Capítulo 35: Caigo con facilidad
[Jungkook]
De alguna forma, a pesar de que el que se encontraba duchando con su ropa en la lavadora a causa de los dos helados que hacía unos minutos habían caído sobre su cabeza, era Eunwoo, yo era quien más enfadado estaba de los dos.
- Jungkook, pásame la toalla.
- Cógela tú igual que cogiste mi móvil -solté de mala gana, cerrando la puerta del baño a mi espalda.
Es que aún no me creía lo que había hecho. ¡Podría haber visto mis fotos o mis conversaciones con Jimin! ¡ESO ERA PASARSE DE LA RAYA! Si no fuera porque me había servido de gran apoyo y esa misma mañana me trajo bombones, le habría pateado hasta quitarle el carnet de padre.
Suspiré y me dejé caer en mi cama con desánimo. En ese momento podría estar con Jimin haciendo quien sabe qué, que seguro que me encantaría, fuera lo que fuera, pero en su lugar me encontraba tirado en mi habitación esperando a que un idiota con aspecto de príncipe, saliera del baño.
¿Realmente hice bien al rechazarle? Cuando me propuso ir a su casa, yo ya estaba acercando mi pulgar a las teclas "S" e "Í", literalmente en mayúsculas, pero gracias a la mirada que me propinó Eunwoo, terminé cambiando mi decisión.
- Tu toalla me queda pequeña -declaró el culpable de que hubiera arruinado la cita en la que tendría el primer polvo de mi vida con el primer amor de mi vida. Le fulminé con la mirada y me giré, dándole la espalda. - Sigo sin entender porque te enfadas conmigo.
- ¡Porque miraste mis mensajes sin permiso! -exclamé, incapaz de hacerme el indiferente en esta situación. Nunca se me había dado bien eso de hacer el vacío a la gente, más que nada porque me alteraba con bastante facilidad.
- ¿Es por las fotos raras que te pide Jimin?
- ¿QUÉ? -me puse de rodillas frente a él, rebotando varias veces en el colchón por el impacto. No podía creer que Jimin le hubiera contado eso, era imposible. - ¿LAS VISTE? ¿TE LAS ENSEÑÓ?
- Ni siquiera me respondió que narices era esa cosa. Supuse que era una derp.
- ¡No es una derp, idiota! -grité sin pensar, sintiendo como acababa de superar un posible ataque cardiaco. Él me miró levantando una ceja, probablemente malpensando, y lo que era peor, acertando de lleno. El pulso volvió a acelerárseme y formé una cruz con mis brazos.
- ¿Qué clase de fotos le mandas, Jungkook?
- ¡Fotos derp, fotos derp!
- Entonces no te importará enseñármelas a mí.
- ¡Ni de coña!
Él rió, agarrando los bóxers que llevaba antes de incidente del helado. Lo único lavándose era su camiseta, así que la demás ropa podía reusarla al menos en lo poco que quedaba de tarde. Cuando estuvo con la prenda interior puesta, se deshizo de la toalla, dejándola perfectamente doblada sobre mi mesilla.
- Así que le mandas fotos guarras a Jimin...
Soltó sin pudor alguno, acercándose a mi cama con una divertida sonrisa en su rostro, como si yo fuera un niño y le pareciera gracioso mi comportamiento, aunque quizás lo que le producía risa era el color rojizo del que probablemente se había teñido toda mi cara. Se sentó en mi cama y yo me alejé, haciéndome una bola y tapándome las orejas con ambas manos.
- ¡NO HE MANDADO NADA, CÁLLATE!
- Jungkook, no hace falta que grites.
- ¡NADA DE NADA, LALALALALALALALALALALALALALA!
- Está bien, como tú digas.
- ¡SOLO ERAN FOTOS DERPS, SOLO ESO, DÉJAME EN PAZ!
- Que ya te he dicho que voy a hacer como que te creo, bobo. -seguí ignorándole, o bueno, más bien gritando incapaz de oírle en absoluto. Por eso cuando sentí un tiró de mi muñeca, apartando la mano de mi oreja, me sorprendí tanto que pegué un chillido de niño pequeño. - ¡Tranquilo, por dios!
- No mando fotos guarras -terminé declarando con orgullo, mintiendo en cada una de las sílabas.
- Como digas -respondió entre risas, dejando claro que no me había terminado de creer ni por un segundo. Suspiré y decidí dejar el tema de lado, percatándome por primera vez en la situación.
Eunwoo estaba solo en ropa interior, cogiéndome por la muñeca y a escasos centímetro de mi cuerpo. Los dos en la cama, en una casa sola. Y lo peor de todo era que no era nada desagradable a la vista, pues si su rostro era precioso, el cuerpo se igualaba de sobra. Decirme que me dejó embobado era poco.
- Jungkook
- ¿E-eh, sí? -respondí saliendo de poco en poco de mi ensoñación momentánea.
Para entrar en otra infinitamente más profunda cuando me besó.
Fue tan breve que apenas llegó a unos segundos, solo un roce. No se comparaba en nada a los besos que me daba con Jimin, esos que estaban empapados de deseo, erotismo y delirio. Este había sido tan dulce y suave que parecía irreal.
- Sal conmigo, Jungkook.
Pestañeé varias veces antes de poder procesar lo que acababa de esuchar.
Eunwoo me había pedido salir.
A mí.
El príncipe encantador acababa de pedir estar en una relación con el acosador, y lo mejor de todo que el acosador ni siquiera le acosaba a él, sino al villano del cuento.
- Pero a mí me gusta Jimin, ya lo sabes -terminé murmurando, incapaz de decir otra cosa.
- Y a mí me gustas tú. No me importa tardar un tiempo en hacer que le olvides.
- No voy a olvidarle nunca, Eunwoo.
Y esas palabras iban tan cargadas de verdad que no se a quien de los dos les hizo más daño escucharlas. Jamás borraría el recuerdo de su sonrisa, de sus ojos y las miles de expresiones que podían transmitir, de sus besos y caricias, de sus mensajes, palabras y constantes e inexplicables cambios de humor. Tenía a Jimin metido tan adentro que sabía de sobra que nunca llegaría a olvidarle.
- Siempre podemos intentarlo.
- Vas a perder el tiempo.
- Idiota, hasta cuando me tiras dos helados por la cabeza disfruto pasando ese rato contigo. No voy a perder nada porque me haces feliz.
Apreté mis manos en un puño y volví a hacerme bolita, solo que en esta ocasión cubriendo mi cabeza con la almohada. ¡ERA DEMASIADO VERGONZOSO! Definitivamente yo no estaba hecho para vivir escenas de este tipo. Creo que solo podría escuchar tales palabras de unos labios sin querer desaparecer, y por desgracia, no eran los de Eunwoo.
- ¡Eunwoo es bobo, lalalalalalalalalalalalalalalalalalala!
- ¿Estás tonto? -respondió entre risas, quitando la almohada de en medio y forcejeando hasta colocarse encima de mí, sujetando mis muñecas contra el colchón. - ¿No vas a responderme?
- ¡Eunwoo, te prometo que como sigas voy a morir!
- ¿Qué dices? Solo he dicho que me haces feliz.
- ¡LALALALALALALALALALALALALALALALALALALALALALALALALA!
- ¡Jungkook, no grites!
- ¡Eres un príncipe cursi y tu plan es matarme de vergüenza, no te dejaré! -exclamé cerrando los ojos, zarandeándome y poniendo todas mis fuerzas en intentar soltarme de su agarre, cosa bastante inútil.
Y volvió a besarme, callándome de inmediato.
Cuando se separó, me miró con una leve sonrisa surcando su rostro, con satisfacción y orgullo. Y mientras tanto yo no sabía qué hacer, solo quería salir corriendo y gritar y correr y volver a gritar más porque no entendía nada de lo que sentía en estos momentos.
- ¿Entonces aceptas?
Tragué saliva y miré a mi alrededor, inspeccionando hasta cada milímetro del techo en busca de alguna pista que pudiera indicarme la respuesta correcta. A mí me gustaba Jimin, si salía con Eunwoo solo le haría daño, además de que jamás sería mi primera opción. Le miré con tristeza, transmitiendo con los ojos lo que mis labios no podían decir, y él lo entendió.
- Pe-perdona...
- No te disculpes, bobo.
Sonrió y besó mi frente, pero se notaba en su mirada que ya no tenía el mismo ánimo de antes. Y todo se quedó en silencio. Mientras él se levantaba había silencio, también cuando terminó de vestirse. Incluso cuando me pidió educadamente una de mis camisas para poder volver a su casa, sentí el ambiente más silencioso de mi vida.
Y dolía.
Por nada del mundo quería hacerle daño, pero no debía jugar con él o sería peor. Yo, que experimentaba en carne propia el sentimiento de besar unos labios que no te corresponden, sabía de sobra de lo que hablaba. Eunwoo no se merecía eso.
- ¿Mañana hablamos? -me preguntó al otro lado de la puerta de salida, mirándome con una forzada sonrisa. Asentí débilmente y fui a cerrar la puerta, cuando sentí como puso el pie en medio para impedirlo. La abrió otro poco y se inclinó para besar mi frente. - Jimin no te merece.
Y se fue, dejándome con esas palabras rondando mi mente, incapaz de cerrar del todo la puerta.
Eso era cierto, Eunwoo tenía razón. A mis ojos, Jimin se merecía lo mejor del mundo, y era obvio que yo no lo era. Era egoísta por mi parte pensar que podría permitirme compartir su vida si la mía no valía ni una millonésima parte de la suya.
Porque soy débil.
Y por ese motivo, terminé corriendo por la calle en dirección de su casa.
Sí, definitivamente soy penoso.
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