Capítulo 47: Adentro
Ya pasan de las diez de la noche cuando Aurora va en el medio de un grupo de cuatro chicos. Timothy Becklan, Snow, Nick Graby y Jake Hanmer, este último llegó con el rubio dejando sorprendidos a Aurora y Timothy por la calidad de buenos amigos que ahora muestran, y también la amabilidad del joven Hanmer para ofrecer su amistad al resto. Los cinco hicieron el recorrido hasta la casa de Johnny Osther. Eliot Frank abre la puerta, grita alegre recibiendo a la chica con entusiasmo, saluda a los demás y los hace pasar. A Aurora le rodea de los hombros y la dirige jovial hasta el equipo de fútbol (mixto de ambas escuelas) para presentarla mientras no suelta su vaso de cerveza. Los que llegaron con ella se miran entre sí y sonríen.
—Chicos, la princesa llegó —dice haciendo un ademán de inclinación. Los muchachos la saludan, Johnny le extiende un vaso de alcohol que la chica acepta.
—Bienvenida.
—Gracias —ella mira alrededor—. Sabes, sí, bueno…
—Sí —el moreno se inclina a su oído con secretismo. Lo que sea que le dice la hace sonreír. Ellos dos ha estado mantuvieron comunicación un día antes, Aurora para pedirle que le dijera si veía a Heka antes que ella—. Está en la cocina. No deja de llamarme para preguntar si ya llegaste.
—Bueno, ehm —mira a sus amigos—, yo voy por allá —señala a la cocina. En cuanto da un paso lo hace Snow también—. Sola, solo voy por botanas.
—Te acompaño —pero en vez de que el peliblanco dijera eso lo hizo su hermano, que apareció detrás de ella.
Aurora casi deja salir un gemido de lloriqueo al ver a Arthur ahí, con un vaso de cerveza, sonrisa complacida y aire triunfador, mas sus ojos también ven a Júpiter y a Heka atrás de él, el primero evidentemente conteniendo la burla, el segundo pareciendo apenado, pues hasta los hombros están encogidos. Heka se había escapado del campamento para llegar a la fiesta y encontrarse con su amada, sin embargo Arthur sabía sobre ese encuentro porque Snow así se lo había comunicado. El nievmano puede parecer fácil de engañar, pero sabe cómo camuflar sus cualidades de informante y espía.
Aurora maldice por lo bajo soltando después un gran suspiro cansino. Dispuesta a tener su tiempo con su pareja pasa por el costado de su hermano que estaba dispuesto a detenerla, pero Timothy le detuvo rodeando su espalda con el brazo y llevándoselo para hablar como amigos que se habían reencontrado porque uno había vuelto de viaje. Arthur no se resiste casi nada. También le da calidez ese reencuentro.
Mientras tanto Heka y Aurora lograron apartarse un poco para hablar, aunque cuando tuvieron algunas miradas sobre ellos mientras iban a algún lugar cerca de la cocina. Se ven vencidos y cómplices, observan a Snow y a Júpiter con el grupo de estudiantes atletas que les invitan vasos de cerveza, también cruzan las vistas con Arthur que, aunque esté con Timothy charlando con evidente alegría, no deja de vigilarlos.
—Tu hermano es muy devoto —menciona Heka como si fuera tímido al deslizar sus dedos por la mano de Aurora.
—Lo siento —ríe—, suele tomarse muy en serio todo.
—Te extraño mucho —se acerca sin dejar de mirarla, por fin para rodear la mano femenina—. Extraño tu presencia, tu respiración, tu mirada, tus besos.
Aurora siente gran emoción de escucharle decir eso, cada cosa más cerca, más bajo y más intenso a la vez, no puede evitar ruborizarse y mirarle confesando sin palabras que también le extraña. Ella sorbe un poco su bebida para disimular las emociones, van a la cocina para comer y charlar un poco, hay algunas cosas nuevas que Heka prueba, como el contenido en el vaso de plástico rojo que le desagrada un poco, pero que igual bebe porque los demás lo hacen. Se pregunta si algo en la suya está mal porque pese a su sabor, los humanos parecen disfrutarlo y, de hecho, siente algo raro.
—¿Te pasa algo? —pregunta Aurora al verlo como si estuviera enfermando. Heka asiente, pero antes de tener más oportunidad de hacer o decir algo, Jake se le acerca.
—Aurora, necesitamos que vengas.
Ella se desconcierta, mira a Heka antes de ponerse en pie y seguir al chico que le dirige hasta la sala, en donde encuentra a Júpiter en movimientos de baile extraños, sostiene un vaso de cerveza y canta como si la lengua estuviera entumecida, mientras que Nick y Timothy tratan de hacer que baje del mueble y se siente. Aurora avanza, y al hacerlo ve que, al lado de las escaleras hay una pareja que se come a besos. Snow y Susana se hayan en un apasionado encuentro. Aurora mira más que impresionada a Jake esperando una respuesta rápida y que le dé sentido a lo que ve, mas el muchacho se encoje de hombros.
—¿Cuánto han bebido? —replica la chica sin saber a cuál de los dos ebrios dirigirse primero.
—Como mucho, medio vaso.
—¿Qué? —chilla en voz baja, atónita.
—Pero, ¿qué está pasando? —llega Arthur bajando las escaleras, mira a Snow que ha cambiado de posición con Susana, antes él tenía la espalda contra la pared, ahora es ella la que está acorralada, sin pretender detener al peliblanco. Arthur mira a su hermana que está confusa— Bebieron, ¿verdad?
—Dicen que solo medio vaso.
Arthur frota los ojos, cansino, va con su amigo para detenerle y disculparse con Susana por tener que interrumpirles, la porrista no se queja, aunque lo expresa en la mirada. Se lo lleva sin que el otro oponga resistencia, y Júpiter ha sido detenido también, casi cayendo sino fuera por Nick y Timothy que lo llevan cada uno cargado de un brazo.
—Debí advertirles —masculla entre maldiciones—. Afuera tengo un vehículo, voy a tener que llevarlos.
—¿Advertirles? —dice Aurora siguiéndolo. Timothy y Nick llevan a Júpiter tras de él— ¿Advertirles qué? Arthur.
Una vez afuera, Arthur los guía al vehículo militar en donde acomodan a los alcoholizados en la parte trasera.
—Sus cuerpos son diferentes, metabolizan rápido lo que comen y beben, y bueno, jamás han probado el alcohol.
—¿Cómo sabes?
—Míralos —efectivamente, Aurora veía a Júpiter más juguetón de lo común—. Al menos de Snow puedo asegurar que es la primera vez que lo prueba porque está prohibido darles alcohol debido a que esto suele pasar.
—Ay no… Heka.
Con prisa regresa a la fiesta, pregunta a algunos de los chicos del equipo de fútbol que le indican que Johnny Osther le ayudó para ir a una habitación a descansar, pues se sentía mal, por lo que va al segundo piso para encontrarlos. El chico moreno la encuentra justo al salir de la habitación, dejando que entre y ella agradece.
—Heka —dice entrando y cerrando la puerta. Mira que el hombre está acostado con un brazo colgando de la cama—. ¿Cómo te sientes? Arthur me contó que ustedes no soportan el alcohol.
—Tu hermano es un fastidio. ¡Lo destesto! —el arrastre de la lengua y esa última palabra mal dicha causa gracia en la chica, que le acaricia con primor habiéndose sentado al lado— Aurora…
—¿Sí?
Él se reincorpora, por poco cae pero logra mantenerse en pie todavía, con ayuda de la joven. La actitud de Heka es más mansa, casi sumisa y extremadamente más cariñosa. Abraza con fuerza a Aurora, la corteja desesperado y esa acción en conjunto a los sentimientos que el ser emite la ponen nerviosa, la alteran y la estremecen.
—Aurora —gruñe más tenso, su respiración se volvió más pesada, contagiando a la contraria con la que mantiene su rostro unido—. Mi… Mi-mi…
—¿Qué, Heka? ¿Qué quieres…? —es besada con efusividad, con urgencia. Se sorprende pero continúa, corresponde la pasión que le enciende.
—Se mía —suplica, y eso bastó para Aurora, que se lanza a cerrar la brecha de sus labios y decidida a desatar la perturbación de sus adentro.
Sintiendo que se quema por dentro y por las manos del pelinegro que le recorre la piel de la cintura y el de la espalda, por los labios que saborean su cuello y por el cuerpo que la atrapa, cayendo junto a él en la cama, sentados, ella a ahorcadas de él, habiendo la castaña desaparecido su blusa y sostén, permitiendo que Heka la recostara en la cama, viéndola enigmática. Dentro de la habitación apenas entraba el ruido de la fiesta, pero ellos solo escuchaban sus propios latidos. Heka cruzó la mirada gris con los negros azulados que estaban dilatados e impacientes, tanto como él. Retiró los ojos para posarse en una parte de la anatomía de su presa, relamiéndose los labios con la punta de la lengua, gruñó un poco. Aurora cerró los ojos esperando que el chico decidiera acabar la tortura y uniera su boca a la excitación que se marcaba, y él bajó.
Sintió la cálida respiración cerca de su seno, estremeciéndola más hasta que sintió que todo el peso encima suyo fue quitado de repente. Ella dejó escapar un aludido de pánico al ver la espalda de su hermano frente a ella y con rapidez tomó su camisa comenzando a ponérsela con torpeza.
—Cabrón —gruñó el mellizo con puños apretados, mandíbula tensa y las venas de la frente a la vista.
—¡Arthur! —la hermana gritó bajito, casi en un chillido.
—¡Tú, cállate! —la señaló severo— ¡Y tú…! —miró iracundo al ser que peleaba por mantener el equilibrio, cuando apenas lograba mantenerse de pie.
Arqueó una ceja analizando la situación y el semblante torpe del nievmano, cuyas funciones motoras no correspondían de manera congruente. Arthur miró a su hermana, agitada, maldijo bajo pasando una mano por el rostro y el cabello, decidiendo ayudar al pelinegro que no se resistió ni se quejó cuando lo llevaron afuera y directo al automóvil.
—¿Dónde está Júpiter? —preguntó a Nick y Timothy, que se miraban entre síes, y viendo a Snow complemente noqueado.
—Se fue —profesó el pelirrojo, con las manos en los bolsillos—. Salió de la camioneta y corrió al bosque.
—¿Y no hiciste nada? —le miró mal, acomodando a Heka, que se le colgaba como trapo. Los capitanes de los equipos de fútbol se reunieron con el grupo, saludando a Aurora. Eliot Frank tenía su buena dosis de alcohol en la sangre, se notaba por lo especialmente de buen humor que estaba.
—¡Oh, claro! —Timothy golpeó su frente con la palma de la mano, como si recordara algo— Una disculpa, porque pude haber parado a un tipo alto y fuerte que corre a tanta velocidad como un tren bala —ironiza burlón, negando de brazos cruzados. Ve a Heka dormitado, sin capacidad de prestar atención o saber lo que pasa a su alrededor.
Arthur mete a Heka en la parte trasera del vehículo, junto al peliblanco, y le pide a su amigo llevar a su hermana a casa, cosa que la nombrada no quiere aceptar, reclamando por ello, sin que el mellizo muestre cambiar de decisión.
—¡Joder, Aurora! —reniega luego de que su hermana le azotara la puerta. Ya habían repetido la acción tres veces —¡No puedes estar cerca de él!
—¡Ya déjate de tus celos de hermano! ¡Me gusta! ¡Lo quiero, entiende! —brama enfadada, Snow se medio despierta y Heka trata de salir del auto para estar al lado de su amada, pero no puede abrir la manija, de hecho, siente que todo se mueve, y por eso observa a su alrededor.
—No, hoy definitivamente no puedes estar cerca, es por el bien de ambos —abre la puerta.
—¿Pero qué sucede contigo? —ella azota nuevamente la puerta del vehículo, haciendo que Arthur ruede los ojos.
—No quiero tener esta conversación contigo, y nunca, y se supone que mamá es la que tenía que decírtelo —gruñe bajo, pidiendo que se vaya con el pelirrojo.
—¿Pueden dejar sus secretos de lado? Sean directos, maldita sea.
Arthur resopla, la toma del brazo alejándose un poco. —Escucha, no puedo creer que te hayas querido aprovechar del estado de él —señala a Heka, que tiene una expresión totalmente fuera del mundo. A lo dicho, autora se sonroja—. Pero no es del todo culpa tuya —suspira—. Estás cambiando, hermana. Hay nuevas facetas que como nievmana son un poco… intensas —duda del uso de las palabras, que Aurora no parece comprender del todo—. Estás en un periodo de interés… —trata de explicar, con mucha vergüenza.
Eliot Frank carcajea, atrayendo la atención de los demás, por la gran gracia que le ha dado. Va a colgarse de los hombros su amiga.
—Chica —arrastra la lengua, divertido, evidentemente bastante borracho—. Estás en celo —ríe bebiendo, sin estar consciente de lo que dijo, produjo el bochorno tanto a ella como a los demás.
El mellizo lo ve con enojo, tanto es su molestia que Johnny Osther tomó del hombro a Eliot para llevárselo, sin que el otro entienda el porqué, dejando solos al pelirrojo y al rubio, que no saben cómo intervenir.
—Que Tim y Nick te acompañen a casa —pide sin esta vez ser detenido por la chica, que permite que se marche.
Sus amigos, en total silencio la llevan y dejan en la morada. Dentro no había nadie, Gaia estaba ocupada y su esposo la acompañaba. Aurora pensaba en eso, en su futuro, en sus sentimientos, en sus deseos. Esa última palabra se le repetía en su mente mientras se daba un baño en la tina y pensaba en lo dicho por su hermano y su madre, que le había mencionado que experimentaría nuevas emociones. Se mordió el labio recordando sus momentos en los que casi terminaba por ser de Heka, aquello la alteraba, y de buena manera, tal era la necesidad que relamiendo sus labios guio su mano dentro del agua, a mitigar ese reciente calor que el agua al parecer no calmaba, mientras pensaba en ese pelinegro de ojos grises, y su figura. En específico, en aquella vez que tuvo la oportunidad de verlo completo cuando conoció su habilidad de cambiar de forma.
×~×~×~×~×
12:25 México. :"v Buenas tardes, pensé que jamás volvería.
¿Ustedes también?
Ya no me quiero ir otra vez.
No me quiero ir, sr. Stark.
Voy a tratar de terminar esta historia, y las otras. :"(
Pero de hecho, no he estado casi todo el año sin hacer nada. He estado escribiendo nuevas historias
(• ▽ •;) y continuando otras, claro.
Pero también he estado trabajando porque el internet, la comida, el agua, y mis libros, no se pagan solos.
¿Cómo les han ido?
¿Me extrañaron?
¿Ni me notaron?
Sus opiniones y teorías aquí, por favor.
(☞゚ヮ゚)☞
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