Capítulo 32: Ahí
¿Puede el tiempo alterarse? A veces se siente rápido, tanto que en un parpadeo la sensación es de haberse perdido toda una vida, y en otras ocasiones la perspectiva lo hace demasiado lento, casi hasta el punto de la sofocación, como la caída hacia el fondo de un acantilado, con el cabello por los lados ondulando en la resistencia del aire que simulan ser las víboras de Medusa, sintiendo el empuje del viento contra la espalda, y perdiéndose en el cielo mientras se aleja cada vez más.
Para Aurora, era la caída más larga que haya vivido jamás, no por la altura, sino por el tiempo que lo percibe lento mientras esa bestia monstruosa está cayendo con y por ella. Eso extiende sus brazos, tensa las manos y sonríe extasiado por pronto alcanzarla, su mano está a centímetros de tocarla, de tomarla.
Y lo habría conseguido de no ser por el puñetazo que fue propinado con vehemencia, la potencia le hizo alejarse de su presa e impactarse contra la pared de roca creando una fosa en la que fue incrustado, mientras que Heka aterrizó agrietando las piedras, pero no perdió tiempo para impulsarse de nuevo hacia abajo, rumbo la chica que extiende su mano para tomar la que le es ofrecida. Los metros son escasos, los segundos corren y ya casi llegan al agua. Se miran y no despegan la vista de sus ojos, hay tranquilidad absoluta y eso solo cambia cuando sus pieles se juntan, sus manos se han tomado, más bien Heka ha rodeado por completo la mano femenina y la aferra a él como el resto del cuerpo al que abraza y, se da la vuelta para que sea el suyo el primero en entrar al agua.
Las burbujas se forman y expanden a gran velocidad así como una buena cantidad del líquido que salpica por el impacto, y aun así el ser de otro planeta no suelta a su amada, ni ella a él. Heka emerge habiendo recuperado a Aurora, quien respira agitada por las emociones experimentadas, lo que causa que abrace feliz al caballero que le rescató. Se rozan con delicadeza mostrando sus presencias y sintiendo la del otro, amando esa perturbación que reconocen en ambos.
—Tardaste mucho —se burla la chica tomando el rostro de su criatura.
—Ya sabes que el héroe siempre llega al último segundo —ríen en complicidad uniendo sus labios en un pequeño y tierno beso.
Sin embargo, el enemigo brama furioso, cruza miradas con su compañero de mundo aceptando que es una molestia, no obstante, Heka sonríe guasón, divertido de la situación al verlo tan molesto. Corteja una momento a la chica antes de pedirle que vaya de nuevo al campamento militar a resguardarse, luego la ayuda a salir del agua, todo ante el ojo atento del contrario para finalmente la joven comenzar a correr en la dirección dicha, dejando atrás a Heka que está de frente a su enemigo.
Se miran desafiantes, el rojizo con más burla, quien con potencia se impulsa queriendo golpear con el puño el rostro del contrario, pero este le esquiva dándose cuenta que su objetivo es el de capturar a la joven. El de piel oscura impacta su costado, apenas lo abraza por el torso teniendo dificultades para rempujarlo, intenta penetrar otra vez la carne, pero no logra nada más allá de pequeños piquetes de insecto al cuero rojo, que ríe en sus adentros dedicando un codazo en la espalda de Heka.
Se guarda su dolor, también el de haber chocado contra la roca cuando el otro lo levantó arrojándolo ahí, sin embargo Heka se reincorpora, se pone de pie sin retroceder un poco en la pelea. Braman alto declarando que no van a parar hasta acabar con el otro, comienzan así su feroz riña, entre intercambios de puños, empujes, heridas e incluso mordidas; ese último fue regalado al hombro del de ojos grises, que se queja empujándose a pasos atrás, golpeando la espalda del que clavó sus dientes en él, contra un árbol que se rompió, y luego contra una roca.
Heka pudo hacer que lo soltará luego de que sus garras aruñaran la cara de lado a lado, incluyendo haber perforado un ojo en el camino. El ser rojizo sacó un alarido de dolor.
—¡Voy a destrozarla! —grita enardecido tensando las manos, Heka lo mira confuso por lo que escuchó— ¡Voy a hacer sufrir a esa hembra!
Clavó los puntiagudos dedos en la tierra dejando los rastros de la furia, arranca en una carrera demoníaca y demencial, pues ruge como toda una bestia, ya ni siquiera hay pizca de conciencia, los gritos son de basta cólera, y como tal, va tras la chica que ya ha llegado al campamento visualizando cada ajetreo de los militares, incluso Júpiter, quien está con una especie de computadora tecleando con prisa.
—¡Aurora! —la voz conocida que posee una mezcla de preocupación y alivio capta su atención.
—¡Tim! —ella corre esquivando el paso veloz de los uniformados hasta llegar a abrazar a su amigo— Qué alegría me da que estés bien.
—A mí me da gusto verte también —acuna el rostro femenino entre sus manos con delicadeza, junta sus frentes admirando los ojos—. Nos habían dicho que el camión donde ibas fue volqueado, encontraron al soldado y él informó lo que sucedió.
Aurora respiró aliviada de saber que el hombre que la ayudó no había muerto, sin embargo, no hay momento de calma que dure lo suficiente cuando el monstruo anuncia su llegada. De la mano, Timothy hace correr a su amiga, van deprisa mientras esa criatura descontrolada se ha mostrado ante todos con su desmedida ira, los soldados apuntan y disparan, buscan retenerlo lo mejor que pueden.
—¡Júpiter! —exclama la agente Natalia disparando su arma— ¡¿Cuánto más?!
—¡Ya está! —espeta observando el desastre que ha comenzado— ¡Natalia! ¡Que alguien lo encienda cuando esté en la jaula! —él corre veloz yendo al encuentro con el enemigo.
—¡Entendido! —ella se moviliza para llegar a la computadora.
Júpiter pasa de largo a Aurora y Timothy, se abalanza a chocar abruptamente contra el ser de rojo, nota su ojo herido y celebra en sus adentros sin temor a equivocarse que su amigo le dejó tan mal el rostro, sin embargo, reniega de la fuerza que posee al manejarse por la rabia, pues la criatura ataca con ferocidad.
Júpiter intenta someterlo, lo apresa del cuello con su brazo y presiona fuerte con intención de asfixiarlo, pero el otro sigue forcejeando, haciendo notar lo que su furia busca alcanzar de forma desesperada, sus acciones lo delatan a gritos, sus brazos son como los de un niño berrinchudo que trata de zafarse, y todos logran ver lo que desea, incluso Aurora y Timothy lo saben.
—Me quiere a mí —dice Aurora consternada.
—Tienes que salir de aquí —tomó fuertemente su mano—. Vámonos.
—No, espera, no me va a dejar de perseguir —se aferra a no moverse analizando la situación alrededor.
—¡Por eso hay que irnos! —espeta con los nervios de punta, considera cargar y llevarse a la chica a la fuerza— Aurora, por favor.
Ella le mira al semblante abrumado, sonríe gentil correspondiendo la unión entre sus manos. A Timothy eso le asusta, algo en sus ojos grita por tener una locura en la mente y reniega cuando le suelta y corre hasta la agente Snovak.
—Chica, por todos los cielos. ¡No tenemos tiempo para protegerte! —exclama refunfuñando mirando a Júpiter pelear con dificultad.
—No necesitan hacerlo, déjenlo que venga por mí.
Los ojos de la agente y el pelirrojo se quedaron escudriñando a la muchacha que catalogan de haberse vuelto demente, intentando comprender mejor su declaración, mientras que el par de criaturas están enfrascados en su riña, Júpiter logra tomarlo de la cabeza y girar sobre su eje, lanzándolo a chocar y arrastrarlo por el piso, dejando el rastro del cuerpo en la tierra, ahora salta teniendo la intención de caer sobre él, pero el rojizo lo esquiva y se impulsa tacleándolo por el estómago, incrustado sus garras produciendo el rugir de dolor.
Entonces la ve, sonríe al encontrar a Aurora corriendo, cosa que lo hace soltar a Júpiter e ir por ella. El de piel oscura se voltea rápido, lo persigue aunque el dolor le ataca a punzadas, sabe que no llegará a tiempo, por eso se esfuerza demasiado, pero no es suficiente ya que el enemigo ha saltado y está a punto de caer sobre ella.
Se le escapa, Aurora se aleja más porque él ha sido golpeado en el aire habiendo caído con estruendo a un lado. Todos miran lo sucedido, se sorprenden de la voz gutural y salvaje que brama furioso por quien protege con su postura de ataque y sus manos tensadas. Vuelve a moverse con rapidez entregando el reparto de sus golpes sin piedad, sin conciencia.
—¿Heka? —susurra la chica consternada de la forma tan salvaje en que se muestra su pareja.
Júpiter también está confuso, no reconoce a su amigo al verlo descontrolarse, atacar frenético al punto de no tener gota de conmiseración, pero pronto comprende la razón por la que esos puños generan tanto daño, como posee la fuerza suficiente para arrojarlo lejos y saltar con la gran potencia para provocar que el otro no tenga oportunidad de responder las embestidas. Júpiter se da cuenta, todos lo hacen, pero él está seguro de la razón.
El enemigo ahora agoniza estando bocabajo con Heka sobre él. Le está jalando la cabeza. Quiere arrancársela. Las garras se le son enterrarlas en los brazos buscado la libertad del suplicio, las arcadas son audibles producto de la desesperación, pero es en vano, y sus manos ahora se mueven a aprisionar la tierra entre sus dedos. Escucha que algo cruje, ya no puede ni mantener su conciencia o la fuerza para evitar el destino que él una vez otorgó.
Es reclamado.
La sangre de color negro verdoso salió a salpicaduras, manchando la tierra y el rostro de la bestia que se levanta triunfante, con la cabeza arrancada en una mano, ruge causando el estremecer de los demás y el lastimar de sus tímpanos por lo fuerte que les perfora al oírlo. Si eso no fuera suficiente, el toque de la luna le daba una imagen más macabra.
—Maldición —se queja Júpiter adolorido obligándose a permanecer de pie—. El maldito lo usó.
Pero no tiene más tiempo de pensar cuando la voz joven hizo su presencia. —¡Heka! —gritó Aurora aterrada, preocupando a Júpiter especialmente, sobretodo porque su amigo se había quedado quieto y luego, se volteó mostrando que sus ojos se iluminan de un color verde esmeralda. Ajustó la dirección del cuerpo soltando la cabeza como simple basura, camina ladeando la cabeza como si buscara reconocer a quien se acerca y se queda parada, pero Júpiter no está dispuesto a averiguar si en verdad la recuerda o no, se interpone entre ellos gruñendo bajo como advertencia de no continuar, cosa que lo único que hace es alterar a su amigo, pues le ruge de vuelta amenazando se quite del camino.
—Heka sacret (Heka reacciona) —casi pide rogando, Aurora se acerca con cautela, pero Júpiter se da cuenta—. No, aléjate, no sabemos si te atacará.
—¿Qué le pasa?
—Está drogado, eso es lo que pasa —gruñe regresando la vista al contrario, se cuestiona qué tanta sustancia usó, pero decide no centrarse en eso, y pide a Timothy, quien se ha acercado a la joven, que se la lleve.
—Vamos Aurora —la toma de la muñeca, ella duda en dejarlo, tiembla de la impotencia y traga nerviosa aceptando hacerlo.
Sin embargo, Heka ruge, hace notar su descontento por el toque que otro hace sobre quien le pertenece, se abalanza con apresuro queriendo deshacer el lazo físico entre esos amigos.
Júpiter intervino, lo mantiene detenido ordenando al par alejarse lo más rápido posible mientras Júpiter quiere intentar usar la trampa en Heka, pero la fuerza del otro lo hace inútil, lo obliga a soltarle sin poder hacer algo más.
La descontrolada fiera golpea el suelo agrietando la superficie al caer frente al par de humanos que corría, separándolos y haciéndolos caer. No le presta atención al pelirrojo, pues su atención está sobre la joven en la que se ha puesto encima y acerca su rostro apretando los dientes, clavándose en la mirada expectante de lo incierto, que muestran estar asustados, congelados y esperanzados de que él sigua ahí con ella. Su corazón palpita con violencia sintiendo que podría salir de su lugar en el pecho, que está siendo estrujado ferozmente. Traga en seco tendida en el suelo con el cabello desperdigado, inmóvil mientras es analizada con constancia. Lentamente levanta la mano, es sigilosa del que parece desconfiar en obtener el tacto, pues mira con sospecha la extremidad que se le acerca.
—Aurora —la voz titubeante de joven Becklan se interpuso atrayendo la atención, también generando el gruñido del monstruo que se lo dirige con molestia y lo hace sentirse cohibido.
—No te acerques Tim —rápidamente Heka la miró atraído por su voz, ladea la cabeza estando atento.
—No me acercaré… —dice de manera plana para después gritar bajo— ¿Estás loca?
—Que nadie lo haga —agrega al ver que los soldados van con suspicacia acercándose con sus armas.
—¿Acaso te crees en un reality show de —hace una pausa, alza los brazos señalando con las manos abiertas al gran ser que se posa sobre ella— Qué hacer si tu Alíen está descontrolado?
La muchacha le mira mal, no es la única, Heka le vuelve a gruñir, algunos soldados lo miran un momento sin decir nada, y Júpiter incluso le pide cerrar la boca.
—Vaya locura —pasa las manos por el cabello con exasperación.
Aurora sonríe, o lo intenta, su gesto se queda a medio camino en una mueca apretando los labios. Vuelve a mover la mano llevándola con lentitud hasta el ser que se inclina más, permitiendo que el contacto sea dado. Él mismo se restriega contra la tibia sensación, eso hace a la joven sentir que el alma le vuelve al cuerpo, consiguiendo completar la expresión de alivio y alegría, pero no lo tienen por mucho tiempo.
Emite un pequeño grito cuando su pareja la alza y aferra a él antes de saltar, los militares se preparan para disparar pero son detenidos por la orden de Snovak y Júpiter, aunque Timothy está como si se entregara a la histeria por dejar que se vaya llevándose a su amiga.
—No hay de qué preocuparse, creo —dice burlón regalándole una amplia sonrisa.
—¡¿Acaso no dijiste que está drogado?!
—Lo está —se da la vuelta y camina mientras va cambiando de forma, Snovak está en su rumbo esperándolo con una manta, sin ocultar la diversión que le provoca su desnudez—. Gracias —menciona tomando la tela para taparse como si el frío le atacase.
—¡En serio! ¡¿Y eso no es preocupante?! —el muchacho se frota el rostro por el ataque de nervios.
—Iré por ellos, solo debo ir por algo para Heka —suelta el aire de su interior con pesadez mirando que el cielo ha perdido algo de oscuridad—. Es un imbécil —se queja entre dientes por lo que sabe su amigo hizo, y el dolor de las heridas recibidas.
Encamina sus pasos para irse, pero Timothy se cruza en su camino mostrando su désden. —Si le hace algo…
—No le hará nada —responde serio, sin pizca de bromas—. En todo caso es Heka quien me preocupa.
—¿Qué? —Júpiter pasa por su lado dejando al muchacho confuso.
—Créeme, Aurora lo tiene comiendo de su mano.
Mientras tanto, Aurora va abrazada lo mejor posible a su pareja por la velocidad con que este va por el bosque, dando saltos largos entre rocas, árboles y el ancho tramo entre un risco y el otro para llegar a la cima en donde se detiene, camina hasta entrar a una cueva y poder recostarse de la roca. Puede por fin admirar a quien trajo consigo, conectar sus miradas y sus labios, frotar su rostro desesperado y gruñir agobiado por el cansancio envolviéndolo. La chica lo nota, en especial cuando los brazos la sueltan y el cuerpo se desliza a caer de lado, encogido como si sufriera de frío. Heka cambia sin tardar, Aurora lo toca con preocupación percatándose de que no era una ilusión el que el otro pareciera congelarse, lo está haciendo.
—¿Heka? —mira a los lados, como si pudiera encontrar a alguien en la cueva o afuera, se quita la camisa de mangas largas que lleva encima de la blusa de tirantes, lo cubre con lo poco que puede hacerlo para así frotar sus brazos y acomodarlo para abrazarlo— Aguanta.
Corre afuera, observa el lugar en el que está y se alegra momentáneamente de saber a dónde puede ir, vuelve adentro, pide a Heka pararse y soportar un poco más. Él lo hace, se esfuerza mucho, pues su respiración se escucha trabajoso, casi al borde de sufrir un ataque de asma.
—Vamos, pronto estarás más cálido —dice con una leve sonrisa mientras lo dirige cuesta debajo de la colina hasta un viejo y gran árbol de pino.
Lo deja que esté recostado de la corteza unos segundos mientras retira un montón de ramas y enredaderas, dejando al descubierto una corteza que a simple vista parece un trozo de madera desprendida. Aurora mueve el camuflaje para así dar paso a ese tesoro que guarda detrás de ese trozo que llama puerta, por la cual pasa con Heka apoyándose en ella, la superficie desciende en escalones formados naturalmente por las raíces del árbol y la tierra acumulada hasta tocar un fondo un poco más plano. Heka se recostó en el interior para que Aurora pudiera tentar la superficie en busca de una palanca, que al momento de subir y bajar tres veces, hace que un sonido se produzca junto a la luz un poco parpadeantes (al principio) de las lámparas en los costados, y que muestran un único camino.
Heka mira confuso, pero impresionado ese rudimentario equipo, luego a la chica que le sonríe para ayudarlo nuevamente yendo por la única senda, esperando que lo que hay ahí le sea tan útil como piensa será, y que pueda recuperar el color gris en sus ojos que ahora se han vuelto verdes.
×~×~×~×~×
Holis. (◕ᴗ◕✿)
Aquí el regalo de día de reyes. Jajaja
¿Qué tal se la pasaron en año nuevo?
Sus impresiones, opiniones y/o teorías déjenlas aquí.
(☞゚ヮ゚)☞
Nos leemos pronto. (。•̀ᴗ-)✧
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