Capítulo 9: Madre.
Siempre eh envidiado a las sirenas cálidas, sus brillantes colores que maravillan los sentidos, su gran parecido con los hombres mortales y gentileza hacia ellos fue lo que les orillo a convertirse en nuestras presas, pero no siempre fue así, hace ya algunos años, tiempos que ni yo misma puedo recordar nuestros mundos Vivian en perfecta armonía, la violencia de nuestra estirpe nació del odio y empatía por una de nuestras congéneres, ellas olvidaron el sacrificio de aquella nuestra madre, nosotras nos dedicamos a mantener vivo su legado, disfrazada en cuentos y coplas infantiles la advertencia sobre la maldad de los hombres fue contada en cada generación.
Pero no fueron sus colores o gusto por los hombres lo que me intrigaba de ellas, lo que me llevo a mantener como mi propio hijo a uno de ellos, fue algo mucho más infantil, mas pasional, aquel sentimiento al elegir, pues se dice que una sirena cálida siempre seguirá a su corazón aun cuando la muerte misma la llegue a alcanzar.
Una vez fui ingenua como ellas, una vez quise elegir el corazón y ese fue mi gran error.
Como madre quieres asegurar la supervivencia de tus crías, darle la fortaleza y preservar su futuro, como hijo no lo entiendes, no comprendes la gravedad de su sacrifico hasta que ya es demasiado tarde, hasta que tienes a tus propias crías, pero a veces en nombre de ese amor puedes ir demasiado lejos.
Nací como cualquiera en esta colonia, en un mundo fértil y con un próspero futuro aguardando, mi madre se aseguraría de ello, mi padre un enorme macho fue nuestro gran guardián defendiéndonos de amenazas y proveyendo manjares dignos de una reina, mi madre me llamo su pequeña reina, mi padre su pequeña Grimhilde, nuestra especie próspero y la colonia nos acogió con respeto.
Yo era joven la más pequeña de todas, demasiado ingenua para mi propio bien cuando una poderoso sirena llego desde otras aguas destruyendo todo a su paso, algunos dicen que trajo consigo la fatalidad aquella que emergió desde las profundidades para clamar nuestras vidas, mi padre murió aquel año y nuestra especie desapareció casi por completo, todo un legado de sirenas escorpión reducidas a solo un par de especímenes, solo mi madre y yo sobrevivimos a la gran matanza de la colonia, solo nosotras dos fuimos perdonas como prueba de buena voluntad por ella.
La grandiosa colonia fue diezmada en un parpadeo y una nueva emperatriz se alzó dominándolo todo, obligándonos a cazarnos entre nosotras para sobrevivir e incluso entonces, en medio de tanta muerte y dolor me negué a ver la realidad y deje que mis deseos guiaran mi corazón.
El apenas si un sobreviviente un pequeño tritón cuya sonrisa y amabilidad había casi desapareció en nuestro mundo me convenció de las pequeñas maravillas de ese oscuro lugar, volví a sonreír entonces, como en aquellos años cuando mi padre vivía, cuando mis hermanos y hermanas nadan con libertad, cuando el viejo castillo en roca estaba lleno de vida, de ruidosas sirenas y cantos.
Mi madre lo noto y en su deseo por mantenernos a salvo, de asegurar mi destino, nuestra supervivencia me entrego a otro tritón, más grande, más poderoso, simplemente mejor, llore suplicante para hacerla cambiar de opinión para hacerle entender que no era el quien deseaba mi ser y cuando confesé amarlo me abofeteo encerrándome en una de las habitaciones del castillo, era un chica tonta, joven y inexperta que no sabía lo que necesitaba, así me llamo ella y durante días me vio llorar sin descanso, dos días antes de la luna de sangre escape, durante días mi gran amor me visito en secreto manteniendo nuestro amor constante, planeamos huir y dejarlo todo, vivir en aguas cálidas entre las sirenas que como nosotros elegíamos el corazón antes que nada.
El jamás llego y en mi dolor corrí a brazos de mi madre para contarle lo sucedió, para pedir perdón por ser tan estúpida de creer en aquel que seguramente se dedicaba a robar corazones de sirenas inocentes como yo lo fui, esa noche ella me obligo a comer para estar lista para mi compromiso, ni siquiera pregunte por que el corazón que empujo por mi garganta sabia tan extraño, porque su insistencia de comerlo hasta el último trozo, solo me resigne a ser la pareja de una bestia brutal que ansiaba el trofeo que la última de su especie podría darle.
Fue un gran infierno, vivir sin amor al lado de la persona más despreciable solo lo hacía mil veces peor, volvía a suspirar por el amor perdido, por aquel cuyo abandono había estrujado mi corazón, fue realmente un accidente que encontrara aquel viejo collar, el símbolo de mi amor eterno entregado por amor a el guardado en los aposentos de mi madre, tuve una esperanza que jamás debí sentir, pues a mí fue revelada la verdad más atroz de todas, fue mi madre quien llego a nuestro encuentro, quien supo de aquello todo el tiempo y planeo de una vez por todas destruirlo, en un arrebato de ira arranco el corazón de hombre que amaba y luego me hizo devorarlo hasta el último centímetro, hasta asegurarse el esquivar el destino al que yo misma me había condenado.
Intento salvarme, dijo ella de convertirme en espuma de mar, fue demasiado sentí asco de mi misma y de ella, de llamarme su hija, de desconfiar en el amor de él, de simplemente ser usada por aquella egoísta mujer y en otro pasional momento arranque su corazón convirtiéndome entonces en realmente la última de mi especie.
La vida continuo, me refugie en mis pequeñas crías, siete pequeños tritones todo y cada uno de ellos idéntico a su padre, ninguno como yo y aun así fueron mi gran adoración.
Una hambruna azotó entonces la colonia, el fértil mundo en que vivíamos solo era un viejo recuerdo gracias a nuestra nueva emperatriz y vi a mis pequeños niños ser arrebatados uno a uno, sus vidas extintas por quién se suponía debía protegernos, sin poder oponerme le vi arrebatarme a mis únicos pilares.
"Podremos hacer más" decía cada que rompía sus cuellos, que sus cabecitas eran arrancadas para su deleite, cada que su vida se extinguía por completo, siete bellos niños me fueron arrebatados de un momento, creí que moriría, que no podría continuar.
Entonces ella nació, tan bella como los grandes tesoros en los barcos, de piel tan pálida igual a las sirenas árticas, de labios carnosos como la sangre y voz tan melodiosa como mil de nosotras, una nueva pequeña nació de mis entrañas tan parecida a mí y diferente a la vez, ya no fui la única de mi especie, su padre la odio, tal vez fue porque su nacimiento coincidió con la rara migración de una de aquéllas colonias del norte o simplemente supo que la amaba más que a él, la detesto con ganas, maltrato a mi pequeña obligándole a servirle, a ser una mendiga en su propia casa y aun que intente defenderla como pude el dolor vívido me hizo débil todo ese tiempo.
Cuando ella creció y se convirtió en una bella sirena el deseo nació entonces en los ojos de su padre, para cuando lo note mi pequeña niña ya había sido atacada, falle nuevamente como madre al no salvar a mi propia niña de su salvaje padre y meses después las consecuencias se hicieron evidentes.
Evie era hermosa, de bellos colores azules tan parecidos a los míos gracias a la gracia de Poseidón no fue nada como su padre, ocultamos la verdad más por el bien de mi niña que por la de él, la esperanza de que ella pudiera encontrar a alguien, un lugar seguro al cual escapar se convirtió en mi objetivo, entonces la emperatriz de los mares pidió una muestra de lealtad y nuevamente falle como madre.
"Aún tenemos a Evie" había murmurado el sosteniendo el cuerpo inerte de mi pequeña, "Aun la tengo" repitió sonriendo preparándose para llevar a mi niña como un regalo a la malvada sirena que nos gobernaba con miedo, sus palabras fueron el detonante, el frio de estas y la intención con la que miraba a Evie tan pequeña en mis brazos con hambre me dieron el ultimo empujón, tuve que perder ocho hijos, diez seres amados para finalmente ser consciente de mi propia fuerza, para finalmente decir " Ya basta"
Tal vez fue la ira del momento, o todo el dolor guardado que exploto en mi interior, cuando termine las paredes de la habitación quedaron manchadas hasta el techo con su sangre y de él solo una masa desfigurada en el suelo junto a mi amada hija, acune el cuerpo de esta mientras lloraba mi desdicha, mientras pedía perdón por no ser una verdadera madre ignorando la sangre en más manos, ignorando la frialdad de su piel y la ausencia de su aliento, el llanto de Evie fue lo que me trajo a la realidad o quizás hubiera permanecido ahí abrazando a mi pequeña y esperando a la muerte a su lado, pero con una hermosa cría a mi cuidado, este bello regalo para redimirme tuve que ser fuerte.
Por primera vez actué como mi madre quiso, me levante y jure proteger a mi pequeña Evie, me negué a jurar lealtad a la emperatriz en su lugar alimente a Evie quien llorando pedía alimento con los restos de su padre y a mi pequeña hija, negándome a profanar su cuerpo la deje en una de las cuevas más profundas del castillo sellándole con una enorme roca llenando su sepulcro con corales y conchas, piedras preciosas y todas aquellas que fueron de su preferencia, la acomode para que pareciera dormida, mi pequeña princesa que descansaría eternamente bella y guarde su recuerdo en mi memoria para siempre en la promesa de que protegería a Evie.
Cuando los secuaces de la emperatriz llegaron exigiendo el tributo uno a uno los destroce con mis dientes, descubrí así que mis espinas siempre fueron mi defensa que tenían veneno más que potente para aniquilar sirenas del doble de mi tamaño y que mi madre estuvo equivocada todo ese tiempo, no necesitaba un tritón fuerte para protegerme mi poder era tan grande que era yo la que necesitaba ser contenida.
La emperatriz lo descubrió cruelmente cuando las cabezas de sus secuaces fueron empujadas a su castillo negándome a servirle, solo quería paz, solo quería cuidar de mi niña y no ser molestada, ella me exilio entonces, como hacía con todo lo que le asustaba, con todo lo que podría amenazar su poderío pero no me importo, Evie era lo único importante en mi vida ahora.
Protegí a mi niña entonces, le enseñe a ser fuerte y valiente, a nunca tener miedo y que podía hacerlo todo, con el tiempo mi poder fue muriendo y el de Evie fortaleciéndose descubrí entonces porque mi madre tenía tanto miedo de mí que me hizo convencerme de estar indefensa, pero en su lugar anime a mi niña a superarme.
Entonces un día mi pequeña niña, tras una cacería feroz a una colonia migrante trajo consigo un regalo, una bella criatura de brillantes colores, de piel tan pálida como la de mi hija y ojos tan enormes y majestuosos que me hizo recordarle, me dije que lo conservaría por el bien de Evie, que mantendría a esa cría hasta llegar a necesitar alimento, me convencí que sin importar nada lo mataría a la mínima oportunidad.
Mentí, simplemente me mentí a mí misma pues cuando mi pequeño tomo mi mano y llamo mamá supe que estaba perdidamente enamorada, hice una nueva promesa mantendría a mi nuevo bebé a salvo, lo protegería y destrozaría a cualquiera que intentara arrebatármelo.
El humano en la pequeña isla era esa amenaza.
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La reina malvada conocía muy bien a sus pequeños hijos por lo que podía saber cuándo le ocultaba algo, por lo que su patética escusa sobre el nido de Carlos no se la creyó por un instante, luego de ver las extrañas visitas de Jay decidió proteger a su familia y persuadir a Maléfica de imponer el compromiso con su única cría sobreviviente.
Ella no confiaba en Maléfica y aun que en parte la detestaba se mantuvo alejada de sus asuntos, durante años vio el exilio como una libertad, ella podía permanecer tranquila sin ser molestada se aseguró de destrozar a cualquier intruso y así estar a salvo, nunca le faltaron las noticias sobre lo sucedido en la colonia en como una a una las pequeñas crías de Maléfica fueron muriendo a manos de su madre al considerados indignos, tampoco los rumores sobre la nueva generación de sirenas quienes al parecer parecían mucho más rebeldes que sus padres, pero nuevamente a ella no le importo.
Hasta que Evie empezó a interesarse en esos cuentos, en los rumores y desear mucho más, cuando Evie escapo por tercera vez a la colonia supo que no podía mantenerla aislada más tiempo así que la educo junto a Carlos para mantenerse sospechosa de cualquier otra sirena y cuando Maléfica o mejor dicho su hija y el tiburón vinieron con una propuesta para ellas, cuando la promesa de ser devueltas a la sociedad de su mundo no era el precio de alguno de sus hijos si no solo el talento de Evie, accedió, acepto porque su niña la miro emocionada suplicante, por que quiso darle felicidad y aun que eso era una oportunidad para poner en peligro a Carlos se prometió cuidar más a su niño entonces.
Hubo algunos altercados al dejar que su niño nadara por la colonia lo convirtió en un objetivo por suerte siempre estuvo ella o Evie para protegerlo, entonces el tritón idiota comenzó a mostrar interés y este junto a Mal parecieron muy a gusto cerca de sus terrenos y los de sus niños, cuando creyó solucionado el asunto solo lo complico aún más.
Carlos paso del sonriente y afable chico a un cabizbajo y sonador, suspiraba todo el tiempo y miraba sin muchas ganas el profundo océano, un día visito su nido, solo para asegurarse como era y noto el incremento de basura humana de este preocupándola, la última vez que Carlos desapareció por un buen tiempo trato de poner un alto, entonces Jay apareció con nuevas y extraños alimentos que su hijo devoro con deleite y algo en su interior se alarmo.
Lo siguió un día, mientras sus dos niños distraídamente la guiaban a su secreto mejor guardado, cuando el agua dejo de ser fría y la calidez confundió sus sentidos noto como su pequeño pececito salía del mar para caminar en dos piernas, se asustó, claro que lo hizo, horrorizada vio como un humano en tierra le sonriera y bromeaba con él, como saludaba a Evie y alimentaba a ambos con alimentos extraños que podían enfermarles, lo peor de todo fue que su niño lucia tan cómodo y feliz.
No se sorprendió tanto al verlo caminar como humano, los viejos cuentos lo advertían, hablaban sobre cómo estas sirenas caminaban entre los hombres para perderse para siempre, si su madre había temido al verla enamorada e impidió que se convirtiera en espuma de mar que su Carlos tuviera piernas no era tan descabellado.
Tal vez estaba siendo egoísta, quizás se equivocaba como lo hizo su madre pero supo entonces que debía proteger a su niño de esta nueva amenaza, que aquel humano solo traería dolor a su corazón y ella no iba a permitirlo, cuando una tormenta fue convocada por la sirena purpura la noche anterior de la nada ella aprovecho mientras sus niños estaban ocupados buscando en los restos de los barcos removidos en la tormenta anterior ella llego hasta el humano y canto.
Iba a ahogarlo, le arrancaría el corazón y alimentaria a Carlos con este, ella salvaría a su pequeño niño.
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No era como si ella estuviera preocupada por la seguridad del humano, que va, la única razón por la que en ese momento estuviera viajando a la isla fue meramente porque sabía que la tormenta anterior debió destruir su ridículo nido y ahora Ben tendría que reconstruirlo nuevamente y eso solo significaba una cosa, él se desharía de esas estorbosas ropas y podría ver sus músculos de la espalda contraerse pero era todo por razones cien tifas, porque claro ella había desgarrado esos músculos antes pero verlos en acción trabajar en un ser vivo era mucho más interesante.
Si claro, se estaba mintiendo totalmente ella estaba muy preocupada, temerosa de que algunas de esas algas gigantes Ben las llamo palmeras le cayera encima a su humano, o que este estuviera de alguna forma herido Mal emprendió su viaje a la isla, había tomado un atajo uno que Jay le mostro pero debido a las corrientes marinas fuertes era difícil por suerte había llevado a su amado tiburón favorito ella no les ponía nombres, era estúpido y a sus criaturas no les importaba tenerlo, así que nado hasta ahí para observar la playa y encontrarla totalmente vacía, pensó que tal vez Ben ya había iniciado sus reparaciones dado que el techo de su nido estaba destruido por lo que luego de ordenarle a su amigo quedarse para vigilar la zona se arrastró por la arena hasta llegar a la poza hecha especialmente para ella, según Mal claro está, era lo único en perfectas condiciones con agua y todo, colocando su aleta en el agua fría espero pacientemente revisando los trozos de madera y cosas al azar a su alrededor entonces su amado tiburón se movió agitado en las aguas sacado su hocico para llamar su atención, aquello fue por demás extraño por lo que regreso al agua de inmediato.
Solo esperaba que nada de esto tuviera que ver con la ausencia de Ben.
Lo fue totalmente.
Que Mal estuviera ahí fue algo que debía pasar que Jay lo estuviera fue más una casualidad, Carlos había disfrutado del jugo de roca que Ben les dio a probar una vez, él lo llamo cocu o algo parecía Jay pensó que era súper extraño abrir rocas para encontrar agua, hasta que le explicaron que era un fruto de esas enormes algas llamadas palmeras, lamentablemente Ben había dicho la última vez que no podía alcanzar más cocu por que las palmeras eran muy altas y trepar no era lo suyo, así que tenían que esperar que las palmeras bajitas de donde había obtenido los primeros tuvieran más de estas rocas con agua o que una tormenta los tirara, eso era más fácil dado que Ben no quería intentar bajarlo y que uno de estos le diera en la cabeza.
La noche anterior hubo una tormenta así que eso significaba que habría de esas rocas con agua por la isla y si Jay se daba prisa podría persuadir al humano de traerle unos pocos incluso tal vez lo ayudaría dado que era demasiado debilucho, por lo tanto Jay quien usualmente usaría su atajo esta vez se fue por la ruta normal, así fue como lo descubrió, al acercarse más y más a la isla el agua se fue volviendo más pesada y el aroma débil de sangre le hizo detenerse, Jay busco a su alrededor sin ver nada más el rastro estaba ahí débil, como un fino hilo llamándole, diciéndole que conocía al dueño de ese aroma.
Era Ben, en el instante en que descubrió a quien pertenecía la sangre se lanzó al fondo del océano nadando con rapidez, ahí estaba la reina malvada sosteniendo a un Ben casi inconsciente, la sirena tenía sus garras en el cuello del humano y una sonrisa en el rostro, la sangre provenía del ante brazo de este que al igual de su espalda estaba lleno de arañazos horrendos, parecía que Ben había luchado pero las grandes espinas venenosas de la reina habían reclamado victoria y ahora poco a poco Ben se estaba ahogando finalmente, la reina poso su otra mano entonces sobre el corazón de Ben y Jay supo que instaría arrancar su corazón.
Dudo, no lo culpen por dudar un segundo, si Ben moría toda su admiración y curiosidad de Carlos por el humano también lo haría, si lloraría y estaría triste pero Jay podría consolarle con más basura humana, por otro lado si moría Mal estaría furiosa, súper furiosa y además ya no había pretexto para que el pudiera estar cerca de Carlos, demonios, Ben era la única razón por la que Carlos nadaba a su alrededor sin miedo, odiaba admitirlo pero gracias al ridículo humano Carlos sonreía con él y tenía más chance de conquistarlo, necesitaba a Ben vivo.
Nado entonces hasta estrellarse contra un costado de la reina para obligarle a liberar a Ben, el humano cayo al fondo completamente laxo mientras la reina notaban a su rival, Jay, lo reconoció de inmediato no esperaba encontrarle aquí, debió tener algo que ver con el humado dado que llevaba esos regalos a su hijo como un mensajero por lo que arremetió contra él, Jay apenas si pudo esquivarlo viendo como Ben caía al fondo nado en su búsqueda pero la reina lo tomo de la cola enterrando sus uñas, la sangre del tritón inundo las aguas y aun que Jay intento liberarse la cola de la reina amenazaba con enterrar su veneno, fue ahí cuando un enorme tiburón golpeo contra la reina quien libero a Jay.
- Ve por el – Mal ordeno al tiritón quien de inmediato nado en busca de Ben y lo llevo a la playa, la sirena había nadado a toda velocidad para salvar a su humano ahora miraba a la reina quien levantando la cabeza lucia confundida pero solo levemente.
- Mal – llamo ella mirando como el tiburón nadaba detrás de la sirena listo para atacar – ¿ahora cazas por tu cuenta? – pregunto sonriente más la sirena no respondió solo se quedó ahí desafiante – puedes tenerlo solo quiero una parte de el- pidió tentativamente ya que no sabía que hacia ella ahí – solo su corazón – pido
- No – respondió Mal sus ojos brillando en su esplendor – Ben es mío – gruño mostrando sus enormes dientes al mismo tiempo que su tiburón y toda la postura le alerto en un segundo.
La reina miro pacíficamente sin inmutarse, la amenaza de la chica extraña por su acaparamiento de comida, el uso de un nombre no pasó desapercibido tampoco y algo intrigada solo bajo la cabeza rindiéndose con elegancia, la sirena salió disparada entonces en dirección a la isla al darse cuenta que no había amenaza alguna mientras el tiburón se quedó un más vigilando a la reina, protegiendo a su sirena.
En tierra Jay empujo a Ben sobre la arena y golpeo suavemente su rostro, aja, para que este despertara, mas Ben no reacciono, asustado por que el humano moriría golpeo su pecho justo sobre su corazón, una vez, y otra para reanimarlo más nada paso, entonces recordó que los humanos no puedes respirar el oxígeno del agua y seguramente no tenía aire por lo que con una mueca de desagrado poso sus labios sobre el humano y soplo, una vez y otra más nada paso, la cuarta vez el humano escupió agua tosiendo finalmente para empezar a respirar abrió los ojos con cuidado y murmuro algo incomprensible, pero como su respiración aún era muy débil Jay volvió a besarle para soplar aire en su interior.
Pasaron dos coas entonces Ben reacciono de inmediato empujando a Jay de los hombros con nada de fuerza y Mal jalo su cola creyendo que le hacía daño, pero Jay solo señalo lo obvio y la sirena le perdonó la vida, mientras Ben yacía en la arena cada vez más débil, el veneno de la reina ya empezaba a hacer efecto, Ben empezó a jadear entonces su cuerpo empezó a sudar así como calentarse debido a la fiebre, Mal reviso el brazo donde el arañazo había sido producto de la picadura de la reina en cuanto la toco Ben aulló de dolor siendo este cada vez más intenso, ninguno sabía qué hacer, Ben seguía sudando y quejándose su brazo se aferró a su estómago y su cabeza se inclinó a un lado para vomitar bilis, Jay miro todo extrañado.
Eso nunca había pasado el veneno de la reina nunca había causado tal cosa, en su pueblo, a las sirenas simplemente las debilitaba, su veneno era tan eficaz que el cuerpo de la víctima se debilitaba por lo que dejaban de respirar y morían, una vez incluso una murió solo de una picadura, el veneno fue tanto que cayo inerte al fondo marino, hasta ahora no lo habían visto en humanos y por lo que veía esto dolía mucho, la respiración de Ben volvió a cortarse y Mal entro en pánico otra vez por lo que Jay volvió a besarlo para soplar aire y golpear su pecho dos golpes después Ben estaba respirando nuevamente con dificultad jadeando otra vez sobre el dolor.
Mal grito algo entonces pero Jay empezó a sentirse cansado giro para ver lo que señalaba la sirena cuando noto su aleta sangrante y los cuatro agujeros en esta, vio que Mal llamaba su nombre o tal vez se equivocó puesto que todo su mundo empezó a dar vueltas y finalmente Jay cayo contra la arena, había olvidado que la reina también lo pico.
- Jay, Jay maldita sea despierta – llamo Mal desde donde sostenía la mano de Ben, cuando el tritón seguía sin reaccionar se estiro lo suficiente para jalar a Jay más cerca por suerte este seguía respirando y ya que el agua llegaba a sus colas era una preocupación menos, rezando por que la reina solo lo paralizara y no matara centro su atención en Ben quien aún no podía respirar, se acercó tratando de besarlo como hizo Jay para ayudarle cuando Ben hizo una mueca para que se apartara y entonces vómito, durante un largo tiempo vio como Ben vomitaba bilis y luchaba por respirar a su lado Jay respiraba agitado menos grave que Ben entonces el cuerpo de Ben empezó a sacudirse violentamente asustándola aún más – Ben – llamo la sirena con desesperación – basta Ben – murmuro tomándole de los hombros para mantenerlo en la arena quieto – por favor para - jadeo mientras el chico entraba en una crisis – por favor – suplicando aferrándose al pecho del joven quien luchaba por vivir.
En el mar a orillas de ahí, después de deshacerse del tiburón la reina malvada miraba aquella escena, sabía que Jay estaría bien solo estaba paralizado ella no había querido matarle de lo contrario ya lo estaría por otro lado al humano lo miraba extrañado pero más aún la reacción de la sirena, ella conocía esa reacción esa desesperación por ver a alguien importante morir lentamente, comprendió una cosa entonces algo que la hizo reír ante tal ironía, Maléfica la gran emperatriz de la colonia, aquella que gustaba de destruirlo todo de cazar a sus hijos había mantenido con vida una hija amante de los humanos, todo será mucho más divertido cuando esta termine enamorada de él y finalmente se transforme en espuma de mar. Por otro lado esto complicaba aún más las cosas.
Decido dejar a la chica ver morir al humano cuando una brillante perla llamo su atención, aquello le sorprendió Mal estaba llorando golpeando el pecho de Ben para hacerle reaccionar cuando un par de perlas se deslizaron por sus mejillas, curiosa incluso más que su adorable Carlos se acercó para notar como las fugaces lágrimas de esta se convertían en hermosas perlas negras resaltando entre la arena fina de la playa, Mal estaba tan concentrada en Ben que no noto a la reina hasta que ya era muy tarde, cuando sintió la presencia de tal sirena siseo posándose sobre el cuerpo moribundo de Ben.
- Basta – dijo la sirena mayor mirando cautelosamente a la sirena – no voy a hacerle daño – Mal bufo entonces ante eso sin desatender su postura, la reina miro al humano para luego ver a Jay inconsciente a un lado y regreso su atención a la perla negra cercana, ella la observo con fascinación bajo la atenta mirada de mal y siseo en aceptación, levanto su mano entonces a tocar a Ben haciendo que Mal gruñera - ¿quieres que lo ayude o no? – pregunto al reina y a regañadientes ella se alejó dejándole observarlo.
No es que Mal confiara en ella pero todos sabían sobre la magia de la reina malvada y menos sobre la verdadera razón de que su madre rechazara a estas, ellas eran sirenas poderosas por lo que dejaría ayudar a Ben si no lo salvaba la mataría, la reina toco el rostro sudoroso del humano que ardía en fiebre frunció su nariz al no comprender ese efecto en los humanos y volvió su atención a la perla, solo había cinco de ellas, como era de esperarse la sirena no había derramado más, aun le intrigaba como es que Mal pudiera hacer eso, un gran don crear perlas tan hermosas llenas de dolor, amor pero sobretodo magia una muy poderosa solo muy pocas podían hacerlo, solo aquellas cuyo poder era inimaginable, miro a la sirena purpura que solo parecía preocupada por el humano inconsciente del gran poder del que era capaz.
Bueno ella no sería quien se lo dijera cierto, no a una futura amenaza, la magia se encontraba encapsulada en cada una de estas, no quería usarlas, ella esperaba quedarse con las perlas pero sospechaba que si no hacía algo de inmediato Mal podría tomar represalias con sus bebés por lo que decidió sacrificar una de estas, tomándola en su mano la apretó tan fuerte hasta que la trituro por completo creando un fino polvo negro, con su larga uña abrió los labios del chico moribundo y dejo caer estos polvos para después inclinarse y besarle.
Mal siseo mostrando los dientes temiendo que la reina arrancara su garganta al verla tan cerca de Ben pero esta simplemente enarco una ceja mirándole fijamente, tras unos segundo que parecieron eternos Mal retrocedió y la reina Malvada beso al humano exhalando su aliento con suavidad al momento que murmuraba unas palabras, casi al instante Ben se levantó aspirando aire para después toser como loco y volviendo a caer inconsciente su respiración estaba más estable y la fiebre parecía ida, Mal de inmediato presto más atención a Ben que la sirena dándole la espalda, esta solo tomo las perlas restantes y se hundió en el mar.
Había sido muy peligroso usar su magia en un simple humano, por suerte las perlas de Mal tenían suficiente poder para ser usadas de esa formas, la reina Malvada sonrió hasta llegar a su castillo con su nuevo botín, hasta que entro a esta y vio como Carlos jugueteaba con uno de esos trapos que juro vio a el humano usar, rayos tan entusiasmada estaba con sus perlas que olvido el asunto por completo, pero entonces noto una cosa, la tormenta de ayer fue algo peligrosa para el humano y si Mal estaba ahí con Jay fue porque esta quería asegurarse de su bienestar y seguramente Jay solo la acompañaba, por otra parte Carlos no había mostrado interés en ir a revisar al humano por lo que su hijo tal vez no estaba enamorado aun, aún era la palaba clave de todo esto tendría que impedir que Carlos siguiera visitándole o terminaría muerto.
Carlos se acercó entonces a ella sonriente y la reina sonrió con calidez con la firme decisión ya tomada.
- Mamá – dijo el pequeño mostrándole su bolso – la tormenta volteo el enorme navío dejándole totalmente accesible mira lo que encontramos – su pequeño parecía realmente extasiado – mira esta cosa – empujo un candelabro que aún tenía un pedazo de vela cubierta por limo – no sé qué sea – frunció su nariz – pero mira brilla si la limpio- le mostro un pedazo ya lustrado libre de arena incrustada.
- Es muy hermoso querido – sonrió está acariciando su cabello – pero sabes lo que pienso sobre ir al cementerio de barcos – le reprendió, Carlos cerro los ojos para luego mirarle algo avergonzado.
- Está bien mamá – dijo su hija luciendo un nuevo collar con una gema muy brillante – estuve con él todo el tiempo – sonrió, la reina solo enarco una ceja ante eso.
- Y los tiburones alejaron a los intrusos – Carlos agito sus brazos emocionado – Mal les pidió no molestarnos y ellos nos dejaron pasar.
- ¿Mal? – dijo la reina, Carlos de inmediato se dio cuenta de su error y cubrió su boca con ambas manos soltando su dichoso artefacto humano, Evie palmeo su rostro ante el descuido de su hermano, la reina bajo su mirada a su mano donde las perlas aún se mantenían, tomo una en sus dedos y recordó el incidente, Mal la sirena que era capaz de derramar su magia en perlas negras estaba mucho más involucrada con sus niños de lo que pensaba, no entendía que estaba buscando al hacer eso pero definitivamente no debía ser bueno – Mal – volvió a murmurar y Carlos se odio por ser tan descuidado.
- Ella es buena con nosotros – intento Carlos – somos amigos – trato – creo.
- ¿Amigos? – pregunto incrédula levantando una ceja mirándole con sarcasmo evidente – amigos – dijo la palabra en burla sosteniendo la perla.
- ¿Qué es eso? – Evie noto que su madre parecía molesta por lo que de inmediato cambio el tema - ¿son perlas negras? – dijo mirando más de cerca - ¿Dónde las conseguiste? Son tan hermosas- la reina miro las perlas y sonrió para su alivio por lo que Carlos entendiendo el mensaje se unió al cambio de tema.
- Son preciosas madre – alabo el – quedaran hermosas en tu cabello o una corona – agito las manos – tal vez Evie pueda hacer una – dijo titubeante.
- Pero que gran idea – Evie continuo – hay que guardarlas – dijo intentando arrebatárselas pero la reina negó.
- No – dijo con voz firme congelándoles en el instante – estas perlas son muy valiosas – sobrino – pero muy pocas para una corona necesitare más.
- Te ayudaremos a buscarlas – se animó Carlos – solo dinos donde buscar y – la reina levanto una mano para callarle y Carlos pensó que sería regañado pero esta solo le sonrió acariciando su cabeza.
- Mi amado niño – dijo cariñosamente – estas perlas son muy difíciles de conseguir, se consiguen a través del dolor del corazón – los niños asintieron creyendo que se trataba de una extraña analogía de su madre – pero estoy segura que pronto tendré más – continuo – por ahora debo protegerlas y guardarlas en un lugar seguro.
- Traeré tu alhajero - dijo Evie de inmediato.
- No – le paro la reina – unas perlas así necesitan algo especial – luego mirando a su pequeño suspiro – mi pequeño Carlos ve a buscar la concha rosa especial de mamá – Carlos asintió de inmediato pero antes de que irse ella continuo – la eh guardado en una de las viejas habitaciones mi querido niño – sonrió – mi madre me la obsequio – dijo en un suspiro.
- ¿Es la que está en tu vieja habitación? – pregunto Evie dudosa, puesto que su madre siempre odio aquella habitación, era la única del castillo a la que nunca entraba no podía creer que ella guardara algo ahí, la habitación siempre permanecía intacta, inmutable, igual a como la última vez que la uso.
- Esa misma – sonrió y Carlos salió disparado a buscarlo ansioso de ser un buen hijo, tan emocionado, concentrado en su labor rebuscando entre los estantes de roca de la habitación que no noto que de hecho la reina le buscaba.
La reina siguió a su pequeño ante la mirada confusa de Evie y en la puerta esta le vio, la hermosa aleta pinta de su bebé agitarse rebuscando como un pequeño ladrón, soltó un enorme suspiro recordando lo pequeño que había sido al principio, lo dulce y adorable, lo indefenso que aún era.
Carlos seguía rebuscando sin éxito alguno empezaba a frutarse por no encontrar dicha concha el solo quería hacer feliz a su mami, le entraría la concha y estaría tan feliz que no cuestionaría su salida, no podía esperar para mostrarle a Ben sus objetos nuevos cuando el sonido de algo moviéndose detrás de él le asusto, la luz procedente de las algas bioluminiscentes de los pasillos del castillo se fueron apagando y cuando giro vio con confusión como una enorme lapida de piedra cubría la salida.
- ¿mamá? – dijo desde su lugar – Mamá – volvió a llamar acercándose a la puerta sellada tocando la roca y trato de empujarla pero no pudo sacarla - ¡Mamá! – grito esta vez más asustado y confuso- ¡Mamá! – volvió a suplicar buscando con su vista por toda la habitación encontrándola cerrada, quiso escapar por la ventana pero en esta había barrotes de roca solido cubriendo la salida, en su desesperación intento salir por estos más le fue imposible - ¡Mamá! – nado hasta la puerta golpeándose contra esta en un intento desesperado de moverla.
- Lo siento – murmuro ella tras la roca – pero necesito protegerte – se explicó dejando caer su frente sobre la fría lapida – hay muchos peligros afuera mi precioso niño y estas tan expuesto a ellos – murmuro –perdóname – suplico ante los lloriqueos de su bebé detrás de esa rocas.
- ¿Mami? – pregunto su pequeña niña mirando extrañada la situación, escuchando los gritos desesperado de su hermano - ¿Qué estás haciendo? – pregunto confundida.
- Si abres esa habitación – le gruño – te encerrare también – y tras decir eso se alejó de ahí, dejando a Evie murmurar palabras contra la roca para confortar a su hermano.
Tal vez estaba siendo un poco exagerada, tal vez realmente necesita soltar a Carlos o este simplemente no gustaba del humano, lo que fuera no iba a permitirse perder más niños, no más, ella mantendría viva a su familia, así tuviera que causarles tanto dolor.
Carlos lloro hasta quedarse afónico, golpeo la pared de piedra pidiendo ser liberado y se quedó dormido suplicando ser libre, no entendía que había hecho mal, no comprendía lo que pasaba el solo estaba muy asustado.
La reina paso el día entero recordar su estancia en esa prisión, el dolor en su corazón ante cada suplica a su madre y se odio a si misma pero prefería eso a ver a su pequeño morir de amor.
Notas:
La reina malvada tiene ocho hijos en total, los primeros siete hacen alusión a los siete enanos, la ultima es Blanca nieves y esta es la madre de Evie, quien fue violada por su padre, por lo que la reina malvada es la abuela de Evie mientras que su padre es su abuelo.
Me gusta buscar sobre el pasado de mis villanos de Disney así como las verdaderas historias de las princesas y casi siempre me topo con "Once Upon a Time" por lo que tomo muchos elementos de este, cuando me di cuenta había escrito algo muy parecido al pasado de la reina malvada y me dije hay que hacerlo más parecido así que aquí esta.
Nunca eh visto Once Upon a Time, más que un par de Capítulos donde sale Elsa y solo porque pensaba que era un musical sobre frozen o algo así, después note que quedo en continuación y pues buuuu.
Ese Ben tiene un pegue que todos lo besan, ya nada más falta Maléfica lol.
Recordemos que la reina malvada es una sirena escorpión o sea que estaba basada en el pez escorpión el cual es venenoso y pueden causar lo siguiente: En primer lugar está el dolor que es bastante fuerte, ardor y edema en el lugar afectado. En muchas ocasiones van acompañados de nauseas, vómitos, calambres musculares, astenia, sudación, fiebre y finalmente pude llegar a producirse un shock.
Se recomienda en caso de no contar con perlas mágicas negras ni magia, ir al médico así como mantener la parte herida levantada, no tocar la herida, usar agua caliente salada, ya que el calor ayuda a aliviar el dolor. En todo caso es una buena idea utilizar alcohol, vinagre o alguna solución contentiva con amoniaco ligado con agua.
Galletas?
Chocolate??
Un pez???
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