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Capítulo 36: Visita inesperada


[Jimin]

Sí, un baño relajante era lo que más necesitaba después de haber leído los mensajes de Eunwoo, pues estaba tan furioso que me debatía entre tirar las paredes a puñetazos o calmarme e intentar sobrellevar la situación sin heridos graves. Pero para mi desgracia, la vida la tenía tomada conmigo, y cuando apenas llevaba cinco minutos metido en la bañera, inundado en agua caliente, llamaron a la puerta. Fue solo un timbrazo, uno muy corto, pero resonó en el silencio de mi casa como lo haría un piano estrellándose contra el suelo.

Suspiré y salí de la bañera, colocándome una pequeña toalla para tapar lo necesario y decidido a soltarle cuatro cosas bien dichas a la persona que había interrumpido mi momento de relajación. De hecho aprovecharía para desahogarme con ella, que se jodiese por haberme molestado en estos momentos.

- ¿Qué mierda quie-

- Ho-hola Jimin...

Me interrumpí al ver ese rostro que tantos problemas me había dado últimamente, frente a mí. Estaba despeinado y con la respiración agitada, los labios entreabiertos y rojizos, como si acabara de correr una maratón. Sencillamente, se veía igual de apetecible que siempre.

- ¿Qué haces aquí? –pregunté de forma más brusca a la pretendida. Estaba sorprendido de verle, pues pensé que pasaría la tarde con el otro idiota.

- Dijiste que vi-viniera, y pu-pues yo...

- Anda, entra.

- Gracias... –murmuró mientras cruzaba la puerta cabizbajo, evitando encontrarse con mi cuerpo. Porque sí, cabe aludir que yo me encontraba únicamente con una toalla tapando lo esencial, y no me costaba percibir lo incómodo que se sentía Jungkook por ese motivo. – ¿Interrumpo?

- Iba a darme un baño.

- Oh, perdona, pu-puedo irme si quieres...

- ¿Prefieres acompañarme? –pregunté con diversión, ladeando mi sonrisa al tiempo que acariciaba su mejilla, disfrutando de cómo se arrimaba a mi contacto. Era malditamente hermoso.

No dijo nada, pero tampoco hizo falta. Agarré su mano y comencé a andar en dirección al baño, cuarto que desprendía vaho por la alta temperatura del agua. Cerré la puerta a la espada de Jungkook y sonreí al verlo de pie, parado, incapaz de moverse o hacer algún movimiento por temor a estropear algo.

- Mi madre dice que es mejor ducharse, porque se ahorra agua y dinero. –Soltó de repente, seguro que por la presión del momento, lo que me causó gracia. Reí y comencé a desvestirme, o más a bien a deshacerme de la diminuta toalla. Jungkook intentó distraerse clavando su mirada en el suelo, evitando encontrarse conmigo.

- Es un baño para quitar el estrés, Kookie.

- ¿Estrés? –alzó la cabeza, mirándome con curiosidad. Yo ya estaba en el interior de la bañera, recostado con ambos brazos en los laterales. – ¿Estás estresado?

Asentí entre amargas risas. Estresado era poco en comparación con lo que este chico me hacía vivir. Confusión, agobio y auto represión eran las palabras que destacaban en los últimos días de mi vida, claro que todas ellas se compensaban al poder disfrutar del pelinegro. Solo por él aguantaba esta situación, porque no podía ni quería dejarle.

- Mucho, Jungkookie.

- ¿Puedo preguntar qué te estresa?

- Mejor no –sonreí, disfrutando de leve puchero de decepción que ocupó inconscientemente sus labios, y mordí los míos propios, disfrutando de esa escena. – ¿No piensas acompañarme?

- ¿E-eh? –me miró confundido, sin saber a lo que me refería, hasta que al cabo de los segundos cayó en la cuenta, tiñendo todo su rostro de carmesí por la vergüenza. Tuve que reprimir el impulso de cogerle yo mismo y meterle. Lo que os decía, represión constante. – ¿Qui-quieres que entre contigo?

- Eso mismo.

- ¿De verdad puedo?

- Si te quitas antes la ropa, sí –respondí riendo, sin saber el peligro que llevaban mis palabras hasta que comenzó a desvestirse.

Empezó deshaciéndose de los zapatos y calcetines, colocando ambas prendas junto a la pared. Luego siguió con los pantalones, deslizándolos lentamente por aquellos blanquecinos y tan apetecibles muslos. Yo me lo comía con la mirada, sintiendo como me ponía duro con cada segundo que pasaba, pero es que era imposible controlarme con tal espectáculo. Cada vez que iba a colocar una prenda junto a los zapatos, se agachaba, dejándome unas perfectas vistas de su trasero.

Y finalmente quedó desnudo, totalmente expuesto a mí.

- Entra –ordené con voz ronca, sin poder apreciar el gran regalo que me estaba dando el universo en ese momento.

Jungkook asintió tímidamente y se adentró en el agua, soltando un pequeño quejido al hacer contacto con ella, y no es que el mocoso fuera exagerado, es que el agua estaba realmente caliente, solo que yo ya me había acostumbrado. Fue a colocarse en el otro extremo pero le indiqué con un dedo que se acercara, cosa que él hizo sumisamente, con la cabeza gacha y las mejillas enrojecidas.

Cuando estuvo a pocos centímetros de mí, agarré su muñeca y de un tirón le hice caer en mi regazo, provocando que tuviera que apoyar sus manos en mi pecho. Levantó la vista, mirándome sorprendido, y aproveché para besarle, descargando toda esa frustración, todas esas ganas que le guardaba desde que me levantaba cada mañana.

- Ji-Jimin... –gimió contra mis labios, haciendo que yo mordiera el inferior de los suyos, atrayéndolo hacia mí y luego lo libera, dejándolo más rojizo y excitante que antes. – Antes dijiste que querías hablar de algo.

- No lo recuerdo.

- Por mensaje, en el móvil.

- ¿Cuándo Eunwoo te lo cogió? –asintió e hice memoria, aunque en el fondo no hubiera nada que recordar. Simplemente lo dije porque necesitaba estar con él, necesitaba que viniera, y aunque hablar también fuera una necesidad bastante prioritaria, no sabía ni que decir. Al final pregunté lo primero que me vino a la cabeza. – ¿Cómo lo has pasado estos días?

- Bi-bien –murmuró, bajando la vista.

- No fuiste a clase desde el martes –hizo un puchero, aún evitando mirarme, y le sujeté ligeramente la mandíbula para colocar nuevamente su rostro frente a mí. Le besé brevemente, con ternura, para terminara acariciando su mejilla cuando me aseguré de que no apartaría de nuevo la mirada. – ¿Fue por mí?

- Pe-pensé que me odiabas.

Sus ojos comenzaron a brillar, igual que los de un niño segundos antes de ponerse a llorar, y en esta ocasión no fue diferente. Las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas, encogiéndome el corazón por cada centímetro que empapaban su intacta piel. Se veía tan débil, tan indefenso y asustado que a quien odié fue a mí mismo por haberle hecho sentir de esa forma.

- No llores, Kookie –le abracé, atrayéndolo hacia mí, y él escondió su cara en la curvatura de mi hombro, rodeado mi cuello con sus brazos, con tanta fuerza que daba la impresión de no querer soltarme nunca. Temblaba con cada sollozo, siendo eso y mis palabras lo único que se escuchaba en el baño, acompañado del el pequeño chapoteo del agua con cada movimiento. – Jamás podría odiarte, ya te lo he dicho.

- Pe-pero yo soy tonto, e inútil y muy común. Cuando te canses de mí buscarás otro que te complazca hasta que SooJung quiera acostarse contigo, y-y me dejarás solo, y m-me gustas mucho...

- ¿Cómo? –le incorporé, volviendo a conectar mi mirada con la suya. – ¿En serio eso es lo que piensas?

¿Después de todo este tiempo el mocoso se pensaba que era solo un calentón? ¿Qué le iba a recoger todos los días a su clase para satisfacerme y ya está? ¿Qué no me importaba ni un poco?

"Es lo que has dado a entender con tu comportamiento"

Suspiré y volví a atraerle, apoyando su cabeza en mi hombro y acariciando lentamente su cabellera. Con el tiempo había aprendido que, junto a mis besos, ese gesto era uno de los que mejor conseguían tranquilizar y calmar al pelinegro.

- Nadie va a sustituirte.

- Hay muchas chicas mejores que yo.

- No quiero a otra chica, te quiero a ti, Jungkook.

- No me quieres, no puedes hacerlo porque eres heterosexual.

Solté una risa amarga, intentando no caer en depresión por lo que iba a contestarle, pero ya era hora. Tenía que aceptarlo o acabaría destrozándome por dentro.

- Jungkook, ahora mismo tengo lo mismo de hetero que de rubio.

- Pe-pero tú dijiste que...

- Me equivoqué en muchas cosas, supongo. Es algo más complicado de lo que parece a simple vista.

- ¿N-no soy solo un culo para ti? –preguntó sorprendido, deteniendo las lagrimas de inmediato y mirándome con esos ojos tan abiertos que parecían tres veces más grandes de lo normal. Estaba tan adorable que tuve que controlarme para besarle durante unos segundos y detenerme, pues mis instintos no querían que parase en ningún momento.

- Claro que no, bobo.

- ¿Y SooJung?

- Eso también es complicado.

- ¿Entonces te gusto?

"Más que nadie"

Y eso era lo que iba a responder cuando abrieron la puerta del baño, dejando mis palabras en el comienzo de mi garganta, incapaz de formular nada. Paralizado ante la persona que se encontraba frente a nosotros, mirándonos con la mandíbula desencajada.

- Ma-mamá...


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