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CAPÍTULO 18: Lo esperado, pero jamás deseado

—¿Crees que ya estén bien? —preguntó Dome, estaba visiblemente angustiada.

—Deberías preguntarle a Gale… —respondió Brice, pero luego de decirlo, se dio cuenta que había sonado rencoroso.

—¡Tampoco necesitas decirlo así!

—¡Lo sé! No fue con mala intención… Estoy preocupado por nosotros y por Galah, no creas que tengo tiempo para pensar en algo más… —lo volvía a hacer, era como una avalancha verbal, como una pataleta de niño malcriado.

—¡Puff, pero claro! Bravo por ti, Brice… ¡Lo demuestras a la perfección!

—Y bien… ¿Qué te molesta tanto?

—Tu actitud… ¡Parece que sintieras celos!

—¡Estás equivocada! No siento más que interés por saber si nuestros amigos están bien… lo tuyo con Gale me tiene sin cuidado.

—Bien… hablaré con el que sí se interesa por mí… —dijo y se fue enojada al otro lado del pequeño cuarto al que se habían metido para ocultarse. Brice no quería hablarle así, pero no se podía contener.

—¡Dome, perdona! —la chica solo le hizo una mueca, sacó de su bolsillo la tablet que estaba doblada a la mitad y la abrió.

Brice la observó, y se arrepintió de forma inmediata de lo que había hecho, estaban en una situación bastante mala, pero él se estaba comportando como un cretino. Ahora mismo su amiga se estaba debatiendo entre la vida y la muerte, sin ser exagerados. Todo había salido peor de lo que lo habían imaginado; sin embargo, muy parecido a lo que habían estado investigando sobre La Corporación. Los escombros seguían cayendo y hubo zonas que quedaron inhabitables, en la parte que ellos encontraron para ocultarse se había apagado el fuego primero, ya que aún funcionaron los aspersores para apagar incendios.

Dome se sentía angustiada y desvalida, su intención no había sido abandonar su hogar de esa forma tan abrupta, se lo había planteado muchas veces cuando se desvelaba pensando en los riesgos de su plan; no obstante, nunca imaginó que realmente las cosas salieran tan horribles. Quizás, de todas las cosas malas que pensó podrían suceder, el porcentaje de similitud era del 0.1%, en palabras simples, no tenía ni la más maldita idea de en lo que se había metido. Ahora habían tenido un accidente de auto, les lanzaron explosivos de energía/combustible (FEE), casi mueren hechos pedazos y ahora su amiga estaba herida; simplemente fuera de este mundo. ¿Cómo se le ocurrió pensar que iban a salir ilesos? 

»»——⍟——««

El auto se detuvo por segunda vez, la primera fue por la garita y el F-Scan; ahora estaban seguros que habían llegado, pues el conductor no les dio ningún tipo de aviso. Había una camilla suspendida a propulsión y depositaron a Galah en ella mientras se dirigían rápidamente hacia la cabina regeneradora. Una androide parecida a Pryor los recibió, se presentó como Quyn y los llevó de forma inmediata.

—Solo yo puedo ingresar con ella —los miró con seriedad, pero no había señal de emociones en su rostro.

—¡Está bien! —dijo Enzo, pero Carter no lucía convencido—. Vamos, podemos esperar en esa sala.

—Pueden observar el avance de su amiga desde el salón de aquí—. Les indicó una puerta que estaba al costado de la cámara. Entraron y vieron las mamparas templadas y oscuras, de pronto se encendieron unas luces tenues, y las mamparas se difuminaron mostrando todo lo que ocurría al lado. Galah estaba desnuda, pero la cabina en la que estaba acostada solo mostraba por encima del pecho hasta la cabeza y de las rodillas hacia los pies.

—¿Cómo te sientes? —empezó Enzo —¡Estás sangrando!

—Es solo un rasguño… Galah lleva las de perder, yo puedo esperar—. Dijo mirando la herida en su brazo.

—Aun tienes el pedazo de metal que se ha impactado en tu brazo, si lo retiro empezará a desangrarse la herida… ¡no sé qué podría pasar si lo dejamos!

—No creo que pierda el brazo, no es tan profundo… Ni me molesta.

—¡Está bien! Ni bien salga Galah entras tú… y no quiero negativas—. Se puso de pie y se acercó a la mampara, puso la mano en ella y se encendió una pantalla donde se iban viendo los signos vitales y las reparaciones a nivel celular que se estaban haciendo en el cuerpo dentro de la cámara—, ¡Carter, mira! —grito emocionado.

—¡Es increíble! Déjame ver… ¡Dios, estaba por morirse!

—Si no hubiéramos tenido a Gale de nuestro lado… no lo dudes.

—¡Si! Ahora le debemos la vida, no sé si sentirme bien con eso…

—¿Por qué lo dices?

—¡Hay algo que no me cuadra! Desde que vi esa información en la computadora central de su casa, siento que él está involucrado en cosas de las que nosotros no tenemos ni la más mínima idea.

—¡Bro, es un Hacker! Claro que está metido en cosas que nos volarían la cabeza…

—¡Eso lo sé, hermano! No hablo de esas cosas de Hacker ultra conocido y peligroso… me refiero a secretos y conspiraciones… siento que él está metido en algo más siniestro.

—¿Crees que…?

—¿Qué? —preguntó Carter, dentro suyo sentía que Enzo pensaba algo muy parecido a él, pero no tenía ganas de decirlo en voz alta, no quería hacerlo palpable y empezar a perder la única esperanza que les quedaba.

—¡Nada! Veamos qué sucede aquí… —dijo empezando a desplegar varias ventanas en la mampara para ver a detalle qué era lo que estaban haciendo con Galah para curarla y cuánto tiempo les faltaba para lograrlo.

Según el Timeline de la cámara regenerativa, Galah debía permanecer ahí 45 minutos y luego saldría como nueva. En ese momento pondrían a Carter para que pudiera curarse el brazo, pues ya se estaba poniendo oscuro.

—Señores, ya pueden pasar a ducharse y cambiar la ropa que traen—. Comentó Quyn—, ¡Está herido, Sr. Priyander! 

—No es nada serio… y dime Carter, por favor —comentó, pero al mover el hombro sintió un agudo dolor. Quyn se acercó y le hizo un escaneo.

—Está empezando a infectarse, el metal está oxidado, el proceso es más rápido que en otras ocasiones. ¡Acompañenme!

—¡Vamos C! 

Los llevó hacia otra  habitación, parecía un laboratorio o enfermería, no lo podían asegurar. Se quedaron boquiabiertos al ver todo lo que había en esa sala, toda la tecnología curativa de la época estaba en cada rincón y cada estante. Quyn le pidió que se sentara en la silla/camilla y la reclinó, luego jaló una pantalla hecha solo de wolframio y empezó a manipular el aro que estaba sobre la silla. Enzo se acercó para ver lo que estaba haciendo, sus dedos se deslizaban por el metal translúcido y las ventanas iban volando de un espacio a otro; finalmente, el aro se colocó a la altura de su cabeza y una luz celeste incandescente salió como un láser. Carter se asustó porque la potencia era como la de un flash, pero en cuanto le cayó encima no sintió nada, ni le molestó la vista. 

De una sola pasada le regeneró la piel, expulsó el metal que tenía clavado en el brazo, y curó el rostro por la herida que se había hecho al chocar con el auto. Al terminar se sintió como renovado, hasta sus energías eran distintas, Quyn le hizo una seña a Enzo, quien también se acostó y llevó el mismo proceso regenerador. Ambos salieron de la sala como nuevos y siguieron a Quyn hacia las habitaciones que les habían preparado; se dieron la segunda ducha más larga de sus vidas y se vistieron con la ropa que habían cargado en las maletas.

—Ya falta poco para que salga de esa cámara —escuchó hablar a Carter. Al parecer se había demorado segundos en vestirse y no quiso perder un minuto más.

—Creí que seguías en tu habitación, te fui a buscar…

—¡Necesito saber que está bien! 

—Lo estará…, estoy preocupado por Dome y Brice, ¿por qué tardan tanto?

—¡Dios, estaba tan metido en esto que olvidé a los chicos! —dijo con rostro de preocupación y arrepentimiento.

—Tranquilo, yo me preocupé por los dos… —respondió con una sonrisa amable.

—¡Encontraron problemas para escapar! —inició Quyn, que parecía tener una epifanía mientras les hablaba.

—¿Qué problemas? —preguntó Carter, atropelladamente.

—Safers… Han regresado a patrullar la zona y remover escombros, están con los Diggers.

—¡Tenemos que hacer algo! —dijo Carter, desesperado.

—¿Qué podemos hacer? Estamos aquí…, aún tenemos trabajo por hacer—. Enzo dijo eso último en voz baja.

—El Sr. Estrada tiene la razón, Sr. Carter; deben preocuparse por la Srta. Leroy.

—¡Necesitan ayuda!—. De pronto unos golpecitos sonaron en la mampara y Galah con rostro mejorado, pero aún convaleciente los miraba envuelta en una bata y con una sonrisa.

—Debo insistir, su amiga necesita su ayuda en este momento… El Sr. Gale se encargará de traer a sus amigos sanos y salvos.

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