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Mis parpados pesaban y mi cabeza daba vueltas.

Lentamente, sabía que estaba empezando a despertarme de lo que parecía un profundo descanso.

Mi mente comenzó a actuar cuando mis ojos divisaron el sitio donde me encontraba.

«¿Dónde estoy?», me pregunté encontrándome todavía un poco soñolienta.

Intenté ponerme de pies, pero extrañamente mi cuerpo no se movió.

Me sentía débil y empezaba a tener algo de hambre.

La habitación no era oscura, sin embargo, tampoco se hallaba bien iluminada.

Algunas goteras caían del techo captando mi atención en pocos segundos.

«¿Dónde estoy?», volví a preguntarme.

Mi cabeza seguía doliendo y algunas partes de mi cuerpo también lo hacían.

«¿Qué me sucedió?», me consulté esta vez sin obtener una respuesta.

Intentaba recordar, pero no podía.

«¿Por qué no puedo?» Tampoco obtuve una contestación.

Cerré mis parpados, y con dificultad acaricié mis sienes intentando dispersar el dolor.

Bajé la mirada observando mi atuendo.

Cargaba una bata blanca y encima de mis piernas se encontraba la posible vestimenta que tenía puesta antes de ingresar a ese sitio.

Empecé a toser inevitablemente al sentir mi garganta picar. La rasqué con mis uñas después de acabar.

«¿Tomé algo?». Otra pregunta sin respuesta.

Mi garganta picaba y mi cuerpo no tenía la energía necesaria para moverse correctamente.

De manera repentina escuché unos pasos dentro de la antigua casa y mi cabeza se giró por instinto tratando de descifrar quien era la persona que se acercaba a mi ubicación.

Fruncí el ceño esperando demostrar una mala actitud, pero mi corazón latía tan rápido que me hacía sentir con miedo.

La puerta se abrió y la persona ingresó.

"Bienvenida de regreso."

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