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Trece

May había mandado esos últimos mensajes en el parque que está enfrente de su casa, ella no quería hacerlo en su habitación porque su madre escucharía los sollozos y ella empezaría a preocuparse y preguntar varias cosas. Y May no estaba para preguntas. Con la cabeza recargada en sus piernas y sus manos tocando cuidadosamente su rostro la chica empezó a llorar. Alex no la recordaba. Alex no recordaba los momentos que vivió con ella.

Ella entendía que Alex no tenía la culpa, él no quiso tener el accidente, él no quiso olvidarla.

—¿May?

La chica dio un brinco y volteó rápidamente a los lados buscando a la persona que había dicho su nombre.

—¿Mark? ¿Qué haces aquí?

—No, ¿Tú que haces aqui? Son las —el chico checo la pantalla de su celular, y volteó a mirar a May con un ceño fruncido— 3:49 de la madrugada.

—So- Solo estaba tomando un poco de aire fresco... —Respondió May con una voz rota—, Y... Y le dije a Alex...

—¿Qué? ¿Qué le dijiste?

—Só- Sólo que... que yo ya no podía seguir.

—May...

El chico se abalanzó sobre la chica y la abrazó fuertemente.

—Necesito a alguien conmigo, Mark, necesito a Alex.

—¿No me puedes necesitar a mi?

May empujó a Mark y salió corriendo del lugar.

...

—Explícame —ordenó May.

—Primero que nada quiero que me perdones.

—¿Por qué?

—Por besarte y decirte que me gustas sin sentir nada realmente.

—¿Qué?

—No lo mal entiendas, te quiero mucho, pero no en una forma romántica. Eres como mi hermana.

—¿Entonces por qué lo hiciste?

—Todas esas veces, en las que yo me acerque a ti, Alex estaba ahí.

—¿Qué?

—Sí, cuando te besé, sabía que Alex iba a llegar y abrir tu puerta, cuando te dije que me gustabas sabía que Alex iba a estar detrás de ti, viendo como yo me declaraba ante ti. En el parque, cuando te dije que sería mejor que estuvieras conmigo, el estaba ahí, aún no había leído tus mensajes, pero él había venido a caminar y obviamente nos vio —el chico suspiró pesadamente—. No quise hacer esto para lastimarte, sólo que, por lo que he investigado, para la amnesia la mejor manera de recuperar la memoria es incrementando la actividad cerebral, es decir, con dolor.

—¿Qué? ¿Lo vas a lastimar?

—May, no es que quiera hacerlo sufrir, pero si quieres que recupere la memoria tenemos que hacerlo.

—¿Hacer qué?

—Tenemos que "salir" —dijo haciendo un ademán.

—¿Quieres fingir que estamos saliendo?

—Tenemos que intentarlo, por favor, May.

—No, Mark, no quiero forzarlo a recordar...

—Tenemos que hacer que Alex recupere la memoria, May.

La chica suspiró pesadamente y asintió.

—May, por favor, por favor, por favor.

—Está bien.

May y Mark hablaron sobre su nuevo plan.

Una hora y media después ambos se fueron a sus respectivos hogares.

El día después Mark pasó por May a su casa, para irse juntos al instituto, como una pareja.

May bajó las escaleras a toda prisa después de haber terminado de cepillar su rojizo cabello, abrió la puerta y vio al castaño.

—¿Nos vamos? —preguntó el chico castaño de ojos marrones frente a ella.

—Sí...

Ambos subieron al auto que estaba enfrente de la casa de May.

Los primeros minutos fueron silenciosos, ambos estaban nerviosos.

Mark, para relajar un poco el ambiente, prendió la radio.

Empezó a sonar la canción favorita de May, que al parecer también era la canción favorita de Mark.

Al mismo tiempo ambos empezaron a cantar.

El ambiente se empezó a liberar y ambos estaban divirtiéndose.

La canción terminó y ambos empezaron a reír.

—Cantas muy mal Mark —dijo entre risas la chica.

—Tú tampoco cantas bien.

—Yo canto espectacular —dijo la chica haciéndose la ofendida.

Llegaron al colegio y ambos bajaron del auto.

Caminaron hacía la entrada cuando de repente Mark recordó el plan y tomó la mano de May.

La chica primero se sorprendió, pero después lo comprendió y entrelazo sus dedos con los de Mark.

Alex salió de la nada con un gran ceño fruncido.

—¿Qué estás haciendo al lado de él? —reclamó Alex.

Alex tomó del brazo a May y la jaló hacia él.

Antes de que May llegara a los brazos de Alex, Mark la tomó igualmente del brazo y la estiró hacia él.

—Alex, ella es mi novia.

El rostro de enojo de Alex pasó a tristeza lo cual hizo que el corazón de May se comprimiera.

—Lo siento, no sé qué estaba pensando —dijo Alex con una voz melancólica.

Alex agachó un poco la cabeza, apretó los puños y devolvió la mirada a los chicos.

—Bueno... Yo me tengo que ir —hizo una sonrisa falsa y se fue caminando.

May quería ir con él, abrazarlo y besarlo, ella quería irle a decir que todo eso era falso, estaba apunto de salir corriendo para ir con Alex, pero Mark apretó su mano e hizo que se volteara a mirarlo.

—May... Solo sigue con el plan, ¿okey? —dijo Mark.

La chica asintió.

—Bueno... Nos tenemos que ir también.

Mark volvió a apretar la mano de May y la guió hacia la entrada de el colegio.

Alex se escapó de el colegio y fue al lugar a donde había ido cuando vio a Mark y May besándose, al "Rainy Day Bar".

Ahí, aunque no contaba con una identificación de mayoría de edad, tomó alcohol y como consecuente Alex se embriagó.

Él no tenía licencia ni un auto así que no estaba en peligro. Pero estaba tan ebrio que no podía usar su celular.

—Muérete, mundo —dijo silenciosamente mientras intentaba usar ese pequeño aparato—. Maldito móvil.

—Vaya, cuando estas ebrio te pones grosero.

—¿Eh?

Alex se dio la vuelta y encontró a una bella chica rubia.

—¿May? —dijo arrastrando la voz.

La chica rió un poco y negó repetidas veces con la cabeza.

—Soy Sky, bueno... Skyler.

—¿Sky? ¿Mi Sky?

La chica rió y asintió varias veces.

—¿Qué haces aquí, Alex?

—Hoy pasaron muchas cosas, cosas malas, y quería escapar un poco de la realidad, además, no estoy tan ebrio, puedo hablar perfectamente contigo —dijo y continuó—. Oye... Tengo que ir a casa, si no lo hago mi madre se preocupara, ¿puedes llamar un taxi con mi celular?

Skyler tomó su celular y empezó a buscar un número de taxistas de la zona.

—¿Mark no puede venir por ti? —preguntó Skyler.

El chico negó y frunció el ceño.

—Siempre me he preguntado algo... ¿Por qué Mark conduce y tú no? Él es un año menor —dijo la chica.

—A mi no me gusta conducir.

—Está bien... —la chica dio un toque en la pantalla del celular de Alex y llamó a algún taxista—. Disculpe... Necesito un taxi para Valentine 1833, calle Holiday. Lo esperaré aquí.

La chica colgó la llamada y le devolvió el celular a Alex.

—¿Ya está? —preguntó el chico atontado.

La chica asintió y unos 10 minutos después llegó el taxista.

—Hasta luego —dijo Skyler.

—Adiós —respondió Alex subiendo a el vehículo.

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