E
[Jimin]
Dos meses llevaba en este maldito infierno.
"Exagerado"
Vale, quizás no era un infierno, pero se sentía como tal por el simple hecho de no poder ver a Jungkook. Todos los días, nada más terminar mis clases, subía a mi cuarto –individual, por cierto, y gracias a Dios – y esperaba a que él llegara de las suyas para hacer video llamada. Siempre que aparecía con esa sonrisita suya en la pantalla de mi portátil, inconscientemente terminaba sonriendo yo también, me era imposible esconder la felicidad que me proporcionaba ese mocoso.
"Quedan un mes y tres días para verle"
Sí, ese era el tiempo exacto que faltaba para poder reencontrarme con él, pues para mi desgracia, no había podido escaparme en ningún fin de semana. Al parecer estaban prohibidas las salidas a excepción de que te recogieran tus padres en dirección, y como era obvio, los míos no iban a venir, aunque si era verdad que mi madre me llamaba frecuentemente para ver que tal me iba en la escuela.
De hecho ahora mismo acababa de hablar con ella y me había informado de que intentaría conseguir un permiso para salir aunque fuera a los alrededores del internado en los fines de semana.
Y eso, muy a mi pesar, sabía que era tentar al peligro. Tenía claro que a la mínima que me dejaran poner un pie fuera de aquí, iría directo a ver a mi pelinegro aunque perdiera todo el curso en el camino. Incluso ahora, caminando por el campus, no podía dejar de pensar en miles de formas diferentes para salir de aquí.
- ¡Park! –una voz me llamó a lo lejos. Era un chico del campus, creo que compartía varias clases con él, aunque no lograba recordar su nombre. – Hay un chico buscándote en la entrada.
- ¿Eh? –fruncí el ceño confundido pero no pedí explicaciones, después de todo era sábado, no podía salir del centro y tampoco tenía nada mejor que hacer, así que esa inesperada y probablemente equivocada visita, era mi mejor opción para pasar el rato. – Gracias por avisarme... –dejé su nombre en el aire, más que nada porque no me lo sabía.
- Niel –respondió suspirando.
- Niel –repetí por inercia, antes de sonreír educadamente y marcharme a paso lento.
A medida que caminaba iba creando pequeñas suposiciones de quien podría ser, obviamente en caso de que no se hubieran confundido de persona, cosa bastante probable teniendo en cuenta las mínimas, por no decir inexistentes, opciones de personas que podrían pasar a visitarme.
Y cierto, no podía decir inexistentes, porque los enormes ojos negros que miraban con desconcierto a su alrededor, buscando algo, o mejor dicho, a alguien, me rompieron cualquier teoría.
- Kookie...
Primero me quedé estático, incapaz de dar un paso, asimilando la perfecta imagen que se mostraba ante mí. Llevaba una maleta en su mano izquierda y aún llevaba puesto el uniforme de mi antiguo colegio. Sus labios estaban entreabiertos, y tenía la mirada paseándose nerviosamente por todas las personas que cruzaban en salón principal. Se veía igual de tierno que lo recordaba.
Nada más reaccionar, fui corriendo, pillándole por sorpresa y asustándole, pero ni siquiera le di tiempo a que me insultara por el inesperado asalto, pues fui directo a sus labios, abrazándole y besándole de la única forma que podía expresar en este momento, haciéndole saber todo lo que le había extrañado. Ni siquiera me molestaba que nos mirasen, que susurraran a mi alrededor, para mí ahora todos los demás no existían.
- A-ah, Jimin, me a-asfixias... –se quejó con vergüenza cuando liberé sus labios, apartándose unos centímetros pero sin soltar el extremo de mi jersey, el cual había terminado agarrando durante el beso. Me quedé mirándole con una sonrisa de idiota en la cara, de enamorado, y lo mejor de todo fue que me la correspondió. – Sorpresa –añadió finalmente, destacando ese particular brillo en sus ojos.
- Te he echado de menos –respondí sin poder dejar de sonreír, de mirarle con adoración, sin soltar su cintura estrechándole hacia mí.
- Por eso vine.
- ¿Y el colegio? ¿Y tus padres?
- Mejor vayamos a tu cuarto y te lo explico más detenidamente –se acercó a mi oído y murmuro con nerviosismo –Todos nos está mirando.
-Tienes razón.
Reí y agarré su maleta, la cual había caído al suelo durante el abrazo, y pensé en lo poco que me importaba ser el centro de atención en este momento, convertirme en el rumor del campus o el nuevo cotilleo.
+++
Cerré la puerta mi espada, sin necesidad de echar el pestillo ya que era necesario abrir con llave desde fuera, así que no había riesgo de que nos interrumpieran. Cuando me giré, me encontré con la adorable imagen de Jungkook sentado en mi cama, observando curioso su alrededor.
- ¿Qué te parece?
- Yo le pondría algún póster de Iron man –se encogió de hombros y yo reí, haciéndome un hueco a su lado y besándole inconscientemente la mejilla. Ahora que lo tenía a mi lado, no podía evitar querer tocarlo en todo momento, como cerciorándome de que era real. – ¿Te sorprendió verme? –preguntó ávido, con los ojos abiertos de par en par, como un niño ansioso por ver sus planes marchar cumplirse a la perfección.
- Mucho –Reí y volví a asentir, acariciando el torso de su mano. – ¿Y bien? ¿A qué se debe esta maravillosa sorpresa?
- Es el viaje de fin de curso y me las ingenié para hacerles creer a mis padres que estoy ahí, y al colegio de que no me autorizaron a ir.
- ¿CÓMO? –Pregunté impactado, incapaz de creer de que ese cacho de pan que tenía delante, estuviera mintiendo de forma tan descarada a su propia familia y profesores.
- No fue muy difícil.
- ...
- Hasta tengo el supuesto dinero que iba a costar el viaje. Parte me lo gasté en el tren hasta aquí, pero aún me queda bastante.
- ...
- ¿Jimin? –ladeó la cabeza y agitó una mano frente a mis ojos, intentando hacerme reaccionar. – ¿Sigues ahí?
- Pe-pero, t-tú... y... c-cómo...
- ¿Qué pasa?
- ¡Que te pueden expulsar y castigar de por vida como te pillen! –exclamé irritado, asustándome de solo pensar en las consecuencias que podrían acarrearle al pelinegro si las cosas salieran mal. Él dobló su labio inferior y soltó mi mano, alejándose unos centímetros, mirándome con lástima y culpabilidad.
- ¿E-estas enfadado?
- N-no, pero... –suspiré y pasé mis manos por el pelo con frustración, intentando calmarme. Relajé los hombros e hice un gesto para que se acercara de nuevo, tendiéndole mi mano. – Anda, ven aquí. –lo hizo inmediatamente, titubeando en el proceso y mirándome con recelo, como si temiera que yo volviera a saltar de un momento a otro. Le rodeé con mi brazo y acerqué más a mí, disfrutando inmensamente de su cercanía. – Si te descubren diré que yo te obligué, que te hice chantaje, amenazándote con mandarte a alguien a pegarte una paliza si no venías.
- ...
- ¿Sí?
- Pues obviamente no.
- Oye mocoso, harás lo qu-
- Nadie se creería eso. –sonrió y se abrazó más a mí, ahora siento él quien besaba tiernamente mis mofletes, abrazándome con fuerza en el proceso. – Además, de todas formas no me van a pillar, así que no te preocupes.
- ¿Cuántos días dura el viaje?
- Seis.
- ¿Y pretendes quedarte viviendo en mi cuarto todos ellos?
- S-sí, si a ti n-no te importa...
- Claro que no me importa, idiota. –me puse en pie y dirigí al armario, comenzando a hacer hueco en él y de paso buscar uno de los cuatro conjuntos de uniformes que ocupaban parte del espacio. Saqué uno y lo levanté, mostrándoselo aún colgando de la percha. – ¿Crees que te valdrá? Con él puesto pasarías inadvertido, quizás hasta puedas colarte en el comedor.
- Me quedará corto.
- Te quedará perfecto, cállate –respondí molesto por su alusión a mi altura, tema que siempre usaba para reírse de mí. – Lo volví a colgar, rezando internamente para que sus palabras, cargadas de verdad, no fueran tan notables una vez lo llevara puesto, y volví a sentarme junto a él. – Gracias por venir a verme.
- Te echaba mucho de menos. –abrazó mi brazo, haciéndome incapaz verle el rostro, y se recostó en mi hombro. – Mucho mucho mucho muchísimo.
- ¿Tanto como yo a ti?
- Más aún.
- No lo creo –declaré sonriendo.
Y lo decía completamente en serio.
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