Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 2

Capítulo 2
Anti-hero

Abrí los ojos al escuchar cosas caer al piso, escucho a mi tío quejarse de algo en la planta baja. Me quito la pereza y me permito bostezar para quitarme un poco la pereza. La mañana esta fresca y soleada lo que logra ponerme de buen humor. Veo el reloj y me levanto apresurada para lavarme el rostro.

—Buenos días, tío —saludo bajando las escaleras— es muy temprano para pelear con...

—¿Conmigo mismo? —pregunta divertido— No te preocupes, linda, siempre tengo tiempo para pelear conmigo mismo. Estoy buscando unos libros que necesitas, pero no los encuentro por ningún lado.

—¿Libros?

Mi tío se toma el tiempo para descansar.

—Libros que necesitarás para mañana tu primer día de clases —aclara angustiado.

—Ni te preocupes —respondo— hoy en día cualquier duda se la consulta con el señor internet.

Mi tío hace un gesto de molestia, pero al final acepta la realidad del mundo moderno.

—Tienes razón, pero hay uno en especial que necesitarás, créeme.

—Si lo dices con ese tono preocupante, lograste ponerme nerviosa, tío.

—Nah, no es nada para temer —responde más tranquilo—. Hablaba de la asignatura de matemáticas básica aunque estoy muy seguro de que mi bella sobrina es súper inteligente para los números.

—De hecho, soy muy mala porque no me gusta las matemáticas —admito.

Es que no quiero que se ponga expectativas demasiado altas sobre mi.

—Pues considerando que tu tío es profesor de finanzas, me acaba de ofender completamente con tu comentario.

Me permito reír bajito. A diferencia de mi, mi tío adora los números. Creo que puedo asegurar que cada paso o acción que va a dar lo calcula con alguna fórmula matemática.

—Bueno, ya que estás despierta, vamos a desayunar.

Marchamos a la cocina, mi tío muy confiado asegura que me preparará la mejor tortilla de huevo. No es que no sea capaz, pero si tan solo hubiera huevos en esta casa.

—¿Donde están lo huevos? —pregunta confundido—. Compré una cubeta la semana pasada... no, la compré el 3 de este mes.

Me reo al verlo dudar con tanto detalle.

—Considerando que estamos 24, creo que esos huevos ya no existen.

Mi tío casi se tiende al piso en un dramático desmayo.

—Lo siento, soy el peor ama de casa que puede existir.

—No te culpes tanto, puede que estés compitiendo por ese puesto con mamá —bromeo —Ella sí que se olvida de hacer las compras. De hecho, yo soy su administradora, me ocupo de lo que hay y de lo que falta en casa para recordarle a mi madre.

Mi tío sonríe feliz. Chasquea sus dedos como si una idea asombrosa haya pasado por su mente.

—¡Estas contratada!

—No sabía que estuviera en una entrevista laboral —bromeo.

—Estas de buen humor, me gusta —comenta— esperemos que ese ánimo no desaparezca con la larga lista de compras que necesitamos hacer.

La sonrisa se borra de mi rostro como si de magia se tratara.

—No te quedes ahí, Luciana, debemos ir a mercadear.

—¿Esta bien si hago la lista y me quedo aquí?

Mi tío niega.

—Claro que no, eres mi secretaria, necesito de tu ayuda. Además, la mejor parte de hacer compras es, ir a hacer compras. Vamos, prometo que dejaré que tomes de las perchas lo que quieras.

Intento negarme unas diez veces más, pero mi tío es incluso más intenso que mamá, así que al final ya estaba yo ocupando el asiento del copiloto. No me gusta salir de casa, pero a mi tío le importa muy poco.

—Anota verduras —pide— ahora que estás en casa debemos tener una dieta sana. No quiero que tu mamá me culpe de que se te suban los triglicéridos.

—Nos declararía culpables a ambos —aseguro.

—No lo dudo.

Mi tío se estaciona en el subterráneo y entramos al ascensor. Hace mucho que no estaba en un lugar tan lleno, la última vez que lo hice quedé completamente expuesta y aún me era imposible olvidarlo. Estoy nerviosa y las palmas de las manos me empiezan a temblar.

—Luciana, ¿estás bien? —pregunta mi tío al percatarse de mi estado.

Levanto la mirada.

—Estoy bien.

—¿Segura? Te veo un poco pálida, sin color.

Muevo la cabeza en negación y le quito importancia. Falta un piso para que la puerta se abra. Tengo miedo. Estoy hiperventilando. La cabeza me late. Quiero vomitar. Veo todo borroso. Me falta la respiración.

—Tío, creo que no puedo —confieso al borde de las lágrimas— la última vez que acompañé a mis padres a hacer las compras ocurrió algo muy...

La puerta se abre y yo estoy muy agitada a tal punto que siento que voy a perder la conciencia. Veo un destello de susto en las facciones de mi tío.

—No, está bien, podemos volver a casa.

—Si, por favor —casi suplico.

Estamos a punto de poner el subterráneo en el ascensor, pero algo dentro de mi me detiene. No puedo seguir así, ya llevo alrededor de seis meses en los que no salgo siquiera de casa. Venir a la casa de mi tío fue muy duro, tenia y tengo miedo incluso de salir a la vereda, pero estar aquí es diferente. No voy a encontrarme con esas personas que no me simpatizan para nada. Ellos están a kilómetros de distancia de aquí, encontrármelos está en una posibilidad de 33% y en serio tendría que tener demasiada mala suerte para encontrármelos hoy. Entonces me decido porque si yo no quiero mejorar, todo seguirá igual de horrible.

—No —niego—, vinimos por las compras y no podemos irnos sin ellas.

Mi tío se niega, evidentemente le he dado el mayor susto de su vida, pero al verme tan segura acepta, no del todo convencido y cada diez minutos repetía que podemos dejar esto para otro día y volver a casa. Ya pasaron seis meses y creo que fue suficiente. No puedo vivir ocultándome del mundo, lo hice por seis meses y mis padres tienen razón, no puedo seguir así, no me hace mejor, simplemente pone todos mis miedos en pausa, una pausa infinita en la que el tiempo avanza, todos avanzan, menos yo. No es justo.

—Estoy bien, solo fue un mal susto —aseguro.

—Eso fue más que un mal susto, fue la insulina o... ¿fue un ataque de pánico?

Mi tío pretende continuar hablando, pero una mujer se le acerca saludando a gritos. Un par de personas se voltean a vernos por el escándalo. Casi me cubro el rostro con vergüenza.

—¡Cristian, han pasado años!

La mujer tiene un estilo peculiar, se ve glamurosa y fina, no parecía que estuviera en un mall haciendo compras para casa.

—Si, ahora estoy trabajando de profesor en la universidad, tengo cinco cursos y no me da tiempo para salir —responde mi tío a la pregunta de la mujer.

Ella le golpea su hombro en modo de coquetear hasta que me localiza. Su sonrisa le llega hasta las orejas, eso hasta que me observa, la sonrisa se le esfuma en segundos, al menos que disimule un poco.

—¿Ella es tu hija? —pregunta desilusionada.

Mi tío me revuelve el cabello, divertido.

—Es mi sobrina, en realidad.

Y entonces la mujer vuelve a sonreír de oreja a oreja.

—Que bien —suelta al segundo— estaba un poco asustada de que ya tuvieras familia propia. Soy Hellen ¿Y tu, querida?

—Luciana.

—Que lindo nombre —halaga, pero después de eso no hay más ojos que para mi tío— Como te decía, volví porque me aburrí del europeo que tenía, muy insípido y aburrido...

Y ya solo me falta sentarme a esperar a que la mujer por fin se marche. No se cómo decirle a mi tío telepáticamente que ya estoy cansada. Aunque creo que no es necesario, mi tío ya la está echando con sutileza. Que paciencia le tiene.

—Si, llámame, definitivamente tenemos que salir y recordar viejos tiempos —se despide con un lento beso en la mejilla de mi tío.

Y al final le guiña un ojo para por fin desaparecer de nuestras vistas.

—¿Recordar viejos tiempos?

Mi tío me observa y suelta una carcajada.

—Olvídalo, Luciana, estás muy pequeña para saber de mis historias en el colegio.

—Tengo diecinueve años tampoco estoy tan pequeña. Aunque, por supuesto, no estoy tan desquiciada para conocer esos viejos tiempos de mi tío y esa mujer tan...

—¿Parlanchina? —añade al ver que no encuentro una palabra para describir a su amiga.

—Exactamente. El tiempo se me hizo eterno.

—Ni me lo digas —contesta—. Bien, tenemos una larga lista.

Empezamos en los lácteos. Mi tío agarra cuatro cartones de leche y dos tarros de yogurt.

—Tío, ¿no crees que eso es mucho?

—Es preferible que sobre a que falte.

Y asi fue el resto de las compras. Demoramos más de lo que creíamos, así que a la final guardamos todo en el carro para volver y desayunar.

—Ha sido una mañana práctica —asegura mordisqueando su sanduche de pollo.

—Si le contamos a mamá seguro que ni nos cree —hablo.

Terminamos de comer y mi tío paga la cuenta. Dos barrigas llenas que ahora están contentas. Al llegar a casa me ocupo de ordenar todo y también de poner las compras en su lugar.
El domingo continua con tranquilidad, hacemos incluso un maratón de películas del hobbit, al final odié mucho que solo hubieran tres. Ayudo a calificar unos ensayos de los estudiantes de mi tío y al final me doy el tiempo para limpiar la cocina después de cenar. La siguiente mañana ya mi tío me tenía despierta desde las siete, tengo que ir con él a mi primer día de clases a pesar de que empezaban a las ocho, pero con el aventon me ahorraría ir en bus.

—Café, listo. Laptop y carpetas, listo. Bien, creo que no se me queda nada. Luciana, ¿estás lista?

Bajo con prisa. Casi dejo mi laptop en la habitación. Subo inmediatamente a recogerla y vuelvo a bajar. Agarro mi tomatodo y cierro todo muy bien.
No estoy acostumbrada a estos disparates, incluso mamá es menos apresurada.

—El desayuno de hoy no será suficiente —habla mi tío— si tienes hambre te compras un desayuno, ve al bar de profesores, la comida es más rica. Si sucede cualquier cosa no dudes en avisarme, Luciana.

—Está bien.

Respondo un mensaje de mamá, asegurándole que estaba de camino a la universidad. El viaje en carro solo es de diez minutos, máximo quince y eso es cuando hay mucho tráfico según mi tío. Mi tío me arrastra hasta su cubículo y me presenta a los profesores que ya están presentes. La mayoría me agrada, hasta ahora. Están comentando sobre otra universidad en la que ya dan doctorados de no sé qué.

—Estamos a años luz de que eso sucede aquí —comenta un profesor.

Mi celular suena y aprovecho la situación para salir de la oficina de profesores.

—Luciana, ¿como te va en tu primer día de clases?

Miro la pantalla y la acerco a mi oído.

—Papá, aún no empieza mi primera clase.

—Bueno, me llamas cuando termine. Besos.

Me despido y cierro la llamada. Camino curiosa, observando los salones. Diez minutos antes llego a mi salón. Ya hay una chica sentada hasta el final. Al verme sonríe.

—Hola, soy Keilyn Rodríguez —se presenta.

—Soy Luciana Barquet.

Y a partir de este momento Keilyn no se separa de mí. No me molesta, pero si me incomoda, esta chica habla por los poros.

—Bueno, mi familia dice que no duraré aquí ni una semana, es porque soy brutísima. En realidad, cuando me preguntan algo me pongo tan nerviosa que todo en mi mente se pone blanco.

—Si, últimamente me pasa.

—He hablado mucho de mi, háblame de ti.

Y me salvo de hablar de mi porque el profesor de psicología llega. Tomo apuntes durante todas las clases, y mi compañera de asientos no para de hablar, más bien susurrar. Me tiene un poco mareada.

—¿No crees que está bien guapo el profesor?

El profesor Aaron se queda en silencio así que apuesto que la mayoría de nuestros compañeros escucharon a Keilyn hablar del físico del ingeniero.

—Señorita, puede repetir lo que he dicho.

Keilyn se puso tan nerviosa por las miradas de todos hacia nosotras que no pudo decir absolutamente nada. El profesor me mira.

—Y usted, señorita...

No se sabe mi nombre, ni mi apellido así que a la final se rinde y me deja en paz.

—¿Saben que? Empezaremos con las presentaciones y sus dos compañeras iniciarán.

Bueno, tan en paz no me ha dejado.
Me levanto al ver que no me quitaba la mirada de encima.

—Soy Luciana...

—¿Luciana que? —pregunta.

Todos están mirándome así que nerviosa sí que estoy.

—Barquet, eh, tengo diecinueve y...

No se me ocurre nada, pero el profesor me salva.

—Oh, Luciana Barquet —repite sonriente— usted es la sobrina del ingeniero Barquet.

Nadie parece entender. Solo el profe y yo.

—Si.

—Claro, se parecen mucho —continúa—. Chicos, Luciana es la sobrina del profesor Cristian Barquet. Bueno, creo que la mayoría no lo conoce, pero su materia principal es matemática financiera, así que lo conocerán pronto.

Yo solo quiero pasar desapercibida en mi primer día de clases, pero al contrario, ahora todos saben cosas de mi. El miedo me invade el resto de la mañana.

—Te buscaré en instagram —comenta Keilyn.

—No tengo redes sociales —me apresuro a decir.

—¿Como que no? Hasta mi perro Oreo tiene una.

Me hundo en mi mesa. La cabeza me duele y el estómago me arde.
Sin duda, este primer día ha sido duro, no porque las clases fueran complicadas, hasta el momento todo estaba fácil, pero dialogar y socializar siempre me lleva al mismo miedo:
Que encuentren mi nombre en internet y que todos supieran de mi.

No lo soportaría. No soportaría ser de nuevo la chica que miente por estar dolida. No quiero ser la villana que todos dicen que soy, tampoco quiero ser un héroe, solamente quiero ser yo sin que la gente tenga sus prejuicios sobre mi por lo que ven en internet. Aunque a veces deseo muchas cosas, pero soy yo misma la que se encarga de alejar todo, todos. Probablemente soy el problema.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro