Capítulo 17: Una moneda de oro
Las cosas se fueron calmando a medida que el día fue transcurriendo. Alice no tardó en ser rudamente castigada.
—¡Estás loca mujer! —le gritó Jonathan mientras daba un portazo a la puerta. Su rostro estaba hirviendo completamente rojo—. ¡Pudimos haber muerto por tu imprudencia!
—Lo lamento John— exclamó ella. El rey estuvo a punto golpearla en la cara, pero guardo cordura y un poco más calmado le pidió algo inusual.
—Acuéstate en la cama y levántate el vestido.
—¿Qué?
—Lo que has hecho merece ser castigado, así que acuéstate.
—John —repitió ella.
— ¡AHORA! No querrás que te haga cosas peores.
Ella obedeció sin volver a cuestionarlo e hizo lo que su esposo le ordenó. Se acostó en la cama y levantó sus vestiduras. Él la volteó dejándola con sus glúteos al aire y con la fina tela cubriendo su flor. Jonathan no era un mal hombre, aunque todos podrían haber hecho algo más con su mujer para castigarla, él solo se sentó a su lado y levantando su mano le dio unas buenas nalgadas como lo hacía un padre con sus hijos. Claro que la palma quedó marcada en su piel, tampoco podía ser tan suave, lo que había hecho su mujer casi le costaba la vida a toda su gente.
—No vuelvas a hacer eso —dijo dándole la última nalgada entre los sollozos de la joven reina—. Tendrás que ir y agradecerle a tu hermana que al parecer sabe cómo controlar a esa bestia, sino fuera por ella nada hubiera salido bien. No le reproches nada, lo que hizo, no todos podían haber hecho.
—Ella lo besó.
—Sí, y agradece que solo fue eso, ¿qué cosa más crees que podría hacer para que ahora podamos volver a nuestro hogar?
—Tengo que hablar con ella —dijo secándose sus lágrimas.
—Alice, ella lo hizo por ti así que no la juzgues, seguramente querrá explicarte lo que pasó.
—¿Y si ella ya ha estado con él?
—Será la próxima reina entonces ¿Sabes que los animales como ellos tienen solo una pareja en la vida? Solo cuando muere uno, recién buscan a otra.
—Pobre Astria, ella con mayor razón debe ir con nosotros.
—¿Después de lo que has hecho y lo que ella ha hecho?, ¿crees que el rey la dejara tan fácil? Trataré de arreglar esto, pero ya no te puedo asegurar que tu hermana salga de aquí con nosotros.
—No puedo dejarla. Él la destrozará, quizás ya lo ha hecho.
—Lo dudo, el animal esperará a que ella suba de peso para tomarla.
—¿Qué? Entonces por eso que ella está más rellena —dijo poniéndose de pie. Su piel trasera aún le ardía, así que se hizo la valiente mientras caminó a la entrada.
—Ve a buscarla, seguramente el rey me llamará y arreglaré esto —dijo mirándola con seriedad—. Alice, no te metas en problemas, te lo advierto.
—Sí mi rey.
Alice dejó la habitación que le habían dado para ellos. Encontró que no había guardias en sus puertas, solo en la escalera que daba para el primero piso era custodiada.
—Deseo ver a mi hermana —dijo parándose delante de ellos.
—El rey ordenó que no pueden dejar el Castillo, pero no dijo nada sobre caminar por él —dijo uno de sus guardias.
—Acompáñeme, yo la llevaré con la princesa Astria.
Astria se encontraba en su habitación, después de lo que había hecho estaba enloquecida. A pesar de eso, no le daba mayor importancia al significado de la moneda, en su mente solo pensaba en el beso que le había dado al rey delante de todos.
El leve calor corporal que sintió, sus labios que había sentido gruesos, aunque sabía que Burak no los tenía así. Era su segundo beso y para ella era el primero que fue por su iniciativa. Sus damas solo se reían burlescamente viéndola como se paseaba por la habitación inquieta.
—Astria, di algo —dijo Amy rompiendo el silencio.
—No tengo nada que decir —dijo ella tapándose la cara.
— ¿Nada? Astria todos hablarán por lo que has hecho y el rey ni siquiera te apartó.
—Sí, ¿qué significa eso? —preguntó Luz.
—Que impidió una masacre, eso fue lo que realmente paso —dijo Cleo.
En la mente de ella aún se repetían aquella acción, con los ojos de Burak atentos a los de ella. Encapsulando a ambos en ese único momento, logró calmar al rey
¿Qué explicación le daría al verlo?
—¿Astria? —tocó la puerta su hermana, no esperando una respuesta abrió sin más. Las damas de la princesa, al verla, soltaron los tres gruñidos de molestia, era la culpable de que todo se saliera de control.
—Alice. —Se sorprendió al verla—. Yo siento mucho lo que... — comenzó a excusarse.
—No Astria, no digas esas cosas, fui yo quien no tuvo modales ni decencia para lo que hice. Tenía miedo.
—Yo también —dijo y se abrazaron con fuerza.
Astria asintió con la cabeza mientras miraba a sus damas sobre el hombro de su hermana. Ellas rápidamente las dejaron sola para que conversaran.
—Estoy muy preocupada por ti, ¿Cómo es que te atreviste a besar al rey?, ¿qué es para ti él?, ¿sigues siendo pura?, ¿él-él te ha tocado?
— ¿Qué? ¡No! —dijo Astria mientras recordó cada momento vivido con Burak.
Él si la había visto desnuda, no totalmente, pero sí la parte superior, ¿tocado indebidamente? Tampoco, Burak no era un hombre malo que se había aprovechado de ella.
—El rey no me ha hecho nada —dijo Astria sentándose en una silla.
—¿Nada?, ¿él te dijo que me dijeras eso?
—No, Alice, no me ha dicho, ni hecho nada. Es más, me ha cuidado y alimentado. Me ha enseñado un mundo nuevo, ¿Sabías que existían damas...?
—Esto es absurdo —dijo Alice interrumpiéndola, mientras se sentaba en el borde de su cama con lentitud—. No eres una mujer fea, ni poco bendecida, ¿por qué entonces no te ha hecho nada?
—Los reinos creen que Burak es un hombre frío y cruel, pero eso no es cierto.
—Difiero de tus palabras querida hermana, después de lo que ocurrió hoy, el hombre es una bestia sin control. Claro que luego de que lo besaras lograste calmarlo, el cual fue muy afortunado y aterrador.
—No lo juzgues Alice.
—¿Qué no lo juzgue?, ¿te han lavado el cerebro acaso? Es el rey de los Átkozott— dijo acercándose a Astria—. ¿Recuerdas que mató a nuestro padre degollándolo?
—Burak hizo un pacto con nuestro padre.
—¿Qué? ¿Qué tipo de pacto?
—Eso fue lo que dijo ese día, padre no lo negó, pero el rey nunca rompe un pacto. No sé qué tipo de acuerdo tenían, pero eso lo llevó a su muerte.
—No hables defendiéndolo.
—No lo hago, yo estuve allí Alice.
—Bueno hermana, dejémoslo por hoy. Me alegra mucho, verte bien, pensé que te encontraría de distinta forma, supongo que el rey debería escuchar mis agradecimientos.
—Alice —Astria estaba feliz de ver a su hermana, pero lamentaba mucho que ella no pudiera comprender lo que ella pensaba de Átkozott. Comprendió que por más que le dijera cosas buenas del lugar, Alice nunca lo entendería—. Yo no sé si podré hacer algo más, si lo de hoy vuelve a suceder.
—Lo has besado ¿Qué más vas a intentar?
—Ya Alice —dijo Astria, avergonzada, ya tenía suficiente con el tema.
Astria se acostó en su cama, estaba cansada mentalmente y lo único que quería era volver a estar tranquila y entre el silencio que se había formado en la habitación pensó que realmente no era necesario contarle a su hermana sobre las damas Blancas, lo intentó y ella no escuchó. Así como Burak, había tratado de esconder sus poderes, quizás ella debía hacer exactamente lo mismo.
Alice solo la miro sin decir nada, se sentía bastante culpable que su hermana se haya acercado más al rey, era lo último que quería, así que solo se quedó callada pensando que eso era lo que su hermana quería.
Por otro lado, Astria recordó algo de lo que habían hablado la última vez que se habían visto en Lomas y que le interesaría saber ahora que su única esperanza por mantener su virginidad la había dado.
—¿El sexo duele? —soltó mientras miraba el cielo.
—¿Entonces de verdad que aún eres pura? —dijo Alice sorprendida, mientras se acercaba a la cama—. Estoy impactada, de verdad no te han hecho nada.
—¿En serio no me creíste?
—Es difícil Astria
—Háblame de tu esposo, parece una persona bastante tranquila.
—Sí, Astria —dijo Alice volviendo a la cama y volviendo a sentarse con cuidado—. Mi esposo es maravilloso, atento y muy amable— dijo mientras en su cabeza había recordado las nalgadas que se había ganado—. Respondiendo tu pregunta, no diré nada.
—¿Qué?
—Cuando vengas conmigo te buscaré un noble, acordé a ti, y te casaras. Podrás tener tus respuestas tu misma.
Astria suspiró grandemente. Había desechado la idea de desposarse, Átkozott no tenía intenciones de hacerlo, incluso Burak le había comentado más de una ocasión, que desposarla con alguien, no estaba en sus planes, pero Alice la devolvió a su realidad.
¿Será esta noche?, ¿será que Burak la iría a buscar después de haberle devuelto la moneda?
Las horas pasaron tranquilamente, Alice le contó cómo era todo en Luther y que no había sido difícil acostumbrarse al reino de Luther. También le menciono que su hermano Hans había subido al mando y que hacía tiempo que no sabían nada de la reina Catherine.
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