Capítulo 37: La reina
Las miradas están conectadas y no precisamente al firmamento estrellado, sino al fuego creado de los ataques al impactar contra la coraza de metal enemiga. El movimiento de ambos buques aéreos para el enfrentamiento es monitoreado por los ojos en tierra, no hay humano recién conocedor de otra vida, cuya mente sienta estallar de ver el espectáculo allá arriba, y a los seres que resguardan su seguridad junto a militares humanos.
Mientras que en el cielo, dentro de la nave aliada dirigida por un joven comandante de cabello castaño oscuro, está al frente entretejiendo pensamientos estratégicos, pues el enemigo no es el único siendo atacado, ellos mismos están recibiendo disparos que, aunque no causen gran daño gracias al fuerte armazón del casco, sí es una molestia que interviene.
—Recibimos lecturas de múltiples objetivos que nos rodean, señor —expuso un humano en el largo tablero frente a la ventana, rastreando los movimientos contrarios.
—El radar principal no los detecta por completo —responde otra—. Es como si desaparecieran de forma intermitente.
—Cambien al programa Echo —ordena el líder acercándose al frente, observando que en las pantallas de los encargados de lanzar los ataques, se vuelve negro, y pronto líneas blancas con estática empiezan a trazarse en el monitor.
Esas estelas moviéndose de manera extraña por las rápidas maniobras realizadas, en comparación a otras fuentes que a veces desaparecen al quedarse quietas, u otras cuya velocidad son nada en contraste a las que les interesaban, son las que buscan.
—Contacten con nuestras tropas abajo, que un equipo nos asista con los pequeños.
—Sí, señor —una mujer rubia lleva la mano a oprimir un botón del comunicador en su oreja—. Aquí Alpha, requerimos apoyo, que la unidad Delta 1 suba. Repito…
En el campamento humano uno de los seres con un collar recibe la transmisión, a lo que responde tocando el botón en el mismo y llamando su equipo de seis compañeros, atiende la orden. Ellos dejan el asentamiento otorgando la protección al resto de sus camaradas mientras cada uno de ellos van a tomar una nave personal, la cual permiten ver desapareciendo la invisibilidad, al oprimir en parte de la pantalla de su brazalete. Los terrícolas observan como estos extraterrestres se montan en sus naves y se alzan al cielo. Los aliados usan el mismo sistema que la nave líder para interceptar a sus objetivos y comenzar a atacarlos, para así dejar a ambos acorazados entre ellos.
La ofensiva ya estaba en marcha. Abajo también sucedía lo mismo, aliados llegaban para apoyar a su reina, quien como formidable guerrera arremete contra los que la enfrentan, e intentan pasar de ella. Sus antiguos pupilos la observan exhaustos y extasiados, están de acuerdo que no ha perdido pizca de ferocidad alguna, Heka piensa que ha ganado incluso más, y a pesar del cansancio, se levanta para seguir, no quiere parecer un débil ante su majestad y que se burle de él, de ellos, ya que Júpiter está de acuerdo, además de que no puede evitar no tener esa rivalidad con su amigo en la que compiten por ver quién es mejor. Heka mira a Aurora, le sonríe para luego enfrascarse una vez más en la batalla, esta vez junto a la monarca.
Josep Mayer se despide de los civiles, emprende su avance hacia sus camaradas y ser apoyo a su compañera Natalia. La joven Jones sonríe forzada, o lo intenta por la situación en la que se encuentra, su padre aprieta su mano y la hace comenzar a correr con los muchachos, aunque se extraña de ver a los osos.
—¿Hiciste nuevos amigos? —comenta mirando un momento a las criaturas ir con ellos, o mejor dicho, con ella.
—Te explicaré luego.
—Tienes muchas cosas que explicar —ese comentario hizo tragar en seco a la chica.
—¿Por qué llegaste con Mayer? ¿Te dijo algo?
Entre las prisas se miran, el padre suspira. —Nosotros también tenemos algunas cosas que explicarte, pero será después.
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—¡Señor! ¡Tenemos daño crítico! ¡Perdemos estabilidad! —vocifera uno de los técnicos, dentro de la nave las alarmas suenan anunciando severidad en la estructura.
—¡Evacúen! —se coloca al lado de uno de los subordinados— Pero primero quiero que pongas toda la energía de la torreta en ese disparo. No vamos a ser los únicos que caigamos.
—¡Si, señor! —responde sonriendo orgulloso preparando el ataque— Capacidad de carga al ochenta por ciento.
—Suficiente para joderlos. Hazlo.
El subordinado teniendo en el blanco su objetivo, oprime el botón en el tablero. El disparo de energía es lanzada a dar en uno de los tres motores que quedaban funcionando, pues ya habían destruido otro. La nave nodriza posee daño crítico también, con solo dos motores laterales les es imposible seguir en el aire, por lo que caer es un hecho. Ambos acorazados van descendiendo entre pequeñas explosiones ocasionadas por los acometidos, al igual que las naves individuales que se enfrentaban alrededor de ellos, habiendo sido el equipo Delta 1 el que prevaleció.
Los escombros caen como fuegos artificiales, de los bajeles voladores salen otras más compactas siendo esas sus botes salvavidas con la tripulación, que escoltados por la unidad aliada es dirigida al asentamiento humano, algunos se acercan, otros se mantienen alejados por no tener suficiente para confiar. Al aterrizar las flotas, los del pueblo murmuran a los que bajan de ahí, figuras como ellos que no parecen tener alguna cualidad que los distinguiese, y eso es, al menos la mayoría es nativo de la tierra, sólo un puñado del personal pertenece a la otra especie. Uno en específico llama la atención, baja con autoridad declarando los pasos a seguir mientras sus ojos peculiares observan al buque nodriza caer en otro punto.
—¡Iremos tras ellos! ¡Que el batallón se prepare ahora mismo! —vocifera siendo acatado de inmediato.
Camina con pasos determinados hacia una nave individual entre la multitud que se le separa, escuchando los cuchicheos de los que han sido impactados por su imagen. El capitán del barco mira a uno de ellos, que está consternado con evidencia, que da pasos lentos mientras que su madre atrás abraza fuerte al hijo menor y pide al mayor que se detenga, pero él no escucha nada, por impulso se mueve hasta correr apartando a los que le estorba hasta llegar al frente, a cruzar miradas que gritan las preguntas que su mente fórmula y su boca no puede sacar, pero no podrá hacerlas por ahora, menos cuando el capitán ha subido al artefacto volador que cierra el capote de vidrio para así ponerse en marcha junto a la flota que comanda, yendo rumbo a la nave nodriza que ya ha caído, no sin haber visto el rostro de ese muchacho pelirrojo de su misma edad, palidecido por ver a un fantasma. Ya tendría que ocuparse de eso luego, ahora la prioridad es la derrota y captura del enemigo.
Las veinte naves llegando a rodear a los seres que salen de los escombros apuntan las boquillas precargadas a los enemigos, y estos en su mayoría, a su vez, portan las armas para resistirse. Hay rugidos, se impulsan a golpear el casco de los que vuelan y de esa manera la lucha comienza, habiendo disparos, naves cayendo, seres intrincados como bestias, uno de los enemigos salta a destrozar el vidrio del capitán, quien al ver el cristal despostillarse intenta quitarse al contrario de encima, no obstante ese aprovecha para usar su cañón.
Maldice en sus adentros para abrir el capote golpeando el arma que fue soltada, mas cuya bala de energía sale disparada a la coraza, causando daños a la nave, pero pudiendo lograr desestabilizar a su oponente, lo cual el capitán aprovecha para desenvainar su espada y clavarla en la pierna del contrario, causando un alarido de dolor y rabia. La espada es sacada con rapidez para tomar el mando del piloto parecido a las de un avión, para maniobrar con destreza haciendo a su enemigo resbalar y caer, y así, el capitán maldecir durante el forzado aterrizaje en el que dejó las marcas en la tierra. Sin embargo, no tiene tiempo para relajarse, en especial cuando más enemigos se le acercan. Él se escuda tras su nave, aguarda un poco mientras sus camaradas le cubren dándole la oportunidad de correr en el campo de árboles rotos y suelo con señales de impacto, directo a enfrentar a quien reconoce, por los rugidos, es el comandante de la flota enemiga.
Llega asistido por los aliados que se encargan de dejarle la vía libre hasta el ser de piel negra, quien intenta dar acometidos destinados a acabar cuánto antes con el humano que blandea un arma arcaica, pero que bien le funciona cuando da estocadas con significado atravesando la armadura, confundiendo a la bestia que no concibe estar siendo derrotado por una mísera criatura débil, pero que la realidad se hace, al quedar postrado por recibir cortes detrás de las piernas, justo en el interior de las rodillas. Y junto a él, los demás también van cayendo.
Con voz agitada y cansancio, y una batalla ganada, el capitán miembro de la misma agencia que Josep Mayer y Natalia Snovak, pone la punta de la espada frente al rostro de su capturado.
—Me complace darle la bienvenida a la Tierra.
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En el lugar de Heka, él y Júpiter se encuentran sentados en el suelo recostados del tronco de un árbol, observan a sus compatriotas del lado enemigo estando capturados, reunidos en un grupo de cuatro pegados de espaldas, pero con las manos aprisionadas por enfrente siendo cubiertas por completas. Al igual que los que decidieron apoyar a la reina, ellos también se entregaron dispuestos a aceptar el castigo que se les impongan. Mientras tanto, Heka mira alegre, sonriente, despreocupado a su majestad indicando las acciones con toda solemnidad como cuando era joven, la última vez que la vio y oyó fue hace diez años, era lo que aquí es un adolescente de dieciséis, pero recuerda ese único vibrar que posee, la única cara que vio, desconociendo las segundas versiones de voz y rostro. Y por otro lado está Júpiter, también feliz de reencontrarse, pero quejoso y maldiciendo en sus adentros por que el día haya llegado, en especial porque no logró hacer su cometido de separar a su amigo de su pareja.
La hembra, junto con Josep Mayer se les acercan, el par de amigos intentan levantarse por respeto, pero ella niega para que sigan descansando. El humano carga una gabardina en el brazo, enciende un cigarrillo ajeno a lo que pasa, sólo está ahí para darle algo con que cubrirse a la reina, pues su cuerpo empieza a cambiar, por primera vez su forma humana será vista por sus pupilos, o mejor dicho, por uno de ellos, pues a Júpiter ya se lo había mostrado, él, está nervioso, ya no hay forma de prolongar el secreto. Y en cuanto a Heka, esa sonrisa tan grata de antes es borrada en el momento que la fémina se muestra, y su segunda voz expresa:
—Que bueno al fin verte de nuevo, Heka —menciona con una poco de burla el nombramiento que ahora el muchacho recibe.
Mayer le puso la gabardina para cubrirse, ella agradece, pero Heka está atónito, consternado, observa su figura sin creer lo que sus orbes miran, a ese cabello negro azulado que llega a mitad de la espalda, una altura de al menos un metro con ochenta, piel blanca y ojos peculiares. Heka gira la cabeza desconcertado a su amigo, que está con la mirada al suelo evitando cruzarla con el contrario, dándole a entender que ya lo sabía, y que ahora entendía la razón de su comportamiento que antes consideraba errática.
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Ese grupo de tres varones, una mujer y dos osos ya han vuelto al campamento del que salieron, pero a la par que ellos se aproximan más jóvenes lo hacen también, unos once de los veintitantos en total que habían ido de curiosos. Algunos se agruparon para saludar alegres de ver a los capitanes, los demás yacían cohibidos y asustadizos, algunas chicas llorando y que presumían podría ser por el susto o haber visto perder a alguien, también rogando por los que se perdieron de sus ojos y no saben de sus paraderos, piden que hayan regresado o lo hagan pronto, y vivos.
Fueron recibidos por la vista de esos seres de otro mundo haciendo guardia, lo que provocó que algunos se escandalizaron porque no saben que no son de los que están para ayudar y proteger, sin embargo los militares humanos actuaron para calmar la presión un poco, siendo ellos los que escoltaron a los muchachos a reunirse con los demás, donde familias y amigos se abrazaron felices en el reencuentro. Y mientras la joven Jones estaba distraída a su alrededor impresionada de ver el asentamiento teniendo esferas blancas para iluminar y calentar la noche, una mujer se le acercó a su padre para hablarle en voz baja.
—¡Aurora! —la voz de Timothy se alza atravesando a las personas para poder reunirse con ella, aunque la chica se extraña de verlo alterado y palidecido.
Ella intenta acercarse, pero su padre toma su brazo. —Ve con la mujer por favor. Descansa.
—Pero, papá, a Tim le pasa algo —dice siendo empujada con suavidad para que la mujer alta de cabello corto, negro y ojos grises, estando recta y con actitud altamente disciplinada, la dirija a una tienda de campaña.
—Yo hablaré con él, descuida, ve —la alienta a avanzar casi con apresuro haciéndola notar que no quiere que su amigo llegue.
—Papá, ¿qué ocurre?
—Señorita, por aquí por favor —pide educadamente la mayor de apariencia ruda y casi llegando a los treinta años.
—¡Aurora! —Timothy llega siendo frenado por dos criaturas en su forma original— ¡Señor Jones! ¡¿Qué sucede?! ¡¿Usted lo sabía?! —intenta pasar, pero no se lo permiten.
El hombre eleva las manos al frente y hacia el muchacho pidiendo calmarse, pero incluso eso parece que lo nervia más. Aurora sin comprender, tampoco quiere avanzar y se resiste.
—¿Saber qué? ¿De qué hablas? ¿Qué está pasando, papá? —menciona confusa.
—Ve allá por favor, y tú —mira al muchacho apartando a los seres para poder tomarlo de los hombros—, ven conmigo, te explicaré —baja la voz para susurrarle a su oído—. No digas más, ella no lo sabe.
El chico consternado, tardó un poco para después asentir aceptando ser llevado por el padre de Aurora a otro lado, con tal de recibir respuestas a lo que momentos antes él y todos vieron. El mayor pide a su hija ir con la mujer una vez más mientras se alejan, aunque a la chica no le gustó en absoluto, a brazos cruzados y mirada enfadada siguió a la que le indica el camino a la carpa que se le dice, a la vez que observa de lejos cómo su padre habla con el muchacho y otros amigos de su familia, pero sin saber de qué o lo qué les tiene agitados.
En cambio, entra a la tienda sintiéndose que está siendo vigilada por esa extraña mujer. Da vueltas en el espacio de manera nerviosa.
—Por favor siéntese o duerma un poco —pide la pelinegra con las manos atrás.
—No, gracias —se detiene, pero no deja de removerse—. ¿Sabe qué está pasando?
Asiente. —Sí, lo conozco, pero no se me tiene autorizado revelar información —hace una reverencia—. Mis disculpas, señorita.
—Descuida —dice la joven confusa al no comprender el trato tan servicial, o tan siquiera cómo es que tiene una extraña atención con ella y su padre—. Disculpe, ¿sabe algo de mi madre? ¿Dónde está?
—Su señora madre volverá pronto.
—¿A dónde fue? —preguntó preocupada al pensar que salió sola.
—No se me permite hablar.
—¡¿Entonces qué puede decirme?! —exclama encarándola con irritación.
Sin embargo, no pensó que la mujer se inclinaría en una pierna descansando un brazo en ella, y con el puño del otro sosteniéndose al suelo, teniendo la cabeza baja.
—Le ofrezco mis disculpas, mi señorita, pero tengo ordenes.
—¿Qué? —comenta descolocada ante tal actitud, sin embargo no tiene oportunidad de cuestionar más cuando la entrada de tela es abierta, y en ella se adentraron cinco cuerpos.
Dos de ellos son sus padres, otro el agente Josep Mayer, y los otros dos son seres, Heka y Júpiter en sus formas humanas, pero el par de amigos y su madre con ropa uniformada como de los agentes SWAT. No obstante sus dudas aumentaron cuando su progenitora se acerca a abrazarla con fuerza, pues al separarse algo había cambiado, y fue tan fácil de ver con solo conectar las miradas.
La madre peina a su hija delicadamente en los mechones a los costados, sonríe enternecida como si ella fuera la pequeña niña de antes, aunque no había cambiado tanto al seguir con los ojos llenos de preguntas.
—¿Por qué estás vestida así? ¿Qué le pasó a tus ojos? —no puede dejar de sentir otra duda más grande que ese último cuestionar, pues a lo que antes eran marrones ahora estaban como los suyos, como el cielo nocturno.
La mujer mira a la que permanece reverenciando en el suelo, le pide salir para dejar a los que llegaron con su hija. Tan pronto esa ojisgrises acata de inmediato y con obediencia absoluta, coloca más incertidumbre en el interior de la joven, quien recorre las orbes a todos con confusión.
—¿Qué está pasando aquí? —dice más nerviosa mientras su madre acaricia su rostro, y su padre se aproximó a sobar su cabeza.
El padre la abraza protector. —Tu madre usaba lentes de contacto para ocultar sus ojos, porque quería que solo yo los viera. Ella, es diferente.
—¿Diferente de qué? ¿Por qué? ¿Mamá? —la mujer sonríe gentil con la cabeza ladina, suspira un poco para luego abrir la boca mostrando una dentadura de colmillos.
—También usaba dientes postizos para no generar preguntas —continua el padre observan a su esposa—. Pensamos que no había razón para que supieras esto.
La muchacha mira desconcertada a sus padres esperando a que dejen de darle vueltas al asunto, es cuando la madre decide intervenir.
—Mi nombre, Gaia Jones, me lo dieron para poder tener una vida aquí en la Tierra. Mi planeta se llama Nievma, soy la reina.
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Holaaa ( ╹▽╹ )
¿Qué tal?
Curiosidad:
Gaia, en la mitología Griega, es el nombre de la diosa de la Tierra.
Sus impresiones, opiniones y/o teorías déjenlas aquí.
(☞゚ヮ゚)☞
Nos leemos pronto. (。•̀ᴗ-)✧
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