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Una gran pesadilla

Me encontraba corriendo en una casa totalmente oscura, apenas podía ver el suelo y tocaba las paredes para ver dónde había una puerta y entrar. Al entrar por una un paso al falso me llevo a caerme y rodar por unas escaleras cuesta abajo, cada escalón golpeaba mis huesos y realmente dolía pero me preocupaba más huir.

—No podré escapar nunca— sollozaba— me quiero morir, hoy si me quiero morir— respiraba agitada mientras me levantaba para seguir corriendo.

Llorar no era una opción mi rendirme tampoco pues sabía que él no me mataría, sino que me torturaría hasta cansarse de ello.

«Papá, perdón»

Topé con una pared, y unos brazos me atraparon.

«Valí»

Me taparon la boca, yo intenté gritar, pero no me soltaban y mis esfuerzos por safarme del agarre eran inútiles. Me sentía desesperada, mis ojos se nublado de lágrimas y por un momento, me rendí.

—No hagas ruido, nos encontrará— susurró una voz masculina en mi oído mientras me soltaba poco a poco.

—Creí que no vendrías— susurré llorando.

—Él me trajo aquí— confundida, volteé y pude verlo golpeado, con sangre en sus ojos y sangre saliendo de su nariz.

—Da...— no pude hablar. Él sonrió y se escuchó un disparo.

Cayó muerto frente a mí, y detrás estaba él, apuntándome al pecho.

—¿Quién te va a salvar ahora?

Desperté empapada de sudor, sentía mis latidos por todo mi cuerpo, escalofríos.

Me levanté y vi el reloj en mi teléfono, eran las 3:27 a.m. Prendí la lamparita de mi habitación y me dirigí al baño para lavarme el rostro. Pero todo me dio vueltas y tuve que agarrarme de la perilla de la puerta del baño para no caerme.

Había sido un mareo momentáneo y simplemente esperé a que pasara. Por mi ventana pude ver una luz como si alguien estuviera alumbrando con una lámpara hacia mi habitación. Admito que me dio miedo, mucho miedo. Sí yo fuese un asesino serial o un violador justamente así asecharía a mi víctima.

Me odio. El lugar de cerrar la ventana fui a abrirla para ver quién estaba por ahí. Pudo haberme salido un payaso de los videos de terror o la llorona, pero «Amanda fue a ver quién estaba ahí»

Para mi suerte no pude ver nada, la luz había desaparecido y solo se escuchaban los grillos cantar; cerré la ventana junto con la cortina y me dirigí al baño.

Después de haber ido a despabilarme regresé a dormir, y olvidándome de mi pesadilla me quedé profundamente dormida.

En la mañana sonó mi alarma y cuando tomé mi celular para pagarla tenía un mensaje de un número desconocido.

La ventana

Mensaje raro, se habrán equivocado de número.

Comencé a acomodar mi cuarto y luego fui arreglarme para irme a la escuela; hoy no tenía hambre así que no iba a desayunar, ya me compraría algo de escuela.

Me dió calor de tanto movimiento, estaba haciendo calor hoy, así que decidí abrir mi ventana para que entrara el aire, y se refrescara la habitación para cuando regresara. Amarré cada una de las cortinas y al abrir mi ventana me percaté de que había un sobre verde debajo de ella, este estaba sellado y tenía una fecha.

22/06/15

Vivo en el segundo piso, ¿cómo habían alcanzado y cómo sabían que era aquí la dirección? ¿Quién la había dejado?

La delincuencia en mi colonia no era mucha, pero igual me dió miedo así que cerré la ventana con seguro y mandé un mensaje a Anahí.

Buenos días Anahí. Pasó algo extraño hoy, si no te mando mensaje en 10 minutos llama a la policía, ¿si? Si todo sale bien te cuento en la escuela.

No iba a arriesgarme, pero tampoco iba a quedarme con la duda. La curiosidad mató al gato, pero el gato murió sabiendo. Una frase que siempre me decía mi papá.

Abrí el sobre y usted tenía una linda pulsera color celeste de hilos con mi inicial. También tenía una tarjetita, esta decía.

Siempre estaré, aunque me quieras lejos, siempre cuidaré de ti. Lo juro.
















Me dió un gran escalofrío, ¿quién había puesto esto en mi ventana? Las letras estaban a computadora, no podía nisiquiera investigar la letra. Guardé el sobre con lo que venía dentro en mi mochila y tomé rumbo a la escuela.

Anahí:

Estoy bien, te cuento en la escuela ❤

La escuela no quedaba lejos, pero tampoco me gustaba llegar tarde. Faltaban 10 minutos para mi clase.

Hoy entraba una hora más tarde porque un profesor no iría en la mañana, así que estaba sola en la casa y me tocó ir sola a la escuela. Por eso me dió más miedo lo del sobre.

Al llegar a la escuela mi teléfono sonó indicando la llegada de un mensaje. Lo ignoré porque supuse que era Anahí y preferí llegar rápido al salón y no distraerme, para poder contarle todo.


—Una luz extraña en la madrugada— enumeraba mi amiga— el número desconocido y la carta. ¿Será un admirador?

—No lo creo— respondí.

—¿Y si es Christian?— Chilló emocionada.

—Él no me gusta— susurré— sólo me produce escalofríos.

—Se llaman nervios, porque te gusta— dijo riendo.

No estaba segura, Christian no me producía las típicas mariposas en el estómago, solo escalofríos.

¿Quién era el dueño de ese número? ¿Era el mismo dueño del sobre? ¿La luz que ví en la madrugada tendría que ver con esto?

Mi mente no dejaba de dar vueltas al asunto. Pensaba descubrirlo.


(...)



Era sábado, las 9 de la mañana y como no tenía nada que hacer hoy me puse a leer un libro. A las 11 me arregle y bajé a desayunar.

Esta vez estaba mi mamá cocinando así que no me tocó a mi hacer la comida. Hoy era su día de descanso.

—¿Vas a salir hoy, Amanda?— dijo mi mamá.

—Quería ir al parque. ¿Puedo?

—Claro.

—¿Puedo ir hermana?— dijo Alexandra.

—Claro, ¿Mamá, puede ir?— pedí el permiso.

Mi hermana era muy unida a mí, nunca nos guardabamos un secreto, por ello me sentía mal esta vez, pero sentía que por alguna razón no debía hablar.

—Si, vayan— autorizó mi madre mientras comenzabamos a comer. Alexis siempre se levantaba muy tarde los sábados.

—Alístate y en 15 minutos nos vamos. ¿vale?— le dije a Alexandra cuando terminamos de comer. Asintió y se fue a arreglar.

Un mensaje llegó a mi teléfono. El mismo número desconocido del miércoles. Qué miedo.

¿Recuerdas ese día de la graduación? Llevabas la misma ropa que traes hoy.

No te asustes, no soy alguien que te hará daño. Solo intentaré ayudarte de esta manera a ver si puedo lograrlo. Te quiero❤

¿Quién eres?

Teclee rápidamente.

Soy quien te ha estado ayudando con tus conflictos, pero también soy quien te ha dado algunos. Y quien te protege siempre.

¿A qué se refería? Yo no recordaba a nadie más que me ayudara más que Anahí y John.

¿A qué te refieres? ¿Eres mi amiga o amigo? ¿Cuándo me has ayudado?

No deberías confiarte. No debiste responder el mensaje.

Por miedo ya no respondí.

Después de llegar del parque subí a mi habitación y comencé a revisar los mensajes de la conversación archivada. No entendía nada, solo había advertencias.

Quizá cuando compré mi nuevo chip los números se enlazaron y me aparecían mensajes que no eran míos. No tenía sentido, pero esta conversación tampoco lo tenía.

Tratando de descifrar algo, me comenzó a doler la cabeza de la nada y luego de 5 minutos no supe más de mí.

Cuando desperté eran las 6 en punto de la tarde y mi teléfono estaba sonando ante una llamada entrante de un número desconocido.

Mismo número que anteriormente me había estado mandando los mensajes. Contesté pero nadie hablo así que opté por hablar primero.

—¿Hola?

En ese momento, pensé. "no tuve que haber contestado".

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