Capítulo 19: Suerte
La sonrisa en el rostro de Júpiter por los recuerdos le son a Aurora un enigma como una maravilla. Siente que es una buena obra de ver cuando el brillo ha regresado a los ojos que antes se rompían. Le gustaría haber sabido más sobre esas memorias y en especial por ese mentor que reconoce ha sido de gran impacto positivo para ese par de amigos, o debería decir, hermanos, ya que su relación se ha demostrado ser esa, una fuerte hermandad que ha perdurado por años, sin embargo, Júpiter decidió dejar por zanjado el tema aseverando que es muy tarde para ella y que debería dormir un poco, ya que faltaban pocas horas para el regreso del día, además de que el resto de su historia era mejor que se lo contara su amigo.
—¿Entiendes por qué te he contado la parte sobre su hermana? —le dijo deteniéndose en el pasillo de vuelta a la sala médica.
—¿Eh? ¿Para conocer algo sobre ustedes? —comentó dudosa recibiendo una sonrisa amable del contrario.
—Él se ha sentido devastado desde ese día. Su hermana era todo para él, ella siempre mostraba sentimientos para todos, en especial no dejaba de mostrarle su cariño a él —suspiró melancólico—. Aprecia cada gesto de cariño que se le da y para recordarle intenta seguir sus pasos, y aunque ama hablar de su recuerdo, le pesa mucho que no haya podido hacer algo para salvarle, al igual que a mí.
—Pero no fue su culpa, ni la tuya, eran niños.
—Lo sabemos, pero eso no deja de doler. Si te cuenta sobre ella, es posible que se quiebre.
—Ahora entiendo —dijo respirando profundo—. Me lo dijiste porque ahora sabré como apoyarlo —el pelinegro asintió sonriendo tranquilo, a lo que la muchacha le agradeció la información.
Ambos entraron a la sala, Júpiter pidió a los que dormían levantarse para que dejaran de estar en el piso, y guiarlos a las habitaciones para estar más cómodos. Nick se quejó parándose con dolor de espalda reclamando que pudo haber dicho eso antes en vez de dejarles tirados.
Timothy se acercó a Aurora, que estaba sentada al lado de la criatura durmiente. —¿No quieres venir?
Ella negó tomando fuerte la mano de Heka sin dirigirle la mirada a su amigo. Él aceptó yendo con el resto, incluso los osos parecían querer un mejor lugar. Aurora por su parte se acomodó a quedar recostada en la cama, sin tardar mucho en quedar dormida.
Sus sueños en un principio eran lindos, recuerdos de su familia reunida en donde estaba aún su hermano, también veía esas memorias de ella y su hermano con Timothy o con Luna, riendo porque pensaba que su amiga y Arthur terminarían juntos. Pero en especial sus recuerdos eran del tiempo que compartía con su hermano. Uno en especial lo recuerda con detalle.
Ella estaba feliz en la montaña esperando a que su hermano regresara por ella, pues unos minutos antes Luna le llamó diciendo sobre que dejó un disco duro en uno de los módulos que la empresa les había asignado, la pelinegra le pidió el favor de que fuera a recogerlo y guardarlo ya que justo había salido del pueblo y no regresaría en unos días.
—Claro Luni, yo voy —dijo antes de despedirse y colgar viendo que su hermana le miraba pícara—. No, ella y yo no nos gustamos.
—Yo no he dicho nada —contestó burlona alzando las manos en son de rendición.
—Sí, claro —rió alborotándole el cabello—. Ahora vuelvo.
Él estaba por dar un paso cuando su gemela agarró fuerte su mano. Ambos se miraron, pero ella parecía asustada y angustiada, no sabía a qué se debía, sólo decía que tenía un mal presentimiento que no sabía explicar, más el contrario le besó la frente para luego unir la suya, inquiriendo que estaría bien y que además volvería pronto.
Ella confió decidiendo esperarle, más luego recogió su telescopio corriendo con prisa por el bosque hasta llegar a ese módulo con una antena grande en el techo. Entendía por explicación de Arthur que su función era la de recoger y enviar datos tanto de la empresa y los demás módulos distribuidos en el pueblo, así como el del satélite que orbita en el espacio.
Aurora se alegró de ver a su hermano a través de la ventana, aunque lo veía apurado con algo. Encaminó sus pies ahí, pero apenas pudo dar cinco pisadas cuando cruzaron miradas, eso le detuvo, pues en los ojos de él algo le alarmó.
Se suele decir que los hermanos como los gemelos tienen la más fuerte conexión entre ellos, que pueden saber lo que el otro piensa y que sin decir algo saben comunicárselo al otro. Y algo así pasó esa noche, algo que su hermano le dijo a ella.
No vengas.
Y lo siguiente, ella misma ni siquiera supo lo que sucedió. Luego las investigaciones dirían que fue un trágico accidente, que la instalación del centro de datos que ahí se almacenaba sufrió un corto circuito que desencadenó la explosión en el lugar, cuyas llamas acabando con todo.
Aurora miró que su hermano se movió, posiblemente para salir, pero en vez de recibir a Arthur con un abrazo, ella fue empujada un poco por la onda expansiva que de pronto se produjo tirándola de espaldas, en sus oídos se oía un pitido y los ojos se aguadaron enseguida. Se forzó a quedar sentada sintiéndose desorientada, e incluso sintiendo que las llamas devoraban algo en ella. Se negaba a aceptar la verdad. Esperaba que de alguna parte saliera su hermano como en una de esas películas de acción, pero nada pasaba, sólo el continuo arder del fuego calcinando todo lo que toca. Aurora se había puesto de pie, quedado parada frente a esa estructura ya carbonizada, el sonido regresó a ella y el crujir de las cosas chicharrándose así como pequeñas microexplosiones le apuñalaban el corazón.
Ella gritó el nombre de su mellizo dejando salir el llanto desbordándose a caer de rodillas. La esperanza de que apareciera ante el llamado constante de su suplica le atravesaba más el corazón sin arma, pero la herida parecía tan real como una física.
No se detuvo de anhelar ni cuando su voz ya no tenía fuerza y salía ronca, tampoco cuando los del pueblo llegaron a ayudar para mitigar el fuego intentado alejar a la chica de la escena. Se resistía, deseaba poder ver en cualquier momento a su otra alma. Tuvieron que llevársela a la fuerza mientras todo se reducía a nada.
Aurora despertó abrupta con lágrimas rodando sin contención, mira que ya el sueño del recuerdo se ha dispersado y ahora mira a su amado aún durmiendo. Afianza la presión en su mano y baja la mirada dejando que el llanto continúe, trata de controlar el sollozo mientras que usa el brazo libre para abrazar al pequeño Stuart.
No obstante, una vista empieza a captar lo que tiene al despertar, primero mira el techo que en primera instancia no reconoce, pero que al dar una mirada a un lado ya lo hace, pero no tiene tiempo de teorizar cómo llegó ahí cuando la voz atorada y quebrada le hace ver al lado contrario. Mira confuso y dolido a la chica que tiene su cara oculta en la criatura que comparten, aprieta su mano haciendo que levantara la cara hecha un mar de lágrimas. Las miradas que se cruzaron no duraron mucho porque ella se abalanzó a abrazarle con fuerza, el conejito saltó a un lado en donde se quedó quieto y recostado, pero la criatura más grande no pudo evitar quejarse del dolor que obtuvo por la repentina acción.
—Lo siento —dijo la muchacha separándose y limpiándose el rostro, pero no logró alejarse cuando Heka tomó su mejilla.
—¿Por qué lloras?
Negó sonriendo para abrazarle de nuevo, pero esta vez siento más delicada. Él correspondió haciendo que Aurora subiera con él a su espacio, que aunque es grande, tienen que estar juntos para no caer por algún lado. Ambos están de lado y frente a frente, se miran detenidamente a la vez que el hombre acaricia la mejilla femenina.
—Gracias por cumplir —susurra sollozando un poco colocando su mano sobre la del ojigrises—. Gracias por haber regresado.
—Perdóname —comentó entristecido juntando las frentes, admirando los ojos femeninos que le encantan.
—¿Por qué?
—Lo que pasó antes en la casa, cuando nos peleamos…
Ella negó con una sonrisa atrapando el rostro de él, le mira tierno dejando un beso en la punta de su nariz. —Está bien, no tenemos que hablar de eso ahora.
—Te equivocas, sí tenemos —Heka comenzó a frotar su rostro con el de ella, dejándole dulces besos en la mejilla hasta llegar a sus labios—. Nico me hizo entender, fue un malentendido.
—¿Un malentendido?
—Sí, verás, he entendido que en mi mundo y el tuyo tienen formas muy distintas de expresarse. Parece ser que mi forma de hablar en mi hogar, aquí es visto como posesivo y hasta controlador, pero para nada de eso quiero hacer contigo —Aurora está boquiabierta por ese desesperado movimiento que busca pedir perdón—. Cuando te pedí que seas mía, no te estaba pidiendo darme tu cuerpo, me refería a que te deseo como mi compañera, mi pareja. Aurora, quiero ser tuyo.
La joven sintió una gran ternura y calidez en su interior, y un toque de gracia que hayan pasado por ese malentendido. También se reprochó no haber preguntado o haber pedido una explicación para esa frase. Ella suspiró tranquila alzando el rostro de él para plantar un delicado y lento beso en los labios.
—¿Sabes lo que significa ser novios? —él negó preguntando por la palabra, pues recuerda que escuchó declararle así cuando estaban en el garaje de la casa. Aurora rió nerviosa recordando el momento, pero luego le abrazó fuerte relajándose por el tacto— Soy tuya.
Sintió el pecho del hombre hincharse con alegría, quizá no podía verle el rostro, pero intuía que estaría con una enorme sonrisa porque afianzó el abrazó y le escucha ronronear.
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—¡Ah! ¡Qué bien se siente esta cama! —exclamó Nick estirando su cuerpo mirando que en la camilla de al lado, el pelirrojo está sentado con ojeras y los ojos rojos— Pero creo que no dormiste bien.
Él sonrió ladino de manera leve, cosa que el rubio dedujo de lo que se trataba para levantarse a darle apoyo moral. Sin embargo sus atenciones fueron robados por la sorpresa de ver a dos pelinegros muy bien abrazados en la misma cama, y en otra a un par de ositos acurrucados durmiendo plácidamente.
Olvidándose de eso, Nick sacó su teléfono para revisar algo, y aunque prontamente encontró las noticias de que su escuela no tendría clases, otras más le llamó la atención, por lo que salieron de esa sala dirigiéndose a la que en donde está su amiga, pero se quedaron en pausa al entrar, pues se encontraron con la escena de ver a Heka con la sabana cubriéndole medio cuerpo, estando encima de Aurora abrazándola por la cintura mientras que ella le rodea el cuello, besándose. Nick sintió compasión por Timothy, tomó su hombro para salir, pero en realidad él tosió haciendo a los otros darse cuenta de sus presencias. La chica abrió los ojos enseguida, les miró sonrojada por la situación, pero el hombre les frunció el ceño mientras dejaba su cabeza recostada en ella.
—Lamentamos interrumpir —comentó sombrío el ojiverde con las manos en lo bolsillos—. Hay que hablar.
Heka gruñó sin intención de cambiar la posición en la que estaba. —¿No puede esperar? Estamos en algo importante aquí.
—Esto es algo más importante.
—Según tú —Timothy endureció el rostro apretando los puños dentro de su chaqueta.
—Más vale que tus amigos no estén involucrados.
—¿Qué? —la tensión se elevó de inmediato, pues Heka se reincorporó a quedar sentado, mirando molesto al contrario que no deja de retarle con la mirada.
Aurora, que estaba preocupada de que los ánimos aumentaran, se apresuró a pararse pidiendo una explicación por la actitud del pelirrojo. Nick rápidamente se aventuró a responder con las noticias del pueblo, acercándose con su móvil a la chica para enseñarle.
Hay incertidumbre en el lugar por el día de ayer, no por el misterioso rugido, sino porque cazadores desaparecieron y no han sido localizados, además de que los soldados han establecido toque de queda hasta el ocaso, prohibiendo por completo la entrada al bosque.
—Debe ser ese maldito —masculló Heka parándose dejando caer la sabana.
Aurora se giró, pero sonriendo forzada y nerviosa, gesto que no pasó desapercibido para el rubio que subía y bajaba las cejas con picardía. Antes de proseguir con la charla, el ojiazul le pasó una mochila con ropa que Aurora empacó para él, Heka se lo colocó, aunque se quejaba por el dolor sensorial en el área de sus heridas, sin embargo aún no tenían oportunidad de retomar las noticias por ver que su amigo entró junto a una mujer tomados de las manos. Heka se aproximó a él para darle un abrazo antes de golpearle en el estómago, logrando que el de piel blanca se abrazara a sí mismo, dejando una enorme confusión a los presentes.
—¡¿Pero qué te pasa?! —bramó rugiendo al moreno que se cruzó de brazos.
—Si tú estás aquí, ¿quién cuida de mis criaturas?
—Imbécil, no era el único que les cuidaba, ¿recuerdas? Ella se quedó en casa.
—Ah, bueno —dijo zanjando el asunto para sentarse en la silla, tocando su abdomen donde antes estaba perforado.
—Sí, de nada por traer cargando tu culo hasta aquí y ayudarte en tu recuperación, o por ir a buscarte alimento —masculló arrojándole un pedazo carne que tenía en su otra mano, Heka le sonrió con inocencia atrapando la comida para empezar a dar mordiscos—. Yo no te voy a traer más —refunfuñó gruñéndole mostrando los colmillos.
El rato estaba siendo divertido mirando la interacción entre el par de amigos. Cosas como Heka felicitando a Júpiter por aceptar entregarse a alguien, causando que Luna se ruborizara del comentario, o como Júpiter haciendo caso omiso a eso por pena continuando en reclamar la gracias que su amigo no le da por ayudarle, pero para Timothy eso le era ajeno, pues se quejó de que no le ponían atención al tema de las desapariciones.
—¡¿Cuántos monstruos más trajeron con ustedes?! —espetó casi al borde de un colapso nervioso recibiendo las miradas en él— No pueden pedir que se confíe en ustedes.
—Tim —Aurora intentó tocar su brazo, pero él se alejó alborotando su cabello—. Heka y Júpiter no son malos.
—Eso no lo puedes saber —frota su rostro mirando que los otros dos humanos se quedan cómodos entre esos alíens—. Me voy —dijo comenzando a caminar hasta salir de la sala.
—Espera, Tim —Aurora fue tras él, Heka se le quedó mirando hasta que la puerta se le cerró—. Tim, por favor confía…
—Yo puedo confiar en ti, pero no en —hizo una pausa señalando detrás de la chica—, eso —y ella se sintió ofendida por el adjetivo, cosa que al chico le irritó pasando su mano por la boca—. Escucha, si sientes preocupación de que diga algo, no lo haré si ellos demuestran que no vinieron aquí con malas intenciones —el pelirrojo mira fijo a la joven teniendo dudas en su mente—. ¿Al menos sabes la razón por la que vinieron?
Ella abrió sus ojos un poco dándole una mirada que para el chico decía mucho, como la respuesta de no saber qué es lo buscan al haber llegado al planeta.
—Ni siquiera lo saben ¿verdad?
—¿Y tú sí? —el joven le obsequió una mirada de enfado que la contraria respondía de igual forma— Sé que no vinieron para hacernos daño.
—Eso espero, pero sobretodo, espero que ese Heka no te haga daño a ti —acercó su mano tomando con dolor la mejilla de ella—. Espero que no le haga daño a tu corazón.
Aurora se alejó sin ser brusca para retirar el toque gentil de su mejilla, mira con firmeza a los ojos esmeraldas segura de lo que siente. —No lo hará.
Timothy sonrió dolido, pero encantado de la seguridad que esa chica muestra con pasión. Se despidió deseándole suerte antes de marcharse de la nave, dejándole junto al equipo que al parecer encajan tan bien.
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Wenas~ (ʘᴗʘ✿)
¿Qué tal? ¿Cómo están?
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(☞゚∀゚)☞
Nos leemos pronto. (。•̀ᴗ-)✧
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