Trece
Narra Oliver.
—Leny debes calmarte, por favor —pido con una pequeña sonrisa plasmada en mi rostro—. No puedo ayudarte si no te entiendo.
—Sí… yo… yo sé… pero… pero —cada palabra iba acompañada de un hipido y yo no entendía absolutamente nada.
—¿Qué tal si me pasas a Carlos? —sugerí.
—Sí —hubo movimiento a través de la línea y luego:—. Mande, señor.
Aún no me acostumbraba a las respuestas militarizadas de estos dos, pero debía hacerlo porque ellos estaban acostumbrados a esa forma y además eran clientes fijos.
—¿Qué es lo que está pasando?
—Bueno señor, estábamos usando nuevas cosas durante nuestros encuentros sexuales y hoy nos tocaba un plug anal —lo escuché respirar pesado a través de la línea, yo sostuve más fuerte el celular para poder escucharlo bien, a pesar de que su voz era fuerte y demandante—. Al principio todo estuvo bien, pero Leny se asustó y parece que presionó mucho, así que cuando traté de sacarlo no quiso salir.
Estaba por responder, pero mi hija apareció por el pasillo con su oso de peluche, un pijama rosa puesto y una cara de pesadez gigantesca. Le hice señas con la mano para que esperara unos minutos y ella respondió con un puchero, pero se quedó quieta y en silencio.
—¿Hay algo grave en la situación? —pregunté.
—¿Que no le quiera salir del culo no es grave? —preguntó a su vez.
—Me refiero a sangre, ¿Hay sangre? —él negó— ¿Se rompió alguna parte del Sextoy?
Vi como mi hija abría la boca ampliamente y negaba como reproche. ¿Desde cuándo sabía inglés?
—No, todo está en su lugar, solo no quiere salir.
Di gracias internamente porque la situación no era tan grave, yo no podía ir a su casa en las horas nocturnas y ellos se negarían a ir a un hospital de cualquier tipo sabiendo en la situación en la que se encontraban. Aún no asimilaban que estábamos en el dos mil veintiuno y que las personas que humillaban a los que pertenecían al grupo LGBT+ eran los que estaban mal y no ellos. Sus mentes seguían en la guerra, en el ejército y en lo rudo de sus entrenamientos.
—Vale, esto es lo que vas a hacer —le hice otra seña a mi hija y me enfoqué en mi trabajo—… dile a Leny que se ponga de rodillas en la cama… ok, que se incline todo lo que pueda hacia delante sin pegar la pelvis del colchón, ¿Listo?
—Sí, señor.
—Aplica alrededor del ano suficiente lubricante…
—Leny no deja de llorar —me interrumpió.
—No te preocupes, paso a paso, ya solucionamos eso —le tranquilicé—. Luego de que apliques el lubricante vamos a intentar calmarlo.
—Ya lo apliqué.
—Bien, besa lentamente su columna y háblale con pausa —indiqué—, si él no se relaja no vamos a poder sacar el plug.
—De acuerdo —el sonido se escuchó más ahogado, pero logré escuchar lo que decían—. Cariño, no tengas miedo ¿Vale? Si te relajas todo será más sencillo… ¿Crees que te haría daño? Todo lo que quiero es tu bienestar, porque…
Aproveché los segundos y me levanté del mueble para caminar hacia mi hija, ella me miró enfurruñada desde su baja estatura y yo sonreí con ternura al mirarla.
Sin detenerme, me incliné, la tomé por su pequeña cintura y seguí el camino hasta su habitación.
La acosté en la cama, y ella, al saber que hablaba aún por teléfono, no hizo ningún ruido.
—¿Señor? Listo señor —la voz de Carlos se escuchó más fuerte.
—Bien, masajea suavemente su espalda mientras con suma lentitud sacas el plug. ¿Está saliendo?
—Oh, Dios mío, sí, sí —festejó.
—De acuerdo, sácalo con cuidado para que no lo lastimes.
Luego de unos segundos en silencio, su voz se oyó relajada.
—Ya salió.
Sonreí.
—Excelente. Ahora trata de que ambos estén relajados siempre ¿De acuerdo? —aconsejé.
—Sí, señor. Muchas gracias.
—No hay de qué.
Colgué y me enfoqué en la enfurruñada pequeña que había a mi lado.
—Has dicho una mala palabra —me regañó. Yo, al saber que no había dicho ninguna mala palabra, dejé el teléfono en la cama y me quité los zapatos para relajar mis pies.
—¿Cuál, cariño?
—Dijiste sex y eso significa sexo en español —su voz de niña consentida a veces me crispaba de nervios, pero en estos momentos la amaba demasiado.
—Si así fuera el caso, entonces tú también has dicho una mala palabra —le acusé divertido.
Ella me miró con los ojos levemente abiertos y la boca cerrada con fuerzas, apenas dándose cuenta de su error.
Frunció el ceño.
—Es direfente —se excusó.
—La palabra es diferente, Andrómeda; y no, no lo es —la miré—. ¿Quién te ha dicho que sexo es una grosería?
—La novia de tío Sebas.
—¿Y entonces mi trabajo es malo?
Andrómeda era una niña de apenas cinco años, pero yo nunca esperé ser padre, tampoco se podía esperar las mejores enseñanzas de mi parte. Si una persona de mente sumamente abierta tiene un hijo, el resultado sería Andrómeda.
Entonces que me dijera que alguien extraño (aún no conocía a la novia de mi hermano) le había corregido una de mis enseñanzas, me cabreaba, porque yo no me esforzaba criando a mi hija para que otro la viniera a confundir.
—No, papi, pero ella me dijo que no dijera esa palabra.
—¿Por qué te dijo eso? ¿Qué le habías dicho? —acaricié su cabello al verla somnolienta.
—Estábamos solas en el cuarto de tío Sebas y ella estaba hablando con sus amijas —me miró extrañada y luego negó—… amigas papi, amigas… y les dijo que el sexo con tío era malo, y yo le dije —alzó sus dos bracitos para hacer como si no entendiera—: Escarlett, el sexo no es malo, mi papi dijo que es algo natural del ser hunamo… no, así no es… humano, papi, es humano. Y ella me dijo: no digas esa palabra, es mala y no puedes escuchar conservaciones anejas… y ya.
Culminó alargando la última letra, y frunciendo el ceño en una mueca inocente.
—Mi niña, no son conservaciones anejas, es conversaciones ajenas, que sería una charla dónde no estás incluida ¿De acuerdo? —ella asintió— Y algún día, pequeño universo, entenderás las cosas por ti misma, verás todo con tus propios ojos y…
—Papi, yo veo todo con mis propios ojos —interrumpió.
—Sí, cariño, pero es una forma de decir. A ver, me refiero a que le darás significado a las cosas por tu cuenta; te he dicho que el sexo no es malo, porque no quiero que lo veas así, pero quizás, cuando seas grande, guapa y fuerte como tu querido padre, quizás lo veas como algo atroz y pecaminoso —tomé sus manos con las mías—. Cuando seas una mujer, quizás las verduras que comes por mí, las comas por ti misma, por querer estar más saludable. Y entonces, sin importar nada, yo te querré, seguiré siendo tu padre y estaré orgulloso de que hayas conocido al mundo con tus propios ojos.
—¿Tú conociste el mundo con tus ojos, papá?
—Por supuesto, ahora me toca ayudarte a ti, eres mi pequeña.
—También debes ayudar a Laura, papi —murmuró casi dormida.
—¿A Laura? ¿Por qué?
Una sensación extraña se presionó en mi pecho al pronunciar su nombre.
—Porque ella todavía no sabe comer —susurró mientras se le cerraban los ojitos—, quizás nadie le enseñó, papi.
—Es cierto. No lo había pensando.
—Es que no piensas… mucho… en chicas…
—Tú eres mi chica —la miré dormir—. Te amo.
Y así se hacía señores, ¿Cómo dormir a una niña de cinco años por las noches? Haciéndole conversaciones profundas para agotar su mente hasta que el sueño la venza. Ya me consideraba todo un experto.
Sin hacer demasiado ruido, tomé el teléfono, mis zapatos y salí de la habitación, dejando la puerta abierta y la luz de la lámpara encendida.
Mientras me desvestía para tomar un baño y luego dormir, sopesé la idea de escribirle a Laura, pero no estaba tan convencido. No quería ser pesado y mucho menos hacerla sentir presionada de alguna manera; ella tenía novio, según y que lo amaba, y hasta estuve casi convencido cuando me confesó que había tenido su primera vez con él.
¿Que si me cabreé cuando me dijo que fue luego de que yo la mojara? Por supuesto.
¿Qué si me cabreé cuando me dijo que el tipejo ni siquiera la había hecho disfrutar? Claro.
Y de verdad tuve la necesidad irrefrenable de invitarla a casa y sustituir esa mala experiencia por unas considerablemente mejores, pero Laura no era de esas chicas, y yo no pensaba hacerla cambiar, aunque aún tenía muchas ganas de enseñarle varias cosas.
Luego de bañarme y ponerme algo cómodo, me acosté mirando el celular, para al final desistir de la idea y dejarlo en la cómoda. La respetaría y le daría su espacio.
Es lo que pensaba hacer, por supuesto, pero me llegó su mensaje:
“Buenas noches, Oliver. Espero que sueñes conmigo”.
¿Ahora cómo le daba su espacio? Si tenía tremendas ganas de consumirla entera.
***
¿Como conseguir a un señor sexo en tu life? Recomendado la historia a tus preciosos amigos y también a extraños.
¡Arriésgate a conocer al amor de tu vida mientras recomiendas!
Yo digo que está para libro de wattpad ¿Qué opina el público?
"Estaba como todos los días leyendo en wattpad, una de mis escritoras favoritas pidió que recomendaran su libro y no me pude negar a su petición; como no tenía muchos amigos lectores decidí mandarles el link a distintas personas que no conocía.
Creí que todo quedaría ahí, que nadie respondería, pero tendría la satisfacción de que había ayudado a Mai, hasta que un mensaje llegó a mi dispositivo, un mensaje que me cambiaría la visa... la vida, perdón..."
¿Ustedes que opinan? Yo digo que tiene potencial.
¿Qué tienen que decir de Señor papi sexo? ¿Se queda o se va?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro