Mientras reímos y bailamos en el pub, Camus se acerca a decirme algo al oído, me hace sonreír... se ha convertido en todo un caso.

Shura viene con la guitarra de antes hacia el pequeño escenario, le prestan un taburete y a mi me pasan un micrófono.

Doy unos golpecitos mirando al frente donde está nuestro grupo.

-Bueno pues aquí estamos, de paso, por esta vida tan breve- veo cómo Cam abraza a Afro y Mu, mientras Saori o Athena, tal vez ambas me clava la mirada y sonríe levemente; la guitarra suena, yo canto

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No podía dejarlo pasar..., nos ha dejado, un poco mas huérfanos, el gran Luis Eduardo Aute, artista polifacético pero, ante todo, poeta, espero que allá donde va haga muy felices a todos aquellos que le escuchen. Gracias por haber estado en mi vida.