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Mis parpados se abrieron con lentitud.

Estaba consciente de que me estaba levantando de un profundo descanso.

Logré sentarme en lo que parecía una cama y conseguí que mi visión se aclarará.

«¿Dónde estoy?», me pregunté.

Coloqué una mano en mi cabeza al sentirla pesada y adolorida.

Seguidamente, sentí un líquido espeso en una zona cercana y lo toqué con cuidado sin necesidad de lastimarme de más.

Al mirar mis dedos me sorprendí de la tonalidad roja que los cubría.

«¿Me he lastimado?», me consulté. «¿Cómo?» Otra pregunta sin respuesta.

Empecé a contemplar mi alrededor en busca de alguna, pero al no encontrarla me puse de pies con la poca fuerza que tenía.

Caminé con cuidado de no caerme y llegué a una de las mesas de madera que se encontraban.

Apoyé mis manos a los costados e inhalé y exhalé varías veces tratando de recuperar el aire perdido.

Me había cansado mucho por moverme.

Mi ceño se frunció al ver una hoja y sin dudar lo tomé.

«No puedo leerlo», me dije en el momento que pude divisar mejor las letras.

Dejé a un lado el papel sin importarme que se cayera por la leve brisa que entró.

Imprevistamente, mi cabeza se volteó por instinto al escuchar gotas de agua caer al suelo de manera.

Me acerqué, pero me tropecé y caí causando un gran ruido.

"¡Argh!", exclamé con dolor.

Con dificultad tomé asiento en el suelo a un costado de la cama.

Bajé la mirada notando que tenía puesto una bata de color blanco.

La levanté descubriendo mi desnudez y unas marcas moradas en mi cuerpo.

«¿Golpes?», me dije confundida. «¿Alguien me golpeó?», me pregunté aún más extrañada.

Unos pasos aproximándose hicieron que girara a ver de dónde provenían.

Alguien estaba acercándose y fruncí mi ceño para no demostrar debilidad.

La puerta se abrió dejando ver a aquella persona.

"Bienvenida de regreso."

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