CAPÍTULO 27: Los celos, un potente detonante.
—¡Creo que los chicos están en problemas! —mencionó Brice nervioso.
—¡Dios! ¿Qué fue todo eso Brice?
—No sé, pero la piel se me puso de gallina… necesito saber qué les ha sucedido, si están bien… Debemos hablar con Gale.
—No, ellos nos estaban llamando sin que nadie sepa… ¿Estás seguro de hacer eso? —resaltó con cierta desconfianza.
—Obvio que sí, él nos ha estado ayudando hasta ahora… tiene que haber sucedido algo malo, podemos estar en peligro todos, incluso él.
—¡Comprendo! Hay que llamarlo, entonces…
—Pero, ¿Cómo? —empezó a dar vueltas en círculos mientras hablaba sin parar.
—Yo puedo comunicarme con él… —mencionó en voz muy baja, tanto que ni Brice le prestó atención y continuó con su lluvia de ideas.
—Creo que tengo una idea… es loca, pero serviría, no soy tan tecnológico como los chicos… pero podemos revisar si el dispositivo de la casa aún funciona y…
—Yo puedo comunicarme con Gale… —balbuceó.
—¿Qué dijiste? Espera, creo que por aquí vi unas herramientas… puedo intentar, aprendí algo viendo ciertos videos y con los chicos…
—¡Brice, detente! Yo tengo cómo comunicarme con Gale… —de forma inmediata Dome sintió que la piel de la cara se le ponía al rojo vivo, incandescente.
—Tienes… ¿Qué significa eso?¿Por qué no lo sabía?
—Lo lamento, el primer día que llegamos, en mi habitación encontré un dispositivo que él me había dejado para ponerme en contacto.
—¿En serio? Quiere decir que has estado hablando con él desde siempre —comentó deteniéndose frente a ella.
—Algo así —balbuceó—. Escucha Brice, siento si te decepciono con lo que te voy a decir… quizás no es el mejor momento, pero la razón por la que hablaba con él es que…
—No quiero saber, Dome… ¿Tienes el dispositivo ahora? —ella se dió cuenta que él estaba profundamente decepcionado, fue a la habitación y regresó con el dispositivo en la mano.
—Brice… yo necesito decirte la razón… —dijo extendiendo el dispositivo hacia él.
—No, no deseo saber nada… asumo que tus razones habrás tenido, no espero entenderlas, solo tengo una pregunta.
—¿Cuál? Responderé lo que quieras.
—¿Eres completamente mía o debo preocuparme?
—¡No! No debes hacerlo, soy completamente tuya—. Brice se levantó del sillón donde se había sentado y acortó la distancia entre ambos, tomó a Dome de la cintura jalando su cuerpo hacia el suyo. Miró directamente a sus ojos y supo que ella decía la verdad, le dio el beso más apasionado que el momento les permitió.
»»——⍟——««
—Pryor, ¿Sabes qué ocurrió con Quyn?
—No, Sr. Alcott, he intentado ponerme en contacto con su cerebro central, pero no lo consigo.
—Debes ir… es necesario que hagamos reconocimiento, la conexión con las cámaras se perdió cuando entraron los Safers, pero desde allí podremos tomar la imagen guardada en la computadora central del lugar.
—Entiendo, Sr. Alcott… ¿desea que vaya ahora?
—Primero revisamos el perímetro, luego vemos si podrás acercarte.
—Entendido, señor.
—Estoy mirando las imágenes y ni las nocturnas muestran movimiento.
—Recuerde que los Safers pueden disminuir su temperatura electrónica central, y de esa manera no ser localizados con los sensores de calor.
—Tienes razón, ¿crees que sigan ahí? —mencionó Gale muy preocupado.
—Intentaré conectarme a los sensores de los localizadores nocturnos, así lograré hacer la lectura de los chips del cerebro central en los Safers.
—¡Hey, excelente idea Pryor!
—Gracias, señor—. Se quedó en silencio por unos minutos, con la mirada en blanco y una luz verde parpadeó en el centro de su pecho.
—¿Todo bien?
—No hay nadie, señor.
—Reconocimiento, llévate una movilidad, llega hasta allá y trae el hardware, descarga todo lo que puedas en tu cerebro alterno para que no se llene la memoria de tu computadora central… y trae a Quyn… o lo que quede de ella.
—Entendido, Sr. Alcott.
Pryor se puso en marcha, tomó un vehículo pequeño que no llamara tanto la atención, pero que le permitiera traer de regreso lo que le había pedido Gale. No creía tener ningún sentimiento en ese momento, los androides no habían sido creados para demostrar debilidad teniendo sentimientos que empañen sus ideas y lo adormezcan al tomar decisiones importantes.
Al llegar al lugar vio la puerta tirada abajo, la entrada del jardín pisoteada y las macetas a los lados del camino rotas o destruidas, las flores arruinadas. Pryor pensó en Quyn y lo mucho que le gustaba cuidar ese lugar, le pareció sentir algo, pero en realidad lo tomó metódicamente; se trataba de una idea práctica, la destrucción le generaría mayor trabajo ahora.
—¡Quyn! —se animó a llamar, aunque el estado inicial de la casa le daba la impresión que no obtendría ninguna respuesta.
Continuó hasta llegar a la entrada de la casa y vio todo desvencijado, destruido, obsoleto; la casa la habían dejado en miserias. Pasó de la entrada sin puertas y se instaló en el hall principal, miró a ambos lados sin saber qué rumbo tomar, porque todo se veía en el mismo estado deplorable. Un camino de sangre demasiado amplio para ser de una sola persona se veía en el suelo y sobre las cosas destruidas.
—¿Quyn? —se animó a llamar una última vez y decidió emprender camino entre los restos de muebles, artefactos, puertas y sangre, estaba por todo el camino.
Llegó a una zona que llevaba hacia las habitaciones, ahí estaba el charco mayor, era definitivo, alguno debía estar muerto, había demasiada sangre en un solo lugar y en otros dos espacios también había, pero menos. ¿Cuál de ellos estaría muerto? Le pareció que volvía a sentir algo, pero era demasiado extraño, sentir, ¿Qué significaba eso realmente?
Se quedó absorto mirando el charco de sangre y recién al observar unos metros más allá vio la pierna de Quyn, creyó que estaba debajo de la puerta que estaba ahí, pero su sorpresa fue grande al ver solo la pierna. Dio un barrido y pudo ver los restos del cuerpo del androide regados por varios lugares y la cabeza sobre una encimera, ¿Realmente eran tan bárbaros los Safers? Ese comportamiento era inusualmente humano.
Pryor se acercó a cada punto donde identificó un resto de su igual y los juntó al lado de su cabeza en la encimera, había algo raro en lo que estaba haciendo, pero lo pensó como una forma de serle útil al Sr. Alcott, de seguro él querría a Quyn completa para tratar de recuperar su cerebro central y la información que habría en él sobre todo lo sucedido esa noche. Se fue hacia el salón de la computadora central y empezó a descargar toda la información, se llevó el hardware según lo había solicitado Gale y puso a Quyn en una bolsa de tela.
—Sr. Alcott, ¿Qué puedo hacer por usted?
—Muéstrame el lugar, Pryor.
—No es necesario, Señor, solo hay escombros y basura.
—Muéstrame—. La voz de Gale estaba interrumpida, se percibía cargada de sentimientos que jamás había percibido en él, al menos no desde que había existido a su lado.
—¡Entendido! —Pryor empezó a hacer un escaneo de 360° grados en todas direcciones con la intención de poder mostrar el lugar.
—¿Eso es sangre?
—Sí.
—¿Es mucha, verdad?
—Es definitivo, alguien está muerto.
—¡Maldición! Esto no será una buena noticia… ven de inmediato, necesito las lecturas de Quyn. ¿La encontraste?
—Sí.
—Pásame con ella, ¿Por qué no respondía?
—Señor, no creo que le sea posible hablar con ella…, fue destruida. Totalmente.
—¿Qué? ¿Por los Safers? —preguntó asombrado, eso nunca había pasado, androides destruyendo androides.
—Sí, Sr. Alcott.
—¡Ven de inmediato!
—¡Comprendido! —Pryor se desconectó y levantó la bolsa con los restos de Quyn, le pareció percibir algo parecido a la ira, pero eso no era posible. Los androides no habían sido diseñados para sentir placeres o emociones tan superfluas como esas. ¿O sí?
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