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Capítulo 39: Dos nuevas estrellas

Una llamada por el teléfono de línea fue recibida por el joven Oliver Jones, el comunicado que provenía de abajo decía que se debía de recibir la nave de Nievma. El chico afirmó conteniendo la emoción al pensar que vería de nuevo a su amada, al colgar se abrigó para poder estar afuera con las bajas temperaturas y esperar hasta que aterrizó el enorme avión espacial. Ver ese pájaro de las galaxias aparecer entre la ventisca de arriba, emitiendo lo que sería el equivalente al sonido de una turbina de avión comercial, no dejaba de parecerle impresionante por numerables veces que lo haya visto, y jamás tenía momento más ansioso que el de ver a su diosa salir de ella, pero su sonrisa oculta tras el cubreboca de tela se le fue arrancada cuando al quedar cuatro seres en su presencia, ninguno era la reina. Preguntó por ella no queriendo sonar altivo gracias al alzamiento de voz debido al ventarrón.

Por un tiempo seré yo quien la supla —expresó el ser al frente como dudando un poco de sus palabras, pues aunque se le fue enseñado ese idioma humano y lo practicaba con su dama, a veces le costaba llevar una conversación fluida—. Oh, sí, lo siento —extendió la mano—. Soy el rey de Nievma.

Al escuchar esto, Oliver tragó nervioso pensando en que tal vez era algo serio el que sea él el que haya venido en vez de ella, empezó a entretejer en cómo hacer las preguntas precisas para aclarar su mal pensar sobre que no era aceptado que la reina tuviera amante, y menos a uno humano. Primero regreso el saludo, después lo invitó a pasar y ofreció algo caliente para beber o algo para comer.

No es necesario —pausó el habla para pensar en articular las siguientes palabras—. Requiero hablar con Horacio, Orlando, Octavio… —ladeó su cabeza mientras intentaba recordar un nombre en específico— ¡Oreo Jones! —dijo convencido.

El muchacho registró la habitación con la mirada antes de comprender. —¿Quiso decir Oliver Jones?

¡Eso es! —carcajeó— Tengo algo que decirle.

Oliver asintió revelando ser él a quien busca, lo que hizo al contrario sorprenderse y dedicarle un bajo gruñido junto al entrecierre de los ojos, advirtiendo estar al menos molesto. El rey estaba celoso de conocer el rostro del terrestre. Fue entonces que el padre del joven Jones intervino preocupado por la aparente hostilidad del aliado.

¿Pasa algo, rey?

Negó sin dejar de clavar la mirada en el más joven. —No, sólo quiero hablar con él. No habrá daños, no se preocupen. Vamos a un lugar privado.

Oliver accedió con la preocupación de sus compañeros más veteranos, guio a la criatura hasta su habitación esperando ansioso lo que se le tenía que reclamar, pero estando dentro del espacio el tiempo pareció detenerse, pues el contrario se quedó por largos segundos escudriñándolo con la mirada de depredador, no sabía si interrumpir o no la proyección de ser un ratón en la misma caja con un gran felino, pero para su fortuna no tuvo que ser el primero en cortar el incómodo silencio.

Pareces ser un buen espécimen —gruñó encarándole con fastidio—. Pero sigues siendo humano, desconozco qué es lo que ella vio en ti.

Señor, yo…

—¡Silencio! —bramó tensando las manos a su frente— ¡Tengo ganas de arrancarte la cabeza y devorarla! ¡Sentir el crujir de tu cráneo y la textura de tus órganos!

El joven Jones sentía sus piernas como gelatina y su corazón latir desbocado, incluso pensó que la respiración se le detuvo ante la agitación que la bestia mostraba por el hecho llano de que su mujer amara a otro, pero aún así siguió sin apartar la determinación en esos ojos asustados. Poco a poco la violenta tensión fue esfumándose del monarca, quien se alejó gruñendo haciendo al terrícola compararlo con la actitud de un león por el caminar que daba a su dormitorio. Cuando al fin se calmó, o por lo menos algo bajó de la cólera, lo miró de nuevo.

A diferencia de ustedes, nosotros presentimos lo que ustedes conocen como sentimientos —comenzó a explicar mirándolo con detenimiento, y el otro lo escuchaba de igual forma—. Podemos sentir y transmitir nuestras emociones. Es decir, que si estamos molestos, nuestros cuerpos lo manifiestan por medio de ondas, y los otros pueden captar esas ondas, lo mismo pasa con el amor. Es una maldición el sentir que tu hembra no te ama como ama a otro macho.

Oliver bajó la mirada sintiendo lastima por la criatura, la mujer de ambos le había hablado sobre eso, sabía porque ella le contó sobre esa parte de sus sentimientos, creía que el carecer de semejante habilidad al ser humano era triste, pues el poder compartir las emociones le sonaba tan agradable.

Eres tan afortunado —ese gruñir lastimero calaba en el corazón del muchacho—. Lamento decirte que estamos pasando por una situación complicada. Nuestra Tierra enfrenta la incertidumbre del futuro a pesar de que la reina sea nuestro sol. Fuimos emparejados por dos razones, para mantener la esperanza y preservar el linaje real. Estoy informado que incluso aquí, eso era viable en el antaño, así que supongo entenderás.

Me contó sobre eso —el chico afirmó molesto.

Entonces espero que comprendas bien lo que te voy a decir.

¿Se refiere a pedirme que termine con ella?

El ser sonrió burlón ladeando la cabeza, causando en el interior del otro un vacío y frustración por lo que ya daba por hecho. Deseaba poder hacer algo, revelarse con total valentía como para fugarse con su diosa, pero ¿a dónde? Y además, conociendo el amor por la paz y felicidad de ambos planetas, su amada preferiría dejar su felicidad por los pueblos. Entonces, ¿cuál sería egoísta?

No te preocupes, que no la voy a obligar a dejarte —las palabras fueron un gran shock en el humano que subió la mirada perplejo—, pero por un tiempo no la verás.

¿Por qué? ¿Su gente se enteró de nosotros? —el otro negó entristecido— ¿Entonces por qué ha venido usted en vez de mi diosa? —con vergüenza se cubrió la boca al hablar de más, pues sin querer expresó lo que en la privacidad le dice.

El mayor carcajeó con entusiasmo, se le hacía gracioso verlo colorado. —Ella me confesó lo que siente por ti, y lo acepto aunque eso me provoque querer destrozarte —bajó la mirada con sonrisa entristecida—. No podemos deshacer nuestro vínculo, pero está bien que esté contigo.

¿Seguro? —el ser asintió con pesadez— Gracias —susurró aliviado, casi quería llorar por la oportunidad—. Pero aún no me dice por qué vino usted.

Está embarazada —la sonrisa se borró en el humano—. Como dije, una de las razones de nuestro vínculo es el de preservar la especie, ya que ella es la última de su linaje.

Un hijo —musitó consternado.

Asintió. —Ya que debemos procurar su bienestar y el de la cría, ella se quedará a salvo en nuestro hogar. Además, debido a los efectos colaterales, es mejor no arriesgarnos a que viaje.

¿Cuáles efectos colaterales? —preguntó con preocupación.

Durante la gestación y tiempo del ciclo, las hembras preñadas no son capaces de volver a su forma nievmana, por lo que estará como humana hasta tres lapsos después de que nazca la cría.

¿Cuánto tiempo tarda el embarazo?

Un ciclo.

En tiempo aquí a cuánto equivale.

Un año.

El humano tragó nervioso, asombrado por el comentario suspiró estremecido por el hecho de tener que pasar tiempo apartado de su amada, aún así comprendía la situación. Aceptó sin desconfiar, pues la mujer tenía en alta estima al macho que en un principio se negó a vincularse con ella. Incluso el tiempo bastó para que ambos varones convivieran y se conociesen, si bien no llegaron a considerarse amigos, al menos una opinión sana se guardaron del otro, y mientras que en la Tierra, Oliver esperaba impaciente, en Nievma la mujer no era ajena del sentimiento, era una mezcla extraña la que sentía, la tristeza a veces le atacaba para quedarse en cama abrazada de una almohada, el runruneo salía con irritación por querer acurrucarse a su amado, pero también estaba feliz sobando el vientre por saber que tendría una cría como su madre la tuvo a ella. También podía enfadarse con facilidad o incluso ser infantil en ocasiones. El desorden en el organismo debido a las hormonas podía llegar a ser un acertijo a veces, nunca se sabía cuándo podía pasar de un estado emocional a otro y por qué.

Cuando al rey le tocaba estar en el planeta natal, casi quería extender el viaje de regreso. Agradecido estaba con la mano derecha de su esposa, que sabía cómo tratarla por los cambios de humor, después de todo, la experiencia de cinco crías daba sus frutos. Él era un ser de piel rojiza y ojos blancos al servicio fiel de la reina, que se encargaba de velar por ella en cada viaje fuera y dentro del planeta, en pocas palabras, su guardia personal. De no ser porque ya estaba vinculado a una hembra, él habría sido el marido de la reina a pesar de la gran diferencia de edad entre ellos, pues por costumbre, cuando el siguiente sucesor cumple los quince años, se le asigna un Velador del sexo contrario, eso da paso a que la pareja se vaya conociendo y haga más fácil la vinculación para cuando llegue el momento de hacerlo, pero con la batalla ocurrida en el periodo que los reyes anteriores perecieron, no había cabeza para el proceso de selección, por lo que el Consejo hizo una excepción y escogieron a uno para que solo la protegiera, así podrían evaluar con minuciosidad a quién sería la pareja de la reina, saltándose el paso de conocerse.

Querida —el rey entró al aposento mirando a su esposa que estaba parada frente al balcón.

Habló en el idioma humano porque así tendría un poco de calma en caso de que la encontrara molesta.

Ella volteó sonriente, con un vestido aqua de pliegos sobrepuestos que alcanzaba el piso gris. —¿Lo viste?

Asintió aliviado de no ser recibido con fiereza, pero no sé arriesgaría a cambiar su humor, por lo que prosiguió sin usar la lengua natal.

Así es, me ha mandado a decir que te ama, y que te estará esperando el tiempo que sea necesario.

El brillo en los ojos femeninos deslumbraban más que nunca, ni qué decir del encantador ronronear que gritaba la felicidad, eso apaciguaba la desdicha del macho, y le dejaba un sentir agridulce.

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Esperaban, era la mejor palabra que describía a la situación, el vientre de la hembra crecía como la de una humana, frotaba con delicadeza por encima de la tela, cuando lavaba su cuerpo, o sencillamente en cualquier momento que le atacaba la oportunidad, pero también a veces la tristeza, pues piensa si acaso podría reproducirse con su amado, después de todo son dos especies diferentes, sin embargo la presencia de sentir a su cría la contentaba de inmediato para no sobrepensar las cosas, así que al cabo de su gestación, teniendo ya veinte años, su primogénita había nacido, pareciendo una bebé normal, excepto que en la raza alienígena, la coloración de piel tiene un toque azulado que dura unas cuantas horas hasta que se torna del color que tendrá el resto de su vida en forma humana, no poseen dientes sino es hasta la mitad del año, y estos son únicos a no ser que pierdan uno que se reemplaza por otro. La mujer y el hombre estaban inundados de felicidad, la madre tan amorosa que era celosa de quién se acercase a la cría, y gradualmente se calmaban hasta que sus primeros pasos eran dados. Incluso el padre debía de ser cuidadoso al estar a la mirada atenta de la hembra.

Cuando ya la princesa cumplió un año y medio, la reina volvió a sus labores monárquicos, contemplado el regreso a los viajes a la Tierra, segura de que su amado seguía ahí para ella, y esa respuesta fue la que obtuvo al pisar el interior de la base y ver de inmediato a ese macho humano, que la recibió con dicha en el corazón. No le importó enfrente de quién estuviera, la mujer se apresuró a cargarlo en brazos cual doncella, causando el sonrojo en él, la risa en otros y el asombro de los demás; después de devolver los pies al suelo y dejarle el nerviosismo a flor de piel, un fuerte abrazo y un apasionado beso le siguió para declarar a todos el amor entre los dos. La plenitud era indescriptible, pues el comienzo de todo fue lo pasó, esa noche fue la más íntima que ocurrió, la primera de muchas otras en anhelado amor.

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Los viajes seguían igual, la dedicación al reino aumentó, la felicidad por su hija y su amor era su motor, a sus veinticuatro años todo cambió. Ella estaba más irritable, contenta, triste, en pocas palabras, sensible. Cerca de Oliver era empalagosa, como una mascota a su pareja no dejaba de frotar su cabeza pidiendo mimos, atención, amor. El velador que acompañaba a la reina no tardó en reparar en una idea que pensaba imposible, pero que la experiencia aseveraba que lo era. Así que pidió un examen médico que no era diferente en los humanos, analizando su sangre confirmaron la verdad.

—¿Embarazada? —musitó Oliver incrédulo, pero con un calor inmenso en el corazón.

Pensé que no era posible —añadió la reina.

Igual yo —rio el hombre en forma humana, de cabello corto y pelirrojo, piel blanca y ojos blancos—, pero los exámenes no mienten. Están esperando un hijo.

Estaban felices, no, esa palabra ni siquiera llegaba a expresar el sentimiento. Como no querían exponer la seguridad de la reina se optó por que ella se quedará en la Tierra, a cambio de que el guardián de ella ocupara su lugar.

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¿Casarnos? —se sorprendió el chico a la petición de la mujer.

Ella había leído sobre su forma de vincularse, con un vestido blanco, en un edificio designado, llevando flores; se había visualizado deseando hacer lo mismo, con esa cara rebosando de ilusión no era posible decir que no, menos cuando él mismo tenía el mismo sueño y un anillo guardado celosamente, aunque no sabía cómo hacerlo o tan siquiera si podría.

Si eso quieren —respondió el jefe de la base con traje negro e impecable, de piel morena y calvo sentado en su oficina. La pareja fue a preguntar—. Aunque —miró a la mujer—, si quieres una boda como la nuestra…

¡La quiero! —contestó antes de tiempo causando gracia al hombre.

Supongo ya escogiste un nombre.

La hembra deseaba tener esa celebración tal cual leyó se realizaba el evento, aunque no contó con que necesitaba un nombre, por lo que pidió uno a su pareja con entusiasmo. Él se lo pensó, meditó por unos segundos viendo a su rostro feliz de ser nombrada, aunque él le haya dicho que ella misma se pusiera uno que le gustase.

No sé de nombres —contestó la mujer entrelazando las manos de ambos—, pero sí sé que el que tú me des lo amaré.

Entonces el afortunado de tenerla sonrió por la ternura, pensó que esa calidez y fortaleza que tenía era más que el de una reina. Definitivamente era una diosa, y así decidió el nombre, uno en base a su Tierra —Gaia—. Le dijo con un suspiro como si el alma entregara.

La organización empezó, se mudaron a un nuevo lugar para estar lo más discretos posibles en un poblado cerca del bosque, pero también un poco apartados de otras casas mientras preparaban la boda, y para ayudar al humano, un habitante de Nievma fue con ellos para adiestrar a Oliver sobre los cambios de humor de ella. Debía ser un macho, pues otra hembra generaría conflicto.
Aquella agencia secreta creó una identidad para la reina, con papeles escolares, acta de nacimiento, DNI, todo lo requerido para hacerla pasar por una humana cualquiera, incluso dientes falsos y lentes de contacto se le dieron, lo segundo a petición de ella porque no quería que nadie más que Oliver viera los ojos que siempre le halagaba, pero que esa cuartada funcionase o no dependía de la nievmana, que todo le era emocionante en lo que armaba su boda con toque y lujo de detalles.

Conoció a otros humanos que rápidamente se hicieron amigos, y ella estaba emocionada porque la mujer terrícola tenía una panza hinchada de cuatro meses.

Si es niña se llamará Tamara, si es niño, Timothy.

¡Yo también estoy embarazada! —exclamó abrazando a su prometido que rio nervioso.

E-Ella es extranjera, así que se le complica el idioma —justificó para no levantar la atención sobre lo raro que sería el embarazo que llevaría un año—. Quiso decir que esperamos embarazarnos pronto.

Eso funcionó, así pudieron pasar desapercibidos hasta el día de la boda, donde un vestido blanco de falda abultada con mangas largas hasta las muñecas, escote a mitad de la espalda, con un velo hasta el pecho y un ramo de flores de jazmín y otras florecillas blancas más pequeñas, la acompañaban al altar en que su futuro esposo la esperaba. Ya había pasado cuatro meses, sólo le quedaban ocho, así que esperarían al siguiente para hacer mención del embarazo, mintiendo claramente en el tiempo.

Y al inicio del año, dos nuevas estrellas llegaron.



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Holis ( ╹▽╹ )

Sus impresiones, opiniones y/o teorías déjenlas aquí.
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Nos leemos pronto. (。•̀ᴗ-)✧

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