Suspiro...
Suspiro profundo...
Mi ser necesita aire puro...
Ese aire que me dieron mis hijos
y hoy se multiplicó
con esos cinco cachorritos
que llenan mi vida...
A veces la vida
pone piedras en el camino,
tropezamos y hasta caemos,
incluso el pecho se nos oprime
y parece que el aire
se niega a entrar en nosotros...
Entonces, aún caídos,
adoloridos, desesperanzados,
los vemos a ellos y todo cambia...
La piedra se vuelve maleable,
la tierra que ensucia y lastima,
se vuelve césped y sendero,
la caída es sólo un pretexto
para girar y mirar al cielo
y descubrir la belleza de las nubes
que siempre se mueven en busca
de nuevos destinos...
Podemos cerrar los ojos
y sentir que el viento,
que nos agitaba y golpeaba,
es brisa fresca y suave
que nos invade
y nos brinda la energía
que creíamos perdida...
Entonces me levanto,
tomo la piedra que me desestabilizó
y la pongo en el jardín de mi vida...
día a día, las flores la rodean,
la cubren de colores y aromas,
y ya casi no la veo...
pero está ahí, enseñándome,
recordándome que siempre
es posible levantarse
y cambiar lo que nos lastima
por todo aquello que nos hace feliz...
Entonces sonrío
y sé que si los tengo a ellos,
mi aire puro en medio de la contaminación,
hasta lo imposible se vuelve posible...