Cap 2
— ¡Tenemos que llamar a la policía!
Fue lo primero que dijo Zara cuando supo todo lo que pasó, ella estaba preocupada por lo que me fuera a pasar, me gritó y lo tenia merecido pero no quería ir a la policía. Él no me había hecho nada, al menos por ahora.
Ese día esperé a aquel tipo, más no apareció. Camine despacio por las calles cerca a la casa pero tampoco llegó. Quizá lo que había vivido ya estaba enterrado, sentía que existía algo en mí que no me dejaba en paz, quería saber muchas cosas, queria explicación de todas ellas.
Él no volvió a aparecer, yo siempre veía tras la ventana de la cafetería por si regresaba, Zara pensó que estaba loca, que era una masoquista en extremo, lo unico que yo sabía era que por alguna extraña razón, él debía de regresar.
Gato y yo, nos acostamos temprano, hacia mucho que llevaba lloviendo afuera, lo que nos llevó a cerrar la cafetería desde temprano. No se cómo pero me quedé dormida, el día había estado demasiado agitado, y no me sentía nada bien.
A mitad de la noche tocaron la puerta, sentía que la destrozaban, aquella persona parecía desesperada. Corrí a abrirla, él apareció tras ella, entró como quiso y la cerró rápidamente. Llevaba muchas manchas de sangre en la ropa y algunos golpes en el rostro. Esto no estaba bien, nunca lo estuvo.
Ninguno de los dos dijo palabra alguna, él se quedó quieto y yo empecé a limpiar aquellos moretones, siempre traía un botiquín por si alguien lo necesitaba y por fin serviría.
— ¿Quién te hizo esto? - paré por un momento, no seguiría sin saber nada más, quería ayudarlo pero no sin respuestas.
No respondió
— ¿Cómo te llamas?
— ¡No preguntes!
Solté todo lo que tenía en mano y me dirigí a la puerta, la abrí y le hice señas para que pueda largarse, no acogería a ningún extraño ni un segundo más.
— Ezra, me llamo Ezra.
Cerré la puerta, nunca pensé ser tan fácil de convencer, pero el parecía asustado y yo sé que es sentirse solo, ayudar a alguien sin conocerlo podría convertirse en mi buena acción.
— ¿Ahora si responderás a mis preguntas, Ezra?
— No
— ¡Es buen comienzo! — añadí, al menos se dignó a contarme algo sobre él, ya no era "el extraño", tenía un nombre, Ezra. Bastante original, para alguien igual de peculiar, me puse a pensar si en verdad seria su nombre o me lo dijo para que me quedara tranquila.
Le di un vaso de agua y le pasé algunas pastillas para el dolor, aquella golpiza no se veía nada suave.
— ¿Quieres platicar? — Gato y yo nunca habíamos tenido visitas, más que Zara y Sasha, puede parecer extraño el hablar con Ezra, al principio le tenia miedo pero ahora no sé, siento que tiene algo que decirme, solo quiero mis respuestas y así sea a la fuerza se las sacaré.
— No
— ¡Puedes decir algo más que no sea NO!
— ¿Qué quieres saber?
Este era mi momento, él respondería todas mis dudas, o eso creía. Zara me mataría, pero si yo no buscaba las respuestas nadie las haría.
— ¿Quién eres? — de las miles de preguntas que podía realizar, lancé aquella, mi curiosidad me mataría en algún momento eso estaba claro.
Ezra sonrió, parecía haberle hecho gracia, yo seguía en frente de él esperando que dijera algo que lograra calmar mis dudas.
— No tan deprisa, te diré algo — se acercó hacia mí, me miró detenidamente y prosiguió - Es fácil utilizar maniobras y entrar a tu casa, la persona de aquella noche esta viva por si eso te preocupa y lo de hoy solo fue un simple malentendido.
Quise seguir preguntando pero al igual que antes ya no respondía, me fui furiosa a la cama, no sé cómo logré conciliar el sueño con aquel hombre cerca a mi. Había mucho tiempo que ya no podían dañarme y él se había dado cuenta. Me miraba desde allí y yo hacia lo mismo, esperaba sus respuestas y él mis preguntas .
Al amanecer ya no estaba, lo busqué por todos lados de la casa sin resultado alguno.
Ni si quiera senti cuando se marchó, me preparé algo rápido y salí volando a la cafetería, toda la mañana pensé en él, en su forma de aparecer y desaparecer es tan difícil de comprender. Esta es un laberinto sin salida, un libro en un idioma extraño sin descifrar.
Todos pueden pensar que estaba loca por recibir a un extraño en mi casa, que pudiese ser un asesino o un psicópata a suelto, pero algo en mi decía que no era así.
Justo antes de cerrar la cafetería lo vi tras la mampara de la entrada, invente una escusa para no irme con Zara y salí casi volando, era mejor que nadie me viera con él.
— ¿Qué quieres ahora? — pregunté sin parar de caminar, tenia la respiración agitada y no quería llenar mi cabeza de cosas que nunca tendrían sentido.
— Tienes que tener cuidado — advirtió
— ¡Puedo cuidarme sola!
Seguía altiva, sin ganas de conversar, estaba molesta por el hecho de dejarme siempre así, sin nada que explicar.
Ya no esperaba nada de él, solo quería volver a lo de antes, a mi vida solitaria pero tranquila de siempre.
— ¡Debes cambiar de ruta! — aquello me asustó, Ezra no estaba bromeando, estaba segura de eso.
— No me digas — al terminar de decirlo, me sujetó del brazo y me obligó a pegarme a él, estaba cálido y la brisa del frío no se sentía estando junto a él - Es fácil hallarte, Eva.
Me soltó al ver un grupo de mujeres a lo lejos, corrió tan rápido como el viento. Llegue a casa y me quede pensando en todo lo que me dijo.
Le hice caso, el resto de los días en que no apareció, cambié de ruta, era mucho más larga que la anterior pero se sentía más segura.
Zara notó mi inseguridad, pero sobre todo mi impaciencia por querer que apareciese otra vez.
— ¡Solo va a traerte problemas! — Zara siempre lo repetía, y yo parecía olvidarlo.
Siempre estuve envuelta en problemas, pensé que al crecer y vivir sola estos bastarían, pero al parecer no. El peligro y yo estábamos unidos desde siempre, la Soledad no se hacia de lado, fueron grandes compañeros durante toda la infancia.
Quizá Ezra debe de pensar que le tengo miedo, que estoy desvalida y muriendo por él, he aprendido a vivir sin nadie, huyendo de todos y enfrentándome a quien tuviese en frente. De todas formas si me pasase algo nadie sufriría por mi, a nadie le haría falta.
Los días pasaban y mi vida parecía haber vuelto a lo de antes, Zara llevaba cada día más a casa, había dejado 1 de sus trabajos y aún le quedaba algo de tiempo para acompañar a Sasha al parque. Teo empezó a crear un nuevo sándwich y las ventas comenzaron a crecer. Aquella tarde volvía a lloviznar como días antes, y por mí pasó en algún momento el hecho de que se apareciera por aquella mampara.
Salí demasiado rápido de la cafetería, hace muchos días que no me iba con Zara, prefería ir sola. Algunas veces me desviaba por algun parque, otras me quedaba debajo de algún edificio viendo a los demás pasarvy otras simplemente corría a casa y me metía en mi cama intentando dormir.
Decidí optar por la tercera opción, llegué lo antes posible a la casa y en la esquina, en la misma esquina en la que encontré al hombre tirado en la acera, estaba él.
Llevaba días sin ver a Ezra, llevaba su típica camiseta blanca y su cabello negro despeinado. Estaba junto a unos tipos con la misma pinta que él, dude por unos segundos en si acercarme o dejarlo allí. Pareció verme, quizás solo fue mi imaginación porque no hizo gesto alguno al notarme, subí las escaleras como un rayo, me metí en la cama y estuve intentando un buen rato ver por la ventana, lastimosamente no logré visualizar nada.
Mil cosas pasaban por mi cabeza, tomé una pastilla y me puse dispuesta a dormir. Ezra no me quitaría el sueño un minuto más.
Una de las cosas que me caracterizaba era mi sueño profundo, pero justo esa noche hasta el mismo rasguño de la negra noche podría despertarme.
Algo iba a pasar, era una premonición.
Me levanté por un vaso de agua, necesitaba respirar un poco. Vigilé por la ventana otra vez, la puerta se abrió y el vaso que sostenía cayó con la misma velocidad con la que Ezra apareció.
Su estado era intenso e incoherente, trató de lanzar una sola palabra pero su dicción no era la misma. Las pupilas estaban dilatadas y aquella ansiedad me decían una cosa.
Ezra estaba drogado.
El verlo así me hicieron recordar muchas cosas.
¿Cómo ayudar a alguien que no conoces?
¿Cómo ayudar a un desconocido?
Estaba desorbitado, me acerqué y traté servir de apoyo, lo recosté sobre la cama, le coloqué algunas almohadas y empecé a preparar un poco de café, supuse que en cuanto saliera de ese trance tendría hambre o quizás algo de sed.
Él seguía allí mirándome, cualquier otra persona en mi lugar hubiera corrido a pedir auxilio, yo creo que el que pedía auxilio a gritos era él, necesitaba ayuda y quizás solo yo podía brindarlo.
Tomé una silla y la puse junto a la cama, esa noche no dormiría.
Gato se colocó a mi lado, y parecía decirme que estaba loca, yo también lo pensé, pero al verlo se me quitaban esos pensamientos.
Muchas preguntas pasaban por mí, era claro que él no respondería ninguna.
Poco a poco fue cerrando los ojos, era mejor que descansará, quizá cuando el sueño me venciera él tomaría esa ventaja y se marcharía. Lo cuidé todo lo que quedaba de la noche, me fijaba en que respirara bien o en que no tuviera frío, lo trataba tal y como me hubiera gustaba que me tratasen, con amor.
La mañana parecía amarlo, despertó como si no hubiera entrado por mi puerta con una sobredosis encima.
Seria la primera vez en 3 años en los que por fin compartiría la mesa con alguien, llevaba tal efusividad que nadie puede imaginar, no solo era el hecho de compartir el tiempo con él, era él .
Ezra transmitía sentimientos, miles de ellos. Sobretodo transmitía peligro, y eso era lo que me fascinaba.
Se dirigió a la pequeña mesa que había colocado cerca a la improvisada cocina que tenía y me rodeó con los brazos, un escalofrío me recorrió el cuerpo de tal forma que era imposible que no lo notase.
— Estas completamente loca — susurró
Me soltó rápidamente, tomó su chaqueta y se dirigió a la puerta, quería hacer lo mismo de siempre irse.
— ¿A dónde vas? — solté, mi yo interior decía ¡calla!, es un drogadicto más, terminará en algun suburbio de NY, no eres la unica a la que visita, quizás solo regreso porque le quedabas cerca, o porque ya noto tu interés.
— ¿Quieres que me quede?
— Solo quiero conversar
Nos sentamos uno frente al otro, él devoró las tostadas que había preparado, sonreí al verlo tan hambriento y empezó a hacerlo mucho más lento.
Todo fue silencio durante unos treinta minutos, Ezra nunca me diría todo lo que necesita, quería saber el porqué siempre regresaba o estaba cerca, pero era en vano lo que hiciese.
— Tienes que alejarte de mí — advirtió, fue algo demasiado directo para mí, apenas y lograba comprenderlo.
Puse cara de asombro y sin dudarlo respondí inmediatamente
— ¡Eres tú el que siempre me persigue!— me exalté golpeando la mesa
— ¡¿Por qué mierda te acercaste aquel día?! — dejó todo lo que sostenía para erguirse y dar de vueltas por la casa, quería entenderlo, enserio quería hacerlo, pero se me es demasiado tratar de entender algo que no tiene ningún sentido, nunca lo tuvo. - ¡Debiste seguir tu camino!
— ¿Quién eres? Solo dime eso — grité
Río de forma sarcástica, se acercaba tal y como antes lo hacía, aquella furia que tenía encima se desvanecía conforme se acercaba y no lo entendía. Quería gritarle, golpearle y hacerle entender que me dejara en paz, pero su simple cercanía me calmaba.
— Deja eso de una maldita vez, Eva. Mientras menos sepas, será mejor
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