Capítulo 4: Instinto.
Notas: Bueno como deje en claro en MUR les traigo hoy el capítulo cuatro de mi universo sirenas, sigo manteniéndome firme en mi promesa de no actualizar el fic hasta que ally y yo publiquemos nuestros fics Omegaverse, vamos vayan y animen a ally, por lo que por hora este fic y el de Gafou se han vuelto prioridad, hasta nuevo aviso.
Capítulo 4: Instinto.
- Así que lo encontraste – Mal miro cruzada de brazos a Jay los tiburones se habían alejado desde hace rato dándoles una privacidad necesaria, Jay no había estado feliz cuando dos enormes tiburones le cerraron el paso y empujaron hasta donde estaba Mal, en medio de aquellos animales como si de mascotas se tratasen - no me mires así reconozco esa mirada – Jay siguió negándose a mirarle solo frunció la nariz no iba a hablar de sentimientos no con Mal - ¿enserio Carlos? – se tensó enserio se tensó no esperaba que ella lo descubriera, no es que hubiera algo que descubrir, siendo honesto ni el mismo sabía lo que era.
- No hay nada que pensar él es solo un buen bocado – se defendió, el mantuvo su postura pues en el momento en el que el pescadito colorido entro en u radar se dijo que era solo eso un agradable bocado, Carlos era un sirena cálida y todos sabían que eran deliciosas casi tanto como los humanos.
- Si claro – Mal rodo los ojos no creyéndole nada, lanzo entonces una mirada en su dirección y ambos se quedaron viendo por un rato demasiado largo, inclusos los tiburones podían sentir la tensión a su alrededor - Deberías hacer algo al respecto – finalmente dijo al ver lo terco que era Jay.
- No – corto cualquier intento de idea por su parte, Jay no quería intentar nada que no fuera devorarle, Jay no quería lidiar con sentimientos - mi instinto me dice que debo cazarlo y ofrecértelo a ti como obsequio, que debo buscar a la más fuerte del lugar y engendrar crías – empezó a recitar como un mantra, como si fuera una lección que le fue enseñada desde pequeña y Mal no lo dudaba ella tenía una muy similar.
- Y el mío que te devore luego de concebir y no pienso hacer eso – ahora fue ella quien le interrumpió Jay parecía confundido, mirando a sus manos que temblaban de ansiedad - ¿Qué es lo que realmente te molesta? – pregunto finalmente se acercó solamente un poco no le toco, no sabiendo que el contacto solo cerraría a Jay pero si se acercó, le hizo saber con su simple presencia que no le juzgaría.
- Es un macho Mal – tras un largo suspiro Jay hablo finalmente confeso que aquel tritón era mucho más que una comida - no puede darme crías – continuo- no es adecuado – le miro con la barbilla tensa apretando los dientes ante cada palabra, como si hubiera aprendido la diferencia de una forma no muy grada, ser adecuado para Jay significaba todo, ser el mejor, ser perfecto.
- ¿Para quién Jay? – pregunto otra vez, su voz era firme opero suave igual aquella que utilizaba con su tiburones cuando alguno de estos iba demasiado salvaje - ¿para ti o tu padre?
- Tu no lo entiendes – Jay se apartó retrocedió con nueva ira en su mirada, todo su ser se cerró entonces, la vulnerabilidad de hace unos instantes reemplazados por el mismo Jay de siempre - pues elegir una hembra y mientras concibas niños tu madre estará bien pero yo no tengo esa opción.
Así que de eso se trataba de algún entupido ritual de hombría que su estúpida colonia tenia, todos los sabían la sirenas más fuerte tenían el poder y obtendrían crías, su sociedad era un matriarcado, ellas eran la que atraían a los marineros a las rocas, sus canticos y belleza era si principal arma eran perfectas cazadoras y no necesitaban protección, los machos solo eran vistos como parejas, seres con los cuales aparearse para continuar su legado.
Un macho si quería sobrevivir en esa colina, si quería tener algo de reconocimiento y poder debía ser elegido, conquistar a la sirena más fuerte de la colonia, su trabajo estaba más que nada en aparearse y "defender" a una sirena que era capaz de rasgarlo por la mitad, eran fuerza bruta para ser utilizados, activos sacrificables en momentos decisivos, como las hambrunas para alimentar a las creas, un macho solitario no era bien visto, un macho no buscaría la compañía de otro pues no habría crías que era el objetivo del cortejo.
Mal podía tener crías con quien le diera la gana y aun así unirse a una hembra, era algo injusto y muy estúpido para ella, por lo que si esto era por esa estupidez de demostrar su valía y ya que Carlos solo era una pequeña sirena cálida y no un mostro enorme como todos los tritones, además que lucía muy débil y pequeño siempre detrás de Evie ella le daría un golpe a Jay por eso.
Pero no era solo por esto, no, Mal sabía muy bien que no era esta la única razón, Jay no quería aceptarlo, no iba a arriesgarse a buscar a Carlos no por las estúpidas tradiciones, si había alguien que iba en contra de las reglas eran Jay, el estúpido trato que tenían era un ejemplo, su cabello largo como una chica también, no Jay jama siria tras Carlos por una simple razón, Jafar, no después de ser el causante de la muerte de su madre, no cuando sabía que su padre le recriminaba aquel pasado.
- No Jay tu eres el que no comprende – se acercó intimidante al tritón - Carlos es una sirena cálida, ha migrado desde el sur al norte cada año tras año desde que era pequeño y sobrevivió al ataque que diezmo a su colonia – le recordó golpeando su dedo en su mecho - ha vivido y crecido en estas heladas aguas, se ha fortalecido, ha burlado tiburones y demás sirenas que no dudarían en devorarle, Carlos es mucho más fuerte de lo que me gustaría admitir, si alguien debe probar ser digno eres tu – gruño, porque debía admitirlo el pequeño pescadito había demostrado ser alguien digno de mirar- porque Carlos no es más que la representación de la fuerza alzándose desde lo más bajo y tú solo brutalidad en seco – le miro Jay se veía un más confundido no comprendiendo lo que le decía - si te gusta ve por él y olvida a tu padre.
- ¿Pero?
- Si te preocupan las crías tranquilo aún tenemos un acuerdo – rodo los ojos notando como ya algo en la mirada de Jay parecía verse con esperanza - tendremos crías pero sin unirnos es un mejor trato cada quien por su lado.
- Eso no es muy tradicional – le recordó pero tampoco parecía molesto por eso.
- No me importa como deban ser las cosas, no voy a aparearme con ningún cabeza hueca de por aquí y tú solo quieres a Carlos si el único problema son las crías entonces las tendremos y ya – se encogió de hombros como si eso fuera lo más normal.
- ¿Estás hablando enserio verdad? – Jay lucia tan esperanzado, tan anhelante aun con una postura totalmente despreocupada.
- Completamente ahora ve y corteja al pez colorido o juro que le diré a los tiburones que no te dejen en paz – Gruño ella, Jay titubeo, miro a la chica durante unos minutos y finalmente asintió con la cabeza y salió nadando, Mal sonrió satisfecha, lucía totalmente ganadora y regreso con sus tiburones no quería admitirlo pero le agradaba Jay y si alguno de ellos podía pasar su vida con su objeto de deseo bien podía ayudar.
Mal se arrepintió de darle ánimos dos noches después cuando Jay empezó a lloriqueara su lado, "No estoy lloriqueando Mal", desde que empezó a suspirar describiendo la belleza de la aleta de Carlos y su hermoso cabello platinado, realmente se arrepentía de eso.
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- ¿Eso es un humano? – pregunto la princesita tras ver al chico en el barco, cruzándose de brazos tras dejar que Mal hiciera su estúpida muestra de dominación.
- Dije que es mío – volvió a gruñir ella sus ojos brillantes mirándole- si no te vas ahora te matare – amenazo, Evie solo bufo ante esto ignorando por completo lo que a cualquiera llenaría de miedo.
- Estas ocultando un humano – sonrió llegándole la realización - tú madre no lo sabe – y sus dientes afilados se mostraron, Mal frunció la nariz no gustándole el tono en su voz - le diré a toda la colonia y veremos que dice ella.
- Supongo que tendré que silenciarte entonces – murmuro Mal - para siempre – y le tomo del brazo apretándole con fuerza lista para entrar en una feroz lucha para matarle.
- O podrías hacer algo por mí – ella se libró de su agarrare sin realmente mucho esfuerzo revisando su brazo ante cualquier marca.
- ¿Qué quieres? – gruño, ya no lucia tan amenazante pero Evie sabía bien que era pura apariencia.
- Dile a Jay que se aleje de Carlos – volvió a cruzarse de brazos - él no va a ser una ofrenda de cortejo – entrecerró sus ojos en su dirección haciéndole entender que no dejaría a su hermanito libre para ser la comida de esos dos.
- ¿Que hizo el ahora? – los hombros de Mal se desplomaron pensó que la sirena le pediría algo, una parte del humano o alguna estupidez, bueno esto era una estupidez pero no pensaban que fuera esto, el idiota de Jay siempre estaba dando vueltas al asunto.
- Le entrego un corazón humano.
- Ese idiota – Murmuro Mal resistiendo el impulso de golpear su frente, Jay no era realmente bueno en esto del cortejo, Mal había tenido que decirle exactamente qué hacer para cortejarle y ahora iba y le daba un corazón humano, debió empezar con algo más pequeño como un corazón de orca o algo así.
- Jay no va a entregarte su corazón para tus estúpidos bebés – Evie empezó a gritar molesta recordando la razón por la que buscaba a la sirena, mal le miro confundida entendiendo poco a pocos sus palabras.
- Espera – le cayó levantando las manos - un momento ahí princesita – le miro frunciendo la nariz - Jay no está intentando matar a Carlos – le explico por qué obviamente lo que sucedía no era eso cierto, digo era bastante obvio para cualquiera.
- Pfff si claro ¿qué está haciendo entonces? ¿Cortejándole? – tal vez no para todos pues la sirena solo rodo los ojos burlonamente - oh por Poseidón está cortejándole – y parecía que finalmente lo comprendió - pero tú – y otra vez se veía confundida - él – Mal no entendía enserio, no comprendía el balbuceo de la princesa - ustedes ¿no están juntos? – finalmente pregunto con un puchero, uno muy adorable por cierto.
- No – negó enérgicamente porque quería dejarlo bien, pero bien claro.
- Él ha estado cortejándote – le recordó - toda la colonia lo sabe.
- Son solo apariencias ok, el mantiene a su padre tranquilo y no tengo tritones idiotas tras de mi – ella no parecía muy convencida - a excepción de Jay – pero Evie seguía mirándole como si fuera alguna estupidez - un arreglo simplemente.
- Eso – murmuro - tiene sentido, creo – hablo pensativa - aguarda ¿por qué Carlos?
- Me lo preguntas ¿a mí? – enarco una ceja ante esa pregunta - ni idea de que le vio.
- Bueno pues no quiero que Jay se le acerque – volvió a decir molesta, no quería a Jay, ni Mal cerca de su hermano, porque seguramente Jay no tenía buenas intenciones, no importa el cortejo o los estúpidos regalos que Jay le siguiera dando - seguro piensa devorarle después de aparearse.
- Lo dudo ha estado lamentándose y escribiendo canciones sobre lo hermoso que es su cabello y lo suave de su piel – murmuro rodando los ojos recordando aquellos molestos días donde Jay no dejaba de enviar miraditas y suspiros al tritón colorido, rayos era sumamente patético.
- ¿Enserio? – eso sí que no se lo esperaba Evie no podía ver a Jay, el asesino de sangre fría suspirando por alguien como Carlos, de hecho no podía verlo suspirando por nadie.
- Créelo – murmuro ella.
- Mamá jamás lo permitirá.
- No interesa Jay consigue lo que quiere y lo sabes – le recordó - Además piénsalo, él es fuerte, muy fuerte y temido lo mantendrá seguro – trato de convencerle porque hay odiaba al Jay patético que se arrastraba lloriqueando por no ser notado por Carlos, pero odiaría más a Jay siendo rechazado - nadie se acercara a Carlos si Jay lo reclama.
- Creí que solo podías reclamar a tu pareja – eso le había sorprendido, Evie jamás imagino que Jay fuera tan enserio, no con Carlos al menos.
- Así es
- Pero ¿y las crías? – esa era un pregunta muy justa - ellos no pueden.
- Tranquilo lo tenemos cubierto – Evie le miro confundida entonces - mira Carlos está a salvo con Jay – ella no parecía tragarse es de la seguridad era un jodido tiburón y su hermanito, tan pequeño y frágil y seguramente Jay podía partirlo en dos entre sus dientes y ... - lo más a salvo que puede estar – le corto el rollo a su pensamiento, Evie le miro y finalmente suspiro aliviada, no estaba muy de acuerdo pero al menos ahora que sabía las intenciones de Jay podría amenazarlo y Carlos dejaría de entrar en pánico, bueno tal vez lo haría pero sería por otra razón.
- Iré a decirle entonces está temiendo ser devorado por él – se di media vuelta dispuesta a sacar de su predicamento a su Carlos.
- No – Mal le cortó el paso - si le dices Jay sabrá que yo te conté sobre su enamoramiento – murmuro.
- Bien – rodo los ojos ella, porque Mal le daba esa mirada no aquella de amenaza, no una que le pedía por favor no hacer algo estúpido - pero a cambio – sonrió a la chica - el humano...
- Es mío – Mal ni siquiera la dejo terminar, en cuanto aquellas palabras salieron de su boca, ella estaba lista para arrancarle en pedazos.
- Solo quiero las cosas brillantes que tiene – ella levanto las manos tratando de aparecer lo más pequeña e indefensa que podía realmente no quería entrar en una batalla.
- Intenta quitárselas si puedes – se relajó al saber que Evie solo estaba interesada en las cosas brillantes, como siempre, eso ni siquiera le sorprendió - y no cantes vas a atraer a las demás – advirtió.
- ¿Cómo vamos a comerle entonces? – Evie le daba esa mirada nuevamente, la de "Mal estas siendo estúpida" pero que ella se negaba a aceptar pues nadie le llamaba estúpida si quería mantener su lengua.
- No vamos a comerle – murmuro con los dientes apretados.
- ¿Por qué? – y ella seguía insistiendo.
- Por qué no – gruño – por ahora no.
- Bien – retrocedió nuevamente levantando las manos- ¿Mal?
- ¿Qué Evie? – dijo con fastidio ante las preguntas estúpidas de Evie.
- No puedes mantenerlo ahí sabes, los humanos mueren si no tienen sol y esas cosas que Carlos ama – le recordó.
- Lo sé – volvió a gruñirle – ¿vas a querer tu basura humana o no? - le recordó.
- Si pero ahora no es buen momento – suspiro Evie – no puedo atraerlo sin cantar a menos que... - murmuro y Mal le dio una mirada interrogante pero Evie ya se había alejado nadando.
Tal vez ella no podría atraer al humano pero sabía de alguien que sí, su pequeño y adorable hermano Carlos.
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- Y Jay sigue trayéndome cosas, comida más que nada – Carlos como siempre estaba quejándose ahora lo hacía con Freddy y Zevon a quien se había encontrado mientras buscaba a su hermana temeroso de que hiciera una estupidez como desafiar a Jay y bueno, acababan de ser aceptados en su sociedad para que Evie fuera y atacara a la futura pareja de Mal.
Así que mientras nadaba buscándole se encontró con Fredy y pronto se unió Zevon a escuchar el triste parloteo que realmente los hacía reír, no es que Carlos se sintiera seguro a su alrededor, no, para él toda sirena del lugar era una posible amenaza pero la verdad era bueno tener a alguien con quien más hablar además de su hermana y madre.
Zevon por otro lado creía que Carlos era muy adorable, si pensó en algún momento en devorarlo pero ahora solo le veía como alguien quien siempre le animaba el día, cada que hablaban con el Carlos y su estúpido miedo por ser asesinado le hacían reír, le hacían olvidarse de sus problemas y sentirse un poquito superior frente a él, era algo cruel pero por lo menos Zevon se prometió no tratar de comerle.
Freddy era otra cosa, la sirena estaba encantada con Carlos, su belleza y los secretos místicos y mágicos que la especie en particular de Carlos tenia, sin embargo no podía acercarse mucho y empezar a disparar preguntas sobre su fisionomía, ella esperaba deberás esperaba que Carlos fuera de esas sirenas que lloraran perlas o la clase de magia que podría provenir de este, por lo que se prometió ganar su confianza además escucharlo lloriquear era muy divertido.
Así que técnicamente él estaba a salvo con estas sirenas en particular, no lucharían por el para protegerle a muerte pero al menos tampoco lo devorarían, claro que eso no era algo que Carlos supiera todavía.
- Tal vez está engordándote – sonrió Freddy mostrando sus filosos dientes solo para ver si lograba hacerle llorar esta vez.
- solo bromea Carlos – Zevon intervino al ver la falta de color en el rostro del pequeño, podía ver el terror, el mundo cayendo sobre sus hombros, era divertido si pero posiblemente se estaban pasando de la raya y pensó solo tal vez un pensamientos estúpido la verdad que le agradaba lo suficientemente Carlos como querer ser su amigo o una clase parecida.
- Lo sabía quiere comerme – dijo indignado alejándose de ahí nadando con fuerza, Zevon suspiro al verlo partir y luego miro a Freddy reprobatoriamente.
- ¿Qué? – se encogió de hombros la sirena oscura - ¿Qué otra cosa puede ser? – trato de defenderse – cortejarlo lo dudo – el tritón asintió tras comprender que ella tenía razón, no era como si Jay le estuviera cortejando cierto, todo el mundo sabía que estaba con Mal.
Sin embargo y solo porque fueron muy groseros con Carlos obligo a Freddy a ayudarle a buscar a Evie, eso era mucho más fácil que intentar buscar al tritón que seguramente ya estaría a millas de distancia sobre alguna roca bañándose en el sol o en el aterrador campo de medusas.
Mientras tanto Carlos había salido disparado la ira transformándose a resignación pura, sabía que era el objetivo de Jay, cuando este lo quisiera le mataría y ofrecería su corazón a Mal, solo era cuestión de tiempo, no era como si su madre podría hacer algo, lo peor sería que si alguna de ellas se entrometía las amarían, la reina Malvada era fuerte y poderosa pero no podrían hacer mucho si toda la colonia las atacaba a la vez, sabía que algún día esto pasaría, lo había aceptado tanto tiempo atrás pero ahora solo estaba enojado.
Frustrado por que empezó a creer que ellos era un poquito respetados, y tal vez lo eran su madre y Evie, pero lo que trataba de el no, siempre fue el bocadillo de reserva, una cría encontrada cuya única función servía para ser alimento, tenía suerte de haber llegado tan lejos, suspirándolo y con las lágrimas en los ojos nado lo más que le dieron las aletas, pronto llego a su isla, la pequeña extensión de tierra rodeada de vida verde, eran como las frondosas algas del campo de medusas pero no tan coloridas como los corales, de alguna forma ese lugar le fascinaba.
Y solo era la cuarta vez que lo veía, lamentablemente la playa estaba demasiado lejos de esas algas extrañas que el ansiaba tanto, lo había visto en los libros que encontró, imágenes de algas de diferentes tamaños y formas con pequeños brotes naciéndole y flores que era más coloridas que las del lecho marino, Carlos deseaba tanto poder ir a recorrer esa isla, pero no podía en su lugar miraba desde la playa y suspiraba, incuso a veces veía aves volando en la lejanía y escuchaba ruidos extraños de otros animales tal vez, esos que solo estaban en las imágenes de sus libros.
Fue una casualidad que llego aquí, una verdadera fortuna cuando solo quería estar solo y alejado de todos nado tan rápido sin mirar dirección hasta que llego al arrecife y al salir para poder mirar las estrellas noto la isla, suspirando volvió a sumergirse en el agua y rodear dicha playa, otra de las razones por las que venía aquí era precisamente esas bolas dulces, no tenía idea que eran, pero la primera vez aquí noto como estas caían desde un desfiladero cercano a la playa, vio como rodaban desde el peñasco y caían a agua con un chapoteo, curioso lo tomo antes de que se hundiera en el fondo y tras olfatearle la mordió.
Era dulce, la cosa más deliciosa que jamás hubiera probado, bueno lo era al menos después de superar ese amargo sabor de la piel de la bola dulce, desafortunadamente no toda era comestible, en el centro estaba su corazón y a diferencia de el de los humanos este era duro y nada comestible, Carlos sabía que era la gloria las bolas dulces eran deliciosas, rojizas y anaranjadas bolas que se hundían en el océano, lamentablemente si pasaban mucho tiempo se ponían negras y perdían todo su sabor y eran tan escazas que Carlos solo podía probar unas pocas, pues el peñasco parecía estar lleno de esas cosas y solo dejaba caer al mar una que otra.
Pero Carlos era muy listo, demasiado inteligente y tras rodear la isla encontró el mejor lugar o mejor dicho en donde caían más de esas bolas y la corriente no era tan fuerte había entonces provisto una red para dejarle justo abajo del peñasco donde sabia por la cantidad de restos negros en el fondo era donde caían dichas bolas dulces.
La última vez que vino había funcionado de maravilla y ahora espera encontrar más de esas cosas, lo hizo, el tritón bombeo un puño en el aire al ver que efectivamente al menos cinco bolas dulces estaba en la red dos de ellas estaban demasiado blandas sabían extraño y un poco amargas por lo que las tiro imaginando que tal vez el sol las hizo marchitarse, sabia por experiencia que dejar algas en rocas las volvía secas por lo que pensó que eso le pasaba a las bolas dulces.
Tres estaban perfectas, jugosas y dulces que lo hicieron entusiasmarse, las tomo todas y eso llevarle una a su madre y hermana, pero luego recordó que ninguna de ellas gusto de su ensalada de algas y flores la última vez que lo preparo y decidió no desperdiciarlo en personas que no tenían buen gusto.
Así que nado a casa, o mejor dicho a su cueva escondida, aquella que estaba justo sobre el castillo, una pequeña caverna totalmente seca solo accesible por un agujero en la pared del castillo de piedra y un pequeño tragaluz que apenas si iluminaba el lugar, era su refugio el lugar donde podía dejar sus libros sin preocuparse que estos se descosieran por el agua, un lugar donde podía guardar sus tesoros humanos y mantenerlos secos, y lo mejor de todo podía arrastrase por esta sin temor a secarse, era húmeda tan húmeda que incluso había tomado siestas con solo su cola en el agua y nada malo le sucedió, así que si era el lugar perfecto para guardar su bola dulce, al menos la sobrante luego de devorar felizmente las otras dos.
- Al fin te encontré – Carlos no grito, realmente no grito cuando Evie le sorprendo mientras salía por el túnel de su refugio, no lo hizo no importa lo que su hermana diga, el no grito como una niña.
- ¿Qué rayos Evie? – gruño molesto – tú eres la que se fue sin dejar rastro – regaño cruzándose de brazos.
- Eso no importa – desestimo - ven conmigo debo enseñarte algo- le tomo del brazo y jaloneo.
- Si esto es para que te alcance otro collar de un lugar demasiado estrecho para que entres ni lo creas – empezó a debatir pero igual dejándose guiar - la última vez casi me quedo atorado.
- Lo haces sonar como si estuviera gorda – frunció la nariz molesta sin soltar a su hermano - sabes que mis espinas son demasiado grandes - murmuro como escusa y siguieron nadando hasta que finalmente llegaron a lo que parecía el ultimo naufragio, realmente no lo sabía bien, no había estado aquí aun – es ahí – señalo y Carlos suspiro preparándose para tener que alcanzar alguna otra cosa brillante para su hermana.
Con mucho cuidado paso por el agua buscando el dicho objeto pero esta señalo arriba, donde el resto del barco formaba una cámara de aire, solo los ojos pero de igual manera se asomó, se congelo entonces, ahí estaba un hombre, un humano aferrado a una tela totalmente dormido era eso o muerto pero al ver que su pecho subía y bajaba imagino que estaba dormido, totalmente confundido bajo a ver a su hermana porque si esto era una clase de lección o prueba para que Carlos matara al humano era demasiado cruel, Evie sabía que Carlos no podía hacer algo tan atroz.
- Es un humano – murmuro mirándole - ¿Porque hay un humano y vivo? – le interrogo rogando por que no fuera lo que el pensara – dime que no quieres que lo mate o algo parecido – murmuro al borde de un ataque de pánico.
- Claro que no – negó su hermana mirándole confundida – jamás te haría hacer algo así – frunció su nariz - es de Mal – suspiro finalmente- larga historia, la cuestión es que tiene un hermoso brazalete y Mal no deja que cante para atraerlo así que puedes tu sabes conseguirlo para mí – y ahí estaba, Evie no podría tratar con el humano por que se desesperaría y cantaría atraería a media colonia, matarían al humano y bueno Mal estaría furiosa, ignoro el hecho de que no sabía por qué Mal quería al humano vivo y se centró en lo ahora importante, Evie y su deseo por el brazalete.
- ¿Qué esperas que haga? - pregunto incrédulo - No tengo magia.
- Has eso lo que siempre haces para que Mamá ceda a tus deseos – respondió - muéstrale tus enormes ojos de bebé y dile que me lo de – le miro de esa forma que parecía decir "no seas estúpido Carlos"
Carlos miro a Evie cruzado de brazos, no iba a ceder no con esto, era una locura, una estupidez era, era... Era algo que iba a hacer por que Evie estaba mirándole de esa manera, de la forma en la que siempre le miraba cuando le convencía de hacer algo estúpido.
- Bien lo hare- suspiro resignado sabiendo bien que sería todo un desastre - convencerle al humano para que te de las cosas brillantes, finalmente Carlos se rindió soltó un suspiro y empezó a nadar de regreso a su cueva.
- ¿A dónde vas? – Evie le alcanzo deteniéndole por la cola.
- A buscar algo que darle a cambio – hablo como si fuera obvio soltándose y regresando a su refugio.
Y así fue como se adentró al barco hundido tras regresar con su preciado tesoro, con mucho cuidado se asomó aún no se fiaba del humano.
Ben había visto muchas cosas en tan poco tiempo vio la brutalidad y salvajismo de esas sirenas, a sus compañeros y amigos ser destrozados en cuestión de minutos, también vio a la sirena más aterradora de todas de piel uva y escamas moradas, a una de hermosas espinas azules y cabello tan profundo como el océano mismo, pero jamás imaginó ver esto.
Era preciosa, la sirena más delicada y adorable que jamás imagino era idéntica a las obras y poemas de los grandes maestros, de piel pálida y hermosa ojos brillantes lucia tan hermosa con sus cabellos platinados y labios carnosos, la sirena se acercó a él y con una enorme sonrisa saco muy lentamente su mano del agua.
Ben casi se atraganta, un mango lo que la sirena le ofrecía era un mango, no importaba como lo como lo consiguió o donde eso era comida algo que no tenía desde hace tres días necesitaba comer algo ignorando su sentido común aquello que lo mantenía vivo se acercó para tomarlo entonces la sirena lo alejo, era muy cruel pues volvía a ofrecérselo nuevamente.
- Por favor- pidió suplicante- por favor- insistió, la sirena lo miro extrañado sus ojos se abrieron ante tal revelación.
Carlos no lo podía creer los humanos hablaban bueno claro que lo hacían pero le sorprendió que su lenguaje era muy parecido, esto definitivamente seria de mucha ayuda.
- Brillante- hablo Carlos un poco osco – Brillante - insistió agitando su bola dulce, no había querido entregarla pero si sacrificándole Evie obtenía su pulsera bríllate lo valía. Eso era mejor que tenerla quejándose todo el tiempo.
- ¿Puedes hablar?- Ben dijo confundido mordiéndose el labio cuando su atención volvió a la fruta y la sirena hermosa seguía repitiendo con su voz adorable, una muy melodiosa voz por cierto algo sobre un brillante.
- Brillante - repitió Carlos y señalo con su otra mano su muñeca.
- Oh ¿quieres esto? - pregunto al comprender quitándose su pulsera dorada, Carlos asintió vigoroso y Ben entonces entrego dicho objeto cuando la sirena la tuvo en su poder aventó en mango en su dirección y volvió a sumergirse.
- Espera - llamó pero la bella criatura desapareció en el océano.
Evie acuno en un enorme abrazo a Carlos, beso sus mejillas y tomo el brazalete dispuesta a irse de ahí, Carlos se detuvo un instante miro al barco donde el humano se escondía y su curiosidad empezó a reunirme miles de palabras, sobre todo porque esta podía ser su oportunidad de conseguir información sobre aquellos tesoros que había acaparado quizás después se dijo y volvió a seguir a Evie a Casa.
Notas:
Decidí que tal vez Freddy y Zevon se volverán amigos de Carlos y Evie, no lo sé, solo creo que necesitan más amigos que solo Jay y Mal, tal vez no salgan mucho pero serán de esos amigos que estarán ahí para apoyar eventualmente.
Carlos llama algas a los arboles por si no lo notaron.
El humano perdido era Ben yey!!!!
Que novedad.
Algún día Carlos entenderá las intenciones de Jay?
Algún consejo para Jay?... vamos el chico necesita ayuda Carlos ni lo pela.
El encuentro de Ben con Carlos y Evie...
Creo que a Ben le gusta Carlos... a Mal no le gusta esto.
Sé que todos se preguntan, Donde esta Uma, Harry y Gil??? Porque mi hermoso bebé Gil no está aquí y si no se lo pregunta lo hago yo... buaaaaa necesito pensar en algo... alguna idea.
Galletas?
Chocolate??
Un pez???
Accent6
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