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Capítulo 8: ¿Razón?

Lo desconocido suele ser temido por el simple hecho de no saber qué es, muchos huyen, otros desean destruir porque no quieren saber si lo desconocido es malo. Pero también están aquellos cuya emoción es inconmensurable, que cual mariposas en las flores revolotean alrededor de eso que es desconocido, caminan con frenesí de un lado a otro con brazos al aire sin dejar de admirar y expresar alegremente la oportunidad de conocer, y eso es algo que Aurora Jones realiza estando afuera de la nave mientras Heka Zein está sentado en una roca, sonriendo divertido por la gama de explosión positiva en la joven que brilla cual sol intenso.

—¿Debo preocuparme de que vayas a hacer implosión? —se burla mostrando los colmillos esperando que los ojos oscuros le miren mal, sin embargo estos le regalan maravilla.

Aurora se acercó a él emanando su curiosidad por los cielos, hace preguntas sobre sus viajes, los planetas que ha visitado, sus gentes que ha conocido, pide saber, conocer, y él contesta a sus dudas sobre su vida exploradora, sobre los ecosistemas desérticos y otros poblados, sobre las gentes hostiles y los pacíficos, sobre su fauna apacible y los salvajes, habla sin sentirse más abrumado que por los ojos a los que compara como un agujero negro, que con su constante mirar es tragado.

—Está anocheciendo —comenta el ser mirando que la luz se está yendo—. Volvamos —se levanta junto a ella que asiente con viveza, siente que debe asimilar la nueva información recibida aunque desea saber más.

—¿Crees que esté bien dejarlo aquí con esos militares revisando el pueblo? —ella mete las manos en sus pantalones sin dejar de mirar a la nave— Ayer cuando regresaba del cine con Tim nos escondimos en el bosque para ver a sus instalaciones —él frunció un poco el entrecejo, sin entenderse la razón de su repentina molestia—. Tienen mucho personal rodeando el área de impacto, carpas por todos lados.

—No hay que preocuparnos —dijo mostrando un brazalete en su muñeca, para Aurora eso le figura a un reloj, sin embargo le quedó claro que no lo era cuando la cubierta se abrió mostrando una pequeña pantalla—. Esto será suficiente —agregó sonriendo al tocar en la pantalla, haciendo que alrededor del vehículo una especie de luz azul se expandiera como la onda del agua, después desapareció.

—Pero… ¡¿Cómo hiciste eso?! —exclamó incrédula tomando el brazo de Heka y zangoloteándolo con rapidez— ¿A dónde fue?

Carcajeó por su reacción. —Sigue aquí, es sólo que se ha hecho invisible —suspiró cansado rascando su nuca—. Logré reparar el sistema de camuflaje, pero pienso que fue más un milagro que funcionara.

—¿Está muy roto? —comentó haciendo que el contrario le mirara sonriendo, asintió comenzando a caminar para salir— Tal vez, ah —calló un momento cuando Heka la cargó para cruzar la oscuridad en la cueva.

—¿Tal vez qué? —la bajó una vez salieron, así ella pudo caminar por su cuenta aunque la sonrojes invadió su rostro.

—Tal vez Nick te pueda ayudar —él se detuvo en seco haciendo que ella también parase, alzó una ceja con confusión mientras que ella le sonríe con pena—. Es muy inteligente.

—Creo que olvidaste el hecho de que eso —señaló en dirección a la cueva— y yo no somos de aquí.

—Confía en mí —se giró a caminar, pero las palabras de él le hicieron detenerse de nuevo.

—Lo hago —dijo firme. Ella se volteó percatándose de lo cerca que estaba, sus ojos grises le parecieron brillar como la luna que se asoma tras de él.

Sus mejillas se ruborizaron obligándola a alejarse y caminar nuevamente con él a su lado en total silencio, este siendo uno que a ambos les incómoda y siguió sin que pudieran mirarse más, al menos por parte de Aurora ya que Heka no dejaba de posar sus iris plateadas en su figura, incluso cuando ella se halló durmiente.

×~×~×~×~×

—Hija, ¿nos escuchas? —preguntó el padre durante el desayuno, sin embargo ella estaba mirando fija a su cereal.

El padre observó a su esposa que enarcó ambas cejas junto a una sonrisa, luego intentó hablar una vez más, pero la vista fue robada por el conejo blanco sentado en la mesa para bebés. ¿Acaso no lo habían tirado? Se preguntó para luego sacudir la cabeza espabilándose.

—Hija —ella sonrió para captarle—. ¿Te pasa algo? —ella negó diciendo que solo tenía un poco de sueño por estudiar para sus exámenes— Bien, escucha, como te decíamos, tu madre y yo debemos ir a la ciudad a arreglar algunas cosas de tu abuelo.

Ella bajó la mirada con nostalgia, sonrió al recordar al viejo divertido al que tanto amó junto a su hermano. —¿Venderán la casa y sus cosas?

—Eh —el padre miró a su esposa un momento—, ya veremos —ella suspiró asintiendo—. Nos iremos por unas semanas.

La madre le tomó la mano dando palmaditas. —Nada de fiestas, ni alcohol —rió haciendo que su hija también, pero el padre sonrió pensando en esa posibilidad que no se había planteado—. Ella no lo hará, lo sabes.

—Sí, pa, quizá solo haga mi escándalo con el estéreo pero nada grave —se levantó divertida a abrazarle y hacerle cosquillas que el señor deseaba detener, pero que poco pudo cuando su esposa hacía lo mismo—. ¡Ay no! —gritó cuando miró el reloj— Me tengo que ir —subió a lavar sus dientes.

El ser le miró curioso por su apresuro y se sorprendió cuando ella se despidió de él con un beso en la mejilla, sin embargo Aurora también se impresionó al haber hecho esa acción en automático. Ni siquiera dijo nada cuando bajó de nuevo y repitió la acción con sus padres y luego en la cabeza de su animalito. Ella salió corriendo con prisa mientras mantiene su mochila al hombro, un maestro le pidió no correr en los pasillos, sin embargo se ríe al conocer que se trata de la chica y la deja ir sin más. Cuando estaba por llegar a la puerta de su salón, se detiene en el pasillo que da al gimnasio, ve a través de las ventanas de cristal de las puertas de metal, a el grupo de porristas haciendo sus rutinas, ve en especial a Susana Carter con su cola de caballo amarrado con un listón blanco y su uniforme azul marino con franjas blancas, a su maquillaje de delineador negro y blanco, y labial azul. Sus pies se habrían encaminado allí si no fuera porque su hombro fue tocado por Nick Graby sacándole un susto.

—¿También tarde? —preguntó el muchacho de ojos azules con un poco de burla, sus ojeras estaban palpables y sus ojos un poco irritados.

Ella no tomó mucha importancia, pensaba que quizá se desveló haciendo algún experimento como su hermano lo hacía, después de todo ambos estaban a la par de los mejores estudiantes por excelencia. Aurora asintió riendo ahora ambos encaminándose a su salón, sin embargo para su sorpresa todos estaban en silencio y sentados mirando al frente, al director y subdirector junto al sheriff Albert Becklan. El director les pidió que tomaran sus asientos y así lo hicieron luego de mirarse entre ellos, ella pudo notar la tensión en el rostro de su amigo, extrañándole, más las noticias que estaban por recibir no hacía otra cosa más que aumentar su consternación, pues lo que le informaron fue el haber encontraron a su maestro muerto en el patio de su casa, al lado del cuerpo se encontró un bate de béisbol.

—¿Fue atacado? —la voz de Aurora se alzó entre los murmullos, las miradas fueron dirigidos a ella.

—¿No lo habrás atacado tú? —comentó uno de los alumnos con burla— Ella es sospechosa, siempre era regañada por llegar tarde.

Algunos rieron con él, otros se contenían y los docentes reprendieron la actitud del chico. El sheriff sonrió y rió un poco sin abrir la boca, caminó entre los pasillos a posarse con sombrero en manos al lado del bromista.

—Su bate se encontró al lado —mira a todos, unos segundos más a la amiga de su hijo— del resto de su cuerpo —el silencio reinó profundo y pesado, como si la gravedad hubiera aumentado en segundo.

—¿El resto de su cuerpo? ¿A qué se refiere?

El hombre suspiró ante las preguntas de la chica, aunque no era la única que tenía las incógnitas en sus ojos, era la única que las hacía.

—Casi todo su cuerpo fue comido —con eso los murmullos comenzaron de inmediato y algunas voces resonaban alto—. Sospechamos que fue un oso. Por eso les pedimos que no vayan al bosque en estas temporadas, pero ahora les exhortamos a tener conciencia —se colocó su sombrero, dio los buenos días y salió del salón.

Aurora no tardó en ir tras él. —¿Cree que un oso se lo ha comido? —el hombre miró de arriba a abajo a la joven siendo deductivo, él mismo comenzaba a pensar que la suposición de la chica en la noche del apagón, no era tan errónea.

—¿Sabes algo? —ella negó— Escucha Aurora, sé que te encanta ir por el bosque y que mi hijo a veces te acompaña.

—Ya no lo hace —bajó la mirada con tristeza, recuerda que era mucho más seguido con su hermano vivo y que tras eso, apenas y se adentran.

—Comprendo, pero quiero que tú ya no lo hagas, este es uno de los peligros que hay y que quiero que recuerdes, te pasó en tu garaje. Un oso mató a otro oso ¿no? —la muchacha asintió, sin embargo, algo en ella le decía que eso no era un ataque de oso— Cuídate, ahora regresa a tus clases.

La joven obedeció, poco pudo pensar en sus materias cuando la mente se ocupaba de pensar en el caso. Sus dedos tecleaban el teléfono, mensajes entre ella y Heka daban lugar a escondidas hasta que llegó el receso. Ella fue a almorzar acompañada de su nuevo amigo, el joven rubio es alegre en sus expresiones, o al menos eso intenta aparentar mientras comparten sus gustos por sus libros y en especial por el mismo escrito.

—Oye, y qué mal por el profesor ¿verdad? —dijo comiendo una papa frita, sin embargo lo dejó cuando miró la kétchup. Aurora se preocupó cuando salió corriendo al baño, no le importó entrar al sanitario de hombres para cerciorarse de que su amigo estuviera bien.

—Hey, ¿qué pasó? —dice frotándole su espalda con delicadeza mientras que el otro vacía su estómago— Todo está bien.

—Nada está bien —susurró entre un sollozo contenido causando la confusión y aunando más preocupación a la chica—. Esto es una pesadilla.

—¿De qué hablas? —ella observó los ojos que se les fueron dados, el interior de ellos gritan, claman por ayuda.

Cuando estaba por hablar, voces entraron al espacio sorprendiéndose de ver al par así y haciendo que el muchacho no pudiera decir nada. Nick bajó la palanca y se enjuagó la boca para salir queriendo controlar su pánico.
Aurora lo siguió hasta afuera del campus, se adentraron al campo de fútbol y debajo de las gradas lejos de las miradas curiosas. Ahí el rubio daba vueltas con las manos en la cabeza, su semblante pálido y lágrimas indican lo muy asustado que está.

—¡Nick! —le detuvo tomando sus manos— ¿Qué pasa?

—No fue un oso —chilló temblando desplomándose de rodillas—. No fue un oso.

—¿Hablas del maestro? —él asintió con pavor— ¿Qué viste? —ella afianzó el agarre en sus manos, asustada por una respuesta que en su interior niega saber.

El chico tomó aire de manera entrecortada, sus lágrimas no paran y su temblor no cesa, su terror no lo quiere recordar pero tampoco lo puede borrar de su mente, menos cuando no se van ni aunque cierre sus ojos. Reniega cuando quiso tomar el atajo a su hogar, reniega cuando esa sombra le causó curiosidad para seguirle, y reniega haberse paralizado cuando miró a su maestro ser tenido como un muñeco. No puede borrar de su cabeza a esa criatura gigante con el hocico comiendo desde la cabeza al humano, devorando con calma, con la sangre escurriendo a mares salpicando el piso cual lluvia. Solo cuando esa cosa lo vio fue que se impulsó a mover su cuerpo, se obligó a no sentir cansancio hasta llegar a la mansión de sus padres que para su suerte se la pasan viajando, tampoco los empleados se percataron de su llegada aterrorizada, se encerró en su habitación dando vueltas en el espacio con las manos apretando su ropa, los dientes tiritando y su cuerpo casi convulsionando, su voz ni siquiera se atrevió a salir con el impulso que deseaba sacar. Esa noche no durmió, pues cuando por fin lograba algunos segundos de sueño, la imagen de lo que vio y la alerta de que le pasara lo mismo le hacía despertar de golpe.

—No era un oso, Aurora… —sus brazos la rodearon rogando por un ancla a la cordura, ella no dudó en dárselo— Eso era un monstruo.

Ella comprende bien su terror, lo vio cuando Heka le salvó, pero esto era diferente y le aterraba pensar en alguien como la criatura que encontró, pero que no fuera como él. Sin embargo no pensó en eso por ahora, pues tranquilizar a su amigo era su prioridad. Acaricia su espalda y cabeza, le dice que está bien, que está con él, le permite usar su hombro para descargarse y su abrazo no lo deshace, poco a poco su temblar bajó y su calma le atizó a pesar de aún tener lágrimas corriendo.

—¿Ya estás mejor? —él asintió limpiando su rostro.

—Lo siento, perdón. Debes pensar que estoy loco —dijo ronco soltando una leve risa.

Ella negó sonriendo con empatía, le ayuda a erguirse con una mano en su hombro y frotando su brazo, se sientan en una viga y se quedan en silencio esperando a que la calma llegue un poco más. Las clases han empezado de nuevo pero ninguno tiene cabeza para eso ahora, Aurora sabe que menos su amigo por lo que opta por pedirle que le espere mientras va por las mochilas. Le explica brevemente a su maestra de turno que Nick no se siente bien y que le acompañará a casa, cosa que la docente acepta sin cuestionar. Con prisa y mochilas en mano va por los pasillos mientras habla por teléfono.

—Sí, allá te veo, necesito que le expliques eso —al escuchar la confirmación de la otra línea, ella cuelga.

En otro salón, mientras el pelirrojo de ojos verdes está en clases, su vista es captada por la chica que corre hasta un muchacho rubio al que le entrega una mochila, pone atención en cómo ambos se van juntos y en la sonrisa que ella le muestra tan empática, ve un instante al lápiz que melea entre sus dedos y muerde su labio por dentro, su frustración la marca pasando su mano por el cabello mientras la ve irse riendo con él, hasta que desaparecen tras cruzar la salida del colegio.

Ambos caminan más animados habiendo minorado la angustia del muchacho, aunque él mira alrededor vigilante de lo que no quiere encontrarse. Aurora le invitó a pasar a su casa pidiendo esperarle en la sala, pero sus padres le sorprenden bajando con unas maletas.

—¿No estabas en clases? —empieza su padre mirando al joven, quien levanta su mano saludando y el mayor le imita con una fugaz sonrisa— ¿Y bien?

—Sí, pero… salimos temprano porque vamos a hacer una tarea juntos —sonrió con inocencia que su padre analiza con ojos entrecerrados—. ¿Y esas maletas? —pregunta al instante para cambiar el tema.

Su madre se acerca saludando y tomando una. —Íbamos a ir a tu escuela para avisarte, pero tú padre y yo nos vamos ahora. Tal vez sean dos semanas, tres máximo.

—¿Tan pronto?

El padre asintió deduciendo el aparente nerviosismo de su hija y al chico atento a lo que pasa.

—En serio, quiero que te cuides —dijo más como ruego que como una orden, luego besó su frente por un largo rato extrañando a la chica.

—¿Ocurre algo? —él negó con sonrisa y una caricia a la mejilla de su pequeña— Prometo ser muy responsable, nada de fiestas locas ni desenfreno.

—Esa es mi niña.

La familia rió para después la muchacha despedir a sus padres en el auto hasta que se fueron, Nick estuvo a su lado en silencio, sintiendo que algo raro pasaba, pero que entre ellos mismo ni siquiera sabían.

—Bien, vamos —pidió la muchacha indicando con la cabeza a seguirle a la par que camina con su mochila colgando.

—¿A dónde?

—Ya verás.

El par se adentró al bosque de manera tranquila, más por parte de la chica porque el muchacho se mantiene alerta, en ocasiones cuestionando que deberían regresar pero no huye ya que ve a su amiga tan confiada caminar con una sonrisa, y con sus ojos apreciando cada detalle del sitio natural. Pronto llegaron a la entrada de roca, la cueva con aspecto terrorífico a la que la chica entra sin inmutarse encendiendo una lámpara.

—Vamos, confía en mí, necesito que veas algo —dijo con suavidad extendiendo su mano.

El contrario escucha su propio corazón latir con temor, pero que con los ojos oscuros atrayéndole le es imposible no confiar. Respira profundo hace a sus pasos ir hasta tomar su mano. Caminando los metros con cuidado de no tropezar hasta que la claridad poco a poco les va tocando. Mira el camino que lleva al amplio espacio subterráneo con algunas plantas. Se maravilla de que la luz ilumine a través de los agujeros y ve que hay otras dos enormes cuevas tan altas y anchas como un túneles subterráneos. No obstante abajo también observa al hombre que le ayudó hace poco, se alarma al ver que dos crías de osos están rodeándole y uno de ellos atrapa su pierna como si le mordiera.

—No hacen nada —dijo Aurora invitándole a bajar jalándolo de la mano con cuidado. Ella se extraña de ver el rostro de Heka con algo de molestia que decide ignorar.

—¿Estás segura de esto? —cuestionó el pelinegro quitando su chaqueta dejándola en una roca.

—Sí, quiero que sepa que tú no eres como eso que vio —dice Aurora con sonrisa gentil mientras que Nick no entiende la conversación que ha empezado

—Comprendo tu punto, pero tal vez lo traumemos más —un pequeño tic en su ojo apareció mirando que aún estaban tomados de las manos—. ¿Puedes soltarlo de una vez?

—¿Por qué estás enojado? —reclama soltando a su amigo para cruzarse de brazos y mirar con fastidio al mayor.

—¿Y por qué estaría enojado? —gruñó retirando la camisa para arrojarla encima de la chaqueta.

—No lo sé, tú deberías decírmelo porque así te comportas, además no vas a ayudar.

—No me importa ayudar —añadió quitando de mala gana sus botas junto a las calcetas.

Nick Graby mira descolocado la situación, pues el par empezó a discutir sin aparente razón, sin entender tampoco por qué su amigo empezó a desnudarse frente a ellos.

—¡Esperen! —exclamó deteniendo al de ojos grises antes de que se retirase la ropa interior— ¿Qué está pasando? ¿Y por qué te quitas la ropa?

Aurora palmeó su hombro regalándole una sonrisa gentil. —No soñaste lo que viste, te creo porque vi algo parecido.

—¿De qué hablas? —sus ojos se abrieron como platos cuando el hombre quedó desnudo por completo— ¡¿Pero es que eres exhibicionista o qué?!

Queriendo calmarlo la chica acunó la mano de él entre las suyas. Heka se alteró emitiendo su rugido que obligó a los humanos a tapar sus oídos, los pájaros dentro de la cueva aletearon para salir y los oseznos gruñeron en su dirección. Nick se vio desconcertado cuando el cuerpo del mayor fue haciéndose más alto y grande, la piel se tornó negra, los músculos aumentaron, los ojos se alargaron más y sus iris grises se expandieron hasta abarcar todo el espacio, lo dedos se volvieron filosos y la mandíbula tensa muestra sus afiliados colmillos. Ve que los hombros suben y bajan con tensión, el humano se asustó, pues en su mente está seguro es la misma criatura que en la noche descubrió.
Por instinto su mano se movió a tomar la que se le ofrecido como apoyo, eso a Heka le sobrepasó, pues dio un paso inclinándose apretando los puños.

—¡Suéltala! —bramó habiendo tensado las manos abiertas, su rugido volvió a aparecer quedando cerca de la cara del chico completamente mudo.

—¡¿Qué te sucede?! ¡Estás loco! —espetó Aurora sin comprender la reacción del contrario. Miró a su amigo humano en completo shock, pasó la mano por su frente sin que este reaccionara— Nick… —apenas pudo hacer algo cuando su cuerpo cayó inconsciente.

Ella se arrodilló a su lado asustada, se cercioró de que no hubiera sufrido un paro y se relajó un poco cuando comprobó que su corazón latía. Suspiró aliviada para después levantarse con rabia empujando al ser, o eso pretendió porque no lo movió ni un milímetro.

—¡¿Qué fue eso?! ¡¿Por qué actuaste así?! —señala al rubio desmayado— ¡Mira lo que hiciste! Teníamos que hacerlo con delicadeza ¡no matarlo del susto!

—Está vivo.

—¡De milagro! —con una mano en la cintura frota su frente— Te expliqué lo que sucedió —bajó las manos apretando los puños de la frustración—. ¡Eres un imbécil!

El contrario gruñó bajo dándose la vuelta y alejándose siendo seguido por uno de los osos.

—¡Ah! Ya veo, ahora te vas ¿no? —no recibió respuesta— ¡No me ignores! ¡Heka! —ella dio un grito con enfado al mirarle actuar de esa forma casi infantil. Sus manos frotaron la cara con irritación e incredulidad, y así mismo las pasó por el cabello a la vez que mira intercalo a Nick y a Heka.

Con una mano en la cintura y la otra entre sus cabellos por la nuca, mira al oso que se quedó a su lado, le sonríe sintiéndose abrumada por el acontecimiento y se queda arrodillada al lado del rubio durmiente. Aspira lento y profundo, y suelta el aire de igual manera para cuidar al chico hasta que despierte, mientras tanto, Heka le observa sentado a un extremo entre la penumbra, el oso que fue con él está recostado sobre su pierna, le escucha hacer su característico sonido y lo mira por un instante, luego dirige su atención de nuevo a ella cuidando al muchacho. Él se cuestiona lo que acaba de hacer y la razón por lo que lo hizo. Si bien se catalogaba como impulsivo por ocasiones, jamás había actuado con tal índole como ahora, ni siquiera comprende lo que realmente sintió, lo que está sintiendo mientras la ve.







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¡Wenas! (ʘᴗʘ✿)
¿Cómo están? Me falta revisar un capítulo más en borrador para sacar todo lo que tengo.

¿Qué le estará pasando a nuestro mounstrito?

Sus impresiones, opiniones y/o teorías déjenlas aquí.
( ・ω・)☞

Nos leemos pronto. (。•̀ᴗ-)✧

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