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1. Primer encuentro

A pesar de ser solo un conjunto de archipiélagos, las Islas Hirvientes tenían uno de los aeropuertos más grandes y modernos de todo el mundo.

Aquello no era extraño. Bonesborough, su capital, era un lugar sumamente turístico gracias a la inusual temperatura de sus playas. Además, se rumoreaba que el mar caliente tenía propiedades capaces de curar muchas enfermedades y que era bueno para la piel. Estos hechos atraían a cientos de visitantes cada año que se sumaban a las miles de personas que se transportaban diario entre islas para viajar a las ciudades más importantes, a las cuales era imposible acceder más que en avión o barco.

El Aeropuerto Internacional de Bonesborough era sin duda de primer nivel. Solo bastaba con ver las caras de las personas que ingresaban y salían del mismo al ver la arquitectura novedosa. No había excepción, quizá solo Amity Blight que cruzó la entrada con una expresión cansada pese a que venía de un descanso de cuatro días en el trabajo.

Sus zapatos hicieron eco contra el suelo recién pulido mientras arrastraba perezosamente su maleta de ruedas hasta que se acercó a los primeros filtros de seguridad. De pronto su postura cambió a una recta y elegante, incluso saludando con una sonrisa impecable al guardia de siempre.

—Me parece que hoy hay algo diferente en usted, señorita Blight —bromeó el hombre, observando como Amity pasaba a través de la puerta de metal.

—¿En serio? —respondió la chica con una risa, tomando su maleta que pasó a través de la banda transportadora—. Bueno...tal vez es el corte de cabello.

Después de una corta despedida continuó caminando y llegó a otros filtros donde más guardias la reconocieron y le hicieron la misma anotación que el anterior. Amity solo soltó más risas en respuesta y se acarició su uniforme a la altura de sus mangas, en las cuales resaltaban cuatro bandas bordadas, no tres como la última vez: un signo de que la habían ascendido como piloto.

Cuando arribó a la sala de tripulación de Boiling Airways se permitió encogerse de hombros y con agotamiento sacó su teléfono. Revisó sus notificaciones. Aún no había nada. Su celular estaba muy silencioso a pesar de que era su primer día como capitana.

Como si lo hubiera invocado una notificación entró. Al revisar era un mensaje de Emira donde le deseaba un buen viaje, además anexando una foto de ella y su prometido Hunter en la alberca de algún resort. Hunter lucía avergonzado, probablemente por lo repentino de la foto y aquello hizo que Amity alzara una ceja. No era exactamente una felicitación, pero se agradecía.

Estuvo a punto de guardar su teléfono, al menos hasta que entró una llamada de su madre.

—Mamá —saludó.

Amity —dijo Odalia despectivamente—. No te hemos visto en mucho tiempo y tu padre y yo hicimos un espacio en nuestra apretada agenda para verte hoy. ¿Puedes explicarnos por qué no hay nadie en tu departamento?

—Estoy en el aeropuerto —respondió, no pudiendo evitar hablar con decepción al ver sus suposiciones confirmadas—. Te llamé ayer muchas veces y no contestaste, incluso te envié mensajes. Hoy empiezo mi primer día como capitana. Hasta te mandé mis itinerarios de vuelo en la madrugada.

Hubo un silencio incómodo. Fueron unos segundos que se percibieron eternos hasta que se escucharon ruidos de fondo, algo parecido a un bufido.

Ah, ¿de verdad? Lo siento, querida —pronunció Odalia fastidiada, seguramente por haber perdido su valioso tiempo trasladándose hasta el otro extremo de la ciudad en vano—. Como te dije, tu padre y yo hemos estado muy ocupados con esta nueva constructora de partes de aviones. Seremos grandes.

—Sí, lo recuerdo.

De todas formas solo veníamos para recordarte que Darius...

—Sí, mamá, lo sé.

Hablo en serio, Amity —la interrumpió la mujer molesta—. Si ascendiste a capitana fue gracias a que Hunter abogó por ti. Darius no quería.

Aunque no le gustara admitirlo, Amity sabía que su madre tenía un poco de razón. Hace unos días en su examen de promoción de copiloto a capitana le fue bastante bien y recibió elogios por parte de sus superiores. Sin embargo, Darius, el jefe de pilotos, alegó que ella era demasiado joven a sus 26 años para ser comandante de un avión. Fue solo gracias al prometido de su hermana, un piloto respetado de la aerolínea con conexiones con los altos mandos, que logró ser aprobada.

Tenemos que hablar de tu futuro, pero esa charla tendrá que esperar. Por ahora asegúrate de que hoy sea un día ejemplar. Conociendo como es Darius y lo mucho que odia el apellido Blight no me sorprendería que intente sabotearte de alguna manera. Él está buscando la mínima oportunidad para despedirte y...

—No te preocupes, sé que no debo cometer errores con él al mando. —Amity rodó los ojos, ignorando lo herida que se sentía por como su madre hacía planes para ella sin tomarla en consideración—. Si intenta o surge algo lo resolveré. Además, ya te lo dije; Darius ha sido muy estricto conmigo, pero no me ha hecho nada malo como a ti o a papá.

Eso es porque antes eras copiloto, no capitana, y por lo tanto no amenazabas su posición. —Odalia se quedó callada y Amity escuchó un suspiro de fondo, su padre de seguro—. Bien, lo discutiremos después, mientras sigue adelante. Tienes el deber de mantener el honor de nuestro apellido, recuérdalo.

Cuando colgaron Amity se apartó el teléfono del oído con frustración. Su madre no le dijo nada nuevo o algo que no supiera, pero su estómago no dejaba de dar vueltas y no sabía el porqué. ¿Eran nervios?, ¿más decepción porque la trataron como si ser capitana fuera su obligación, más que un logro personal? De todas formas no es como si no supiera lo que tenía qué hacer: ascender y trabajar hasta la muerte para algún día alcanzar el prestigioso puesto de Darius. No era solo porque sus padres lo querían, era lo obvio. Como la gran piloto que era lo lógico era anhelar esa posición.

Aunque la verdad no lo hacía.

Entró a la sala de tripulación resignada a que solo su hermana le desearía un buen inicio de actividades y saludó al guardia que la dejó pasar inmediatamente al verla. Poco después se acercó al escritorio de firmas y anotó su entrada que por fortuna fue cinco minutos antes de su hora mínima de llegada.

Para su sorpresa su copiloto no había llegado y aquel hecho la hizo molestar un poco. Negó con la cabeza, acercándose a una mesa cercana donde tomó su primer vuelo del día impreso y lo vio una vez más, a pesar de que ya lo había leído hace unas horas.

Vuelo 378 de Boiling Airways

Origen: Aeropuerto Internacional de Bonesborough.

Destino: Aeropuerto Internacional de Latissa.

Aeronave: A320-271N.

Comandante: Amity Blight.

Primer Oficial: Luz Noceda.

Amity frunció el ceño. No recordaba haber escuchado el nombre de su copiloto nunca y aquello la enojó. Ella nunca se involucraba demasiado con sus compañeros, pero al menos los ubicaba con sus fotografías de expediente y en el caso de Luz no fue así. Lanzó un quejido, o así fue hasta que se asustó por alguien que corrió a su dirección y se apresuró a firmar con una expresión de alivio enorme.

—Uf, a tan solo un minuto, pensé que no lo lograría. —La recién llegada se recostó sobre la mesa y cerró los ojos, lanzando un suspiro de satisfacción.

Amity miró de reojo su caligrafía desordenada. La chica había firmado justo en la sección del nombre Luz y al darse cuenta de que era su copiloto la observó mejor. Notó que era más joven que ella, aunque no por mucho, de tez morena y grandes ojos oscuros. Debía ser nueva en la aerolínea porque estaba segura de que recordaría a alguien así. Eso se confirmó cuando le habló.

—¿Quién diría que unas Islas tendrían un aeropuerto así de grande? Me perdí a pesar de que he estado aquí miles de veces como pasajero —bromeó, enderezándose para estirarle su mano—. ¡Hola, soy Luz Noceda!, ¿tú cómo te llamas?

Amity parpadeó. Esa energía la tomó por sorpresa.

—Así que Luz, ¿eh? —dijo con burla—. Llegas tarde, un copiloto siempre debe llegar antes que su capitán —advirtió con voz malhumorada, poco después devolviéndole el gesto con cautela—. Mi nombre es Amity Blight, mucho gusto.

Al oír eso los ojos de Luz se encendieron con un entusiasmo desconocido. Si era posible el agarre entre sus dedos se hizo más fuerte y aquello desarmó a Amity. Se sintió nerviosa y no era solo ese rostro maravillado frente a ella, sino esa sonrisa que le estaban dedicando, una tan resplandeciente que podía hacerle competencia al mismo sol.

—¡Oh, eres mi capitana! —soltó Luz con una felicidad inmensa—. ¡Mucho gusto!, cuida bien de mí hoy por favor, que es mi primer vuelo en la aerolínea.

La magia del momento se rompió y un balde de agua fría cayó sobre Amity. ¿Por qué le habían asignado un copiloto novato de compañero si era su primer día como comandante? Lo normal era que tuviera un primer oficial experimentado a su lado por cuestiones de seguridad.

El rostro de Darius riendo cruzó su mente y aquello la hizo enfadar más. Debía ser obra suya para sabotearla, siendo que un inspector de vuelo se subiría con ellas en Latissa para comprobar su desempeño adecuado como capitán. Al final su madre tenía razón y solo pudo enojarse. Asimismo, en el fondo se sorprendió de reconocer que también estaba molesta por como usaron a Luz. Ella merecía un comandante experto para su primer vuelo, no ella.

—¿Sucede algo?

Amity se distrajo por el suave tono de voz de su compañera. Ahora su mirada no reflejaba ilusión, pero sí preocupación. A Amity no le gustó esa vista.

Resignada, tomó las hojas impresas mientras revisaba sus cuatro vuelos nacionales de ese día. Como era esperado, todos eran con Luz. Se llevó una mano a la nuca, pensando que incluso si se quejaba nada podría hacer. Si algo había aprendido en sus seis años trabajando para Boiling Airways es que no había margen para expresar descontento y equivocarse. Uno se acataba a lo que le tocaba y había que hacerlo bien a la primera. Solo esperaba que Luz hubiera sido una buena estudiante en la escuela de aviación.

—Nada, solo sígueme el ritmo. —Aunque su voz sonó más a amenaza, Luz volvió a verla con una expresión de felicidad.

—¡Bien!

—De acuerdo —dijo Amity, dando por terminada esa charla—. Subamos al avión.

***

Luz era una chica muy extraña.

A pesar de contar con bastantes conocidos, Amity no tenía muchos amigos. El motivo principal es que estaba dedicada en cuerpo y alma al trabajo y siempre hacía de menos lo que no estaba relacionado con el mismo. Generalmente sus compañeros pilotos lo reconocían y no intentaban hablar con ella. Había dado resultados... a excepción de ahora. Por alguna razón Luz no paraba de hacerle preguntas y hablar de sí. Amity estaba segura de que sabía más de su vida de lo que alguna vez supo de alguien desde que entró a Boiling Airways.

Por ejemplo, ahora tenía conocimiento de que Luz tenía 24 años, dos menos que ella, y que siempre había querido ser piloto. Además, supo que recién había conseguido su licencia, aunque Amity no preguntó si fue por problemas con la escuela, sus certificaciones de vuelo o por el aspecto monetario.

También sabía que se habían graduado del mismo colegio, la Escuela Nacional de Aeronáutica Hexside, así como otros detalles íntimos de su vida personal: su madre se llamaba Camila y su acercamiento a la aviación fue por su padrastro, un piloto. De igual forma contribuyó una mujer llamada Eda, su "mentora", aquella que conoció de casualidad un día que se escapó de casa para ir al aeropuerto. Esa mujer terminó dándole un paseo en su avión privado, una máquina que por la descripción parecía más chatarra voladora.

Toda esa familiaridad era rara, pero bienvenida en cierto grado. Al menos era una buena oportunidad para hacer el trabajo del día menos incómodo y más eficiente. Sin embargo, Amity esperó que eso terminara cuando subieran al avión.

Pronto se daría cuenta que apenas estaba empezando y no por Luz, sino por ella. Había algo en esa chica, pero Amity no podía dejar de observarla y notar pequeñas cosas a partir de sus comportamientos. Reconocer eso la volvió loca.

La primera de ellas fue que Luz realmente amaba los aviones. Había muchas personas en esa profesión que se volvían pilotos por motivaciones distintas al cariño, sobre todo prestigio. Pese a eso, Luz no era el caso. Cuando ambas entraron a la cabina de mando Amity no pudo evitar percatarse de que nunca había visto a nadie así de emocionado en su vida, ni siquiera en sus días en la academia de vuelo.

—¡Es más impresionante de lo que pensé! —Luz chilló con las manos en sus mejillas.

—¿En serio? —preguntó Amity intrigada—. Pensé que el simulador de Hexside era idéntico a este sitio.

Después aprendió que Luz era muy expresiva. Cuando ella se sentó en su silla sus ojos brillaron con tal intensidad que parecía como si fuera a llorar. Se veía como un niño que había recibido su regalo deseado por Navidad y aunque aquello era una bueno, ocasionó algo de envidia por parte de Amity, todo porque no podía sentirse de la misma manera. En el instante en el que se sentó en su nueva posición ahora que era capitana: la silla izquierda, sintió una pequeña emoción en el pecho, pero que se disipó con facilidad. Eso le trajo decepción.

Le hubiera gustado enojarse con Luz. No obstante, no podía.

Lo intentó. Realmente esperó encontrar algo negativo en esa nueva copiloto, no por nada Darius se la había asignado, pero con el paso de los minutos no encontró nada más que cosas agradables.

Además, fue muy amable con el personal de la tripulación de cabina: aeromozas y aeromozos. Ella se presentó sin dudar como un novato, algo que no muchos harían. Asimismo, también era gentil con ella. Cuando la Oficial de Operaciones encargada del vuelo llegó para darle los datos de meteorología y le externó sus felicitaciones por su ascenso a capitana Luz no parecía decepcionada o molesta de que la hubiera emparejado con un nuevo. Eso decía mucho.

Aun así, quizá lo que más la cautivó fue verla llorar.

Todavía tenía esa imagen en su mente, Camila y Luz llenas de lágrimas en los ojos, abrazándose a mitad del pasillo de primera clase como si no hubiera un mañana. Amity tendría que estar molesta por esa escena, más porque ellas taparon la puerta de embarque por muchos minutos ocasionando que otros pasajeros no pudieran entrar, pero se sorprendió al darse cuenta de que no era así. En realidad, la situación le intrigó. El rostro de gratitud de Luz y el cariño inmenso que le mostró a su madre la tomó desprevenida. Sintió algo cálido en su interior.

—Amity, ¿estás bien?

La nombrada balbuceó, siendo sacada de sus pensamientos con una brusquedad asombrosa. Se dio cuenta que se había quedado viendo el tablero de datos del avión por demasiado tiempo y tragó saliva. Lentamente se intentó acomodar mejor en su asiento y volteó a ver a Luz, aunque no la auxilió mucho encontrar mirándola con una sonrisa que la puso más nerviosa.

—Sí, lo estoy —mencionó despacio, lanzando un suspiro—. ¿Y tú? Armaste una escena allá atrás... no me sorprendería que algún pasajero suba más tarde un video a Penstagram de ti y tu madre mencionando algo como que los sueños se hacen realidad.

—Lo siento mucho —se excusó la chica divertida, juntando sus manos en señal de perdón—. Solo...muy emocional. Mi familia y Eda me han ayudado mucho para ser piloto. Ellos insistieron en que querían viajar a todos mis vuelos el primer día, pero solo mi madre y Eda pudieron venir. Le pregunté a la gerente por algún descuento y me dijo que estaba bien, que mi madre podía viajar gratis en primera clase y Eda en tercera.

—Eh... —murmuró Amity impresionada. Lilith Clawthorne usualmente era muy poco abierta, ¿habrá intercedido su hermana Emira?, quien estaba un escalón debajo de ella.

—¿Y tú? Es tu primer día como capitana, ¿alguien vino a verte?

Amity se rio involuntariamente. La sola idea era absurda.

—Eso no sucedería ni en sueños, todos están ocupados, aunque recibí un mensaje de mi hermana. Mi hermano trabaja como controlador de tráfico aéreo, supongo que está ocupado ahora. Mis padres...¿viajar sin un motivo?, imposible. Ni siquiera recuerdo la última vez que los vi o hablamos por teléfono más de cinco minutos.

Se quedó callada, maldiciendo en voz baja haber dicho más de lo necesario. Quizá Luz no lo sabía porque era nueva, pero el apellido Blight era muy respetado en el mundo de la aviación y por eso tenía una regla y solo una, y esa era no dar muchos detalles de su vida privada.

—Bueno...deberíamos volver al trabajo —dijo Amity tajantemente, cerrando el tema y colocándose sus audífonos y lentes de aviador—. ¿Está todo listo para irnos?

—Ah, sí... —mencionó Luz decepcionada, tal vez porque perdió la oportunidad de saber más sobre su compañera—. Tenemos autorización para rodar a la pista 32R, hicimos todas las listas de chequeo y la tripulación de cabina dijo que los pasajeros están en sus lugares.

—De acuerdo —dijo Amity aliviada—. Luz, creo que ya lo sabes, pero hoy tenemos cuatro vuelos programados y es mi deber asignar nuestros roles. En el de ahora estarás al mando de los controles y yo haré la bitácora, chequeos y las comunicaciones con la torre de control. Cambiaremos de tareas en el siguiente y así sucesivamente.

—¿Eh?, ¿en serio me dejarás despegar y aterrizar el primer vuelo de hoy? —preguntó Luz estupefacta mientras se señalaba. Su tristeza repentina parecía haberse quedado en el olvido ya que su rostro se convirtió en emoción pura—. Yo...vaya, gracias Amity. Significa mucho para mí.

—Sí...será un buen recuerdo para ti en el futuro, ¿no? —replicó, ahorrándose el comentario de que un inspector las estaría vigilando desde Latissa y que por eso necesitaba conducir el siguiente. La idea de poner triste a Luz le desagradó. Además, se abstuvo de decirle que debería llamarla "capitana" y no por su nombre, el protocolo estándar.

En respuesta Luz le sonrió con amabilidad y aquello le causó un sonrojo.

—Bueno, —se excusó, desviando la mirada con nerviosismo—, ¿por qué no me demuestras que aprendiste en la escuela de aviación y en las capacitaciones?

Una vez que confirmaron con su Oficial de Operaciones que todo estaba bien comenzaron a andar hacia su pista designada. Luz en especial parecía tan emocionada cuando el avión empezó a moverse y Amity admitió que si no estuviera muy ocupada hablando con el tráfico aéreo le hubiera gustado tomarle una foto para Camila... y quizá como excusa para guardarla en su teléfono personal.

Cuando el avión arribó a su posición y obtuvieron el permiso de la torre de control Amity alentó a Luz a que pusiera los motores a máxima potencia. Vigiló de cerca el proceso, pero Luz no necesitó asistencia de ningún tipo y a los pocos segundos el avión estaba elevándose correctamente para alegría de ambas.

—Tren.

Amity bajó la palanca para guardar las ruedas y procedió a hacer la lista de chequeo posterior al despegue. Una vez que verificó el control total de los sistemas miró a Luz felizmente, aunque ella ya estaba maravillada con las vistas desde su ventana aprovechando que el piloto automático había tomado protagonismo. Era un día soleado y perfecto para volar, así que tenían una imagen clara de Bonesborough haciéndose más pequeño cada vez.

—Es muy bonito —murmuró Luz impresionada.

—Sí, sí que lo es —respondió Amity, sorprendiéndose al descubrir que lo decía en serio.

Una vez que se acercaron a su altitud de vuelo autorizada Amity solicitó al control de tráfico aéreo poder ascender hasta su nivel designado en el plan de vuelo. Lo hicieron, y cuando llegaron ahí se permitió relajarse en su asiento. Una de las fases más críticas había pasado sin contratiempos y se aseguró de informarlo al jefe de tripulantes de cabina mientras Luz admiraba todo a 30,000 pies.

—Vaya, los simuladores de vuelo no le hacen justicia...

—No, la verdad es que no.

Era la misma vista de siempre, aquella que Amity había observado miles de veces desde que comenzó su carrera como Piloto o incluso desde antes, si contaba la infinidad de veces que viajó en avión en su niñez. Sin embargo, se asombró al descubrir que estaba disfrutando del paisaje por primera vez en mucho tiempo. Hace años que este había dejado de importarle y se preguntó por qué en esa ocasión era diferente, aunque la respuesta se hizo evidente cuando miró a su copiloto que seguía viendo por la ventana.

Fue inevitable quedársele observando. Había algo en esa chica que la hechizó. ¿Era su amor por los aviones, sus ganas de aprender o su disposición por trabajar? Sea lo que fuera, le trajo nostalgia. Luz le recordó a ella en sus mejores años cuando entró a Boiling Airways, algo positivo que se apagó al rememorar la persona en quien se había convertido: una triste, lúgubre y solitaria. Aun así, la hizo sentir mejor darse cuenta de que sus problemas estaban lejos, a miles de metros de distancia.

—Amity.

Blight se sonrojó, percatándose que no había dejado de mirarla.

—¿Q-Qué? —preguntó evasivamente, girándose para ver sus indicadores de velocidad como si fueran lo más interesante del mundo.

—Gracias. —Luz le dedicó una sonrisa sincera—. Sé que acabas de convertirte en capitán, pero gracias por ser la primera en traerme aquí arriba.

Amity no le respondió, solo permaneció callada con el suave ruido de las comunicaciones aéreas de fondo.

Poco después le asintió y movió su vista al frente. Le hubiera gustado decir más, no obstante, la abrumaron sus mejillas rojizas, su corazón latiendo y sus pensamientos. Además, el deseo de saber más sobre esa chica y hablarle a pesar se había acercado a personas contadas en su vida era muy fuerte y la agobió.

Aun así, el resto del viaje fue tranquilo. Luz habló historias sobre Eda en los ratos en que no estaban chequeando listas, charlando con la aeromoza jefe o preparando el aterrizaje debido a que Latissa estaba a tan solo una hora de Bonesborough. A Amity le encantaban esos viajes cortos, aunque ahora se sentía decepcionada de que hubiera durado tan poco. En los próximos estaría el instructor observándolas y no sería lo mismo.

Luz efectuó un buen aterrizaje y antes de que Amity se diera cuenta los pasajeros ya estaban desembarcando en Latissa. Después de pensarlo decidió liberar a Luz de sus obligaciones para que pudiera pasar un poco de tiempo con su madre, ya que tendrían que volver a embarcar en poco más de una hora.

Amity apagó los motores, el APU, habló con el equipo de mantenimiento sobre el comportamiento del avión en el vuelo y fue a la cabina a colocarse su traje y gorra. Tomó su maleta y salió por la puerta dispuesta a cruzar los filtros de seguridad y conseguir algo de desayunar antes del próximo vuelo, pero se asombró al notar a Luz esperándola en la salida inmediata en compañía de su madre y una mujer de aspecto desaliñado y sospechoso.

—¡Eda, mi insignia! —se quejó la morena intentando alcanzar la susodicha. Fue en vano, la chica era tan pequeña en comparación a esa mujer que debía estar cerca de los dos metros.

—No necesitas esta basura, niña. ¿Ves lo espantosamente grande qué es?, ¡arruina tu estilo! —explicó Eda, tirando la placa a un bote de basura cercano para completa angustia de Luz que corrió a buscarla.

—En realidad sí la necesita, un inspector nos observará en el siguiente vuelo y el uniforme debe estar completo.

—¡Amity, te estábamos esperando! —Luz alzó la vista al escuchar la voz de su capitán y sus pasos acercarse. Aún tenía la cara casi enterrada en el bote de basura y era gracioso, considerando que estaba en uniforme de piloto. De todas formas, la Blight debió admitir que incluso desde esa posición se veía linda.

—Eh, ¿en serio? —mencionó Eda con aburrimiento—. Bueno, más tarde hablaré con mi hermana si la infraccionan.

Amity alzó una ceja sintiendo que le faltaba contexto. Sin embargo, se distrajo al ver a Luz correr y poner su rostro terriblemente cerca del suyo. Eso ocasionó que soltara un gemido de sorpresa y diera unos pasos hacia atrás. Su cara se percibía caliente, como si estuviera sonrojada y sintió que quería morir por Camila que estaba cerca.

—¡Gracias por darme unos minutos con mi madre y Eda!, te lo recompensaré en los viajes que vienen, lo prometo.

—Oh... de nada. —Amity desvió la mirada.

—Queríamos preguntarte si querías venir a desayunar con nosotras en lo que esperamos el siguiente vuelo. Nos encantaría que nos acompañaras.

Pasar su sagrado tiempo de escalas con tres personas de las cuales desconocía su existencia hasta hace menos de tres horas era una locura y pese a eso Amity se encontró con deseos de decir que sí. Quería saber más de Luz y de su vida, incluso de las aventuras extrañas de Eda. Aun así, un golpe de realidad llegó cuando sintió su celular vibrar en su bolsillo. De seguro era Edric, algo que confirmó cuando vio una llamada entrante de él. Sabía que podía ignorarlo, aunque tomó eso como una señal.

—Me encantaría, pero tengo unas llamadas por hacer.

—Oh...entiendo.

Luz parecía desanimada, así que Amity se encontró hablando pronto otra vez.

—Pero podemos tomar algo de vuelta en Bonesborough si estás de humor.

—¡Sí, eso me gustaría! —contestó Luz, su rostro iluminado nuevamente.

Parecía que, aunque no quisiera, Amity se vería forzada a pasar tiempo de caridad con su copiloto. La idea no era mala, después de todo, no sabía cuándo la volvería a ver. Mañana ambas tendrían nuevos compañeros. Con suerte serían días antes de encontrarse de nuevo, pero podrían ser meses o incluso años. En esa profesión era usual intercambiar de parejas seguido y en el proceso conocías mucha gente. Luz estaba entusiasmada con ella porque era la primera persona con la que volaba, pero pronto su recuerdo se perdería entre cientos de pilotos más experimentados y amigables.

—Bien. —Amity se despidió, viendo a Luz perderse entre la inmensidad de personas.

No había posibilidad de amistad o algo más. Aun así, Amity quería disfrutarlo mientras durara.

–o–

Nota: ¡Hola!, ¿cómo están?, espero que muy bien.

Entonces, sí, esta es mi nueva historia: un AU de pilotos de aerolínea. Raro, ¿no?

¿De dónde vino esta idea tan random? Tal vez no lo sepan, pero yo antes quise ser piloto de aviones. Spoiler: no lo fui al final por cosas de la vida...pero sí terminé siendo una gran fanática de la aviación.

Originalmente tenía pensado escribir otra historia primero, pero bueno, siempre quise leer algo de estas características y dije "¿por qué no?". Dicho eso, tengo planeado otros fics que haré después de que termine los extras de "Un evento inesperado". Hasta entonces le pondré toda mi energía a este AU que siempre deseé hacer y que viene de algo que me fascina. Por cierto, esta historia no será tan larga.

Agradecimientos especiales a la artista Cintriux, una amiga me regaló la imagen de portada <3. Si quieren ver más de su arte pueden encontrarla como @HeyCintriux en Twitter. También está en Instagram.

¡Gracias por leer!

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