Capítulo 48: Ocultan
—¡Hola! —Aurora se sentó en la superficie de la mesa metálica. Habló divertida y entusiasta al joven peliblanco cuya cabeza recostada tuvo que alzarla alterado, irritado y dolorido.
Snow se levantó tirando la silla, agarrando la cabeza ruge molesto en dirección a la chica que se sobresalta un poco, pero no huye ni se espanta. El ser se va calmando hasta dejar un débil gruñido mientras acomoda la silla, sentándose nuevamente y recostándose en su padecimiento, disculpándose con Aurora que sonríe amigable, comprendiendo lo que le fastidia.
—Ustedes son los verdaderos monstruos —se queja Snow, apretando los ojos y la cabeza—. ¿Cómo es que toleran esto? ¿Por qué beben ese brebaje tan horroroso? —Aurora ríe, pero hasta ese gesto a Snow le cabrea, haciendo de todo su esfuerzo para no rugirle de nuevo y faltar el respeto a su princesa— ¿Cuánto dura este mal?
—Se llama resaca. Tranquilo, se te pasará. Tomar una buena taza de café cargado es de ayuda.
El contrario emite un «Uhm» en contestación regresando a su silencio. Ladea la cabeza un poco para ver a la castaña fascinada mientras mueve los pies que le cuelgan. Él suspira profundamente.
—No está —dice desganado y cansado.
—¿Quién no está? —pregunta sonriendo, ladeando un poco más la cabeza, como inocente.
—Usted no se haga la desentendida conmigo. No vino a ver si.yo estaba bien —Aurora abrió la boca indignada, mas no pudo replicar cuando Snow prosiguió—. Su pareja no está. ¡Y!, no sé dónde esté. Su hermano lo mandó a otro lado a sabiendas de que vendría. Hoy no tiene el tiempo de cuidarla.
—No necesito que me cuide —se cruzó de brazos, no gritó, pero incluso así a Snow pareció ser fuerte para afectar a su jaqueca. Aurora bufó irritada—. Bien, ya vámonos.
—¿Ir a adónde? —dijo descolocado, guardándose el gruñido.
—A la escuela.
—Hoy es sábado. No tiene clases.
—No, pero la escuela quiere recuperar las lecciones perdidas por todo el alboroto, por lo que hoy habrá clases hasta medio día.
Snow gruñó. Realmente no tenía ganas ninguna de salir. El solo hecho de mirar cualquier rastro de sol le molestaba en gran medida. Sin embargo comprende que no puede dejar a la castaña sola, menos cuando entre los humanos hay descontento y desconfianza, por lo que maldijo y reunió el aguante necesario para salir de la carpa con lo intenso que el dolor le taladraba, regresó con la mujer pelinegra de flequillo y ojos grises, avisando que ella sería la vigilante por el momento, a costa de la negación de Aurora, que como venganza azotó la palma en la mesa para torturar a Snow, que le rugió por la jugarreta mientras ella huida.
Vencida fue junto a la mujer que suele acompañar a su hermano en todo momento, hasta la escuela, donde la mayor se quedó esperando fuera del aula para custodiarla. No hablaba con nadie excepto para informar que estaba en servicio, analizaba minuciosamente el lugar y a las personas en busca de peligro que evitar.
—Ya terminaron las clases —dice Aurora, llevando su mochila al hombro.
La contraria, seria, asiente para seguirla. Piensa que es el trabajo más relajado que ha hecho, sin problemas ni contratiempos, incluso hasta aburrido. Camina al lado y un poco detrás de la princesa de la Tierra, la observa y la analiza, trata de encontrarle el sentido a la importancia que le dan sus familiares, pero no siente peligro o tan siquiera considera que sea un problema. Simplemente no emana poder.
—Wow, yo pensé que nos libraríamos de ti —una voz burlona capta la atención, para la nievmana es nueva, para Aurora conocida y le fastidia, por lo que rodea a Susana, pero ella se interpone—. ¿Qué ganas con seguir fingiendo?
—Ahora no, Susana —rueda los ojos.
—Vamos, tengo mucha curiosidad —cruzada de brazos recibiendo miradas alrededor, se posa altiva y guasona—. ¿Qué eres? Tu padre es humano, según dice, pero tu mamá ha aceptado ser un alíen. Eso te hace serlo también, ¿no?
—Susana, ¿qué buscas? Yo nunca me he metido contigo, entonces ¿por qué lo haces conmigo? —la encara con molestia, pero la otra ensancha la sonrisa.
—No eres nada, ni nadie. No eres como ellos —señala a la pelinegra detrás, que no se inmiscuye, pero está atenta por si tratan de tocar a la joven. Aún así no puede evitar estar un poco de acuerdo con la humana de cabellos chocolates, sobre que Aurora no parece poseer nada en especial—, y tampoco eres como nosotros. No pudiste atrapar a Tim, y tampoco puedes atrapar a ese tipo con el que siempre andas.
La sola mención de Heka la alteraba, Aurora notaba la malicia en las palabras de Susana, como buscando desesperarla o probar algo, o simplemente quería su dosis de actuación de maldita. Fuera como fuera, Aurora no quería escucharla, por lo que respiraba profundo para calmar su mal humor, Susana reconocía ese ejercicio de respiración, la había visto hacer eso en las situaciones en las que uno se pondría a mandar las cosas al cuerno, y era esa situación la que Susana buscaba.
—¿No es triste? Sin ser uno ni otro, no tienes lugar, como la bastarda que eres —rio, causando confusión en Aurora—. La hija del amante de la reina. Es romántico, pero no eres legítima.
—Cómo es que… —ella quiso indagar, pero la contraria continuaba, mordaz.
—Y lo más triste es que vayas a repetir la historia —su risita vil no la ocultaba a pesar de actuar como señorita—. No puedes retener a un hombre. Ese Heka, ¿así es su nombre? Bueno, ese tipo con el que te enredas y presumes que tienes la mejor relación y más fiel, sabe lo que le conviene. Él no dejaría lo mejor por menos.
—¿De qué estás hablando? —replica hastiada de sus burlas apretando la tira de la mochila.
—¿Cómo? ¿No lo sabes? —mira que la guardiana pide a Aurora ignorarla, pero ella niega, exigiendo a Susana ser directa— Oh, vaya, que mal. En una relación no hay secretos, ¿verdad? —Susana sonríe plena, se muestra juguetona— Tu novio está comprometido con tu hermana.
La noticia cayó como balde de agua helada en Aurora, que no toma en cuenta los murmullos de alrededor, que tiene una buena gente reunida, todo lo que ella escucha es lo que Susana le dice sobre que al final ella tendría que conformarse con ser «La otra», que el pacto no se puede romper, de que se burla por creer que era la única para el macho que en realidad solo jugaba con ella. Aurora la escucha, pero su mente se quedó procesando en las palabras de un compromiso con su hermana. Se niega a creer, la tristeza le inunda y el enojo también.
—¿Y sabes cómo lo sé? —se acerca triunfante con los brazos cruzados— Porque él me lo dijo. Anoche. En mi casa —Aurora dirigió la mirada consternada a su compañera de universidad, que tenía total malicia—. Heka pasó la noche en mi cama.
—Señorita —la mujer nievmana tomó del brazo a la princesa, ya había dejado que todo avanzara demasiado, sintió la incertidumbre de Aurora, sin embargo se paralizó al ella emanar furia.
Aurora mandó al diablo su autocontrol, reaccionó violenta a la insinuación de infidelidad de Heka con Susana. Él no podía hacerlo, porque ya había dicho que ella no merecía reproducirse, pero eso fue después, porque la primera vez la elogió por ser una buena opción para preservar la especie. Había posibilidad. Era lo que pensaba Aurora mientras estaba en una pelea con Susana, jalándose del cabello, empujándose mutuamente. La guardiana no se metió, no porque no quisiera, sino porque cuando lo intentó, Aurora bramó fuerte e iracunda que no se metiera. La orden la dio diferente a cuando practicaba, que parecía más que pedía un favor, pero esta vez había poder e imponencia.
Solo dos se metieron a separarlas, uno fue Timothy Becklan, que alejó a Susana, y el otro que separó a Aurora tomándola de la cintura, alzándola sin problemas, fue Heka, que la retuvo en un abrazo y un ronroneo.
—Calma —Aurora sintió una descarga en su interior, como si la electricidad le recorriera todo el cuerpo con tan solo sentir que el otro la cubría—. Eres la única. Eres mi asro. Somos nuestros.
Su voz se le inyectaba como un fuerte sedante que la hacía sentir en paz, dejándose a merced del que la atrapó, hundiéndose en la calidez y seguridad que le proporciona.
×~×~×~×
Aurora da vueltas en la carpa de su hermano, que está completamente quieto esperando a que sus padres lleguen. Allí también está Heka. La chica llegó con él luego de recordar lo dicho por Susana. Se puso furiosa y fue al campamento a obtener respuestas, sacó a todo el personal que laboraba allí y mandó a llamar a sus padres para tener una “reunión familiar urgente”. La verdad era que ella estaba tan alterada que La Voz actuaba con demasiada eficiencia como para que los nievmanos acataran de inmediato.
Cuando ellos llegaron recibieron la misma mirada colérica que Arthur y Heka, que este último explicó que efectivamente, había pasado la noche en casa de Susana, y en su cama, pero solo durmiendo, porque estaba tan borracho que en algún punto se escapó de Arthur, y él le estaba buscando, pero no quería admitir el incidente.
—Prometieron que no habría más secretos entre nosotros —dijo apenas vio que su madre intentó hablar—. Ustedes —se dirigió a sus padres y a su mellizo— me prometieron que no me excluirían de esto, que me harían participe de nuestra familia, tuviera o no habilidades de Nievma —hablaba sin detenerse. Entonces se dirigió a Heka, que se tensó y se avergonzó—. Y nosotros prometimos que nos comunicaríamos todos nuestros sentimientos y penas. ¿Y qué he obtenido? ¡Que ni mis padres, ni mi hermano y ni mi novio me comuniquen que mi pareja es el prometido de mi media hermana! ¡Y lo peor es que alguien ajeno a todo esto me lo haya dicho!
—Hija… —habla la madre, preocupada, porque siente la creciente ira de su hija— Cálmate.
—¡No me digan que me calme! ¡No me digan que me tranquilice o que escuche, si no me cuentan todo! ¡Soy parte de esta familia, maldita sea! ¡No quiero enterarme de las cosas a cachos! ¡Dejen de tratarme como una imbécil!
—Aurora —intenta mediar el hermano, pero es mandado a callar.
—¡Y tú deja de tratarme como una niña, joder! ¡Soy una mujer! ¡Soy tu hermana, no tu hija! ¡Tampoco soy una inocente!
—Cariño —Heka prueba suerte, pero el que haya hablado fue lo peor, ya que ella le fulmina.
—¿Cariño? —se le acerca peligrosamente— ¡Estás con mi hermana! ¿Qué pensabas hacer conmigo? ¿Vivir una doble vida en la que viajaras cada cierto tiempo para venir a verme como tu amante sin que yo lo supiera?
El padre también habla, se le acerca siendo permitido por su hija que le toque la cabeza. No dice nada, solo le sonríe indulgente y esa mirada y gesto dulce parecía que relajaba a la chica.
—Lo siento… —mencionó Heka, regresando el enojo en la castaña— Creí que…
—¿Sabes lo frustrante que es saber que tu pareja haya tenido un amor platónico con tu madre y ahora enterarte que está comprometido con tu hermana? —padre y hermano miraron mal a Heka, que no les prestaba atención.
—Tú me gustas.
—Sí, ya veo que todas las mujeres de mi familia te gustan.
Heka le frunció el ceño, ofendido, la mira severo y casi retador, pero ella es peor, los ojos son una intensa ira que hace sentir a todos a su alrededor, y quienes más lo perciben, incluso estando fuera de la carpa, son los seres provenientes fuera de la Tierra. Algunos gruñen, unos pocos se adentran a la carpa, entre ellos uno es pelinegro de ojos grises y piel oscura, de facciones duras e inexpresivo. Aurora se sintió arder de molestia, no quería que nadie les interrumpiera. Ordenó que se fueran y los dejaran, pero a pesar de la fuerte convicción (que les era sorprendente lo que ella desprendía) ellos no se movían y gruñían, a excepción del comandante.
Dijo unas palabras que solo el padre no supo el significado, pues hablaba en el idioma de su planeta, pero entendía la cuestión, era lo que discutía con su mujer y su hijo. Y eso le molestaba, porque su hija no debía de estar inmiscuida.
El desconcierto disipó en Aurora la atención de su ira. Miró a su padre, negado y de un semblante de impotencia.
—¿Por qué quieren que vaya a Nievma?
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Buenas noches, tardes o días. ✨
Sus teorías e impresiones aquí.
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