CAPÍTULO 9: Lo que se libera si te atreves
Los recuerdos de la fiesta lo atormentaban, ver a Dome al lado de Gale bailando tan cerca, hablándose al oído, pequeñas caricias y toques que se habían dado el uno al otro mientras disfrutaban de la noche. Inclusive, Dome se había animado a pasar por la cabina de tatuajes nano luminiscentes, eran diseñados con tinta que se podía modificar a gusto y color con un aplicativo desde tu dispositivo; estos tenían su propia luz en espacios oscuros y se veían excelentes.
Brice, acostado en la enorme habitación no escuchaba la música porque el edificio estaba construido con paredes insonorizadas. Eran las 4 am según la proyección que flotaba sobre la mesa de noche, al lado de la cama. Se preguntaba insistentemente si Dome ya estaría en su habitación o seguiría con Gale en los jardines, esa incomodidad que le escocía por dentro lo molestaba tanto, se movía de un lado a otro en la cama, hasta calor había empezado a sentir; tanto así fue que el termostato automático de la habitación registró el cambio subiendo el nivel de frío para mantenerlo cómodo.
Era increíble que hasta el termostato sabía cómo se sentía pero Dome disfrutaba del resto de la noche abrazada a su mayor competidor romántico —¡vaya, cosa rara! —pensó, y soltó aire entre los dientes haciendo una especie de silbido. Se levantó de la cama de un salto y empezó a dar golpes al aire, practicando un poco de Vale Todo, se sintió maravilloso al darse cuenta que esa habitación no le permitía ni sudar a pesar de estar teniendo actividad física.
Dejó el ejercicio de lado y decidió asomarse al balcón que tenía a un lado de la habitación, hermosa vista la que tenía; unos jardines, otras casas enormes, la ciudad con sus bellas luces y su magnífico estilo lleno de orden y sofisticación. Estar de ese lado podía ser embriagador, lo había comprobado ese día, todo lo que ofrecía el dinero y la tecnología. Todas las mejoras que te permitían disfrutar, y la tranquilidad de la modernidad que resolvía todas tus necesidades a un solo click.
El aire se sentía limpio, fresco y con olor a flores, esos aromas lo hacían sentir confuso, no podía recordar nada que tuviera esa fragancia. Era algo totalmente nuevo para él. Ni siquiera las flores que había en la comunidad tenían esos aromas —se dijo a sí mismo—. Eso sí que lo atemorizó un poco, la diferencia tan enérgica, tan marcada, tan real; era como los libros que le mostraba Galah, en los que iban describiendo cómo lucía el infierno y el cielo, en comparación.
Unas risas lo sacaron de sus pensamientos, se escondió detrás de la pared que sobresalía en el balcón y se agachó detrás del muro para poder observar. Cuatro personas venían caminando, los chicos abrazando a las chicas, Carter, por el hombro a Galah, y Gale, por la cintura a Dome. Se asomó un poco más para observar la expresión de Dome, quería saber si estaba cómoda con eso, vio como ella se zafaba un poco del agarre del chico, pero ponía la mano en su pecho y le miraba directamente a la cara.
No quería dejar de mirar, pero ya se estaban acercando y pensó que lo podían ver. Escuchó que se despedían abajo y luego todo silencio, volvió a mirar y vio a Gale regresando a su residencia que estaba cruzando la piscina. Decidió entrar y cerrar la mampara, igual dentro de la habitación estaba fresco, y si le daba otro ataque de calor por la molestia de lo que había visto, el termostato haría su trabajo. Pegó un brinco sobre la cama para impulsarse con una pierna y dibujar con su cuerpo una pirueta de giro completo acompañado de una patada doble con cambio de pierna.
Cayó sobre la cama en pose de pelea, con ambas piernas abiertas y semiflexionadas, miró a su contrincante imaginario y dio otro salto de volantín para caer de ahí al suelo, justo adelante. Se agachó poniendo ambas manos en el suelo, estiró una pierna y dio un giro de 360°, luego, sin pararse, con ambas piernas se impulsó hacia atrás cayendo sobre su espalda y haciendo presión sobre sus omóplatos volvió a tomar impulso recogiendo ambas piernas hasta el pecho para de forma rápida volver a estar de pie. Combinó unos golpes de puño, arriba, abajo, defensa, agregaba una patada doble, golpe rápido arriba y abajo; era evidente que estaba estresado, dolido, fastidiado —¡celoso!—, no eso no, ella era su amiga y podía decidir hacer lo que quisiera con su vida romántica.
Ya andaba al borde de la desesperación, se tendió en la cama y empezó a mirar a todas partes, vio las mesitas a los lados y se acercó a husmear; encontró unos lentes de realidad aumentada en uno de ellos. Estaban nuevos en su caja, decidió abrirlos, asumió que si estaban ahí, pues era para el uso público. Se los puso y empezó a viajar entre todas las opciones que aparecían flotando en el aire, seleccionó pelea, después de todo, tenía muchas ganas de liberar testosterona —pensó—, y era mejor que estar golpeando el aire como antes. Escogió su avatar contrincante y misteriosamente se le hizo familiar: Rubio, piel blanca, alto, fitness, musculoso y con tatuajes (le había detallado a la IA el aspecto de Gale).
Estaba sumergido en una gran lucha, su competidor virtual era tan bueno como él, de pronto dio una patada giratoria y sintió unas manos frenarla, defendiéndose. Se quitó los lentes de inmediato y se enfrentó a una Dome atónita que estaba pasando el umbral de la puerta.
—¿Qué haces? — le cuestionó. Brice caminó hacia ella y tomando la manija de la puerta por detrás de su espalda la cerró y se miraron fijamente.
—Me desestreso un poco —le respondió a centímetros de su cara—. ¡Asumo que estarás cansada!
—¿Por qué lo dices? —preguntó extrañada por su actitud.
—Llegaste hace poco… te vi por el balcón, él te tenía tomada por la cintura y tú lo mirabas fijo a la cara—. Le dijo, poniendo su mano a escasos centímetros de la cintura de ella y buscando sus ojos.
—¡Sí! ¿Está todo bien?...
—Si, ¿por qué tendría que haber algo mal?¿Por esto? —le preguntó acercándose mucho a sus labios, ella se puso mucho más nerviosa —¿por qué esta forma de comportarme no es típica?
—No entiendo…. será que… ¿algo te está molestando? —preguntó. Aunque era raro, le gustaba la atmósfera que se había desplegado por toda la habitación, con la cercanía de Brice. Se le veía muy guapo, con la respiración un poco acelerada, el sudor, sus ojos pardos y el cabello blanco con algunas raíces azules, algo despeinado.
—¿Y esto? —pregunta pasando su dedo suavemente por la clavícula, donde se había hecho el tatuaje.
—Me lo acabo de hacer… ¿Te gusta? —pregunta algo nerviosa por cómo se siente sunpiel bajo su toque.
—¡Si! Aunque hay algo que me gusta mucho más —contestó. Sentía la adrenalina correr por sus venas, era como una droga natural. La pelea lo había dejado revolucionado.
—¿Qué es eso? —respondió ella conteniendo el aliento, sentía que si respiraba la magia que se había creado en ese instante se podía quebrar. Era la primera vez que veía a Brice tomar la iniciativa para algo y se sentía malditamente bien.
—¡Esto! —dijo pasando sus dedos sobre sus labios. Extendió su caricia por su mandíbula hasta su oreja, y luego bajó lentamente con la yema de los dedos por el cuello, el hombro, siguió hasta su brazo, su muñeca y finalmente enlazó sus dedos.
En un rápido movimiento le levantó el brazo sobre la cabeza y lo aprisionó contra la puerta e hizo lo mismo con el otro brazo. Dome emitió un sonido de sorpresa y Brice aprovechó para darle un beso que resultó más apasionado de lo que tenía en mente. Ella puso resistencia al inicio, pero en poco tiempo se dejó arrastrar por el huracán de sentimientos, el beso continuó y empezaron a caminar en retroceso alejándose lentamente de la puerta.
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