Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Seis


Teniendo el celular en una mano, pegado a mi oreja, parada frente al espejo y con el cuerpo temblando extasiado, llevé la mano izquierda hasta mi vientre. Estaba temblando demasiado, quise creer que se debía a los nervios y no al mayor deseo que había sentido en mi vida.

Acaricié con mis dedos la piel pálida y suave de mi vientre, me miré fijamente mientras hacía esto, y luego con más decisión terminé el recorrido hasta mis pliegues. Un jadeo entrecortado salió de mis labios; tenía la respiración contenida mientras deslizaba mi dedo medio de arriba hacia abajo, esparciendo la vergonzosa humedad que salía de mi orificio vaginal.

—¿Laura?

La voz de señor sexo me hizo cerrar los ojos y apretar las piernas, tratando de detener la excitación que me recorría entera.

—¿Podrías hablarme? —pedí y luego añadí:— Por favor.

Sí, yo... Laura, Dios... Me tienes como crío de secundaria.

Sonreí suavemente, sintiendo su voz en mi oído y mis dedos acariciar mi clítoris.

Había una presión en mi centro, si apretaba mis piernas, jadeaba desvergonzada.

Cuando deslicé un dedo dentro de mí, arrugué el entrecejo por el dolor, aún no me acostumbraba a esto, apenas lo hacía dos veces al mes o poco más, y nunca había podido meterme ni siquiera un dedo completo. Quería suponer que era por mi virginidad, lo que me hacía temer a la hora de perderla.

Si no me entraba un dedo...

—¿Por qué te tengo como... un crío? —pregunté en un susurro.

Porque ni siquiera sé qué decirte, escucharte jadear me dejó noqueado —sonreí—. Pero te lo juro, quisiera estar ahí... tocarte yo mismo, ¿Quieres saber cómo?

—Sí —no dije, gemí.

Bien, te besaría. Te besaría demasiado, hasta que estés cansada o lo suficientemente excitada para que mis dedos entren en ti sin hacer esfuerzo, hasta que tu humedad sea tan insoportable que tus paredes me succionen —yo jadeaba sin control mientras me frotaba con velocidad el clítoris—. Lamería tus senos, los mordería... de solo imaginarlo me pongo duro, carajo.

Introduje dos dedos en mis pliegues cuando uno no fue suficiente para abarcar mi sexo. Estaba tan hinchada y palpitante que un solo dedo era insuficiente para rodear toda mi extensión. Me estaba frotando tan rápido que mis jadeos eran un concierto en vivo de dos gatos maullando; quería alargar el inevitable orgasmo, pero estaba tan a punto que decidí seguir como iba, hasta poder llegar a dónde tenía que hacerlo.

—¿Estás duro? —pregunté sorprendida. No me mal entiendan, antes había excitado a varios chicos, y más que todo a mi novio, pero él era señor sexo. Y señor sexo es señor sexo. Alguien fuera de mi alcance.

—¿Quieres que te diga que estoy duro? ¿Qué me va a explotar en los pantalones? —hice un sonido con la boca en afirmación— Ay Laura, desearía poder hacer lo que haces tú en este momento y liberarme escuchando tus jadeos, no sé cómo voy a hacer para disimular esta erección en los pantalones, pero ambos estamos de acuerdo en que me debes una.

—¿Te debo una? ¿Por qué?

Mis rodillas se doblaron cuando el cúmulo de placer se amontonó en mi vientre, y tuve que abrir más las piernas para mantener el equilibrio.

Porqué te creí inocente e inexperta, eso me hiciste creer tú —contestó—, pero esta chica que chilla de placer al oído de un desconocido es mejor que cualquier fantasía que haya creado.

No pude contestar algo coherente porque lo que salió de mí fue un gemido ahogado seguido de muchos jadeos. El cúmulo de placer se expandió por todo mi cuerpo haciéndome palpitar entera; mi vientre, mis mejillas y mis dedos estaban quemando. Y mis ojos se sentían húmedos y pesados a pesar de que mi reflejo solo mostraba unos ojos muy brillantes.

¿Qué hice?

—Dios mío...

Uy, no, no, Laura. Dios no tiene nada que ver aquí.

—Mierda...

Estoy intuyendo lo que viene...

—No puede ser...

Sí puede ser, y fue.

—Debo colgar.

Lo sé.

—Yo...

No tienes que decir nada —contestó—. Esto lo veía venir desde el principio.

—Lo siento.

Vale —habló tranquilo y yo solo colgué.

¿Qué podía hacer? ¿Quedarme a hablar con él luego de masturbarme mientras lo tenía al teléfono? ¿Qué le decía? ¡Hey, señor sexo, me encanta dedearme mientras me hablas! Por supuesto, eso le diría. Se lo diría si fuese otra persona, una más pervertida y sociable; pero no, era yo, Laura, una chica retraída, insegura, con una mejor amiga como definición de su vida social, un novio MUY respetuoso que ni la toca, y una abuela que era como esas vecinas que nadie soporta, ¿Pervertida? ¿Sociable? ¿Promiscua? Sí, no era nada de eso, mi vida sexual se limitaba a ver a algunos perros callejeros cuando iba a la universidad. Y eso, definitivamente era muy vergonzoso.

Entonces no podía pretender algún cambio de un orgasmo a otro, porque primero, no lo conocía; segundo, no sabía hablar bien con nadie que no sea Lucero; y tercero, estaba demasiado confundida con lo que estaba sintiendo como para poder articular algo coherente a la línea telefónica de señor sexo. Lo que mejor podía hacer en este momento era hablar con mi mejor amiga.

Pero antes de poder siquiera marcar su número y salir del baño, mi teléfono empezó a sonar con el tono de llamada que le había puesto a Aarón: Perfect de Ed Sheeran.

Si antes estaba sudada, ahora estaba chorreando agua salada, como si de un manantial se tratase. ¿Cuándo apagaron el aire acondicionado?

—¿Hola? —contesté suave.

Mi amor ¿Cómo estás? —su voz grave, pero pacífica me hizo suspirar nerviosa.

—Muy bien y ¿Tú? ¿Qué sucede?

No quería sonar brusca, pero Aarón no me llamaba a estas horas porque se supone debería estar trabajando.

—¿No puedo llamar a mi novia hermosa? —preguntó meloso.

—¿Sí? —dudé— ¿No deberías estar trabajando?

Así es, pero me sentía un poco mal y me dejaron regresar a casa. ¿Dónde estás?

—En el baño ¿Por qué? —mi respuesta fue rápida y asustadiza. ¿Y si me descubría?

Pensaba ir a tu casa en unos minutos, ¿Puedo?

Dios mío.

—¿A mi casa? —agarré la ropa del suelo mientras hablaba y salí del baño desnuda— Mi... mi abuela está en casa... y sabes cómo se pone.

Ya hablé con tu abuela —contestó rápido.

Detuve mi andar abruptamente.

—¿Qué?

Que ya hablé con tu abuela, Laura. Me dijo que te ibas a ver con alguien y que no te dejó salir —confesó—, ¿Puedo ir a tu casa para que lo hablemos?

—Aarón...

Por favor —rogó. ¿Cómo le decía que no? Era mi novio y el chico al que amaba, carajo.

—De acuerdo, te espero aquí.

Unas cuadras y estoy allá.

—¿Cómo que unas cuadras...? —intenté preguntar, pero ya había colgado.

Dejé el celular en la cama y procedí a vestirme. Ni siquiera tenía la camisa bien puesta cuando la puerta de mi habitación sonó, y la voz de Aarón se escuchó luego.

¿Qué hacía ahora?




Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro