Capitulo 6: Desgracias o Maldición.
Solo vengo a decir que, será mejor que tengan pañuelos(?
También espero que hayan tomado mucha awa. ( ̄ヘ ̄;)
(...)
Abrió los ojos de manera perezosa, el techo de la tienda fue lo primero en ver.
Estaba acostado en una suave cama llena de pieles, trató de sentarse aunque un mareo lo hizo quedarse en su posición.
—Veo que ya despertaste.- escuchó la voz de una persona y dirigió su vista hacia ella.
Era el alfa de cabellos rubios que estaba entrando en el lugar, el mayor tenía un aire melancólico y sonreía levemente.
—¿Que ocurrió?- preguntó el pecoso tomando algo de fuerzas para sentarse en la cama.
Toshinori se acercó y se sentó junto a él dando un suspiro, y acarició el cabello verdoso del menor.
—Fueron muchas las emociones, tuviste un desmayo. No fue nada grave, aunque el hijo de los Bakugou hizo un gran escándalo.- comentó con cierta vergüenza y algo de culpa.
—Entonces, ¿Usted de verdad es mi...padre? ¿Y mi madre?- preguntó con la voz temblorosa, sus ojos brillaban con esperanza.
Aunque su curiosidad bajó un poco al ver la expresión dolida que formó el alfa mayor, una expresión que mostraba culpa y arrepentimiento.
—No es una historia bonita, pero tienes el derecho a saber lo que pasó.- Izuku prestó atención a lo que estaba por decir el alfa.
Toshinori volvió a suspirar tratando de calmarse y armar valor para hablar. Por otro lado, Katsuki escuchaba todo desde afuera de la tienda, quería oír, pero también quería dejarles un espacio.
(...)
Hace casi 19 años en el pasado.
Manada Yagi.
Tenían que seguir con la migración, su territorio estaba muriendo y los de su manada estaban hambrientos.
No había mucho que cazar y los cachorros necesitaban de buena comida.
Podía ser peligroso quedarse en ese sitio. La escasez comenzó por una terrible sequía que parecía no tener final.
Las plantas y árboles comenzaron a ponerse marchitos, los animales se iban y los pocos que quedarán eran difíciles de cazar. Las peleas por el agua fresca cada vez se hacían más frecuentes.
Las cosas se estaban saliendo de control, es por eso que debían buscar otro lado en el cual poder estabilizarse.
Aunque eso también era un problema, porque para buscar un nuevo territorio tendría que pasar por otros que ya estaban marcados, o pelear con otro alfa por las nuevas tierras. No quería eso, pero tenía que hacer algo por el bienestar de su manada, eso era lo que lo mantenía firme en su decisión.
El sol estaba en su punto más alto, haciendo que todo se volviera como un infierno.
Toshinori miró hacia al frente moviendo sus peludas orejas atentas ante los ruidos, más no escuchó nada, por lo que no había peligro.
Miró hacia atrás, a los suyos, el paisaje no era nada alentador. Los que estaban en sus formas lobunas jadeaban con fuerza, los pequeños cachorros tenían sus ojeras gachas y parecían cansados.
Miró a su pareja con su pequeño en brazos, su pequeño Mirio solo tenía un año y medio de vida, era cargado por su madre, Aizawa un Omega de cabellos negros y largos hasta sus hombros, el Omega también tenía una expresión cansada, más de lo normal.
Y era de esperarse, llevaban días caminando con poca comida y agua, pero aún no lograban salir de esa tierra tan caliente y escasa en humedad.
Divisó a no muy lejos unos árboles casi muertos que les podrían servir para un poco de sombra. Dió la orden y fueron hasta ellos, los demás dieron un suspiro de alivio al sentir la sombra y poder descansar un poco.
—Hisashi, sé que estoy en cinta pero también debes comer.- escuchó la voz de cierta Omega de cabellos verdes.
Miró en su dirección encontrándose con la joven pareja de lobos, el alfa Hisashi era de color negro con un pelaje alborotado, aunque también tenía parte blancas como en su pecho y el centro de sus orejas. La omega, Inko, era de cabellos verdes esmeralda, largo y muy lacio, sus ojos eran del mismo color.
Tenía su vientre abultado, a la espera de un pequeño. Ella regañaba a su pareja por dejarle toda la comida a ella, y Hisashi solo negaba con la cabeza devolviendo la comida.
"Es más importante que comas tú."
Habló el alfa tratando de que ella comiera. Inko negó preocupada, su pareja no había comido bien desde que habían empezado el viaje.
Toshinori fue hasta ellos, él quería como una hermana a la Omega, habían crecido juntos y los conocía bastante.
—¿Que ocurre?- preguntó llegando con ellos, Inko lo miró con sus ojos grandes y llenos de preocupación soltando un suspiro.
—Hisashi no ah estado comiendo bien, y se esfuerza demasiado.- comentó ella mirándolo con reproche.
Un bufido se escuchó del alfa al tiempo que negaba con la cabeza. Dejó salir un chillido y se echó en el suelo ignorando los reclamos de la Omega.
—Inko tiene razón, si quieres poder proteger a tu cachorro y ella, tienes que estar fuerte, sé que no estamos en una buena situación, pero las cosas van a cambiar en cuanto encuentre un buen sitio para nosotros.- habló el rubio haciendo que Hisashi lo pensara mejor y comiera lo que la lengua le estaba ofreciendo.
No era mucho, pero era algo mejor que nada, Toshinori volvió al lado de Aizawa, su pareja quién tenía su pequeño dándole algo de leche materna.
—Si las cosas siguen así no podremos aguantar mucho.- comentó el azabache dando un bostezo.
—Lo sé.- fue todo lo que respondió, se sentía agobiado e inútil, tenía que encontrar un nuevo territorio pronto, o las cosas de verdad saldrían mal.
Después del descanso volvieron a seguir, pasaron el resto del día caminando, así hasta que un pequeño rayo de esperanza brilló en los ojos de Toshinori.
Al frente había un paisaje que lo llenó de energías, parecía un oasis en el desierto, aunque era casi igual en esa situación.
El Sol caía de forma lenta entre las montañas, los rayos suaves hacían ver las praderas verdes y otras montañas cubiertas por árboles al frente. Incluso pudo destinguír el aroma a humedad en el aire, debía haber un río en el aquel lugar.
Pero por más que se viera como un paraíso debían de tener cuidado, no sabían si ya estaba habitado. Los ánimos de los demás también subieron al ver la tierra nueva.
Se internaron en ella y curiosaron por todas partes, podían escuchar el chillar de algunos animales, el sonido del agua los alegró y fueron hasta el pequeño río a saciar la sed.
Toshinori revisó los alrededores sin encontrar ninguna marca de territorio, pudo relajarse un poco por eso, pero aún así no debía confiarse demasiado.
Mandó a varios investigar un poco los alrededores, pero no encontraron nada, al parecer el sitio estaba libre.
Se instalaron allí, los cientos de kilómetros que tenían las montañas y el valle eran más que suficientes para ellos. Habían muchas clases de animales, también habían muchos tipos de plantas, desde comestibles hasta venenosos.
Habían encontrado un nuevo hogar, un lugar seguro y lejos de los humanos u otras manadas peligrosas. Estarían a salvo y vivirían bien.
Al menos eso fue lo que creyó.
Poco tiempo después, Inko dió a luz a un pequeño cachorro, con sus mejillas llenas de pecas igual que su padre, su cabello alborotado pero verde como el de su madre, y sus ojos grandes y verdes muy bellos. Lastimosamente, Inko quedó muy débil, y solo pudo conocer a su cachorro antes de caer en un sueño del cual nunca despertó.
—Hisashi, Toshinori, por favor, cuiden de mi pequeño. No creo poder...verlo crecer.- habló ella con su voz cansada, tratando de mantener la conciencia un poco más, miraba al pequeño en sus brazos con ternura.— cuiden de mi pequeño Izuku.
—¿¡De que estás hablando!? ¡Lo peor ya pasó, ahora solo te toca descansar y estaremos bien!- exclamó el alfa de cabellos negros negándose a lo que decía su pareja.
Toshinori tampoco quería creer en lo que decía, el tampoco quería ver a su mejor amiga y casi hermana morir de esa forma, sin ver crecer al pequeño que había traído al mundo. Pero lo inevitable pasó, un alarido de dolor salió desde el fondo de Hisashi aferrándose al cuerpo de su amada sin vida.
El pequeño fue cargado por Aizawa que prefirió sacarlo de allí. Hisashi quedó desbastado, los alfas que pierden a sus omegas nunca vuelven a ser los mismo, ni siquiera su pequeño cachorro pudo aliviar su pobre alma y terminó enfermando.
—¿Papá no se encuentra bien verdad?- preguntó un pequeño cachorro de cabellos verdes jalando un poco la ropa del alfa rubio.
Apenas tenía tres años de edad y su padre estaba por dejar el mundo. Mirio llegó a su lado y lo abrazó, los dos se querían como hermanos, además de que Aizawa se había echo cargo de él desde que Inko murió.
Toshinori se agachó a su altura y miró sus ojitos tristes, brillantes por las lágrimas que no quería dejar salir.
—Lo siento mucho pequeño Izu. No hay mucho que podamos hacer.- murmuró y el pequeño asintió dejando salir el agua salada de sus ojos.
A pesar de ser tan pequeño entendía la situación, sabía lo que ocurría con su padre. Se sentía culpable, porque sabía que su madre había fallecido cuando lo tuvo, y había causado en su padre una profunda tristeza.
—Es mi culpa... Si yo no...- no pudo hablar más pues fue tomado en brazos por el alfa mayor.
Toshinori no podía creer que el pequeño peli-verde se estuviera culpado de algo que no tuvo que ver. No era como si el pequeño Izuku lo hubiera hecho a propósito.
—No digas eso, es parte de la vida el nacer y morir, no es algo que puedas evitar aunque quieras.- le habló de forma calmada limpiando su rostro.
Aizawa llegó en ese momento y los interrumpió, el Omega miraba con notoria tristeza al cachorro, se había encariñado mucho con él y le dolía verlo de esa forma.
—Hisashi quiere hablar contigo.- le dijo al pequeño peli-verde quien se sorprendió por eso.
Pero a la vez lo llenó de temor, no había sido muy cercano a su padre, pues siempre que estaba cerca de él lo miraba con tristeza y el aire a su alrededor se volvía pesado, un poco asfixiante.
Toshinori llevó al pequeño hasta donde estaba el alfa, Hisashi tenía un aspecto deteriorado, se miraba delgado y muy cansado. Tosía de vez en cuando y respiraba con dificultad, el alfa divisó a su cachorro y trató de sentarse, pero no pudo y solo le hizo señas para que se fuera hasta él.
—Mi pequeño Izuku, lamento tanto no cumplir con lo que me pidió tu madre. Lo siento mucho.- habló el mayor acariciando los cabellos verdes de su hijo.— tu sonrisa me recuerda tanto a ella, no puedo evitar mirarla también ella cada vez que te veo.
El mayor no pudo evitar que sus lágrimas salieran, estaba tan arrepentido, le hubiera gustado poder compartir más tiempo con su pequeño, poder verlo crecer, cumplir con lo pedido de su difunta pareja. Pero no era algo que pudiera hacer tan fácil, el dolor se clavó tan profundo en su corazón que no lo podía sacar fácilmente.
—Lamento que por mi culpa ella se haya ido.- le respondió el peli-verde llorando a mares, sus lágrimas caían como cascadas de sus pequeños ojos verdes.
Hisashi se sintió como la peor escoria del mundo en ese momento, estuvo tan metido en su propio dolor que no miró el daño que le estaba causando a su hijo.
—¡No es cierto! No digas eso...- tosió con fuerza al hablar de manera alta, trató de respirar con normalidad y tomó al pequeño por su rostro limpiando sus mejillas.— no tienes la culpa de nada, solo fue algo desafortunado que yo no pude afrontar. Mi pequeño, te suplico que seas fuerte y sonrías siempre, nunca borres esa hermosa sonrisa que te regaló tu madre, prometelo.
—¡Lo prometo, seré fuerte!- chilló el cachorro tratando de sonreír, aunque no le fue muy bien y solo hizo una mueca.
Hisashi solo pudo sonreír débilmente antes de cerrar sus ojos, el pequeño Izuku se acostó sobre el pecho de su padre sacando a sollozos el dolor que tenía en su corazón en ese momento. Aizawa fue hasta donde estaba el pequeño para acariciar su espalda y dejando salir su aroma tratando de calmarlo.
Después de eso se hizo la ceremonia de despedida y el cuerpo de Hisashi fue enterrado junto al de la Omega, Izuku oficialmente fue a vivir en la cabaña de Toshinori junto a Mirio, y Aizawa, el pequeño que era mayor que Izuku siempre trataba de hacerlo sonreír, jugaban juntos y con los otros cachorros de la manada.
Tamaki y Nejire siempre se unían más a ellos, los tres cuidaban lo mejor que podían del peli-verde, aunque Tamaki en vez de cuidar era cuidado, era alguien muy tímido y llorón, siempre que Izuku lloraba por algo él también lo hacía, y viseversa.
El peli-verde fue creciendo, se convirtió el un pequeño muy fuerte y de sonrisa grande. Podía iluminarte el día con solo una de ellas.
Para cuando tenía cinco años ya podía dominar bien su transformación, podía convertirse a voluntad en lobo o persona, y eso le encantaba.
Podía correr junto a Mirio y los demás en su formas de lobo y jugar. Toshinori les había prometido que les enseñaría a cazar, él estaba muy ansioso por eso y siempre trataba de que lo llevarán en una casería, pero no lo dejaban porque aún era muy pequeño.
Pero eso no evitaba que saliera de exploración junto a los demás, les gustaba tratar de cazar algún roedor que encontraban por allí. Era más difícil de lo que parecía, siempre terminaba lleno de sucio y sin el roedor.
—¿Volvió a ganar la ardilla?- preguntó Toshinori al ver a Mirio e Izuku llenos de tierra.
Los pequeños se miraron entre ellos y bajaron sus orejas en forma de derrota. Las ardillas eran el mismo demonio, podían parecer lindas y tiernas pero te podrían sacar los ojos mientras se burlan en tu cara con una risa de villano.
—Las ardillas dan miedo, ya no las quiero molestar.- murmuró el pecoso mirando al suelo con cierto temor haciendo reír con gracia al alfa.
—Vamos hay que comer, hoy cazamos cerdo.- informó hablando las palabras mágicas haciendo que los pequeños iluminarán sus rostros.
—¡Cuando yo sea grande también casaré animales grande, como jabalíes!- Mirio alzó sus brazos al aire como reto, miró al pecoso con una sonrisa transmitiendo seguridad.— ¡Yo casaré mucho para que Izuku coma lo que quiera!
—¿Y si quiero gallineta?- preguntó el pecoso siguiéndole el juego al rubio mayor.
—¡Cazo todas las gallinetas que quieras!- habló seguro de si mismo.— ¡Es trabajo del hermano mayor cuidar del menor!
Izuku rió feliz por lo dicho de su hermano, ambos hicieron una pequeña carrera de ver quien era el que llegaba más rápido a la cabaña, y aunque llegaron al mismo tiempo estuvieron un rato discutiendo de que fue primero.
Discusión que detuvo el Omega de cabellos negros con solo una mirada, Aizawa los regañó por estar tan sucios y molestar a las ardillas.
Esa tarde comieron tranquilos, Toshinori miraba contento que el pequeño Izuku viviera bien, apesar de todo lo ocurrido en su vida parecía muy alegre y sonriente, aún le recordaba a sus amigos y como no hacerlo.
El pequeño Izuku era una combinación perfecta de ellos, además de la dulzura que había sido heredada de la Omega y la curiosidad del alfa. El pequeño peli-verde era muy curioso y amable, tranquilo y honesto. No podía evitar sentir tristeza, sabía que a Inko le hubiera encantado verlo crecer, pero lastimosamente eso no se podía cumplir, pero apesar de eso estaba feliz, él mismo se aseguraría de protegerlo.
—Pronto cumplirás los seis años, ¿Verdad Izu?- habló el pequeño rubio haciendo que el pecoso abriera los ojos sorprendido.
—¡Cierto!- chilló emocionado, sabía que en el día de su cumpleaños era muy mimado, además de que iba a visitar la tumba de sus padres, no era algo tan triste para él, pues podía contarles todo lo que había echo ese año.
—No se alegren mucho y bañan a bañarse ahora mismo o duermen afuera con los bichos.- la voz de ultratumba que puso el Omega les hizo erizar la piel.
Sabía que él no estaba jugando, salieron corriendo hacer lo pedido por el mayor, Toshinori miraba todo sin entrometerse, sabía que si decía algo para defender a los cachorros él sería quien pagara las consecuencias.
—Crecen muy rápido.- suspiró el azabache, no podía creer que su pequeño ya estaba por cumplir seis y su otro pequeño ya estaba por cumplir ocho.
Aún si eran un dolor de cabeza eran sus retoños y los amaba. Toshinori lo abrazó por detrás rodeándolo con sus brazos, y colocó su cabeza en el hombro del Omega.
—Aún falta mucho para que sean mayores, además está otra posibilidad.- dijo tanteando el terreno colocando una mano sobre el vientre del pelinegro.
Aizawa apartó la mano de su cuerpo y lo miró con ojos asesinos.
—Ni lo sueñes, ya tengo suficiente con esos dos.- respondió de manera inmediata.
No era que no quisiera más cachorros o los odiaba, pero Izuku y Mirio eran pequeños aún, además de que quería disfrutar tiempo con su alfa. Cuidar de cachorros podría ser un trabajo pesado.
Toshinori suspiró, había sido un buen intento. Después de que los pequeños aparecieran ya limpios y cambiados fueron mandados a sus camas. Aunque se pusieron a jugar un poco y no fueron a dormir de verdad hasta que el Omega los regañó.
El día del cumpleaños de Izuku llegó más rápido de lo esperado, la pasó entre juegos y risas, todos sus amigos fueron con él de aventuras, aunque Tamaki quedó atrapado colgando en la rama de un árbol.
¿Cómo?
No el mismo lo sabía, pero después de eso no pasó nada más grave, alguno que otro tropezón.
Por la tarde fue a visitar la tumba de sus padres, les colocó unas flores y le habló de todo lo genial que se la pasaba con Toshinori y los demás. Después cuando la noche cayó volvió con sus amigos y los mayores para una buena cena, fue un delicioso jabalí en verduras y arroz. Pasó un buen día muy feliz y nuevos recuerdos.
Una semana después de su cumpleaños pudo notar el ambiente algo tenso en la manada, Toshinori salía temprano y regresaba tarde, incluso había cancelado las enseñanzas de caza entre los más jóvenes.
—¿Pasó algo malo?- preguntó el pecoso una tarde cuando Toshinori llegó de su revisión, Mirio estaba a su lado mirando a su padre con dudas también.
—No pasa nada grave, no se preocupen por eso.- les contesto el mayor haciendo que los pequeños no se sintieran muy confiados.
Pero era que sí había un problema, al parecer habían algunos intrusos en su territorio, y no eran cualquier intruso de otra manada o algo parecido. Humanos era la palabra correcta, habían rastros humanos cerca de los límites de su territorio, no era una buena señal y debían mantenerse alerta.
Pero aún con todas las preocupaciones no se evitó el desastre. Por accidente los humanos causaron un incendio que consumió todo el territorio del alfa rubio, el fuego se propagó como hierba seca por todas partes, tanto los humanos como los licántropos tuvieron que salir corriendo, el lugar se volvió un caos por completo, y como era su deber tenía que mantener a salvo su manada y familia.
—¿¡Están todos!? ¿¡No hay heridos!?- preguntó el alfa cuando ya estaban todos fuera del peligro del fuego, miró a su alrededor encontrándose con varios de su manda asustados y llenos de cenizas.— ¿Donde está Izuku, y Mirio? ¿¡Aizawa!?
Llamó entre la multitud y los demás se miraron entre ellos preocupados, esque allí no estaban ninguno de los tres.
Aizawa había salido con los pequeños justo antes de que o incendio se propagara, pero no habían vuelto, además por estar ocupado ayudando a otros creyó que tal vez el Omega ya se había puesto a salvo junto a sus hijos, pero no era así, no estaban por ninguna parte.
Toshinori se volvió a Internar en el fuego y humo junto a otros valientes que fueron con él para ayudar, el aire caliente y las cenizas hacían difícil la búsqueda. No podían oler nada.
—¡¡Aizawa, Mirio, Izuku!!- gritaba a todo pulmón saltando árboles en llamas y carbón encendido.— ¡Aizawa!
—¡Por aquí!- su corazón dió un vuelco al escuchar un llamado de los que habían ido con el a buscar.
Corrió hacia el origen de la voz y encontró a su pareja desmayado, al parecer le calor y el humo ya le habían afectado. Su pequeño Mirio estaba a su lado abrazado a su madre y lo trataba de despertar.
—¡Papá, no despierta papá!- chilló el pequeño con la voz rota por las lágrimas y la falta de aire.
Toshinori fue hasta ellos y buscó el pulso del Omega, aún podía sentir sus latidos lo que significaba que seguía vivo. Miró alrededor y se dió cuenta de algo.
Izuku no estaba con ellos.
—¿¡Donde está Izuku!?- preguntó mirando a los lados, Mirio miró a su padre con sorpresa también y buscó con su ojos azules a su hermano.
—¡Él estaba conmigo hace un momento!- chilló avergonzado, no se dió cuenta cuando lo perdió de vista, se asustó demasiado al ver como su madre perdía la conciencia.
Eso lo llenó de pavor, se levantó de nuevo y comenzó a buscar, pero no encontró nada. El calor cada vez se hacía más fuerte y si no salían de allí iban a morir quemados, además del pequeño Mirio estaba tosiendo mucho.
Buscó por todas partes con la mirada, pero no encontró rastros de nada. Debía hacer algo, encontrarlo y salir de allí lo más pronto posible.
—¡Mic llévalos a un lugar seguro, yo seguiré buscando a Izuku!- ordenó al beta quien lo miró con muchas dudas.
Pero atacó la orden de su alfa y con la ayuda de los demás que estaban allí se llevaron al Omega inconciente y al cachorro.
—¡Papá, búscalo rápido y vuelve!- Mirio pataleaba mientras era cargado, odiaba ser pequeño en ese momento y no poder ayudar.
Toshinori buscó en todas partes, traba de seguir algún rastro o un indicio de donde podría estar el cachorro. No debía estar muy lejos, al menos pensó. Pero por más que buscó no encontró nada, el fuego era muy denso y le estaba afectando demasiado.
—¡Izuku!- gritaba con todas sus fuerzas tratando de que fuera escuchado.
El humo se había calado mucho a sus pulmones le hacía cada vez más difícil respirar, pero aún así trató de no dejarse vencer y seguido buscando, con el mismo resultado. Su cuerpo no aguantaría mucho tiempo, tenía los pies quemados, las piernas y otras partes del cuerpo.
Llegó cerca del río, y una pequeña luz de esperanza brilló pensado que podría estar en la orilla o en el agua. Pero no fue así, la corriente del río cargaba con muchos trozos de árboles muertos lo que le dificultaba saber si había alguien en el, además su corriente era rápida. Quizás por la presión del aire caliente.
Buscó todo lo que pudo, hasta que su cuerpo maltratado, quemado y exhausto no pudo más. Al final volvió sin el pequeño Izuku a su lado, el pequeño Izuku que juró cuidar y proteger, la pequeña combinación que le había quedado de sus amigos.
Un pequeño con una sonrisa enorme y ojos brillantes, que ya no vería más.
No sólo perdieron de nuevo su territorio, si no que también perdieron miembros de su manada, Aizawa también quedó desbastado cuando despertó y supo la noticia, se echaba toda la culpa encima.
Después de todo fue él quien salió con los cachorros solo, debió de protegerlos, pero no fue así y por su impertinencia perdió a uno de sus hijos.
Toda la manada estaba de luto, habían perdido muchas cosas esa noche. Un pedazo del alma, algo irremplazable, no volvieron a ser los mismos.
Toshinori creía que tal vez estaba maldito, y que poco a poco seguiría pasándole cosas malas, incluso trató de dejar su puesto como alfa de la manada y que otro tomara su lugar. Pero eso no ocurrió, porque a pesar de todo lo que había pasado, los demás seguían creyendo en él.
Toshinori no fue el causante de ninguna desgracia, al contrario, el trató de arreglar las cosas aún en momentos críticos y resolverlos lo mejor posible.
Se dió cuenta de algo muy importante en ese momento, él no podría salvar de todos cuando hubiera problemas, solo podría con los que estaban a su alcance, pero entonces se volvería más fuerte para poder hacerlo. Sería más fuerte para salvar y ayudar a todo quien lo pudiera necesitar, no perdería a más nadie de su manada de esa forma.
Se hizo esa promesa en nombre de sus fallecidos amigos y su pequeño desaparecido.
...
Por otro lado, un pequeño Izuku temblaba en el agua tratando se sostenerse con fuerza del tronco al cual se agarraba para mantenerse a flote.
Estaba cansado, el agua aveces se ponía fría y otras muy caliente.
—¡P-papá, Mi-rio, Mamá!... alguien.- trató de llamar con su débil voz a quien fuera, pero no apareció nadie.
No supo cómo había llegado a esa situación, solo recuerda que había salido junto a su hermano y el Omega mayor, después todo se volvió un caos de fuego y humo.
Recuerda haber estado corriendo, y un gran árbol cayó lleno de fuego haciéndolo caer hacia atrás, después de eso perdió de vista a los que estaban con él, trató de huir de fuego y terminó cayendo por un pequeño acantilado al río.
Tal vez el río no era muy grande, pero si era profundo y fuerte, trató de mantenerse a flote lo mejor posible, no sabía nadar bien aún.
Y la corriente terminó por arrastrarlo y lo golpeó varias veces con los escombros que cargaba, al final se aferró a un tronco de árbol quemado que por fortuna flotaba.
Fue golpeado varias veces más mientras el agua se lo llevaba, se sentía cansado y el cuerpo le dolía, además de que no sabía en donde estaba y el agua comenzó a ponerse muy fría.
Se iba a desmayar en cualquier momento y no podría saber en donde estaba. Su cuerpo entró en modo de supervivencia y cambió a su forma de lobo para mantener más el calor, el cuerpo humano era más débil ante el frío que su forma lobuna.
Enterró lo mejor que pudo sus garritas en la corteza del tronco para no soltarse, no supo en donde terminó, pero con sus pocas fuerzas pudo ver qué quedó atrapado a la orilla del río y una figura pequeña se acercaba hasta él.
Lo último en divisar antes de perder la conciencia fue una melena blanca y par de ojos rubí que lo miraban asustados y preocupados por partes iguales.
(...)
Lo siento pero así fueron las cosas(?
Para animar un poco el lugar, háganse una imagen mental sobre un izu-bebé siendo perseguido por una malvada ardilla, mientras un Tama-bebé colgaba de la rama de un árbol llorando por no ser el siguiente, y mientras un miri-bebe corría tras de de Izu tratando de protegerlo de la ardilla.
Fue muy gracioso en mi cabeza xDxD
Alguna pregunta??
Espero hayan tenido pañuelos a mano.
Comenten compartan y voten.
Hasta la próxima.
Zaorycast. ✨✨
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