarse, encontró nuevas sensaciones experimentando un deseo extraño y tentador que surgía en su interior.

Con los sentidos ahogándose de placer, Burak la observó como ella se sometía a su toque y pronto la tela que cubría su flor comenzó a mojarse. Húmeda, la tela marcó sus hendiduras y sus pliegues aferrándose a su piel.

Sus muslos temblaron mientras su entrada comenzaba a palpitar cada vez más fuerte y rápido. Los dedos de Burak no tardaron en apartar la tela y tocar sus labios mayores, un sentimiento casi similar a las cosquillas se fue formando en su vientre bajo. Sentimientos que hasta ese momento habían sido desconocidos.

—Ahhh... espera— dijo ella cuando sintió un objeto duro que la penetró. Su cuerpo rápidamente se tensó, pero Burak no la escuchó. Su dedo medio se introdujo profundamente en ella hasta que su palma chocó con su carne acariciando toda su cavidad húmeda.

En un intento de evitar aquello, trató de echar sus caderas hacia atrás, pero él la capturó apoyándose en sus rodillas y observándola con esos ojos que la quemaban.

Su flor hacia sonidos de chapoteo cada vez que Burak movía su dedo dentro de ella. Los sacó unos segundos solo para mojar su flor con sus fluidos, para luego volver a meterlos dentro. Esta vez sus dedos comenzaron a enroscarse y Astria que aún no conocía las reacciones de su cuerpo, estalló en un sentimiento placentero soltando un fuerte gemido.

—¡Ah... Ah...!

Temerosa del nuevo sentimiento que comenzó a invadirla, trató de empujar a Burak posando sus manos en sus pectorales, pero el hombre era tan duro como una roca, que no se movió ni un poco.

Sin escucharla, la penetró con más fuerza saliendo y entrando de ella mientras comenzaba sola a sincronizar sus caderas con los movimientos de él.

Avergonzada oculto su rostro en el hombro de Burak mientras sus ojos comenzaron a agrandarse. Su corazón latía con más fuerza y pronto un torbellino de placer subió por su entre pierna hasta estallar en su cabeza abriendo sus ojos de par en par.

Astria gimió fuerte, cuando volvió a la realidad se dio cuenta que había enterrado sus uñas en el hombro de él y el hombre la miraba con una leve sonrisa. Sus pliegues se empaparon desbordante mientras volvían a palpitar. Era la primera vez que había experimentado la sensación de perder el control de su propio cuerpo, levantó la mirada completamente avergonzada. Se limitó a preguntar "¿Qué había sido aquello?"

Burak volvió a comer los labios de Astria, sacó sus dedos del interior de ella y mojó su clítoris con sus fluidos apretándolos y jugueteando con ella. Astria se dio cuenta que eso igual le producían un cosquilleo similar a lo que había hecho recién.

El hombre sin dejar de besarla tiró fuertemente de su última prenda y la despojo dejándola completamente desnuda. Eso solo hizo que Astria cerrara sus piernas instintivamente, pero Burak no se lo permitió.

—Esto, debe estar siempre abierto —susurró mientras volvía a tocarla una y otra vez despertando una vez más los placeres ocultos de Astria.

La llevó una vez más al clímax, cuando ella abrió su boca para dejar pasar su nueva liberación, él se la atrapó por completo metiendo su lengua dentro de ella.

Burak la dejó luego de aquello, frunciendo un poco su ceño se dio cuenta que Astria no tenía bello en su entrepierna. Ella rápidamente se sintió más avergonzada al verle mirándola. Jamás en su vida había estado tan abierta como lo estaba ahora y mucho menos que un hombre la viera con determinación.

Él se puso de pie sin sacarle sus ojos dorados de encima y se fue quitando los pantalones.

La mandíbula de Astria cayó rápidamente al verle la entrepierna. Nunca se había puesto a pensar que el tamaño si difería de un hombre normal, pero frente a ella el hombre que la miraba hambriento de carne no era un hombre normal. Los Átkozott tenían sangre de bestias corriendo por sus venas haciendo que sus cuerpos no eran naturalmente normales.

—Ah dioses— susurró mientras no dejó de verle. El miembro del hombre se levantaba firmemente tocándole el ombligo, con su cabeza brillante y lleno de protuberancias que sobresalían por su piel.

Burak se rio de ella al notar que sus ojos se habían pegados en su parte alargada, luego se acercó a sus piernas y agarrándola de las pantorrillas la acercó al borde de la cama para frotándose con ella.

—¿Te he asustado? —Rió con frialdad. Astria sintió que su miembro era caliente como si la quemara mientras lo tenía entre las piernas.

Mientras se llenaba de terror arrepintiéndose grandemente de lo que había provocado, se llegó a preguntar "¿Cómo eso entraría en ella?"

Negándose a abrir otra vez las piernas trató de formular palabras para detener a Burak, pero solo tartamudeó, mientras él agarrándola de las rodillas la abrió posicionándose entre ellas.

—Es...espe...ra.

—No me digas que te has arrepentido— dijo en forma burlesca. Burak no perdió su humor mientras sin dejar de mirarla con los labios arqueados en una sonrisa, metió su cabeza redonda en su estrecho hueco.

—Ay.... Burak —susurró apretando sus dientes.

Estaba lo suficientemente húmeda para aceptarlo, pero sus paredes estaban estrechas. Incluso para él fue un tanto doloroso que soltó un leve gruñido mientras sus ojos se achicaron. Era solo la punta y ella lo sintió todo. A pesar que Burak se burlaba de ella, estaba tranquilo y en calma.

Ella sin dudarlo apretó las sábanas entre sus dedos. Su delgada membrana se rompió sin que se diera cuenta mientras aquello entró lentamente.

Burak solo se detuvo cuando le vio la cara llena de lágrimas y que apenas respiraba. Su pecho subía fuertemente agitada por el dolor. Cuando ella se dio cuenta que él no se movía más, levantó su rostro y lo observó.

—¿Eso... ¿Eso es todo?

—No me creas poca cosa— dijo sonriendo—. Aún falta casi la mitad— sus palabras la volvieron a asustar.

Burak la agarró de la cintura y lentamente introdujo lo que faltaba hasta llegar a su raíz. Ella sentía que iba a explotar en cuanto eso llegó a su fin y él para calmarla le volvió a besar los senos apretándolos levemente con sus dedos.

Luego el hombre lentamente retiró su miembro y lo refregó con sus paredes externas. Mirándose unos segundos, frunció un poco sus cejas cuando se dio cuenta que la sangre manchó la unión de ambos.

—¿Dolió? —preguntó mientras se volvió a introducir dentro con lentitud. Ella no le contestó, solo miró el cielo tratando de que sus lágrimas dejarán de juntarse en la comisura de sus ojos.

Burak comenzó a moverse lentamente, las paredes de ella se fueron acostumbrando a su tamaño y el dolor comenzó a apaciguarse dejando de aferrarse a las sábanas con lentitud.

Burak sin salir de ella la agarró de los brazos y la levantó, sus piernas rápidamente se aferraron a las caderas de él, al mismo tiempo que se sostuvo rodeando su cuello. Él se subió lentamente a la cama y antes de soltarla, ella se encontró con sus ojos que brillaban como cual bestia, lo que afirmó realmente lo que era.

Aun le dolía que la penetrara, sus movimientos ya eran rápidos según ella y la dejaban sin aliento. Pensó, que si eso continuaba era bastante aguantable. Burak la dejó suavemente en la cama de espaldas, sin dejar de penetrarla y sosteniéndose con una de sus brazos la besó.

—Ah...más lento —suplicó ella.

Creía que si seguía aumentando su ritmo la terminaría de desgarrar. Sus súplicas solo hicieron que el hombre se volviera más bruto y el ritmo que ella pensó que aguantaría, solo pareció un chiste con el incremento de empujes que él le dio. Burak le agarró fuertemente uno de sus senos que por sus embestidas se golpeaban de arriba hacia abajo.

Astria sintió que nuevamente ese cosquilleo se volvía a centrar en su vientre bajo y entre el límite del placer y el dolor, volvió a arquear su espalda. Enterró fuertemente sus manos en la cama.

Lo próximo que vio al volver en sí, fue la naturaleza de la bestia saliendo de su cuerpo. La levantó en el aire dejando que ella se sostuviera en su cuello y sostuvo su cadera en el aire empalándola salvajemente. Su pecho, quedó pegada al de él y escondiendo su rostro en el hombro derecho de Burak, se aferró para no caerse.

—Burak —dijo como pudo sin aire en sus pulmones.

La habitación se llenó de sonidos de palmadas y ella al borde de la locura volvió a suplicar que bajara su ritmo, pero él volvió a ignorarla. Cada vez, que él la empujaba, su cuerpo rebotaba sin parar y sus ojos se volvían a llenar de lágrimas. Sus súplicas, solo estimulaban más al animal que Burak tenía dentro y continuaría hasta saciarse.

Tardó unos minutos hasta que Burak soltó un gemido bastante bajo, ella sintió que su cosa volvió a incrementar su tamaño en su interior.

Aferrándose al cuello de él, sus lágrimas rodaron por sus mejillas antes de volver a llegar al clímax. Cuando creía que no lo soportaría, llegaba una serie de sensaciones que crecían de manera alocada. Burak le sostuvo la espalda para que ella no se escapara de él, mientras lo hizo mordió sus senos con sus caninos dejándolos rojos y sensibles.

Astria no podía creer lo que estaba viviendo, si hubiera sabido que todo sería así no lo hubiera hecho desde un principio. Talvez un hombre normal hubiera sido su mejor opción, pero Burak ya la había hecho acabar más de tres veces y se preguntó, si así eran todas las relaciones sexuales "¿Los hombres tardan en saciarse?"

Burak estaba luchando constantemente de no dejarse llevar por completo, sabía que entre sus brazos había una mujer frágil que podría fácilmente lastimarla, pero, estaba al borde de perder la cordura.

—Ah...ahh..no... —Astria enterró esta vez las uñas en su espalda alta y le mordió el cuello con fuerza, lo que hizo que Burak se despojara de su parte humana.

Soltó un gemido fuerte y gutural. Las venas de su cuello se asomaron de colores azules, para luego llenarla con toda su semilla que recubrió su piel interior. Ella, sintió la diferencia del calor de aquel líquido y luego la picazón que le produjo cuando gotas de aquello se deslizaron por sus muslos hacia su trasero.

—Burak. —Lo llamó por su nombre, pero él no dijo absolutamente ni una palabra. La soltó con lentitud y la volteó dejándola acostada de estómago—. Espera, dame un respiro— pidió ella, pero el miembro del hombre no tuvo mayor cambio después de su liberación.

La agarró nuevamente de la cintura, levantándola hasta que ella apoyara sus rodillas y mientras ella luchaba para zafarse. El bruto la empaló una vez más.

Astria gritó fuertemente, con solo la fuerza de la penetración la llevó al límite. Dos, tres empujes, ella volvió a tener un orgasmo que la hizo temblar y morder la almohada. Sus picos rosados estaban duros y sus muslos temblaron. Su cuerpo ya estaba por perder su energía, ya no se podía apoyar en sus brazos, así que, sujeta por la cadera se dejó a merced de un animal que la estaba devorando.

Sonidos de agua y chapoteos volvieron a escucharse. Su trasero era embestido fuertemente mientras sus muslos interiores goteaban llenos de fluidos.

Burak enterró sus dedos en la piel de ella y con un gruñido fuerte se abalanzó en su espalda mordiéndole la suave piel de su nuca. Sus cuerpos transpirados se resbalaron, pero ella no se movió, los finos colmillos entraron en su piel marcándola como su propiedad. Ella era de él esa noche.

—Ah..., Burak —se quejó—. Duele, me duele.

Su empuje se volvió más violento, llegando profundamente en ella. El la soltó solo para girar su rostro y meter su lengua en su boca.

Ella no iba a aguantar por mucho tiempo, pero cuando pensó que ya no podía más, otra liberación venía formándose en su vientre. Al mismo tiempo Burak se separó de su espalda y rugió con fuerza.

Volvió a derramar semen por toda su cavidad, mojando las sábanas que estaban debajo de ella. Astria con su último orgasmo cayó rendida en la cama y perdió el conocimiento.

Había logrado lo que se había propuesto, había sido desflorada salvajemente y ella sobrevivió al encuentro con un animal.

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