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Capítulo 15: Antes de que vuelva


[Jimin]

No podía creerlo, aún sentía la vergüenza de ese momento recorriendo cada una de mis venas, y el que Hoseok estuviera riéndose en mi cara no ayudaba en nada a calmarme. Le lancé un cojín, el cual agarró antes de que impactase contra su cara y dejó en su regazo, continuando con esas desagradables carcajadas que solo me incitaban a terminar con su vida.

- Dejas de reírte o te hago comerte tus propias bolas –amenacé mirándole fijamente, notando como se estremeció de inmediato al oírme. Probablemente no era capaz de cumplir mis palabras, pero ambos sabíamos muy bien que me atrevía a muchas otras cosas bastante indeseables.

- Amenazarme en mi propia casa... –soltó entre toses que intentaban disimular sus últimas risas. Ahora estábamos tumbados en los sofás de su salón, aprovechando que su madre trabajaba y estaba la casa sola. Seguíamos en horario de clases, pero tras las primeras horas decidimos marcharnos, y ya que a mí no me afectaría nada en la media y a Hoseok le daban exactamente igual sus notas, decidimos abordar su vivienda y nevera. –Además, tampoco fue para tanto.

- ¿Qué no fue para tanto? –me incorporé, dejando el trago de cerveza a medio terminar. Sí, nos habíamos sacado unas latas a pesar de que seguíamos a media mañana, podría resultar desagradable para los demás, pero a nosotros nos parecía uno de los mejores planes cuando faltábamos a clase. - ¡Soltaste un "no te culpo" en su maldita cara, pedazo de mamón!

- Fue hace dos días, seguro que ni se acuerda, Jimin –fruncí el ceño, apartando la vista con molestia y sin dejarme convencer. Seguía enfadado, aunque en el fondo el tema que me irritaba no era lo que Hoseok había hecho, pero me servía de excusa para desfogarme con alguien. –Además, podría referirme a muchas cosas, no estrictamente tiene que ser "No te culpo por habértela cascado pensando en Jungkook porque está bastante aceptable".

- ¡Ya te he dicho que no llegué a hacerlo! –exclamé abrumado, queriendo esconderme para no salir jamás. No debía habérselo contado, definitivamente no debía haberlo hecho por muy mejor amigo que fuera. – Solo se me puso dura.

- ¿Y luego que hiciste, darte una ducha de agua fría hasta que se te bajara? –preguntó con sorna, dejando claro que tan solo era una pregunta retórica, pero mi inmediato silencio hizo que se le desencajara la mandíbula de incredulidad. – ¿De verdad lo hiciste?

- ¡No iba a masturbarme pensando en él! –me defendí exaltado.

- Menudo pringado –murmuró en un tono tan bajo que me costó escucharlo, pero lo hice. Vaya si lo hice, y la mirada que le propiné fue suficiente para que levantara las manos en señal de disculpa. Pero ya era demasiado tarde.

Me lancé sobre él, golpeándole repetidas veces con el cojín mientras él intentaba defenderse y escapar a partes iguales, y habría seguido el mismo plan la siguiente hora si no fuera porque su móvil comenzó a sonar. Yo lo ignoré y seguí atizándole con la almohada. Como vio que no me detenía, me eructó en la cara, haciendo que me apartara de inmediato, mirándole con asco.

- Eres un cerdo –exclamé con desagrado, limpiándome la inexistente mancha en mi cara.

- Y tú un bruto –respondió sonriente al tiempo que descolgaba el móvil. Iba a preguntarle que quién era, pero no me fue necesario, pues sus dos siguientes palabras me solucionaron la duda. – ¡Oh, hola TaeTae! –rodé los ojos al escuchar el nombre de la persona a la que yo solía calificar como alíen. Hoseok me vio e ignoró, volviéndose a centrar con su sonrisa de idiota en el castaño que estaba al otro lado de la línea. – ¿Cómo? ¿Queréis que os pase a recoger? Cl-claro, está bien, os esperamos aquí, no pasa nada... ajá, sí sí, estoy con Jimin. Ahora nos vemos, adiós. Tener cuidado.

- ¿Qué decían? –pregunté cuando le vio colgar. Yo ya me había vuelto a acomodar, tumbándome en el sofá como si fuera el mío propio y bebiendo de la lata de cerveza que sostenía en mi derecha. Pregunté más por inercia que otra cosa, ya que la vida de Taehyung me interesaba lo que venía a ser bastante poco.

- Le han robado el móvil a Jungkook –explicó, consiguiendo toda mi atención de inmediato.

- ¿Qué? –me incorporé y dejé la lata a un lado, en la mesilla que había entre los dos sillones. Ahora era Hoseok el que parecía relajado a comparación mía. – ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Está bien?

- Sí, él y Taehyung –enfatizó el nombre del alíen, mirándome con reproche, y volvió a sentarse. – están bien. Me ha dicho que fue en el recreo, cuando salieron a escondidas a comprar unos bocadillos a la tienda de la esquina. Unos chicos de cursos superiores les pillaron y quitaron en móvil a cambió de no delatarles.

- ¿Entonces? –seguía sin entender la llamada.

- No sé cómo, pero Jungkook ha terminado calado de barro hasta los huesos, y como aún estamos en horario de clases y no puede pasar por su casa, él y Tae me han preguntado si pueden venir aquí a limpiarse.

- Oh, genial –comencé a ponerme en pie, recogiendo mis cosas. Ahora que ya estaba menos preocupado, mi intención era salir de ahí cuando antes. –Nos vemos.

- ¿Qué haces? ¿A dónde vas?

- A cualquier sitio fuera de aquí. Ni en broma paso otro rato contigo mientras esté Jungkook delante. –recalqué la última frase, dándole a entender la poca gracia que me había hecho su comentario del otro día. De veras que se lo recordaría hasta en su tumba. –No me fío.

- Oh, venga Jimin, no seas así –soltó unas risas, rememorando también el momento, hasta que le miré con molestia y volvió a intentar ponerse serio. –Prometo mantener la boca cerrada esta vez –fruncí los labios no muy convencido. Conocía a Hoseok y sabía que sus comentarios fuera de lugar estaban presentes siempre, independientemente de que el pretendiese hacerlos o no. –Además, ya les dije que estabas aquí.

- ¿Qué? –me giré de inmediato, mirándole con los ojos completamente abiertos. – ¿Por qué?

- Porque estás aquí, idiota.

- ¡Ahora tendré que quedarme porque si me voy repentinamente pensará que es porque me voy a sentir incómodo y confundirá las cosas!

- Te piensas ir porque te vas a sentir incómodo porque es el primer chico que te la pone dura, Jimin.

- ¡Bueno, pero él no tiene porque saber eso! –Me dejé caer sobre el sofá, abatido, rebotando varias veces por el impacto contra el mullido asiento. –Toda mi vida es horrible.

- Eres un exagerado. Tan solo te gusta un chico, no es tan grave.

- ¡No me gusta! ¡Tan solo me gustó su culo un momento y ya está! –me defendí de inmediato, cubriéndome la cara con el primer cojín que encontré.

- ¿Por qué te cuesta tanto aceptar que también te van los chicos? Hoy en día está bastante mejor visto.

- Porque no me van y punto.

- ¿Quieres que te recuerde el motivo de tu duch-

- Cállate Hoseok, déjame ver el programa en paz –le interrumpí, mirando fijamente la pantalla de la tele y abriendo otra cerveza de las varias que reposaban en la mesa.

- ¿Vas a ver un documental de conejos? –preguntó desconcertado.

No le respondí, en su lugar di un largo trago y seguí con mi vista clavada en la escena animal que tenía ante mis ojos. Era un aburrimiento, pero fue la primera excusa que me vino a la mente para no tener que soportar las burlas de mi amigo. Él suspiró y también se recostó en el otro sofá, prestando atención a su móvil.

Al cabo de unos minutos llamaron al timbre. Ambos nos miramos, decidiendo en silencio quien iría a abrir la puerta, pero en esta ocasión la pelea de miradas no duró ni medio instante, dejándome a mí como ganador. Otras veces podíamos tirarnos hasta cinco minutos sin pestañear, pero seguro que como el que llamaba ahora era Taehyung, mi amigo ya tenía la derrota marcada en la frente. Y lo peor de todo es que se levantó animado, como si abrir la puerta fuera algo que celebrar.

Rodé los ojos y volví a centrarme en el documental, el cual se estaba tornando cada vez más interesante. Quién hubiera dicho que los conejos podían alcanzar una velocidad de cincuenta y cinco kilómetros por hora, simplemente impresionante.

- ¡Hola Jimin!

- Taehyung no grites... –me quejé sin molestarme en siquiera mirarle. Pero al escuchar unos segundos pasos más calmados, sí que levanté la vista, topándome con una escena que me tensó por completo. – ¿Qué mierdas ha pasado? –me incorporé, dejando el mando de la televisión y la cerveza sobre la mesa y fui casi corriendo hacia Jungkook, quien me miraba avergonzado. Efectivamente se encontraba hasta arriba de barro, pero había otro detalle que llamaba mi atención. Hoseok estaba junto a la puerta, cerrándola y sabiendo antes de que yo abriera la boca, que mis palabras no iban a ser agradables. – No me dijiste que tenía el labio roto.

- No lo sabía –respondió encogiéndose de hombros.

Solté un bufido y aparté la vista de mala gana, volviendo a centrarla en los pequeños y magullados labios de Kook, sujetando firmemente su mandíbula para poder observar mejor. Tenían una brecha junto a la comisura derecha, de la cual aún seguía deslizándose un poco de sangre.

- ¿Qué pasó? –pregunté comenzando a enfurecerme. Por algún motivo no me hacía ninguna maldita gracia que alguien hubiera golpeado Jungkook. Ninguna.

- Na-nada... –apresuró a responder el pelinegro, lamiendo rápidamente la herida para borrar cualquier rastro de sangre y no hacerla tan notoria. Yo suspiré y me giré a Taehyung, quien me acababa de robar el sitio y estaba probando mi cerveza.

- Cuéntame que ha pasado, alien.

- Esto esta asqueroso –se quejó del sabor de la cerveza, haciendo caso omiso a mi pregunta.

- ¿Prefieres un zumo, TaeTae?

- ¿De piña?

- O de melocotón. Lo que tú prefieras.

- ¡De piña, Hobi, de piña es lo mejor!

- Taehyung, joder, que me cuentes de una maldita vez que ha ocurrido –interrumpí a la pareja o lo que narices fueran. Comenzaba a perder los nervios, y ver a Jungkook tiritando con restos de haber recibido una paliza, no ayudaba en nada a calmarme.

- Querían quitarle el móvil a Jungkook y yo pues quise impedirlo –empezó a explicar, más pendiente del documental de la televisión, que de sus propias palabras. – Y cuando uno de los chicos fue a pegarme un puñetazo, mi Jungkookie se metió en medio, ganándose él el golpe.

- ¿Hiciste eso? –pregunté al pelinegro, quién agacho tímidamente la cabeza y asintió de forma casi imperceptible.

- Entonces yo le di una patada en la rodilla a uno.

- Fue en la entrepierna, Taehyung –le corrigió el menor, bajando de nuevo la vista al encontrarse con mi mirada.

- Bueno, qué más da –siguió explicando el castaño sin prestar mucha atención. – El caso es que nos persiguieron y cuando conseguimos dejarles atrás, Jungkook y su torpeza se toparon con un charco de barro.

- ¡No soy torpe! –se defendió el menor.

- ¿Ah, no? ¿Entonces como explicas que yo no me cayera?

- ¡Porque ibas detrás de mí y te paraste al ver que yo me caía! ¡Suerte de que seas un lento corriendo!

Taehyung iba a responderle, pero en ese momento volvió su amor platónico de la cocina con dos bricks de zumo de piña. Le ofreció uno a Jungkook, pero este lo rechazó, y por lo tanto terminó dando uno al castaño y bebiéndose el otro él mismo.

- Lo que decía –retomó Tae la explicación, ahora más pendiente debido a la presencia de Hoseok en la charla. –Jungkook me esperó fuera mientras yo volví a por nuestras mochilas a clase y luego llamé a Hobi.

- ¿Quiénes fueron?

- ¿Los que robaron el móvil a Jungkookie? –asentí seriamente, pensando ya las mil y una formas que iban a pagar esos desgraciados por tocar al ser más adorable de la tierra. –Creo que eran de tu curso, Hobi, pero no s-

- ¡Cállate! –le interrumpió el menor de la sala, lanzándose a cubrir su boca. Menos mal que no cayó sobre el sofá, o de lo contrario lo habría manchado por completo de barro. Me miró y forzó una sonrisa, sin percatarse de lo inútil que se veía con la herida en medio de ella. –No fue nadie, no pasa nada. –Soltó a su amigo y se dirigió a las escaleras, probablemente siguiendo las indicaciones de la dirección del baño que Hoseok le había dado antes. –Si me disculpáis, voy a ducharme. –Hizo una reverencia y subió rápidamente.

No pasaron ni dos segundos después de que le viera desaparecer, para que me girara a Tae y le preguntara con total seriedad.

- Suelta ya todo lo que sepas de esos chicos. Y rápido, antes de que Jungkook vuelva. 

Taehyung se recostó en el sofá, mirándome con una indescifrable ladina sonrisa antes de comenzar a hablar. 

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