Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

II. Papeles en fuego.

Te recomiendo que vuelvas a leer el capítulo, hay detalles reveladores que no tenía la versión anterior.

SEGUNDO CAPÍTULO: PAPELES QUEMADOS.

La vida nocturna es muy diferente a la diurna, incluso ante mis ojos podría jurar que todo se veía más claro. Sé que parece una contradicción, pero si fueras como yo, una persona a la que le gusta disfrutar del aire frío y la tranquilidad de la noche, lo entenderías.

Sin embargo, hoy no había tranquilidad.

Frente a mí, en el terreno cementado del parque donde nos sentamos esta mañana, estaban los dos equipos de chicos, intercambiando gritos, señas, jugadas y el balón de fútbol entre ellos. Dos porterías pequeñas se encontraban a cada lado de la cancha, los bancos donde estábamos sentadas rodeaban el campo de una esquina a la otra. Desde aquí se veía a lo lejos, a través de los árboles que poco a poco iban desprendiéndose de sus hojas ya secas, la universidad iluminada alzándose majestuosa e iluminada como si estuviera admirando también el juego.

Chiflidos despegaban desde los bancos en donde estaba sentada, Gloria y Keyla silbaban colocando sus dedos entre sus labios y alternaban el movimiento inquietante de sus pies.

—¡Vamos, Plech! Tú puedes —Keyla lo alentaba con ganas, levantándose, saltando y volviéndose a sentar en el banco otra vez sin apartar los ojos del campo.

—¡Vamos, chicos! —Gloria le siguió en los gritos—. Ginger, únete. No seas amargada, anda.

No sé por qué estoy sintiendo un ambiente tenso y extraño desde hace unas horas. Aunque esté rodeada de personas que conozco, me siento vigilada; siento como si en el fondo de sus almas, nadie fuera capaz de entenderme.

—Prefiero observar en silencio. —Le sonreí con la boca cerrada a Gloria, quien volteó sus ojos.

—No cambias.

Tanto ruido alrededor y mi mente seguía permaneciendo vacía, tratando de que una solución cayera del cielo para mis problemas. No es fácil ocultar por años lo que en verdad sientes, por miedo, por terror a lo que te pueda suceder.

Ya son varios años...

—No hay razón para hacerlo. —Me encogí de hombros—. El mundo nos hace cambiar, todo llega a su tiempo. La mayoría de las personas cambian por un hecho que les duele, o que las fortalece, o tal vez gracias a una palabra o a una persona que causó estragos en su ser.

Faltaban tres meses para que el año terminase y mi decepción crecía cada vez más. No había sido capaz de encontrar el culpable en todos este tiempo, en estos 3 años que han pasado desde aquel trágico suceso.

—Nadie cambia si no quiere, Ginger —me confirma lo que digo.

—Exacto, yo no quiero cambiar aunque las personas me insistan o me digan que debo hacerlo. —Devolví mi vista hacia el campo.

Plech intercambiaba la pelota con un musculoso chico de cabello negro, con un tatuaje en el brazo derecho hecho a tinta negra. Casi podía ver sus detalles por la tenue luz del farol más cercano, pero seguía siendo escasa.

Mis ojos bajaron a sus piernas. Tenían músculos. Lo seguí a donde fuera, sus movimientos rápidos me mareaban pero no me importaba. Jugaba perfectamente bien y gotas de sudor empezaban a resbalar por su frente.

—Como quieras. Es tu vida, Ginger —habló Gloria, sacándome de mi embelesamiento.

—Ella estaba tan concentrada en el juego como yo. ¿Por qué la interrumpes? —le regañó Keyla.

—¿Disculpa? ¿Concentrada en el juego? Querrás decir en los jugadores.

—Gloria... —la regañé.

—¡No te hagas, Ginger! Todas sabemos que te mueres por Rafa —lo último lo dijo con un tono más bajo que destilaba picardía.

—No me muero por Rafael —la miré con una ceja enarcada.

Rafael es el chico musculoso de cabellos oscuros que estaba mirando desde un principio, y no es que me muera por él, es solo que me resulta atractivo, nada más.

—Esa ni tú misma te la crees. —Rió.

—Con amigas como tú para qué quiero enemigos —respondí molesta por su falta de disimulo. 

No quería admitirlo, pero la verdad es que a pesar de estar comenzando en una enseñanza universitaria, lugar donde ya se debe tener cierto grado de madurez, todavía nos encontramos con personas algo… Inmaduras. No soy la estudiante más sabia del mundo, lo admito, pero más allá de su característico cabello rosa alocado, Gloria con su falta de disimulo y su manera de comportarse, le hacía falta una cita para despedirse de su niñez. 

Keyla, por su parte, se niega a salir de su zona de confort. Lleva años enamorada del mismo chico: Plech, pero nunca se había atrevido a decirle algo. Lo del día de hoy me sorprendió, debo confesarlo. Sin embargo, aún le queda un largo camino que recorrer para deshacerse de su timidez.

Hablando de ella, ya está más quieta en su asiento. Los chicos se permitieron una pausa del juego, sus pies ya estaban quietos unos frente a los otros en medio de una conversación. 

—Oye, Ginger —veo con el rabillo del ojo el cómo Keyla se voltea hacia mí—, aclárame una cosa.

—¿Qué? —me giro sobre el asiento, la luz tenue de una farola nos ilumina desde arriba de nuestras cabezas.

—Me quedé pensando, no encontré un motivo para tu extrema curiosidad repentina.

—¿De qué?

—Pues de lo que sucedió esta mañana, que te enfocaste en esa chica que salía de la escuela después que todos —gira su cabeza para mirar la entrada universitaria iluminada—. O sea, ¿piensas que estaba haciendo algo más que… el examen?

—Keyla, ¿qué persona rica vive en este pequeño pueblo? Aquí todos son humildes, unos más que otros, nuestra universidad es pública, es raro ver venir personas así. No me puedes negar que es un suceso raro. Más la confianza con la que habló con el rector y luego entró con él cuando habían dado prohibida la entrada. Son las libertades de ella las que me sorprendieron. Además, la única persona extremadamente rica que hubo una vez en Cambrigstone fue su fundadora, Agatha Jones.

—Y fue asesinada… —siguió mi frase, provocando que mordiera mi labio. 

Mantuvimos el silencio, me concentro en mis manos y comienzo a jugar con mis dedos. El aire se volvía cada vez más frío, pequeñas elevaciones de la velocidad del viento enviaba mis mechones blancos de cabello hacia mis ojos. 

—¿Qué habrá sido de su familia? —Rompió el silencio, una punzada fría me atacó al corazón—. Debió haber sido una noticia desgarradora.

Permanecí callada.

—Seguro que lo fue… 

Cúlpenme por lo que les voy a confesar ahora, pero esto es incluso más fuerte que yo: Ni Keyla, ni Gloria, ni nadie en este pueblo, sabe que soy la nieta de Agatha Jones. 

¿Por qué les oculto un secreto así a mis amigas que conozco desde hace tantos años? 

Desde que ocurrió aquel suceso tan fatal en mi vida, mi familia y yo decidimos huir. Sabíamos que corríamos peligro, si el asesino comenzó por el miembro más importante y poderoso de nuestra familia, podría seguir atacando si su objetivo era quedarse con la fortuna, arrebatarnos toda nuestra riqueza y nuestro poder. Aún quedaban herederos, a pesar de que ella estuviese bajo tierra, existía alguien que podía heredar su fortuna por los lazos de sangre. Supusimos que era eso, la cruel envidia que nos rodeaba, y entonces más allá del dolor de la pérdida más dolorosa de mi vida, decidimos huir. 

Mi teléfono vibró en mi pantalón. Era un mensaje de mi madre. Sabía lo que me tocaba, no podía estar afuera hasta tarde. Las 11 de la noche era mi toque de queda y faltaban veinte minutos.

—¿Es tu madre? —preguntó Keyla con un ápice de tristeza en sus ojos.

—Sí.

—¿Quiere que regreses ya?

Asentí.

—Tu madre debería recompensarnos dejando que seas independiente y puedas estar más tiempo con nosotras, Ginger. Joder, que ya fueron dos años y medio, casi tres años sin verte —Keyla elevó sus cejas hacia el cielo, alcé mis hombros con una respiración profunda.

—Solo hemos estado un mes juntas, y fue desde que comenzó la carrera, a pesar de ello te siguen limitando… —Gloria se unió seriamente a la conversación. 

Era un tema complicado, pero mi madre tenía sus motivos.

—Además, tenemos razones para estar enfadadas contigo —Keyla alzó su tono de voz, el cual se volvió serio y firme—. Te largaste así, sin más, sin un aviso, justo cuando el pueblo metafóricamente estaba prendido en un incendio de policías y peritos. Te largaste en medio de la catástrofe. Recuerdo que estábamos en preparatoria, yo estaba muy asustada, conocía a la directora y era muy dulce, cuando dijeron que la asesinaron a todos nos afectó. Encima de eso, te vas de la ciudad y te desapareces por completo.

—Mis padres decidieron que este pueblo no tenía seguridad —me defendí con rapidez.

—Sí, ¿pero ninguna despedida? Una carta, una nota… Ginger, algo para avisarnos a nosotras, tus amigas. —Golpeó su pecho con la palma de su mano.

—Era necesario que fuera así, Keyla… 

—Pero, por… 

—¡Dije que era necesario! —interrumpí. Mi respiración tenía mis pulmones inquietos, me limitaba a contar más, todo significaba peligro. Si decidí volver fue para resolver este misterio teniendo la mente más clara, no para contarles a todos que era la nieta de Agatha Jones.

Pronto, quedé como estatua. Una silueta bajaba las escaleras de la universidad, la ropa blanca y elegante la distinguía, y eso me causó escalofríos.

La misma chica de por la mañana.

Salía de la escuela caminando hacia la esquina de la manzana y desapareció por ella. ¿Qué mierda hace a estas horas aquí?

Una vez se acepta, pero dos veces ya es sospechoso.

—Me tengo que ir, mi madre me está esperando —me levanté del banco y las miré una última vez.

—Nos vemos —Gloria susurró, Keyla me miraba confundida. Como sea que fuera, no iba a volver a tocar ese tema con ellas, ya que decidí mantenerme en anonimato y mantener el secreto para poder resolver el misterio.

Continué mirando hacia la esquina y salí trotando del parque.

Ojalá siga ahí.

Tomé la dirección de mi casa doblando a la esquina correspondiente. Su silueta blanca se distinguía en la lejanía de la oscuridad de la noche.

Mala hora para ser elegante, querida. No es una buena aliada para hacer lo incorrecto.

Miré hacia atrás una última vez. Nadie me veía, Gloria y Keyla estaban entretenidas con el juego y los chicos. Volví a mirar hacia adelante, estaba a una manzana de mí.

No puedo creer que vaya a hacer esto.

Tomé un último respiro y comencé a correr, tratando de hacer el menor ruido posible, pegándome a las paredes de las casas y escondiéndome tras los muros.

La chica miró hacia atrás en una de esas y me escabullí por un pasillo. Cuando comprobó que no había nadie, siguió caminando calle abajo. Y la seguí.

¿Por qué camina si ella tiene auto? Esa elegancia viene acompañada de niña rica, no puede ser que no tenga su propio transporte.

Doblé una calle hacia adentro, apresurándome para no perderla. Corrí y el viento nocturno hizo mi cabello flotar en el aire hasta que llegué a la esquina y me sostuve de la pared. Mi pecho subía y bajaba de lo agitada que estaba.

Estaba cerca.

Se detuvo a media acera y miró hacia una casa. Me dio mala espina. ¿Por qué se detiene?

Solo miraba hacia adentro. ¿Estará evaluando si el suelo es digno para ser pisado por tacones?

Cuando se decidió por entrar, noté que tenía una carpeta a la mano. Me acerqué y observé cómo entraba a una casa de barrio, para nada acorde con su ropa y manera de comportarse. Me sostuve de un muro y miré hacia adentro. La casa estaba en el final de un largo pasillo de cemento.

Definitivamente este lugar estaba extraño. ¿Robará algo? ¿Será una ladrona? Pero si no tiene necesidad.

Vi cómo se agachaba y abría la carpeta que tenía a la mano, de ella sacó unas hojas blancas con manuscritos. Las letras son distintas, había unas grandes y otras pequeñas pero desde donde estaba no podía saber lo que era.

Tomó la carpeta e introdujo unas cuantas hojas adentro, sin embargo, otras las dejó en el suelo. Se levantó y revisó el bolsillo trasero de su pantalón. Al parecer no encontró lo que buscaba porque revisó el otro bolsillo y de este sacó algo que no distinguí.

Lo presionó y una llama de fuego se vislumbró entre la oscuridad. Tomó los papeles y les prendió fuego.

Mi boca casi llegó al suelo. Esto era muy confuso. ¿Por qué entrar a la escuela en el medio de la noche por unos papeles, para luego ir a un lugar lejano a quemarlos? ¿Qué tenían esos papeles? ¿Qué eran? ¿De quiénes eran?

Mi mente iba a explotar en confusión, me dolía la cabeza. Los papeles se volvieron cenizas y el olor a humo inundaba en mi nariz. Era sofocante.

Me escabullí en la oscuridad entre unas plantas de la casa de al lado cuando la vi salir igual de sospechosa que como entró. Miraba a todos lados y se apresuraba, hasta que por fin desapareció por la esquina cuando salí de mi escondite y me acerqué a las cenizas.

Ella no planeaba nada bueno. Al final, mis suposiciones eran ciertas.

* * *

El profesor colocó la hoja de mi examen en mi mesa. Tenía unas ojeras más grandes que mi curiosidad por estar de inquieta en la cama, pensando en preguntas y respuestas.

Miré la hoja y mi esperanza se desvaneció nada más ver un cuño rojo sobre esta.

—¡Oh, no! ¡Otro suspenso no! —Rayos. Ahora sí estaba perdida.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro