
Capítulo 32: Príncipe encantador
[Jungkook]
Y por culpa de mi idiotez, ahora me encontraba en mi cama, enrollado veinte veces entre mis sábanas y mojando mi almohada por completo con mis lágrimas.
¡Fui un imbécil!
Un bobo, un estúpido y un niño que no piensa antes de hablar.
Y sí, con todo esto me refiero a cuando rechacé a Jimin en los baños de la escuela. Me asusté y no pude mentir, no pude asentir como siempre.
"Me dio a entender que prefería estar conmigo antes que con su novia"
Obviamente eso me dejó perplejo, incapaz de procesar otra cosa. Y por ello hice o que hice, aunque luego intentara arreglarlo inútilmente, pues cuando Jimin se enfadaba, era imposible razonar con él.
*Flashback*
Me temblaba el labio inferior, ni siquiera era del todo consciente de lo que acababa de hacer, de a quien estaba rechazando.
- ¿Eunwoo? –preguntó adoptando una seria expresión, frunciendo sus preciosos labios en una sola y finísima línea a pesar de el grosor de estos.
- S-sí, porque y-ya compró las en-entradas... –fui a seguir explicando pero me interrumpió, aunque tampoco era muy difícil hacerlo. Yo hablaba tan bajo que hasta el zumbido de una mosca habría conseguido opacarme.
- ¿Sabes qué? Me da igual. No me importa lo más mínimo. –Estaba enfadado, clavaba sus ojos en mí y jamás habían desprendido tanto odio y rencor. – No eres mío, puedes irte con él si quieres. Fue una idiotez proponerte tal cosa. –Se acercó y tragó saliva, permaneciendo a pocos centímetros de mi rostro durante varios segundos. Parecía que me iba a besar, daba la impresión de que se moría de ganas, de que lo haría de un momento a otro. Pero simplemente habló, soltando las palabras más dolorosas que escuché en mi vida.
"No me gustas"
Y salió de la cabina, dejándome solo, roto y con los ojos a punto de desbordar las incontables lágrimas que había estado reteniendo los últimos instantes.
*Fin de flashback*
Luego de eso le había mandado inmensidad de mensajes pidiéndole lo siento, arrastrándome hasta lugares imposibles para conseguir su perdón, retractándome y asegurando que cancelaría el plan del sábado para poder ir a su casa, pero no conseguía absolutamente nada. Definitivamente me había ganado el odio de Jimin de una vez por todas.
Y por eso estaba una mañana de sábado aún en la cama, sumiéndome más y más en una depresión.
Llamé a Eunwoo para avisarle de que no podría ir, disculpándome y alegando que estos días no me encontraba bien. Y era cierto. Desde el martes no había ido a clase ninguno de los siguientes días, hasta mi madre se había percatado de mi estado, aunque solo lo asociara a una bajada de tensión por el estrés.
¡Se me había roto el maldito corazón por vigésima vez desde que empezó el curso y nadie me entendía!
Con la diferencia de que ahora no tenía cura. Ahora tendría que vivir con los pedacitos incrustados en mis pulmones, haciendo que me doliera cada mínima respiración. El médico al que me llevaron no convalidó mis palabras, pero yo conocía mi cuerpo, sabía lo que sentía, y no mentía cuando aseguraba que mi corazón había sido destrozado por las palabra de Jimin.
- Cariño –un tono dulce se escuchó tras la puerta, la cual abrieron con cautela. Mi madre asomó lentamente la cabeza, mostrando una sonrisa que escondía preocupación. Yo ni me molesté en sonreír, no me quedaban fuerzas. –Como ya te dije, aún puedes venirte con nosotros.
- No voy a ir contigo y con papá a una exposición de arte moderno.
- Te vendría bien salir de casa, Jungkook.
- No tengo ganas.
- Pero hijo...
- ¡Que no quiero salir! ¡Déjame y cierra la puerta cuando te vayas!
- ¡Oye, a mí no me hables así! –ahí estaba de nuevo, la verdadera personalidad de mi madre. Creo que debí asustarme demasiado, porque inmediatamente volvió a colocar un suave tono y su dulce y fingida sonrisa. – Solo nos preocupamos por ti, ya lo sabes.
- Sí, pero te prometo que no quiero salir ahora.
"Ni ahora ni nunca. Me haré viejo en esta cama o moriré ahogado entre mis propias lagrimas"
Otra persona habría dicho que moriría de inanición, pues con la depresión habrían dejado de comer, pero en mi caso era todo lo contrario. Por desgracia cada dulce o bolsa de patatas que encontrara, terminaba en mi estómago. A este paso, si quería cumplir mis palabras deberían comprarme una cama más grande.
- Está bien –terminó cediendo mi madre, soltando un suspiro de cansancio. –Si necesitas algo llámanos y vendremos enseguida.
- Vale.
- Cenaremos fuera y volveremos sobre las once.
- Está bien.
- Y más te vale que cuando volvamos no te encuentre enganchado al ordenador o a tus videojuegos como de costumbre.
- Sí mami.
- Te quiero hijo –terminó declarando, acercándose a dejar un beso en mi frente. Era raro ver a mi madre cariñosa, por lo que supuse que debía verme muy mal. Yo le respondí lo mismo con un poco más de desgana y esperé impaciente a que se marchara. Nada más escuchar la puerta de la entrada cerrándose, me levanté con intención de comprobar mi aspecto y de atacar la nevera.
Pero al mirarme en el espejo de mi habitación casi me muero del impacto.
"¿Esa cosa de ahí soy yo?"
No es que estuviera feo, es que estaba demacrado. Parecía un cadáver en vida, un muerto viviente, un maldito zombie con una nariz destacable. ¡Estaba horrible! Unas increíbles ojeras destacaban en el show que se había convertido mi rostro, mi pelo parecía el de una escoba y juraría que estaba más pálido que de costumbre.
Rápidamente hice conteo mental de las personas que me habían visto estos últimos días, de aquellas que tuvieron que soportar mi desagradable aspecto.
"Y olor. Hueles asqueroso también"
Mandé callar a mi conciencia y comencé por mis padres. También me vio una vecina que se encontraba charlando amigablemente con mi madre cuando bajé a coger provisiones. Sí, comida, mucha comida. Me vio Taehyung todos los días, cuando venía a visitarme pensando que había cogido una enfermedad terminal.
"Y en esos momentos lo trataba de idiota. Realmente parece que voy a morirme, por dios. Tendré que disculparme con el pobre Tae"
Entonces solo me habían visto cuatro personas.
"Y un pájaro"
Cierto, y el pájaro que se posó el día anterior en mi ventana. Lo único que hizo fue despertarme con sus malditos piares, verme, y salir volando. Tampoco me molestó mucho, ya que eran las tres de la tarde y en breves terminaría despertándome yo mismo en busca de alimento.
Entonces eran cinco seres vivos con los que debía disculparme por haberles hecho presenciar tal desagradable imagen.
"O puedes olvidarlo y darte una ducha"
Decidí quedarme únicamente con la primera opción. Mis ganas habían llegado a números negativos, y lo que menos me apetecía en estos momentos era entrar en la bañera. Solo con pensar en el agua me entraban escalofríos.
Riiiing.
Mierda el timbre.
Me retractaba, lo que menos me apetecía en estos momentos era abrir la puerta.
Riiiiing. Riiiiiiing.
No lo iba a hacer. Quien quiera que fuese podía irse por donde había venido.
"Podría ser Taehyung..."
Cierto podría ser mi gran amigo Tae, así que definitivamente ni me acercaría a la puerta.
Riiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiing.
- Ya voy, ya voy –terminé declarando con abatimiento, bajando de mala gana las escaleras hasta el salón. El alien debió de escucharme, porque dejó de aporrear el timbre. Y sí, estaba completamente seguro de que era Taehyung, probablemente trayéndome una revista de ataúdes por mi inexistente enfermedad terminal. –Taehyung, no me voy a morir, solo me volví feo y repulsi...
- Buenos días Jungkook.
Eunwoo se encontraba frente a mí, con una elegante caja de lo que parecían bombones, en sus manos, y una radiante sonrisa de oreja a oreja, como si no acabara de casi romper el timbre de mi casa por todas las veces que lo había pulsado.
- ¿Puedo pasar? –me preguntó educadamente al ver que yo no reaccionaba.
- ¡No! –exclamé de inmediato, cubriendo mi cara. – ¡No puedes verme! –aún así entró, haciéndome cariñosamente a un lado y cerrando la puerta a su espalda. – ¡No te acerques o morirás de intoxicación! –le advertí aún con mi rostro oculto entre mis brazos.
- Jungkook, traje bombones.
Separé mis extremidades lo suficiente para que por una rendija pudiera entrever mejor la caja que ahora abría frente a mis narices. Solo con ese gesto caí rendido a sus encantos, prometiéndome a mí mismo vender mi alma al diablo si fuera necesario para probar esos chocolates.
Fui a acercarme pero retrocedí al instante.
- Espérame un momento.
Y salí corriendo en dirección a la ducha.
Me aseé, frotando por cada rincón de mi cuerpo, batiéndome a muerte con el repulsivo olor que se había apropiado de mi, antes atractiva, envoltura. También me lavé los dientes, peiné, cambié de ropa e incluso maquillé.
Y todo eso en apenas quince minutos.
Bajé las escaleras sonriendo, sin saber siquiera la causa de esa sonrisa. Bueno, sí, el chocolate que pensaba llevarme a la boca. Últimamente la comida era mi única amiga fiel con la que compartía buenos momentos.
- ¿Te arreglaste para mí? –me preguntó al verme llegar, levantándose del sofá para observarme mejor.
- Me arreglé a secas.
- Anda, tómalos –respondió entre risas, tendiéndome la ansiada caja contenedora de esos dulces que tan buen aroma desprendían. Solo con sostenerla se me hacía la boca agua.
Comencé a comerlos, creyéndome en el paraíso cada vez que mi lengua entraba en contacto con uno de los deliciosos bombones. Eunwoo me miraba con diversión, sentado en el otro extremo del sofá y rechazando cada vez que yo le ofrecía uno.
Se había convertido en un buen amigo. Y sí, sabía lo de Jimin. Sabía que estaba enamorado hasta la médula de Park, que cancelaría mi propio funeral por ir a besarle y que jamás podría corresponderle. Pero aún así seguía cortejándome, aguantando mis desahogos y recibiéndome siempre con los brazos abiertos.
- ¿No ibas a ir al parque de atracciones? –pregunté cuando me percaté de la situación. Él dijo que no pasaría nada, por lo que supuse que buscó otro acompañante.
- Le regalé las entradas a Taehyung.
- Oh... –seguí comiendo hasta que de repente mis neuronas conectaron, haciendo que casi me atragantara al percatarme de lo que Eunwoo había hecho. – ¡¿Qué regalaste qué?!
- Las entradas.
- ¿ESAS ENTRADAS VIP CON COMIDA GRATIS EN CUALQUIER RESTAURANTE DEL PARQUE?
- Esas mismas.
- ¿PERO A TI QUÉ TE PASA?
- Jungkook, acabas de escupirme chocolate en la cara.
- Oh, perdón.
El rió y limpió su mejilla con una servilleta como si no le resultara lo más asqueroso lo que acababa de vivir. Realmente tenía que gustarle mucho para aguantarme todas estas cosas, incluso Taehyung me patearía si le escupo chocolate, aunque lo hiciera sin querer.
- Me enteré de que faltaste a clase estos últimos días.
- Ya te dije que me encontraba mal –respondí decaído, recordando de nuevo el motivo de mi amargura y sumiéndome en el silencio. Todo mi buen humor había vuelto a desaparecer.
- ¿Pasó algo con Jimin?
- ...
- ¿Te hizo algo?
- No.
- ¿Te dijo algo?
- Puede.
Nos quedamos varios segundos en silencio, hasta que me terminé los bombones y no supe con que otra cosa distraerme para no pensar en el tema. Miré a Eunwoo, quien me devolvía la mirada con paciencia, dándome confianza para poder apoyarme en él. Y eso hice.
- Me dijo que no le importaba.
Me abracé a Eunwoo, quien comenzó a acariciar suavemente mi cabeza para calmarme mientras yo me convertía en una máquina de lágrimas y mocos con patas. Llevaba muchos días guardándome todo esto y realmente necesitaba soltarlo.
- Dijo que le daba igual y que no le gustaba. –sollocé en voz baja, recordando la mirada que me proporcionó en los baños. Aún se me helaba la sangre solo con pensar en ella. – La he cagado, Eunwoo, me odia y nunca volverá a hablarme. – el mayor se limitaba a sisear, tranquilizándome y acariciando mi cabellera. – Ni siquiera me respondió cuando le propuse enviar una foto rara, y si no lo hizo es porque de veras está enfadado...
- ¿Una foto rara?
- ¡He perdido a Jimin para siempre! –exclamé desesperado, ignorando sus palabras y abrazándole con más fuerza.
Así pasamos la siguiente media hora, entre lamentos y lloriqueos. Cuando conseguí calmarme, realmente sentía que me había quitado un peso de encima, pero el vacío seguía presente. Irónico, todo mi cuerpo estaba lleno de vacío.
- Jungkook –levanté la vista al escucharle por primera vez en el último rato, desde que había preguntado lo de la foto. Limpió mi mejilla con el dorso de su mano y luego comenzó a apartar mechones de mi cara. – ¿Me permites un consejo? –Asentí varias veces, adelantando lo que iba a recomendarme. – Vuelve a rechazarle.
- ¿Eh?
Me esperaba algo tipo "Olvídale" o "Pasa de él" o algo por el estilo. Eran las idioteces que se solían decir en estos casos, no un "Recházale". Eso no tenía ningún maldito sentido.
- Te arrastras demasiado, Jungkook, no está bien que vivas para complacerle.
- No vivo pa-para complac...
-...
- Vale, sí lo hago –admití decaído, tumbándome de nuevo en su regazo, solo que ahora boca arriba. Hice un puchero y mi labio inferior comenzó a temblar a pensar en Jimin. – Pe-pero es que le quiero mucho.
- Te está utilizando.
- No me importa. De veras que no me importa, Eunwoo. –alegué, intentando defender a mi amor platónico, al culpable de mi depresión. – Me gusta lo que hacemos.
- Te está destrozando.
- N-no...
- Sabes que sí –ahora parecía serio, dándole una extrema importancia al tema. Tragué saliva al ver su expresión, siempre acostumbrado a su cordial sonrisa. – Se que aunque te pida que te niegues, no vas a poder hacerlo, pero deberías intentar rechazarle más a menudo. No puede seguir tratándote como su juguete.
- Pero yo le quiero mucho mucho mucho –repetí sollozando, quedándome sin argumentos para rebatir sus palabras, porque aunque me doliera escucharlas, iban cargadas de verdad y razón.
- Eso no es excusa, y precisamente por esa razón no debería utilizarte y darte esperanzas.
- ...
- Además, me dijiste que ese chico era hetero.
- Ajá.
- ...
- ¿Qué pasa?
- Jungkook, o eres mujer o Jimin está muy confundido.
- N-no es eso. Tan solo está estresado porque no puede hacerlo con su novia y como sabe que yo estoy completamente dispuesto, decide descargarse conmigo –respondí con orgullo, dándome cuenta de lo patético que había sonado todo eso.
- Como sea –Eunwoo suspiró y acarició mi mejilla, volviendo a sonreír, aunque esta vez con preocupación. En todo este momento, observándole desde abajo, recostado en su regazo, no pude evitar pensar en lo guapo que se veía. – Prométeme que intentarás alejarte.
-...
- ¿Jungkook?
- L-lo prometo...
Ensanchó su sonrisa, pellizcando más animadamente mi mejilla y consiguiendo un quejido por mi parte. Luego me propuso salir de casa e ir a dar una vuelta a la calle. Quería sacarme de mi cueva, y lo peor o mejor de todo fue que acepté.
Ni siquiera había dudado en responder un sonoro "sí".
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro