Capítulo 13: Sabueso
Al día siguiente, en la mañana, Astria recorría los jardines traseros, había un edificio apartado del enorme castillo, poco se usaba, pero, aun así, se mantenía limpio y ornamentado. Sus damas de compañía la seguían a donde ella iba y así Astria no se sentía sola. Por primera vez en su vida tenía con quién conversar todo el tiempo, tenía quien la ayudará, alguien que la aconsejará y le hablará con amabilidad y entusiasmo genuino. Era todo lo que ella había anhelado, compañía y amigas.
El clima era muy agradable en las mañanas, aunque se le había avisado que no se alejara mucho del castillo, sus mujeres encontraron que el edificio era un lugar hermoso para conocer y que relativamente no estaban tan lejos. Los Átkozott aún tenían mucha curiosidad de ella, pero sus damas les hacían saber rápidamente lo molestos que podían ser si se acercaran, Astria era radicalmente diferente a ellos y les carcomía la intriga de saber cómo la nueva dama Blanca.
De repente mientras observaba una fuente con grandes pescados de colores. Una hermosa flor de color lila fue flotando hasta chocar con su nariz. Al principio pensó que solo había sido la brisa del viento, pero luego la flor volvió a chocar una y otra vez con ella. Hasta que sorprendida la tomo con su mano.
—¿Burak? —pensó volteando a ver a sus mujeres y ellas rápidamente bajaron su rostro—. No pensé que vendrías... —dijo girándose, pero no era el rey.
—¿Esperabas a alguien más? —dijo la voz de un hombre con cabello castaño oscuro y ojos también dorados. Era bastante alto y fornido con un mentón pronunciado y caminaba con su camisa entreabierta.
—Yo... —dijo ella dudando en sus palabras—. ¿Usted es...?
—Es el príncipe, mi dama —dijo Amy.
—Soy Cedric el príncipe mayor de Átkozott.
—Es un gusto conocerle príncipe Cedric —dijo ella bajando la cabeza.
—El gusto es todo mío, jamás pensé poder conocer una dama Blanca y aquí estás, bella y radiante ¿Te ha gustado el castillo?
Era habitual que el príncipe se hiciera llamar como el hijo mayor, ya que no se consideraba a la Princesa la mayor por no poder seguir con su legado. Aun así, Burak era el mayor de los cuatro, luego venía Elenor, Cedric y el pequeño Samuel. Ninguno de los mayores atesoraba el trono, ni siquiera Burak en su tiempo. Su relación era bastante buena y ninguno añoraba la muerte de uno de sus hermanos para volverse rey. Todo fluía y todos lo aceptaban.
Al mismo tiempo que Astria conversaba con el príncipe, a lo lejos en uno de los balcones del primer piso, se encontraba Burak observando el patio sin intención de hacer notar su presencia.
—Puedo escuchar tus gruñidos silenciosos desde aquí —dijo Cerdina la madre de los príncipes acercándose por el costado del balcón—. No me digas que te ha llamado la atención
—Cerdina.
—Ha pasado tiempo mi rey, últimamente me ha dolido el corazón. Supe que no he criado bien a mi hijo.
—¿Samuel? Sí, lo has mimado mucho —dijo él mientras se apoyaba en las barandas.
—Recuerdo que tú eras exactamente igual cuando te comencé a criar. Obstinado, desobediente y recuerdo que tu padre tenía que trincarte.
—Estaba dolido.
—¿Y crees que es distinto con Samuel? —Era cierto, tanto el pequeño príncipe como el rey habían perdido algo preciado casi a la misma edad—. Mira Burak, yo trato de hacer bien las cosas, no tenía idea que Samuel se comportaría así.
—Lo sé mujer —dijo él dándole unas palmadas en su espalda alta—. Lo bueno es que ya estoy aquí, ahora somos dos quienes lo podremos corregir— dijo refiriéndose a su hermano Cedric, quien también se involucraba en la crianza del pequeño.
—Eres un buen hombre, no llevamos la misma sangre, pero te amo como a ellos.
—¿Qué es lo que te tiene tan sentimental? ¿Es por tu hija que se irá de tu lado en unos meses más? —dijo Burak en todo burlesco mientras la miraba con una sonrisa ladeada.
—De todo un poco, me hago vieja y ustedes crecen muy rápido.
—Oh mujer, no te preocupes por esas cosas. También te quiero —dijo mirando a un lado avergonzado de sus palabras. Cerdina al oírlo agarró su brazo enganchándolo a ella y apoyo su rostro en el hombro de su hijo. Grandes y fuertes, ella moldeó con sus brazos el contorno de ellos mostrándole afecto.
—Ahora, ¿Me dirás qué te tiene tan pensativo? ¿Es por la nueva dama Blanca? Ella es preciosa, un poco delgada, pero es una mujer muy hermosa. Si no te mueves rápido lamentaré escuchar a mi hijo queriéndola de esposa.
—No digas estupideces, es una dama Blanca.
—Inocente y pura, Burak debe ser mucho para ella, tienes razón —dijo Cerdina mirando el rostro de su hijo para poder descifrar alguna intención escondida. Burak frunció el ceño levemente, suficiente para que ella se diera cuenta—. Eres el rey de Átkozott, ¿Quién puede detener a un rey tan ejemplar como tú? La derrota nunca ha estado en tu vocabulario, eres un hombre fuerte, ¿No crees que las estupideces que dicen de las damas Blancas deben cesar?
—Si te hablo, asumirás retorcidamente mis intenciones y si no digo nada...
—También lo haré —dijo ella soltando una risita—. Debes casarte Burak, debes encontrar a tu pareja, si la quieres podemos llegar...
—¿Ves cómo sacas conclusiones sin que te dijera nada especifico?
—Quiero verte en compañía. Ella se ve delicada, frágil, hermosa, quizás también su personalidad sea dulce e inocente, siendo un hermoso complemento a lo que eres tú.
—Tu imaginación se mueve rápido.
—Creo firmemente que las mejores parejas no son las que más coinciden entre ellas, sino las que por amor puedan cambiar por el otro, para buscar ese equilibrio juntas, talvez ella y tú...
—Es muy pronto para pensar en esas cosas. Hay tanto que se viene por delante. Meterme en lazos románticos no es lo mío en este tiempo.
—Eres sabio como tu padre, sabrás cómo solucionar todo sabiamente. En temas de guerras, y proteger tu reino, lo haces igual, pero no esperes tanto. Quizás tu compañera ya está aquí, pero no quieres voltear a verla. El consejo te seguirá presionando— dijo dándole un beso en la mejilla y soltando su agarre—. Benditos los dioses que exista la mujer que pueda ponerte la correa en el cuello, sabueso— dijo riéndose mientras se iba.
—Adiós mujer.
—Oh cierto —dijo Cerdina asomando su rostro una vez más—. Deja de gruñir en voz baja, eso podemos escucharlo por todo el castillo— volvió a reír a carcajadas.
—Oh ya vete.
Cuando Burak perdió a su madre, a los años Cerdina asumió el rol de reina, pero también asumió su rol de madre con él y aunque jamás la llamó mamá, si pudo tenerle bastante cariño. Cerdina era una mujer muy dulce, amable, lo crío como su primer hijo y no lo dejó cuando nació Elenor, así Burak se sentía en deuda con ella.
Astria, por otro lado, fue criada por Helen, que también la había querido como su hija, pero tampoco había tenido noticias de ella. Muy en el fondo de ella pensaba que si se quedaba en Átkozott podía tratar de ubicarla y saber cómo estaba.
Cerdina se fue sonriente imaginando a su hijo desposando a una mujer como Astria, ya habían pasado años donde el templo y los consejeros esperaban que el rey mostrara interés por una mujer. Lamentablemente, para ellos eso no ocurría, Burak era indescifrable y lo presionaban a menudo.
Átkozott a pesar de su mala reputación, la mayoría de los matrimonios surgían por el sentimiento de amor, no eran como los demás reinos que creían que el amor crecía después del matrimonio. Aun así, había algo difícil y casi prohibido en la historia del reino. Una dama blanca podía desposar a un Átkozott cualquiera con el permiso del rey, pero no podía desposar a un Átkozott con sangre de poder. Había miedos y suposiciones de la mezcla de ambos seres.
Cerdina también pensó en aquello, imaginando la infancia que había tenido que vivir Burak y la pérdida de su madre. Creyó que debía tratar de investigar de aquel asunto. Si su hijo terminaba por demostrar un poco de afecto por aquella mujer, esa, esa minúscula esperanza le entregaría el valor para tratar de convencer a los ancianos de desposarlos.
Era muy rápido para pensar así, pero quería pensar positivo. Astria solo llevaba dos días en el reino, pero Cerdina no la dejaría ir fácilmente.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro