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"¿Quieres venir con nosotros?"

"No, gracias. Estoy bien aquí", dije con una falsa sonrisa.

Ella me miró dudosa e hizo una mueca en sus hermosos labios.

"Ve. Estaré en el mismo lugar cuando vuelvas."

Suspiró e inclinó sus rodillas para estar a mi altura.

Me encontraba sentada en una de las gradas después de acabar con el ejercicio físico.

"¿Qué sucede?"

"¿De qué hablas?", le pregunté confusa.

Su ceño se arrugó ligeramente.

"No creas que no he notado esa expresión de cansancio en tu rostro."

«Se dio cuenta». No había dormido en toda la noche por los gritos de las personas con las que vivía.

"Estoy cansada." De nuevo sonreí forzosamente a la vez que recordaba cosas desagradables. "Sólo necesito descansar."

Ella se colocó de pie y me miró desde arriba.

"Está bien. Volveré rápido", avisó y bajó los escalones. Una vez abajo gritó: "¡Vendré por ti! ¡Si te encuentro dormida te juro que dibujaré algo en tu rostro!"

Me reí ligeramente y la vi desaparecer de mi vista con los demás. En ese momento, agradecía que el lugar quedara sin un alma.

Bajé mi cabeza sintiéndome... realmente cansada.

Miré mis manos con mis ojos apagados.

«¡¿Qué carajos contigo?!». Empecé a recordar. «¡¿Acaso crees que estoy jugando?!» Aquellos gritos resonaban claramente en mi cabeza.

«¿Por qué...?», pensé. «¿Por qué tengo que pasar por esto?», me pregunté.

Lentamente tragué saliva y agarré un poco aire.

Me sentía vacía, cansada y sin ganas de respirar.

«Mi bella luz...» Una ligera sonrisa se dibujó en mis labios. «Eres tan preciosa...»

Me encantaba. Ella me gustaba mucho y deseaba darle todo lo que no tenía: Amor y compañía.

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